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ernesto lombardi


El defensor oficial Hernán Silva pidió la absolución del militar Alfredo Arrillaga, único acusado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada. Previendo un rechazo de este punto, dijo que no se sabía cómo había muerto José Díaz. Anticipándose a una condena, terminó pidiendo que no se le otorgara la cárcel común en el caso de ser condenado. El veredicto será el viernes 12 de abril. El Diario del Juicio transmitirá en vivo. “Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice. Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer”. Así cierra el texto Lunes 22 de julio de 1985. Lo escribió Jorge Luis Borges después de haber asistido a la audiencia del histórico Juicio a las Juntas. Presenció la declaración de Víctor Basterra, que duró 6 horas y fue una de las más significativas, porque luego abriría la chance de juzgar a los genocidas de la ESMA con contundencia a través de las fotos que el testigo rescató del infierno. Durante ese juicio regía a pleno la teoría de los dos demonios. Tanto que la sentencia intentó no dejar bien parado al testigo, confundiendo el trabajo forzado que debieron realizar quienes sobrevivieron, con una colaboración que nunca fue. La historia se encargó luego de poner las cosas en su lugar: los genocidas siguen siendo condenados, sobre todo por el aporte de los y las sobrevivientes, que ahora tienen el reconocimiento que se merecen.Algo similar viene ocurriendo con los hechos de La Tablada. La justicia, apenas meses después de los hechos ocurridos en enero de 1989, más que aplicar la teoría de los dos demonios, se empecinó en que hubiera uno solo: los y las militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Quienes sobrevivieron sufrieron durísimas condenas y pasaron entre 8 y 14 años presos. De juzgar a los militares, ni hablar, hasta ahora; aun cuando se denunciaron las torturas y desapariciones desde el primer momento. Sin embargo, 30 años después, este juicio -del que solo queda conocer el veredicto el 12 de abril- parece haber llegado para torcer esa historia de injusticia e impunidad.El lunes pasado, el defensor oficial de Alfredo Arrillaga, Hernán Silva, alegó intentando quitarle de encima las responsabilidades al único imputado, que ya tiene 5 condenas por delitos de lesa humanidad ocurridas en Mar del Plata durante el genocidio. Lo primero que hizo fue lo mismo que hacen todos sus colegas: pedir la prescripción de los delitos. Es decir, que ya pasó el tiempo legal para juzgarlo. Seguramente, la lectura del veredicto comenzará con el rechazo de este y otros planteos de la defensa. Luego vendría la condena.Silva lo presentó a Arrillaga como a un general democrático. Lo trajó otra vez al entonces presidente Raúl Alfonsín -ya lo había hecho Arrillaga en su indagatoria de hace algunas semanas-, esta vez para decir que fue un presidente de izquierda (“aunque no de la izquierda revolucionaria”, aclaró por si hiciera falta) y que como tal no hubiera aceptado que sucedieran las cosas que sucedieron.Vestido con traje gris, adelantando siempre sus manos a sus palabras con gestos ampulosos, Silva utilizó buena parte de su tiempo para negar la evidente complicidad judicial que surgió en este juicio: “que alguien me explique por qué no lo sobreseyeron totalmente a Arrillaga para hacerlo pasible de la cosa juzgada”. Habría que preguntarle a Larrambebere, pero la impunidad puede ser una respuesta posible; es decir, que se pensara que este juicio no iba a llegar nunca. También dijo, aunque sea claramente comprobable lo contrario, que Arrillaga fue siempre el único imputado. En realidad, el militar Jorge Eduardo Varando no está en este juicio solo porque falleció, ya que también estaba imputado.Mientras tomaba Coca Cola sin azúcar permanentemente desde la botellita de plástico, o eventualmente jugando con un breve jopo que cae sobre su frente, el abogado pidió la absolución de Arrillaga basado en que “no sabemos ni cuándo ni cómo ni dónde murió Díaz. Podríamos pensar, por ejemplo, que murió por el balazo que recibió en la cabeza”. Si bien está comprobado que Díaz tenía una herida en su cabeza y que uno de los colimbas desertores le dio su camisa para que se vendara, luego puede verse a Díaz, en fotos y videos, caminar e incluso responder a la orden de arrodillarse mientras le apuntaban con un fusil. Silva reconoció el “derecho de los familiares a saber la verdad”, aun cuando consideró que su defendido no puede ser condenado en esta causa.“No queda otra alternativa para proteger el derecho de la defensa de Arrillaga que su absolución”, dijo varias veces. El testigo estrella “Si les parece monocorde mi tono, me piden y hacemos un cuarto intermedio”, se excusó en un par de segmentos ante el tribunal. Salvo una interrupción al mediodía, más por el almuerzo que por el tono monocorde, los jueces Mancini, Rodríguez Eggers y De Korvez permitieron la continuidad de la intevención del defensor. Aunque esta vez cambiaron sus ubicaciones, que habían mantenido hasta aquí durante todo el juicio.En un par de pasajes de su discurso, Silva se refirió a José Alberto Almada. Lo apodó “el testigo estrella”. Almada es uno de los militares que rompió el pacto de silencio, y que relató que vio cómo se llevaban a Diaz y a Ruiz en un Ford Falcon blanco, Más que rebautizándolo, no aportó ninguna razón subjetiva u objetiva por la que desechar su testimonio. Solo un endeble: “es el único que declara eso”. En el caso del otro testigo clave, el exmilitar César Ariel Quiroga, que desarmó la trama de complicidad judicial. ni lo nombró. Como ya explicamos líneas

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazzea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial. (Por El Diario del Juicio*)Liliana Mazzea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazzea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazzea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial.Liliana Mazea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después se hicieron en la

En el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron ayer 3 testigos. El aporte mayor vino quizá del menos esperado: Walter Gualberto Cruz, un enfermero general que hace 3 años se retiró del Ejército. Declaró por primera vez ante la justicia y aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Esquivel, a quien la teoría oficial daba muerto por Ruiz y Díaz antes de la supuesta fuga. Como ya está más que claro, ambos fueron desaparecidos por las fuerzas que comandaba el General Arrillaga. Cruz describió ayer cómo Esquivel murió a su lado por fuego cruzado. También fueron testigos un militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar; y otro que intentó eludir sus propias responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que sonó poco convincente. Foto: Arrillaga cada vez más preocupado (El Diario del Juicio)—¿El Capitán Cabrera es un personaje? —preguntó el abogado querellante Ernesto Coco Lombardi al militar retirado Julio Ruarte.—Sí, Cabrera es un personaje.—Esquivel murió en esa circunstancia? —intentó precisar el juez Rodríguez Eggers.—Para mí sí. Esquivel murió como está ahí —dijo Ruarte señalando su libro.—¿Y cómo construyó el relato de Cabrera? —preguntó Lombardi.—Con varios testimonios. Uno de un tal Galeano,  Galesi, no recuerdo bien, y seguramente le pregunté al Sargento Cruz. Ese intercambio, que podría interpretarse incluso como un intercambio literario, fue central en la jornada de ayer. Julio Ruarte, es un militar retirado, autor del libro La Tablada: Un ataque para recordar.Su testimonio había sido solicitado porque en su informe, más tarde publicado como libro, se describe la muerte del sargento Ricardo Esquivel. Su motivación, según expresó varias veces, fue saber qué pasó con Ricardo Rolón, uno de los militares caídos durante el combate y “rendirle un homenaje a mi amigo y camarada”. El informe Ruarte fue escrito entre 1990/1991, y en 2003 el autor ya contaba con una edición para publicar. Sin embargo, en ese entonces, el ejército rechazó su publicación: “Me mandaron una nota que no era conveniente para la imagen de la fuerza, que podía traer problemas al autor” declaró. La querella solicitó que el testigo aporte esa respuesta oficial de la Secretaría General del Ejército, una prueba más del encubrimiento, que además suena amenazante: “la voy a buscar. Tuve varias mudanzas en el medio”, dijo Ruarte, que publicó el informe finalmente en 2016 luego de retirarse un año antes.Develar los minutos finales del sargento Esquivel es una de las claves de este juicio. Casi sin saberlo, el militar, en su búsqueda personal por saber qué pasó con su amigo Rolón, aportó un dato revelador: cómo fue la muerte de Esquivel. Al ubicar en el lugar a Walter Gualberto Cruz, permitió que se escuchara su relato, por primera vez, luego de 30 años. Otro testimonio que fulminó la versión oficial. La palabra de Cruz Walter Gualberto Cruz tiene todo el aspecto de un laburante común y corriente. Sin embargo, fue militar hasta hace casi 3 años. Morocho y petiso, tiene la palabra simple y segura a mano. Es la primera vez que declarara en la justicia por los hechos de La Tablada. Su aporte es esencial; seguramente por eso, justicia encubridora mediante, nunca estuvo ante un tribunal hasta ayer. Así relató la muerte de Esquivel. “En un momento quedé sólo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 mm., calibre del FAL, sin orificio de salida”.En el relato oficial de los hechos, las huellas de Ruiz y Díaz llegaban hasta el oficial Esquivel, quien fue señalado como la última persona que vio con vida a los militantes del MTP, apenas antes de su propia muerte. Esquivel obviamente nunca estuvo para dar su versión. De alguna manera era el testigo perfecto para la versión militar/judicial; no había chance de contradicción alguna. Pero la cadena de mentiras se rompió en la 3ª audiencia, cuando el exmilitar César Ariel Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel ni haber tenido contacto con guerrilleros del MTP.  En aquella misma jornada ya histórica de diciembre pasado, otro exmilitar, José Almada, se ubicó como testigo ocular de la caída de Esquivel.“Estuve en las inmediaciones de la Compañía B cuando explota parte del primer piso, por lo que tuve que asistir a varios soldados”, relató Cruz. “Luego apareció Esquivel, que bajó de un vehículo en el cual estábamos haciendo las evacuaciones de los heridos”. En su detallado testimonio, Cruz indicó que “a viva voz pedí un vehículo para movilizarlo, como tardaba me puse a arrastrarlo, era un hombre fortachón, me costó mucho y a duras penas pude subirlo al blindado. Esa fue la última vez que lo vi, pero ya sabía que era inevitable su deceso, estaba agonizando”, agregó. Además, sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato que sirviera de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, en la sala del TOFC 4, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor para explicar la muerte de Esquivel. En la parte de legales del Edificio Libertador en Azopardo 250. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía en qué circunstancias había muerto.

El juicio por los desaparecidos de La Tablada va entrando a su última etapa. Más de 20 testigos pasaron por las diez audiencias que se iniciaron el 10 de diciembre de 2018, cada una de ellas sumamente reveladoras, en las que se viene desocultando el encubrimiento de lo que sucedió el 23 y 24 de enero de 1989 en el Regimiento de La Tablada durante la represión posterior al intento de toma por parte del grupo de militantes del MTP. Foto: Carmen Lareu, la mamá de Claudia, que murió en La Tablada. Acompañana a su nieta en la búsqueda de saber qué pasó con su papá, Francisco Provenzano.El abogado José María Soaje Pinto fue uno de los 3 testigos que declararon en la última audiencia del mes de enero, el más impactante por el carácter fascista de sus dichos. Soaje Pinto, conocido por haber sido defensor de genocidas, fue llamado a prestar declaración testimonial a raíz de la grabación de una comunicación ocurrida el 23 de enero entre el actual imputado, Alfredo Arrillaga, y Francisco Gassino, en ese momento jefe del Ejército. En aquella cinta, cuyo contenido está incorporado de modo textual en la causa se pueden encontrar diálogos como el siguiente: —Gassino: Esperá un momento Arrillaga, esperá un momentito. Quiero que me aclares una situación. ¿Vos me estás diciendo que once y media puedo llevar al Presidente?—Arrillaga: 14 paquetes entregados. Faltarían 1 o 2 en una unidad. Cambio. Por paquetes, Arrillaga entendía a los y las militantes detenidos. Según afirmaron todos los integrantes del MTP que dieron testimonio en el juicio, fueron 16 las personas que se entregaron el día 24, incluidos Samojedny y Provenzano, a quienes luego separaron del grupo y desaparecieron. La otra persona detenida con vida a quién denuncian como asesinada es Berta Calvo, que murió asfixiada tras una orden: “Ponele la bolsita”.Si quedaban dudas sobre la existencia de esa comunicación, el entonces abogado de la compañía de seguros Excelsior, confirmó su existencia y entregó el casete al Tribunal: “Yo mismo lo grabé” y recordó el diálogo en el que Gassino, con un tono alterado le dijo a Arrillaga: “¡Arrillaga, cuidame a esa gente, no quiero que les pase nada!”. Soaje Pinto afirmó con crudeza: “Yo los hago fusilar en el acto!”. El público presente en la sala pareció quedar paralizado por la impunidad de sus declaraciones. Se escucharon por lo bajo los repudios y algunas exclamaciones de horror. Una vez finalizado su testimonio, pidió la palabra para provocar una vez más. “Nosotros (la Asociación de Defensores de Derechos Humanos Latinoamericanos) sostenemos que estos juicios y los de lesa humanidad son ilegales, se están violentando principios y garantías de la Constitución. A nosotros nos resulta muy violento y vergonzoso que este tribunal continúe acatando una Corte Suprema dirigida por un montonero”. El Presidente del Tribunal, Matías Mancini, lo interrumpió, marcando que su testimonio había finalizado. Otro testigo que podría ser imputado El segundo testimonio fue el de Hector Horacio Gasquet, quien era parte, junto con Jorge Halperín (que ya declaró), del Estado Mayor General de la Brigada X. Entró a la sala con su abogado, por estar siendo investigado en instrucción; por esa razón la querella se reservó de hacerle preguntas, ya que considera que ambos deberían ser también imputados de esta causa junto con Arrillaga. Gasquet era parte de la Brigada X que fue convocada para recuperar el cuartel: “Recibí el llamado de Halperín y me dijo que el cuartel estaba siendo ocupado. Halperín, Arillaga y yo sobrevolamos la zona en helicópero y observamos con preocupación el cerco que era prácticamente nulo”. Gasquet confirmó que Halperín estuvo a cargo de los detenidos, y aportó de esta manera al señalamiento que hace la querella del alto grado de responsabilidad de la represión del 23 y 24 en La Tablada. Otro testigo esperado Durante la declaración más sorpresiva de este juicio, la del exmilitar César Ariel Quiroga, le preguntaron si recordaba alguien que hubiera participado, como él, en el traslado de militares heridos. Pudo recordar un solo apellido: Lara.El último testigo del día fue Luis Epifanio Lara, el camillero que estuvo con Quiroga, retirado hace dos años del ejército. Tanto el relato detallado de los hechos como la repentina desmemoria del testigo, generaron dudas en las partes. De algo no quedaron dudas: una vez más, se confirmaron las irregularidades que se dieron en el Juzgado de Morón a cargo de Gerardo Larrambebere:—¿Recuerda haber prestado declaración en Morón? —le preguntaron, como a todos después de Quiroga.—No.Durante 20 minutos las partes interrogaron a Lara que, a pesar de haber reconocido su firma en el documento con su declaración del 14 de agosto de 1990 en Morón, no recordó haberla realizado.Otro aporte significativo que hizo Lara en su testimonio, fue que aseguró haber visto a las personas que salieron vivas de la guardia de prevención, y reveló haber custodiado a un detenido el día 24, al que si bien no pudo reconocer, da cuenta de las irregularidades en las detenciones producidas durante el operativo. Balance Al final de la audiencia, la última de enero, Ernesto Lombardi y Pablo Llonto, abogados querellantes de la causa, hicieron un balance de esta primer parte del juicio: “Cuando iniciamos este juicio no sabíamos con la sorpresa que nos íbamos a encontrar. Han sido diez audiencias muy reveladores, donde personas que en su momento han sido amedrentadas para que declararan versiones falsas sobre la realidad de los hechos han venido acá y expresar que querían sacarse una mochila que llevaban hace 30 años -en relación a Quiroga-, ello ha demostrado la participación del juzgado de Morón cuyo secretario era Nisman y juez era Larrambebere que intervino en el primer momento de los hechos y a partir de ahí se ha caído todo un montaje tremendo que ocultó la verdad de lo que ha sucedido” analizó Ernesto “Coco” Lombardi. Por su parte, Pablo Llontó agregó: “Queremos que este juicio termine con una sentencia que condene al responsable máximo del operativo que es el general Arrillaga