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El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas (Jufejus) firmaron un convenio para promover el intercambio y la unificación de información forense entre distintas jurisdicciones judiciales de todo el país para facilitar la identificación de personas inhumadas sin identificar. Redacción: Julieta GaleraEdición: Pedro Ramírez Otero El jueves 1 de diciembre el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas (Jufejus) firmaron un convenio de colaboración para promover el intercambio de información forense entre distintas jurisdicciones del país. El objetivo es reunir y sistematizar la información de causas judiciales de todo el territorio para construir una base de datos forense que facilite la identificación de los restos de personas que hayan sido inhumadas sin identificar desde 1980 en adelante. En el evento que se realizó en las oficinas de de JUFEJUS, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, participaron Ariel Gustavo Coll (Formosa); Jessica Name (Tierra del Fuego) por Jufejus; Marisa Valenti (Coordinadora del Foro de Médicos Forenses); Virginia Urquizu (Unidad de Casos);y Carlos Somigliana (Investigación) por el EAAF. En Argentina existen numerosos casos de personas inhumadas sin identificar por la justicia en una jurisdicción y que, debido a falta de diálogo entre las instancias policiales y judiciales de distintos territorios, es posible que estén siendo buscadas por su entorno afectivo. Pero hoy no es posible el cruce de los datos de la persona fallecida NN con los de las personas buscadas porque no existe una base de datos que lo permita. En ese contexto, este convenio celebrado entre EAAF y Jufejus se propone aplicar el conocimiento construido e implementado en la búsqueda de víctimas de desapariciones forzadas por el Terrorismo de Estado en este otro escenario. “El objetivo del convenio es comenzar a trabajar con las justicias provinciales en reunir información que existe en los expedientes judiciales sobre la inhumación de personas muertas sin identificar para intentar determinar quiénes son y si están siendo buscadas por sus familias. El equipo viene trabajando desde su creación en reunir información existente en diferentes espacios burocráticos sobre cuál puede ser el paradero de las personas desaparecidas. Ese conocimiento estamos hoy intentando aplicarlo a este fenómeno de la inhumación sin determinar la identidad de las personas”, explicó la directora ejecutiva del EAAF, Natalia Federman. Por su parte, la presidenta de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas, María del Carmen Battaini señaló que “en las causas judiciales muchas veces no se puede identificar a la persona que se encuentra y figuran como NN”. En ese sentido, este convenio permite “brindar un servicio de justicia cada día más eficiente, efectivo y cercano a nuestras comunidades. Todo lo que nos permita dar una respuesta a la comunidad en las causas que tenemos o que hayamos tenido en trámite forma parte del objetivo fundamental de hacer justicia que es pacificar, dar paz”.La directora ejecutiva del EAAF explicó: “Con este convenio buscamos unir esfuerzos para dar una respuesta más sistemática a un problema que advertimos que se repite. Nuestra intención es que las familias puedan saber la verdad de lo ocurrido”. “Si le podemos dar un nombre, un rostro y devolverle a un familiar la esperanza de decir `hemos encontrado a su ser querido´, creo que eso forma parte también de la tranquilidad espiritual de la comunidad”, concluyó la presidenta de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas.

Declaran 3 integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Anahí Ginarte, sobre la entrevista con Julio López en el EAAF. Sofía Egaña y Juan Nóbile, acerca de las identificaciones de restos y las excavaciones.

Patricia Bernardi, integrante del grupo fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), fue citada a declarar en el juicio para hablar del hallazgo y la identificación de los restos de las cuatro víctimas de la causa. La antropóloga corroboró que las lesiones observadas en los cuerpos de Rosa Eugenia Novillo Corvalán, Roberto Ramón Arancibia, Adrián Enrique Accrescimbeni y Juan Carlos Rosace, se corresponden con las sufridas por las víctimas de los vuelos de la muerte. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur 📷 Fotos: Transmisión de La Retaguardia ✍️ Cobertura del juicio: Noelia Laudisi De Sa/Diego Adur Al comenzar su testimonio, la antropóloga explicó que fue convocada por la Fiscalía específicamente por “dos sucesos, los de diciembre de 1976 y los del 18 de febrero de 1978”. Pero antes de explayarse en detalle sobre esos casos, se refirió a los cuerpos hallados en la costa de la República Oriental del Uruguay y la República Argentina. “En Uruguay el Equipo relevó 13 sucesos, en Colonia, Montevideo, Maldonado y Rocha. En Argentina, desde Magdalena y Punta Indio, Pipinas, y toda la zona de la costa de San Clemente del Tuyu, Santa Teresita, Lucila del Mar, San Bernardo, Mar de Ajo, Las Toninas, Pinamar y Villa Gesell, la cantidad de sucesos de hallazgo de cadáveres es de 14”, detalló.  “La paridad se rompe cuando nosotros hablamos específicamente de la cantidad de cuerpos aparecidos en Uruguay, que es de 27, en tanto que en Argentina es de 44”, dijo. Frente a esos hallazgos en ambas costas, ocurridos entre 1976 y 1978 simultáneamente, hay ciertas instancias administrativas que se van desarrollando. “No siempre que aparezcan en la costa significa que se trata de los Vuelos. Pero lo que caracteriza o define a las víctimas de los Vuelos es la perspectiva pericial; es decir, las lesiones observadas en los cuerpos”, explicó Bernardi. Esas lesiones existen en los casos que convoca a este juicio.     4 cadáveres en la costa del río Patricia Bernardi dijo que entre el 4 y el 6 de diciembre de 1976 se hallaron 4 cadáveres en la costa del Río de la Plata, en la localidad de Punta Indio. “Fueron levantados por personal policial del destacamento Cristino Benavidez de Verónica, Partido de Magdalena”, y trasladados a la “morgue de Santa Teresita donde un médico de la policía realizó la autopsia”. Mediante el relevamiento que el EAAF realizó sobre los legajos de la Policía de la Provincia, las actas de defunción, libros del cementerio y estudio de las autopsias, pudo informar que:  1- Los 4 cuerpos fueron inhumados como NN. 2- El médico policial Héctor Baudino realizó las autopsias y determinó que la muerte fue diez o doce días antes de ser arrojados al agua (entre el 23 y 25 de noviembre de 1976). 3 de los cuerpos son masculinos y 1 femenino. La causa de muerte es destrucción de masa encefálica, salvo en uno de los masculinos que es asfixia por inmersión. (Ese cuerpo, a la fecha, no pudo ser identificado).  3-En el cuerpo femenino Baudino detalló tres disparos – en región craneana posterior, maxilar izquierdo y tibia-peroné derecho- y que “fue arrojado a las aguas del Río de la Plata”.  El médico policial seccionó las manos de ese cuerpo y las envió para su identificación al laboratorio de necropapiloscopía en la Ciudad de La Plata. El 12 de diciembre de 1976 el cadáver ingresó al cementerio de Magdalena y fue inhumado como NN en la sección G, Tablón I, sepultura 14.    4- El 8 de febrero de 1977 el laboratorio de necropapiloscopía determinó que se trataba de Rosa Eugenia Novillo Corvalan y lo informó el 16 de febrero al destacamento policial. “Queda demostrado desde el punto de vista científico y de manera incontrovertible que las impresiones digitales corresponden a Rosa Eugenia Novillo Corvalán”, consignó el laboratorio.  5- Carlos Machado intervino como Juez Federal permitiendo el peritaje que no fue incorporado al sumario ni tampoco valió para rectificar el acta de defunción.  “La pericia queda encajonada en algún lugar”, razonó Bernardi. “Más allá que los restos fueron identificados en febrero de 1977, lamentablemente no hubo ninguna rectificación del acta de defunción”, ni en el libro del cementerio. Rosa, intencionalmente, quedó como NN.   Recién en 1997 el EAAF tuvo acceso al informe de necropapiloscopía. Con ese dato verificó si Rosa figuraba en la CoNaDeP y resultó que en el legajo número 76 figuraba la denuncia de su desaparición. Luego buscaron dentro del juzgado de Carlos Machado algún expediente de hallazgo de cadáver o de presunto homicidio y no se encontró ningún expediente judicial. En el Registro Nacional de las Personas buscaron registros de personas jóvenes con muertes violentas; Aparecieron los 4 cadáveres NN en Punta Indio.  El Equipo se contactó con la familia de Rosa, quien solicitó que se exhumara y se identificara el cuerpo ante el Juzgado Federal N°1 de La Plata, a cargo de Manuel Blanco. El 13 de enero de 1998 recuperaron el cuerpo y los restos fueron trasladados a la Dirección de Asesoría Periciales de la Provincia de Buenos Aires. Pero “quedaba por corroborar si el esqueleto exhumado en la sepultura era el que se había estudiado y en el que se había realizado el peritaje”, subrayó Bernardi. La familia aportó la historia clínica de Rosa y gracias a unas radiografías de los senos frontales del cráneo se pudo determinar que efectivamente se trataba de ella.  Según otros datos aportados por la familia, Rosa Eugenia fue secuestrada junto a su compañero, Guillermo Abel Pucheta, en abril de 1976. Estaba embarazada de dos meses y el niño o la niña que debió nacer en cautiverio permanece desaparecido/a. En este mismo juicio, el sobreviviente Eduardo Cagnolo dijo que Novillo Corvalán fue vista en El Campito, el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio más grande que funcionó en Campo de Mayo.  Una simple muestra de sangre “Es importante ver cómo el Equipo aborda cada caso de manera diferente”, señaló Patricia Bernardi. En el 2003, con los

Declara Patricia Bernardi del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y Edith Re.

El TOFC Nº2 de San Martín dispuso la medida cautelar con la intención de conservar las posibles pruebas que pudieran hallarse en los aviones Fiat G-222 y Twin Otter que se encuentran todavía en el Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo, según se constató en la visita ocular del lunes. También ordenó demarcar una cabecera de la pista de aterrizaje en la que un testigo aseguró que levantaban ampollas de la droga que se usaba para adormecer a las víctimas de los vuelos. El EAAF peritará ese lugar.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 💻 Texto: Paulo Giacobbe ✍️ Edición: Fernando Tebele Los campos de concentración y exterminio de la dictadura militar cívico eclesiástica empresarial todavía son prueba del plan genocida a fines del 2020. Después de la última inspección ocular realizada en Campo de Mayo, en el marco del juicio a cargo del Tribunal Oral Federal Nº2 de San Martín, se constató que los aviones de los vuelos de la muerte estaban en el lugar de donde despegaron y aterrizaron. El Tribunal presidido por Walter Venditti, junto a Esteban Rodríguez Eggers, Eduardo Farah y Matías Mancini (como cuarto juez que se sumará cuando Farah vuelva a ser camarista), actuó a pedido del Fiscal General Marcelo García Berro y ordenó al “Sr. Jefe del Estado Mayor General del Ejército, General de Brigada Agustín Humberto Cejas, que adopte los recaudos necesarios para que no se modifique el estado actual ni la situación jurídica de los aviones: Twin Otter matrícula AE-106 y Fiat G-222 matrículas AE-260, AE261 y AE-262”. Al Ministerio de Defensa se le requirió “que obtenga del Ejército Argentino y remita al tribunal, en forma urgente” el historial de vuelo y mantenimiento.     La medida fue confirmada por la Dra. Mercedes Soiza Reilly, quien trabaja en el equipo de García Berro. Lo hizo durante su columna en el programa radial Oral y Público de La Retaguardia: “Se acaba de disponer una medida cautelar por parte del tribunal. Lo notificaron hoy y enviaron esa comunicación al Ministerio de Defensa”, anunció Soiza Reilly. La justicia había realizado una inspección ocular en 2012. El militar que había oficiado de guía hace 8 años ya había indicado “que los aviones iban a ser vendidos a Italia”, contó Soiza Reilly. La venta fue frenada aquella vez por una medida cautelar. Pero la noticia de que tres de los aviones Fiat G-222 permanecían en el lugar se tuvo el año pasado: “Lo que ocurrió el año pasado, fue que el EAAF se acercó al lugar y Maco Somigliana ve los tres aviones Fiat y los fotografían. Por eso el pedido que realizamos para que se inspeccionaran”, dijo Soiza Reilly. Otro integrante del EAAF, Marcelo Castillo, quien declaró en la audiencia anterior, fue el encargado de anunciarlo en el juicio. El fiscal García Berro pidió también que se secuestren “las planillas de vuelos. Ese es otro dato que no teníamos y que nos va a servir por las fechas para hacer un trabajo más exhaustivo como el que ya hicimos en ESMA”, agregó Soiza Reilly en referencia a su actuación como fiscal en ESMA III. De acuerdo a lo informado por el Coronel Bennardi durante la recorrida del lunes, el Twin Otter estuvo en funcionamiento desde 1976 a 1983. Los aviones estaban en el sector del aeródromo y la justicia pidió su preservación por tratarse “de prueba que podría estar vinculada directamente con la comisión de los delitos allí ventilados”.  A pedido del abogado querellante, Pablo Llonto, se realizará a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense “la excavación del triángulo de pasto que se forma en la intersección de la cabecera norte de la pista de despegue y aterrizaje con la de corretaje de aeródromo en la búsqueda de las ampollas que el testigo Escobar Fernández dijo haber observado en ese sector”. En el momento de los hechos, Escobar cumplía  el Servicio Militar Obligatorio en Campo de Mayo, era CoLimBa, y en ese sector vio montañitas de ampollas de Ketalar, una de las drogas que usaban para adormecer personas antes de trasladarlas en los vuelos de exterminio.  Durante la visita, el Coronel Bennardi le había comentado a los jueces que los aviones estaban por ser subastados. Esta decisión del tribunal deja sin efecto cualquier movimiento u operación con esos aviones, que esta vez, puede esperarse, serán peritados en búsqueda de pruebas.

Los Fiat G-222 y los Twin Otter que se utilizaron en los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo todavía permanecen en el Batallón de Aviación 601 del Ejército. Nunca fueron preservados ni peritados por la justicia. En el marco de la visita ocular del juicio, La Retaguardia pudo verlos y registrarlos en fotos y videos. Además de los jueces y el resto de las partes, participó uno de los acusados de haber piloteado los aviones: Delsis Malacalza. También estuvieron presentes tres testigos: Raúl Escobar Fernández, un ex colimba que aportó su valioso testimonio; Marcelo Castillo, del EAAF; y Rodolfo Novillo, el hermano de Rosa Eugenia Novillo Corvalán, una de las cuatro víctimas por las que se realiza el juicio. Acompañó Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 📽️ Transmisión en vivo: Fernando Tebele/Diego Adur 💻 Textos: Fernando Tebele ✍️ Edición: Fernando Tebele/María Eugenia Otero ☝ El recorrido para llegar a los aviones Fíat G-222, que permanecen abandonados, sin custodia judicial que permita preservarlos como posibles elementos de prueba. Dialogamos con Rodolfo Novillo, hermano de una de las víctimas de los vuelos, Rosa Eugenia Novillo Corvalán. El fiscal Marcelo García Berro evaluó la visita al finalizar. ☝ Desde el interior del avión, una ventana circular remite necesariamente a las preguntas que las familias tienen sobre sus desaparecidos/as, ¿miraría por la ventana? ¿Estaría totalmente adormecido por el Ketalar? Preguntas crueles que permanecen sin respuestas. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia☝ Los controles de la cabina del Fiat G-222 patente E-261, que fue utilizado según los registros en vuelos de la muerte. Permanece enterrado en un pastizal junto a otros dos aparatos del mismo modelo. “Este avión estuvo en Malvinas al comando de alguien que está aquí”, dijo el oficial Bennardi, a cargo de guiar a la comitiva. “¿Usted?”, le preguntó el presidente del tribunal, Walter Venditti. “No, el señor Malacalza”, respondió el militar, en referencia al imputado que estuvo presente durante la visita, pero que no estaba allí en ese momento. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Dentro de la nave el estado de abandono por el paso del tiempo es notable. El juez Venditti dialoga con Marcelo Castillo, el integrante del EAAF que también guió la visita y contó cómo fueron los trabajos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense entre la zona de lo que fue el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio El Campito y el aeródromo del Batallón. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El abogado de las familias querellantes, Pablo Llonto, y la integrante del equipo de la fiscalía, Mercedes Soiza Reilly, intercambian impresiones en medio de la escena dantesca. Lo que ayer fue escenario del camino a la muerte, hoy es señal del abandono, que quizá no sea inocente si se analiza que la gigantesca guarnición de Campo de Mayo, una de las mayores sedes del genocidio en todo el país, permanece en manos de la fuerza que perpetró allí el Terrorismo de Estado. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ “Este avión podía abrir sus puertas en vuelo y tenía capacidad para 36 paracaidistas”, explicó Bennardi ante la pregunta de las abogadas y abogados. Un largo silencio se sostuvo después.  Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las pistas del aeródromo.desde la que, coinciden varios de los ex conscriptos testigos que pasaron por el juicio, despegaban los “Vuelos fantasmas”, como solían decirles. La larga caminata por toda la pista se realizó mientras los jueces Venditti, Eduardo Farah y Matías Mancini (en realidad es cuarto juez en este proceso pero remplazó a Esteban Rodríguez Eggers) iban consultando al oficial Bennardi y al testigo Escobar Rodríguez. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El ex colimba Raúl Escobar Fernández (con las manos abiertas, en el centro), señala el lugar en el que asegura que él y sus compañeros levantaban grandes cantidades de ampollas de Ketalar, la droga que se utilizaba para adormecer a las personas secuestradas que luego serían arrojadas al río o al mar. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Con camisa Lila, el imputado Delsis Malacalza, quien está acusado de pilotear los vuelos de la muerte, en un cruce de miradas con la cámara fotográfica. Malacalza también le da nombre al expediente de este proceso judicial. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En una de las construcciones del aeródromo puede verse esta chapa conmemorativa del “Primer cruce del Atlántico por una aeronave G-222 del Ejército Argentino en 1977”. La aportó el Teniente Coronel Delsis Malacalza. La fecha prueba que los aviones ya estaban en el país.  📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En ese mismo lugar, una obra del artista Exequiel Martínez, quién parece haber conseguido inspiración en las aeronaves indefectiblemente ligadas a los crímenes del genocidio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En uno de los hangares, el militar a cargo mostró un avión Twin Otter, de origen canadiense. “¿Se podían abrir las puertas en vuelo?”, le consultaron a Bennardi. “No, en esta aeronave no se abrían las puertas en vuelo”. Los abogados defensores se anotaban un punto: si no se abrían las puertas, no se arrojaban personas. Hasta que Soiza Reilly preguntó: “¿Y se podía volar sin puertas?”. “Ah, sí, podían sacarse las puertas antes de despegar y volar de esa manera”. La integrante del equipo de la fiscalía estuvo a cargo del Ministerio Público Fiscal cuando se juzgaron los Vuelos de la muerte en la ESMA. Su experiencia quedó en evidencia en ese instante. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las torres de guardia desde la que varios testigos ex colimbas aseguran que veían la pista desde la que despegaban los vuelos. Los defensores sostienen que es imposible porque la pista queda detrás de la gran construcción blanca. Las partes acusadoras señalan que esas construcciones son posteriores a la fecha de los hechos que se juzgan en este juicio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Además de Malacalza asistió a la visita ocular el hijo del imputado Luis del Valle Arce, de saco azul. Algunos pensaron que se trataba del imputado Eduardo Lance, lo que generó confusión: finalmente era el hijo de uno de

Declaró Marcelo Castillo, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAFF) 📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe 💻 Textos: Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa ✍️ Edición: Fernando Tebele 👉 Marcelo Castillo es parte del EAAF. No recuerda la cantidad de veces que fue a Campo de Mayo. Tampoco el número de reuniones que mantuvo con Juan Carlos Scarpati. Cacho, como le decían, fue un sobreviviente de Campo de Mayo, que logró fugarse de sus captores cinco meses después haber llegado casi moribundo después del secuestro. Castillo también valoró, emocionado, el aporte de Francisco Madariaga, quien como nieto apropiado por un militar, era llevado de niño a Campo de Mayo. Madariaga falleció hace pocos meses.  DESCARGAR —Fiscal García Berro: Para quienes ya hemos tenido, digamos, juicios relativos a la represión en Campo de Mayo, el apellido Scarpati desde luego sabemos perfectamente quien es, pero en definitiva quisiera que nos digas un poco quién era Scarpati porque por lo menos, por lo que yo entendí, vos tuviste contacto con él. —Marcelo Castillo: A fines de 2005 me llama la abuela Raquel Marizcurrena, de Abuelas de Plaza de Mayo, quería tener una reunión conmigo y otras personas de Abuelas. Ya en ese momento, 2005, se venía trabajando en algunos centros clandestinos, entonces me llama a esa reunión y estaba la tía abuela Alba Lanzillotto, que era secretaria en ese momento de Abuelas de Plaza de Mayo, estaba buscando el destino de su sobrino, que había testimonio del nacimiento en Campo de Mayo. Bueno, la abuela Raquel, que tiene a su hijo y nuera y desaparecida estando embarazada, y Abel Madariaga, que tiene a su compañera desaparecida y en ese momento estaba buscando a su hijo y que había testimonio, también, de nacimiento en Campo de Mayo y me piden si por favor, y si me interesaba y podía colaborar en la investigación sobre Campo de Mayo porque el testigo más importante que había aportado información a Abuelas estaba con una enfermedad terminal y quería quedar consolidado todo el trabajo. Bueno, ahí me ponen en contacto, justo también entré al Equipo de Antropología Forense en ese momento y me ponen en contacto con Scarpati. Scarpati es un personaje muy interesante para mí en lo humano y en el trabajo. Primero tuvimos una reunión de entrada en confianza y bueno, después que entramos en confianza los dos hicimos una serie de entrevistas trabajando sobre su testimonio que, para los que no lo conocen. Él ingresa herido, moribundo a Campo de Mayo, de nueve balazos, y él es curado por la que era la compañera de Abel Madariaga, Silvia Quintela, y Yoli, otra enfermera que eran de la organización Montoneros en zona norte, ambas están desaparecidas y él cuenta en el año ’79, en un testimonio en España después que logra fugarse de otro lugar de detención porque a él lo llevan a otro lugar y de ahí escapa. En España declara y aporta los primeros testimonios que conocemos, incluso el primer plano, ese que mostró.  partir de ahí con Scarpati, durante dos años, en un momento que él podía nos juntábamos a trabajar sobre el testimonio de él, ir precisando y bueno, como con tener algún momento, un mes antes de que él falleciera él estaba en el Hotel Castelar en un acto político de su organización, la 26 de Julio. Yo me entero, entonces me acerco a verlo y bueno, él estaba bastante mal ese día, le pido a otra persona si no había problema en acercarme y le muestro la foto del año ’74.  Él se pone muy contento y me dice, lo voy a decir como lo dijo él porque sería faltarle el respeto a su personalidad: “viste boludo, está todo lo que yo te dije. Qué bueno, ahora van a poder encontrar”. Al mes fallece y lamentablemente él no pudo ver las excavaciones que, gracias a su testimonio, que es el más acabado sobre El Campito, en su intento de fuga lo que hizo fue estar destabicado, como decía él, en el lugar, y reconstruir todas las instalaciones de El Campito y en base a eso, a su trabajo, pudimos llevar adelante después lo que fue la excavación. Y también tuve la posibilidad y aprovecho y lo digo ahora, de trabajar con Francisco (Madariaga, fallecido hace pocos meses). Francisco es el nieto… Me voy a emocionar un poco… Perdón. Francisco es uno de los nietos que buscaba Abuelas, el hijo de Abel. El testimonio del nacimiento de él lo teníamos por Scarpati. Francisco aparece en la búsqueda de Abuelas en febrero del 2010, falleció hace dos meses y de alguna manera este trabajo los encuentra digamos, porque yo con Francisco trabajé muchos años también su experiencia de niño en Campo de Mayo, porque el apropiador que lo crió bajo una identidad falsa y una historia falsa, lo llevaba a jugar a Campo de Mayo, entonces la mirada de él también me permitió entender y comprender otros usos y otras dimensiones espaciales, territoriales y de sentido. Campo de Mayo tiene la particularidad también, depende la época y los testimonios, de que hay olores, por los hornos. Eso en la zona es muy fuerte en algunos testimonios vinculados al penal. El ruido del tren, depende del viento, de las autopistas cercanas; es más fuerte el de la Ruta 8, depende también del viento. Y bueno, la dimensión de Francisco, de un niño jugando en ese lugar, también permitió entender otras dimensiones que a veces uno tiene en cuenta y que también vienen a completar y nos permite entender un poco esto.  —F: ¿Vos podes recordar cuánto tiempo estuvo Scarpati en el lugar? —C: No me acuerdo, justo ahora, la precisión pero estuvo varios meses. Tuvo un proceso de recuperación y después estuvo un tiempo, no me acuerdo ahora justo en este momento.  —F: Bien. —C: Está documentado igual.  —F: Sí, sí. Pero si estuvo varios meses. —C: Sí, estuvo mucho tiempo. Después lo llevan a marcar una casa

En la 12ª audiencia del juicio por los desaparecidos de La Tablada se esperaba solamente el testimonio de Rosario Alicia Sotero Lago, una de las peritos que participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 como parte del Cuerpo Médico Forense. Que fuera una audiencia corta en cantidad de testigos habilitó a que las partes hicieran peticiones al tribunal que hizo lugar a incorporar como nueva prueba el librodel militar Julio Ruarte, La Tablada: Un ataque para recordar. El informe relata la muerte del sargento Esquivel y niega la versión oficial acerca de Ruiz y Díaz. Ruarte será testigo la semana próxima, el 21 de febrero. Pero la principal novedad fue que apareció en el expediente una prueba de que los soldados fueron acompañados a declarar en la instruccion de esta causa por un abogado militar, como contó el testigo clave de este juicio, César Ariel Quiroga, aunque el Ejército lo niega aún hoy. Quiroga tiene razón Uno de los testimonios más reveladores en lo que va del juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz fue el de el exmilitar César Ariel Quiroga que, en la tercera audiencia, denunció que lo obligaron a firmar una declaración falsa para crear la versión oficial sobre José Díaz e Iván Ruiz. Quiroga no estaba solo en su declaración en 1989: Marcelo González Roberts, por entonces auditor del ejército, le ordenó firmar y hacerlo “por la institución” a la que ambos pertenecían: el Ejército; más específicamente, el Comando de la X Brigada Mecanizada de La Plata.En la 12ª audiencia, el nombre de Marcelo González Roberts volvió desde la boca de Hernán Silva, defensor del general Alfredo Arrillaga, que solicitó al tribunal incorporar documentación provista por el archivo histórico del ejército, referente al comando de la Brigada Mecanizada X que, según presentó la defensa, informaba que “No hay registro de que se le haya indicado -a González Roberts- funciones en la  investigación de la Tablada”. En un claro intento por rebatir uno de los testimonios fundamentales que hace caer como un mazo de naipes la versión oficial, la defensa de Arrillaga se equivocó una vez más. Al momento de dar respuesta a cada una de las peticiones, el Tribunal, en la voz del presidente Matías Mancini, sorprendió al informar que el paso de Marcelo González Roberts por el Juzgado N° 1 de Morón, en 1990, estaba documentado en la foja 177 de la causa a cargo del juez Gerardo Larrambebere, como se observa en la foto que acompaña esta nota. No hay que probar su paso. Aunque 30 años más tarde el ejército lo siga negando, un auditor acompañaba a los soldados a declarar. Un dato más que confirma la veracidad de lo dicho por Quiroga en la tercera audiencia.El hecho pasa por un momento inadvertido. Repasemos: 30 años después de los delitos cometidos por el ejército, el defensor del único imputado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada le pidió al ejército que informe sobre el desarrollo de Marcelo González Roberts, señalado por Quiroga como quien le ordenó firmar una declaración falsa en 1990 para crear la versión oficial y construir a José Díaz e Iván Ruiz como prófugos, cuando se trataba de desaparecidos. El ejército, 30 años después, dice, siempre según la defensa de Arrillaga, que no hay registro de su intervención en la investigación de los hechos de La Tablada. 30 años después el encubrimiento intenta su último manotazo de ahogado. 30 años después, Marcelo González Roberts sigue siendo parte de la misma institución por la que le pidió a Quiroga que firmara una declaración falsa. La misma institución que le devuelve gentilezas e intenta protegerlo. González Roberts es actualmente Coronel  y se desempeña como “asesor jurídico” del Estado Mayor Conjunto. Ya sabemos cómo asesora en la justicia. Restos carbonizados La única testigo de la 12ª audiencia fue Rosario Alicia Sotero Lago, integrante del Cuerpo Médico Forense desde 1990. Participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 donde se confirmó que pertenecían a 6 militantes del MTP. Su testimonio vino a complementar el de Luis Fonderbider, director ejecutivo del EAAF, que declaró la jornada pasada. Sotero Lago fue más precisa que el director ejecutivo del EAAF en su definición sobre cómo estaban los restos. “Carbonizados” repitió dos veces en su declaración, despejando las dudas que la sola referencia al “agente térmico” realizada por Fonderbider en la audiencia anterior pudiera dejar. “No recuerdo haber trabajado con cuerpos íntegros, sólo con restos carbonizados”, dijo. El testimonio de Sotero Lago volvió a narrar en forma de declaración judicial la violencia que emanaba de esos restos. Ya lo dijeron los testigos de este juicio: el intento fue de aniquilamiento.  Una defensa poco estratégica En la audiencia de la semana próxima escucharemos también el testimonio del ex teniemte coronel Jorge José Etchezarreta, solicitado por la defensa de Arrillaga al tribunal. La defensa sostiene, ya muy avanzado el juicio, que no fue Arrillaga quien intimó a la rendición a los y las militantes del MTP. En cambio, afirma, fue Etchazarreta quien lo habría hecho, y, se supone, escucharemos sus palabras en la próxima jornada. El defensor contó que lo contactaron durante uno de los dos actos oficiales en los que el Ejército Argentino recordó los hechos a 30 años, el ultimo 23 de enero, tratando como héroes a aquellos militares que violaron los derechos humanos, como se está demostrando en este juicio. Parece una jugada poco inteligente de la defensa del exgeneral. Varios testimonios hasta acá no sólo escucharon a Alfredo Arrillaga y luego reconocieron su voz en el juicio que se les realizó en 1989 (Felicetti, Paz, Aguirre, Ramos, entre otros), sino que también lo vieron (Moreira, Luis Alberto Diaz, Motto). Por si no alcanzara, en el procesamiento de Arrillaga  que desemboca finalmente en este juicio, el juez Germán Castelli pone entre los considerandos que fue Arrillaga quien intimó a la rendición de los militantes del MTP.La versión oficial se desmorona. José Díaz e Iván Ruiz no fueron trasladados por

“En ese ataúd se pensaba que estaba Provenzano. Había dos fémur derechos. Uno era de Sánchez. Se pensó por coincidencia genética que era Ruiz. El otro fémur era de Burgos, que era el cuerpo que estaba en el lugar que se creía estaba Provenzano. Los restos estaban en bolsas negras, en algunos casos con vestimentas. Estaban esqueletizados pero no completos. Habían sido sometidos a agentes térmicos”. Son palabras de Luis Fonderbrider, el director ejecutivo del mundialmente reconocido Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Lo relató con la frialdad de aquellas personas que conviven en su tarea cotidiana con el análisis de restos óseos; lo que para todo el planeta puede resultar escabroso, para ellos/as es cotidiano. (Por El Diario del Juicio*) En el recorte que antecede, en tan solo cinco líneas de texto que no tardó más de dos minutos en expresar, se entremezclan las historias de 4 militantes del MTP que hoy no están. 2 fueron asesinados (Roberto Gordo Sánchez y Carlos Alberto Quito Burgos). Los otras 2 también, pero sus cuerpos están desaparecidos (Iván Ruiz y Francisco Pancho Provenzano). Pero además de la impunidad con la que actuaron los militares, aquí se suman las “desprolijidades” de los forenses.En ese ataúd, entonces, no estaba Provenzano, por eso se sumó recién en 2010 a la lista de desaparecidos. Coincide con la fecha en la que el EAAF realizó una segunda intervención, pero ya con su técnica que no es sólo genética. En ese año, el equipo asumió el trabajo desde una perspectiva integral, explicó Fonderbrider en su testimonio. Allí se reconocieron a 6 militantes entre los restos que faltaban identificar: Roberto Sanchez, Juan José Tosi, Juan Manuel Murúa, Carlos Burgos, Roberto Gaguine y José Mendoza. Y otros 2 que se creía identificados, pasaron a engrosar la lista de desaparecidos: Iván Ruiz y Francisco Provenzano.Irene Provenzano, hija de Pancho y de Claudia Lareu (que también murió en La Tablada) lo contó desde su lugar de familiar: “En el caso de mi papá, es de los que negocia la rendición con Arrillaga. Todos relatan que luego de las torturas, de los simulacros de fusilamiento, de no saber si efectivamente iban a lograr seguir con vida aun después de la rendición, lo que hacen es escucharse las voces y saber quienes están, además de los que saben que se rindieron con ellos, porque estaban encapuchados. Nosotros como familia siempre supimos que él se había entregado con vida el 24 y que después había sido fusilado”, pero creyeron que su cuerpo estaba sepultado, “hasta el 2009, que interviene el equipo de antropología forense con la hipótesis que el cuerpo estaba mal identificado en su momento. Luego de hacer un análisis de todos los cuerpos que todavía estaban sin reconocer para ese momento llegan a la conclusión antropológica y genética de que hay 4 compañeros que no están”. Uno de ellos es su papá.Otra cuestión que encierra la intervención de ayer de Fonderbrider con la que comienza este texto, es el error en la identificación de los restos de Sánchez y Ruiz, que el EAAF corrigió. “Ruiz tenía 20 años. Estaba emparentado con Sánchez (era su sobrino), que tenía 40. Nos podríamos haber quedado con los análisis genéticos que dieron positivo cuando se cruzaron con las muestras de familiares de Ruiz, pero al realizar un análisis más integral, nos dimos cuenta de que esos restos no pertenecían a una persona de 20 años, sí a una de 40”, por lo que al realizar el análisis genético con las muestras de familiares de Roberto Sánchez, también dio positivo “el famoso 99,999999%”, explicó el antropólogo, que también dio cuenta de la impunidad con la que trataron los cuerpos de los integrantes del MTP, tanto en vida como después de muertos. “2 de los cuerpos estaban completos, otros 2 tenían pérdidas importantes. En un caso creo que faltaba el cráneo. Esto puede ser por dos razones: o producto de la acción (golpes, amputaciones, todo tipo de torturas) o por el mal levantamiento de los cuerpos”.En el video que acompaña esta nota, durante una entrevista que El Diario del Juicio le realizó luego de su testimonial, Fonderbrider también explicitó aquello de que los cuerpos “fueron sometidos a agentes térmicos”; es decir: las altas temperaturas a las que estuvieron sometidos, o bien por el incendio de la Guardia de Prevención, o por efecto de la incineración intencional. Otro palo para la justicia Miguel René Rojas llegó a la Terminal de Ómnibus de Retiro por la madrugada. Se encontró luego con uno de los secretarios del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de San Martín, que lo llevó hasta el juzgado. Su declaración mereció la misma atención que todas. En este juicio, puede pasar cualquier cosa. Pero a esta altura lo inesperado se convirtió en esperable. Hay casi una pretensión de que todos los testimonios aporten algo significativo. La de Rojas fue una declaración de una hora. Entró a la sala vestido con un jean gastado, con los bolsillos traseros deformados por el uso, una remera con rayas horizontales grises y una mochila que rápidamente dejó apoyada en un costado del estrado en el que se sentó. Como dijo el exmilitar César Quiroga en la tercera audiencia que torció para siempre el rumbo del juicio: “Vengo a sacarme una mochila que llevo hace 30 años”. Rojas trajo la suya pero decidió también quitársela de encima. El vuelco en su declaración ocurrió exactamente en la mitad, cuando ya parecía que su testimonio no saldría de lo común. —Yo declaré dos veces antes -dijo con su tonada salteña cerrada e inconfundible-. Una en Morón y otra en San Martín. La de San Martín, nada que ver. La de Morón fue la última. —¿Usted recuerda haber declarado en el Regimiento? —le consultó Matías Mancini, presidente del Tribunal, ya dispuesto a escuchar cualquier cosa acerca de la instrucción de esta causa. —No, yo en el regimiento no. —Porque aquí dice que usted declaró en el regimiento el 14 de febrero de 1989 —agregó Mancini. Hasta

En una nueva audiencia del juicio por el asesinato de José Díaz, un soldado que permanecía detenido por desertor en el cuartel aquel 23 de enero de 1989, Miguel René Rojas, indicó que los militares intentaron que modificara la declaración que prestó en el juicio en el que recibieron fuertes condenas los/las integrantes del MTP. Le pidieron que denunciara torturas y maltratos de parte de los militantes. También declararon el director del EAAF, Luis Fonderbrider; el periodista Felipe Celesia, un exmilitar que se contradijo y una testigo de identidad reservada. (Por El Diario del Juicio)En lo que fue una de las audiencias más extensas del juicio en el que de investiga el asesinato y la desaparición de José Díaz, integrante del Movimiento Todos por la Patria que tomó La Tablada en enero de 1989, volvió a quedar en el foco la intención militar de construir una versión oficial de los hechos que pudiera ocultar las torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones que se dieron durante la “recuperación” del cuartel.“Lo que ellos me dijeron que diga no existe, me dieron por escrito lo que tenía que decir, casi todo lo contrario de lo que pasó”, indicó Miguel René Rojas, quien en ese caluroso verano se encontraba detenido por desertor en la Guardia de Prevención de La Tablada. Lo que hoy denunció, sucedió durante el juicio que se les siguió a los/as integrantes del MTP apenas meses después del copamiento. Como indicó otro de los testigos de la fecha, Felipe Celesia (coautor junto a Pablo Waisberg de “La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina”), “había una voluntad política de que fuera ese un juicio con una pena ejemplificadora y lo hicieron de modo exprés”. Y agregó, hablando de cómo evaluaron la veracidad de esos relatos como para finalmente no incluirlos en su libro: “sobrevolaba la versión muy fuerte de que se había preparado el testimonio de los militares que declararon en el juicio, para que todo sea más redondo y cerrara, algo que incluso en el juicio mismo se ventiló por un testigo que así lo indicó”. Hoy lo aseveró Rojas. Otro testimonio liberador Esta tarde, en el TOCF4 de San Martín, Rojas relató su experiencia de aquel día: estaba en los calabozos por desertor, con soldados y oficiales de guardia, hasta que entró “la gente ésta a los tiros, pero que a nosotros no nos hicieron nada. Estuvimos con ellos desde las 6:20 hasta la tarde, que salí”. Indicó que eran 3 desertores, a quienes los.integrantes del MTP les dijeron “que nos quedemos tranquilos, que con nosotros no era el problema”. Su testimonio es crucial en este juicio por ser uno de los soldados que escapó junto a José Díaz e Iván Ruíz de la incendiada guardia por una de sus ventanas, tal como lo muestra uno de los videos que se conservan de ese día y en el que Rojas identificó a los militantes que hoy permanecen desaparecidos. También los reconoció en el video que los muestra rendidos y con sus manos en alto, guiados por un soldado (Hugo Daniel Stegman) hacia los fondos del cuartel: nunca más se sabría de ellos.Pero lo que hoy sumó otro dato de interés a su testimonio fue que, como ya sucedió con el exmilitar César Ariel Quiroga, en este caso un colimba, Rojas, aseguró que lo presionaron para que mintiera en el juicio de 1989. “Me decían que diga que nos trataron mal, que nos torturaron, etc. Me dijeron que diga eso y nada más, no sé quién era el superior que así me lo indicó”, explicó 30 años después.Respecto de la criminal recuperación llevada a cabo por las fuerzas represivas, Rojas aportó otro dato que contradice el pedido que le hicieron militares: “los que coparon el cuartel nos decían que nos vayamos porque nos iban a matar los tiros desde afuera, sacamos una remera blanca de soldados y gritamos que no disparen, pero no nos dejaron salir los disparos”. La tarea del EAFF La jornada de hoy comenzó con la declaración de Luis Fonderbrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El antropólogo dio cuenta del trabajo de identificación de restos de 6 personas que permanecían como NN y criticó la conservación de los restos: “No estaban en buenas condiciones”, refirió cuando la querella lo consultó, y agregó que estaban incompletos, con rastros de haber sufrido el “efecto térmico”, con restos de ropa, y, uno de ellos, con un proyectil, que de haber pasado por una autopsia realizada correcta, debería haber sido extraído. “El cuerpo médico forense de entonces debiese responder cómo llegaron así a Chacarita” agregó. El testimonio de integrantes del cuerpo forense se espera en la próxima audiencia de este juicio, que será este jueves. Además sumó otro dato que habla de cómo fueron tratados esos cuerpos antes de ser enterrados: en una de las sepulturas había restos de dos personas, donde decía que estaban los restos de Francisco Provenzano, en realidad estaban los de Burgos. Por eso recién en ese momento se contabilizó a Provenzano entre los desaparecidos. Quinteros, un exmilitar clave Otro testimonio importante de la extensa jornada fue el de Fernando Andrés Quinteros, un militar retirado “hace poco más de 2 años. Visiblemente nervioso, Quinteros se situó custodiando a 2 prisioneros en un quincho del cuartel. Según dijo hoy “unos 5 o 10 minutos”. Le tuvieron que leer su declaración de 1989, en la que decía que había permanecido en esa situación durante una hora, y además decía que lo pusieron a custodiar que nadie entrara ni saliera del lugar, pero no había precisado que adentro hubiera 2 prisioneros. El exmilitar dijo que “todo era un caos, cada uno hacía lo que quería, por lo que no había un oficial a cargo que nos dijera qué hacer”. Sin embargo, en su relato, se mostró recibiendo órdenes varias veces, aunque nunca pudo recordar a quiénes se las impartían.La quinta persona que testimonió en la undécima jornada de este histórico juicio es