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fabian tomasi


Se aprobó en Gualeguaychú una ordenanza que prohíbe el uso del Glifosato. Es para festejar, aunque ya se causó un grave daño. Sobre esto hablamos en el Enredando las Mañanas de este jueves con María Elena Marchiolli, integrante de la Asamblea Ciudadana Ambiental de esa localidad. (Por RNMA) Sobre el avance legislativo, la activista manifestó: “bienvenido todo lo que sea un control de semejantes contaminaciones, pero eso tiene un radio también”, y explicó que “el glifosato acá en la zona se usa para la soja sobre todo, pero se usa en toda la provincia donde se cultiva soja y el problema es que cuando llueve los campos desagotan en los arroyos y los arroyos al río y nosotros en Entre Ríos estamos rodeados de ríos y arroyos, somos una provincia que alimentamos a nuestras poblaciones de las aguas de los ríos, por eso el cáncer que se está viendo en esta provincia es terrible y sobre todo en niños muy pequeños y recién nacidos y eso creo que debería hacer un toque de atención a quienes quieren realmente controlar el tema, porque todo si no es un maquillaje, hacen una ordenanza pero que tiene un límite de zona, no es que abarca todo, y sobre todo después los controles, si la sociedad no está atenta a que realmente se están violando esas zonas, no hay quien controle nada, de hecho así estamos en toda la Argentina porque los controles fallan en todos los aspectos”.Marchiolli explicó que “la zona nuestra es una zona agraria y tiene un límite que el municipio no alcanza, una zona de restricción, lo otro ya pasa a ser provincial, de otras jurisdicciones, entonces te vas 50  kilómetros al norte o al oeste y siguen plantaciones de soja donde hay arroyos de los cuales todo el agua de lluvia que lava esos campos desagota sobre el río Gualeguaychú, el río Uruguay, etcétera”, y agregó que “las plantas industriales que hay en la zona agravan nuestro problema, aunque acá en Entre Ríos en la zona de Basabilbaso ya sentó jurisprudencia un juicio sobre la contaminación que produjo a una persona el glifosato (a Fabian Tomasi)”. Señaló que “acá con que prohíban las fumigaciones en avión no significa que las fumigaciones no se hagan, las fumigaciones se hacen terrestres y eso no quiere decir que no tenga un impacto ambiental también, pero bendito el yuyito que trae plata a la Argentina mientras nosotros estamos acá recibiendo todos estos problemas que producen cada vez más cáncer”.La integrante de la Asamblea Ciudadana contó que un informe del Hospital Garraham detalla que “el 70% de los niños que entran con cáncer son de Entre Ríos” y lo adjudicó a que “todas las ciudades, generalmente las que estamos sobre los ríos, el agua se provee de los ríos y eso no está bien purificado y no hay controles verdaderos, entonces una ordenanza no hace a la situación, es un maquillaje que quieren poner para dejar conforme que hay algo”.“Yo trabajaba en la Comision Ambiental del Río Uruguay, son los encargados de controlar la contaminación del río pero le avisan a Botnia el día que van a ir, ahora ENSE ya prácticamente está instalada”, contó. “Los movimientos de nuestra asamblea comenzaron cuando se hablaba de que se iba a instalar ENSE en Mbopicua, que estaba en marcha, eso se paró, era española, ahora se asoció con unos finlandeses e instalan otra pastera que en aquel momento logramos pararla”, explicó: “yo no creo en los análisis que se hacen en el agua ahí porque tengo información terrible y tengo fotos de que toda la borra que sale, que es lo más contaminante, la están enterrando ahí, tienen todo muy bien programado, la vegetación lo tapa, las piletas que se partieron en aquel momento siguen partidas, siguen contaminando, o sea, se va enterrando y no se ve pero se van contaminando las napas”.María Elena Marchiolli denunció también que “hay políticos en Gualeguaychú que estuvieron en la lucha, pero ahora se callan con respecto a la contaminación porque tiene un cargo político, ganan bien y los callan con dinero”. ESCUCHAR O DESCARGAR EL AUDIO

Lo aseguró Fabián Tomasi, víctima de agrotóxicos, en su columna del Enredando las Mañana. En esta oportunidad, hablamos sobre las causas de las inundaciones que afectan a todo el país, en especial la zona del litoral. (Por RNMA) “No quiero hablar de porcentajes de pérdidas, ni que la gente del campo ha causado estas precipitaciones con el tremendo desmonte que venimos sufriendo hace mucho tiempo, yo quisiera que todos vean a los que nada tiene que ver con el campo con el agua hasta las rodillas, criaturas que ni siquiera tienen posibilidad de tener un bote para aislarse, personas que no dejan sus casitas por el miedo a que les roben lo nada que tienen”, así inició Fabián Tomasi la columna que realiza de manera quincenal para Enredando las mañanas, el programa de la Red Nacional de Medios Alternativos.“Hay que destacar que el gran inconveniente que surgió con respecto al clima está directamente relacionado con la incapacidad de los suelos de absorber semejante cantidad de agua”, agregó e hizo referencia a las 85 mil hectáreas de montes nativos que fueron arrasadas en la zona de La Paz y el departamento Feliciano en el norte de Entre Ríos: “vaya casualidad que fueron los lugares donde más llovió”.“Se decía que labranza cero o la bendita siembra directa que fue creada por 1930 por el poderoso Estados Unidos era para no erosionar el suelo y que no pierda su capacidad –continuó–, pero cómo son las cosas que han logrado que ni siquiera el agua lo erosione. Escuchaba el otro día al intendente de la ciudad de Córdoba que decía que el pueblo se está hundiendo a causa de los canales clandestinos que el agro hace, y acá también vemos estos canales que hacen porque con la siembra directa el campo queda como una baldosa, es imposible que absorba tal cantidad de agua. Tenemos que tener en cuenta que el árbol tiene una función fundamental que es la regulación de las precipitaciones y el clima, tiene la capacidad de regular hasta las corrientes benditas que todos culpan como la corriente de El Niño o de La Niña”.En este sentido, Tomasi también aseguró que en estos temas existe un gran inconveniente político: “creo que el gobierno anterior instauró la ley de deforestación pero no había quién la controle, entonces llegamos a esta situación. He visto cosechadoras en una laguna en donde se asoma apenas la chaucha de la soja, casi toda brotada, y la cosechadora pasaba por ese mar. Si bien se ha perdido el 43% de todo el cultivo, no quiero alejarme de lo esencial, de aquellos que nada tenemos que ver con esta suerte de fiesta económica que el agro está haciendo para indicar que somos siempre los mismos los que pagamos, nosotros y los de más abajo, pero es automático el hecho de sufrir algún tipo de inconveniente y que la misma población se ponga a juntar alimentos no perecederos, que no digo que esté mal pero con los créditos blandos ¿no habrá alguna manera de financiar para que recuperen lo nada que tienen? He visto al costado de la ruta gente viviendo allí, totalmente idos, están en una situación como que ni siquiera buscan una solución porque creen que no se lo merecen, creo que estamos siendo demasiado buenos por el hecho de que no sabemos los derechos que nos asisten, y porque no haya quien los haga cumplir. Después viene el actual mandatario y sale a volar en helicóptero y si hay algo que marcar aquí es que por lo menos la antigua presidenta con sus trajes importados pero con botas de goma pisaba el lugar, estuvo por ejemplo en Tartagal después del alud. Un amigo me mandó una foto aérea de esa zona de Salta donde no se había respetado el borde del río Tartagal y una franja protectora de las barrancas del río, entonces al caer muchas precipitaciones y faltar el monte apareció este alud que tapó Tartagal, y creo, no quiero mentir, que todavía hay gente sufriendo las consecuencias de esa inundación que fue hace varios años”.En este punto, Tomasi se preguntó: “¿cómo recuperamos ahora la integridad física y mental de toda esta gente castigada? Y me sigo refiriendo a los afectados indirectamente involucrados por esta actividad casi destructiva; estamos en manos de gente que piensa en lo económico como premisa de vida y todo aquel que intente decir la verdad nos dejan a un lado. El otro día me llamaron de Radio Nacional Córdoba por si yo sabía de algún ingeniero agrónomo que pueda explicar esto de la conservación del suelo y medio como que no me gustó porque el ciudadano común en este sistema no tiene casi participación en las decisiones por el hecho de que no tiene el estudio que el sistema exige, entonces yo medio que me enojé porque hay que imaginarse que toda la tierra que viene de siembra directa es un colchón de pasto impenetrable, que hace correr el agua como cuando tiras un balde sobre las baldosas, y hace correr todo el veneno que estaba depositado ahí en el bendito rastrojo que ellos hacen con productos químicos”.Fabián Tomasi explicó que la siembra directa genera que la tierra no respire para que las malas hierbas surjan: “cómo será la fiebre de esta gente que ha declarado la acacia negra que es un árbol autóctono de toda esta zona como plaga para tener así la posibilidad de que el gobierno permita talarlo y seguir avanzando. Siendo sarcástico, no dudemos en que el año que viene tendremos lanchas con posibilidad de cosechar los cultivos o que de última harán camalotes transgénicos para seguir con el gran negocio de las comodities y mientras tanto nosotros, y en esto soy literal, seguimos sufriendo y en muchos casos muriendo, porque de eso tampoco se habla”.Tras agradecer el espacio que la Red Nacional de Medios Alternativo le brinda en su programa radial Enredando las mañanas, Tomasi cerró su tercera columna con una frase y una reflexión finales:

En el Enredando las Mañanas del último jueves de marzo, tuvimos la segunda columna de Fabián Tomasi, víctima de los agrotóxicos y ejemplo de lucha. (Por RNMA)“La gente que sabe de estas cuestiones es mucha más que hace unos años, hay mucha más gente involucrada, y hoy no es una rareza hablar de Monsanto, del glifosato, o los transgénicos”, dijo Tomasi, aunque cuestionó que “´hay una resignación a que las cosas son así, a que si no ´¿de dónde va a venir el dinero que viene día a día?´, estoy hablando de la parte política, o una actitud de ´qué me importa, sigamos hasta que todo reviente´”.El hombre contó que suele preguntarse por los trabajadores que se desempeñan dentro de la industria agroalimentaria: “supe de casos de gente involucrada en el agro negocio cuyos hijos nacieron con malformaciones, y sin embargo no pararon, siguen haciendo la misma actividad, no intentan relacionarlo; un amigo me contaba que empezó a darse cuenta de lo grave que era cuando leyó una noticia que decía ´paro de choferes de micros de escuelas especiales´, se sorprendió porque no le parecía un número tan reducido de escuelas y choferes especiales podría haber, que eso fuese una noticia, pero cuando leyó mejor se dio cuenta de que había entre 200 y 300 choferes, entonces empezó a buscar cuántas escuelas especiales y chicos que asisten a ellas hay por localidad y se espantó”. Tomasi continúo su relato: “una de las cosas que lo espantó fue lo ´agrandadas´ que estaban las autoridades cada vez que se iba a inaugurar una escuela para chicos especiales, se sentían felices de esto, que no está mal, lástima que es como si fuese algo natural que es lo que intento decir, como si todo esto fuese natural, como si lo que sufrieran los chicos fuese la obra de dios, y ellos solo fueran los buenos ayudando a los niños” y remarcó “el caso de la zona de Rafaela, corazón sojero de Santa Fe, donde las autoridades a través de un artículo de un diario, casi celebraban la cantidad de escuelas especiales que habían inaugurado, es una locura”.Fabián Tomasi recordó al doctor Hugo Demaio y a Páramo como “figuras olvidadas, gente que no se dejó influenciar por el miedo, doctores e investigadores en medicina y fueron los primeros que pusieron la advertencia de todo lo que estaba causando el uso de estos químicos mortales a la cual nos están sometiendo”.Explicó: “yo cuando trabajaba me acuerdo que me reía cuando me enteraba de las acusaciones de los ´ambientalistas´, y todavía me pregunto que si yo no hubiese pasado por esto de intoxicarme y estar sufriendo todos mis dolores, ¿qué sería hoy yo?, no hubiese encontrado la raíz de esto, con tanta gente que me ayudó a entender cómo había sido vivir y morir ignorado, como un montón de personas”.“Entiendo que hay un tiempo para la ignorancia, y también hay un tiempo para el miedo, para preguntarse ¿de qué voy a vivir? o ¿qué me puede pasar  si hablo?”, reflexionó: “entiendo que hay miedo, pero eso no nos puede definir, entiendo todo, pero hay un límite, ¿cuántos muertos y daño piensan cargar sobre las espaldas antes de hablar?, les estoy hablando a las autoridades gubernamentales, las multinacionales que se dedican a esta actividad de la agricultura industrial, el mayor error cometido”. Y remarcó: “de lo único que yo me siento orgulloso, si puedo decirlo así, es de no haber dejado que el miedo me ganara; una vez que pude reflexionar y entender lo que había estado manejando con mis manos y mi cuerpo, ya no pude quedarme quieto; esto lo dije varias veces, muchos de los periodistas que han venido a verme durante estos años, parece que estaban más interesados en mi aspecto que en mí, todos me escuchaban hasta que me sacaba la remera y me mostraba, pero la verdad que no me importa, porque si eso ayuda bien viene la imagen”.“Lo que quería es que la gente entienda que nadie está libre de que esto le pase”, aseguró Tomasi, y remarcó que en su primera columna dijo “quédense quietitos que donde ustedes estén el veneno los va a alcanzar”, una frase dura que tuvo un largo recorrido comunicacional, tanto por el impacto, como por quien lo dijo.Pero cuando se habla de los agrotóxicos y de sus consecuencias en las personas, es inevitable que las historias sean tristes e impactantes: “Se me viene a la mente la foto de una criaturita acurrucada y marcada por todo su cuerpito, que un amigo le hizo para que esa foto se pueda tocar y percibir como tiene realmente la piel ese niño. ¿Qué otra cosa vale la pena hacer que esto? Bien o mal, pero lo hacemos. Me acuerdo de las escuelas especiales que llevan un nombre mentiroso, todos los chiquitos que entran con cáncer en el Garrahan y que lo primero que hizo este gobierno fue intentar bajarles el presupuesto, entre otras cosas, como bajar las retenciones a la minería y a la soja, pero más allá de todo esto hay que vivir, seguir viviendo y no sin haber hecho lo posible”, concluyó. DESCARGAR

 Compartimos la primera columna de Fabián Tomasi, víctima de los agrotóxicos, durante una emisión del Enredando Las Mañanas, el programa de la RNMA. En esta oportunidad, hablamos de la acumulación de estos venenos en el cuerpo de las personas más allá del lugar donde viven, y sobre la falta de control de estos por parte del Estado de estos tóxicos. (Por RNMA)La charla comenzó con una breve referencia a la coyuntura político-económica, con el levantamiento del llamado cepo al dólar y la consecuente devaluación: “es muy complicado para la gente común tratar de entender las variables económicas. Yo no quiero vivir en una economía con dólares, yo quiero vivir con la plata que el Estado provee, porque mientras dependamos de esa moneda vamos a tener que seguir hablando por mucho tiempo de esclavitud”, afirmó Fabián Tomasi al inicio de la charla con Enredando las mañanas.Luego retomamos la temática habitual: “lo primero que quería explicar un poco para la gente común que por ahí no está muy empapada en el tema de la utilización de los agroquímicos en nuestras producciones agrarias, que está afectando a muchas personas. Lo primero que la gente tiene que entender es que los químicos no son inocuos, estoy hablando de los biocidas, o sea de los que matan vidas, los que se usan en la industria, en el campo, están destinados a matar vidas; toda la naturaleza, incluidos nosotros, somos esas vidas, pero además los químicos agrícolas son xenobióticos, que significan que son ajenos a la vida, son productos químicos sintéticos (podemos decir que son producidos en laboratorios), y por lo tanto por más que intenten imitar la vida no forman parte de lo que nosotros somos como seres vivos, son cuerpos extraños y nuestro organismo por supuesto no los reconoce”, señaló Tomasi, quien agregó que hace poco leyó un informe que indicaba que muchas de las enfermedades autoinmunes que han aparecido en el último tiempo están relacionadas con la contaminación: “es tanta la cantidad de químicos que nos circula por la sangre que el organismo al no reconocer a esos extraños los ataca, o sea que el mismo organismo termina afectándose a sí mismo. Hay una campaña de la cual quizás muchos hemos oído hablar que hicieron en Mar del Plata con el nombre de Mala Sangre, que consistía en pedirles a personas conocidas que se hagan análisis de sangre para verificar si tenían químicos en sus cuerpos y por supuesto todos los analizados tenían químicos en sangre. Yo recuerdo que me impactó mucho ese informe, pero como seguramente el presupuesto no era mucho encontraron pocos químicos. Esa campaña es original de Europa y con más presupuesto encontraron que por cada voluntario había entre 60 y 70 químicos diferentes en sangre, yo creo que ninguno de nosotros debe tener menos que eso. Mar del Plata ha sido un muy buen lugar para realizar el estudio y sacar el tabú de que el veneno no llega a la ciudad. Vos quedate quietito donde estés que el veneno te va a llegar de una u otra manera, ya sea a través de los alimentos, el agua, aire, porque son sustancias destinadas para eso”.Tomasi manifestó, además, que las fumigaciones aéreas son las más visibles, pero que no representan el único peligro: “los silos, los transportes, los depósitos, todo el proceso es tóxico porque fue generado así y desparrama por todos lados, desde la fabricación hasta el embarque, hasta la comida que comemos, todo está intoxicado”.“Pensamos que los químicos que nos llueven vienen solos –continuó Tomasi su columna–, pero para empezar cada uno viene con lo que se llama coadyuvantes, es una sustancia que viene aparte del producto, de los biocidas, y otros que los traen incorporados; es una sustancia que ayuda a unir el agua con el veneno, y necesitan este enlace porque el mejor estado del agua es el líquido, el agua que se ocupa en las fumigaciones y los biocidas al tener tantos solventes su mejor estado es el gaseoso, el 80% de lo fumigado pasa a estado gaseoso; en muchos casos es mucho más tóxico que los mismos químicos, pero eso no es todo, en el tanque del avión donde nosotros trabajábamos se juntaba glifosato, más otros tóxicos, todas sustancias que tuvieron que ir agregándole ya que todo es vegetal, y estoy hablando solamente de lo vegetal, de los herbicidas, que se han hecho resistentes entonces tienen que juntar una cantidad de veneno para que las fumigaciones sean efectivas”.En este punto, Tomasi retomó las argumentaciones respecto a la supuesta inocuidad del glifosato: “cuando se aprobó el operativo vergonzoso de (Felipe) Solá de la soja transgénica, uno de los argumentos era que el glifosato era inocuo y venía a reemplazar a los viejos químicos, vaya paradoja esos viejos químicos que ahora se han vuelto a usar, qué locura. Inclusive diría yo que ha vuelto el que alguna vez se fue, porque creen que no se están usando y en realidad se siguen usando a través del contrabando de productos y cero control del Estado. Me contaba un amigo que en Santiago del Estero se está usando un químico, que es extremadamente tóxico, peligrosísimo, está prohibido en Argentina desde hace 30 años. Eso se consigue de contrabando y el mercado sigue utilizándolo, es como el endulsofán, que decía que lo prohibían en 2013 pero lo dejaban vender hasta el 2015 porque había mucho stock, o sea que los que morían del 2013 al 2015 por esos productos eran avalados por el gobierno. Cuando Bayer perdió la patente del endulsofán sacó un comunicado para que se deje de utilizar, para que otras compañías no lo usen, diciendo que todo lo que se había dicho de su producto era cierto, por eso entonces el SENASA lo prohibió, pero se sigue usando, nadie intenta poner esto bajo control; lo fabrican, envasan y venden, usan químicos, hay miles de variables de glifosato que entran al país, para seguir hablando de este producto, pero el más usado es el que viene de

El testimonio de Fabian Tomasi, víctima de los agrotóxicos, es duro. El silencio se adueña del aire cuando termina de hablar despidiéndose con un abrazo “de los míos, sin brazos”. A la vez, se la rebusca como puede, con todas las limitaciones de su enfermedad, para denunciar, contar y enseñar. En el Enredando Las Mañanas de este jueves conversamos con él e inauguramos una columna que estará a su cargo. (Por RNMA) Ya la mayoría conoce a Fabián Tomasi. Lo que muestra y lo que dice es difícil de olvidar, por eso la importancia de empezar a escucharlo cada vez más seguido, como testimonio de una realidad actual, de la que las campañas políticas no están hablando, ni los medios hegemónicos, ni las publicidades de los productos que consumimos a diario.“Yo trabajaba en el campo como peón rural, en negro”, recuerda Tomasi. “Mi trabajo era cargar las aeronaves con los venenos tóxicos al avión sin ningún tipo de protección”. Asegura que lo que le pasó “puede ser tomado como que no tuve cuidado, pero estas sustancias te llegan aunque te cuides, porque están diseñadas para matar”.Fabián Tomasi empezó con problemas en sus manos y con su peso. Tras numerosas consultas médicas lo empezaron a tratar como si padeciera diabetes, hasta que por sus propias investigaciones decidió contarle a los médicos sobre su trabajo con agroquímicos: “se sorprendieron al darse cuenta de que eso me había dejado piel y huesos”.“Después de un largo andar por muchos centros médicos no lograron determinar cómo mejorar mi salud y recurrí a la terapia alternativa”, cuenta Fabián, que pese a las sugerencias sobre mentir ante la junta de Anses diciendo que tenía diabetes para que determinen su incapacidad se plantó y les dijo que lo que padecía era por culpa de los agroquímicos. Decirlo “despertó en la junta una mejor revisión y decían que lo que yo tenía era una polineuropatía tóxica, también denominada enfermedad del zapatero”. Tomasi explica: “todo aquel que esté en contacto con solventes, como el pegamento que se usa en los zapatos, pueden caer en este tipo de problemas y el sistema nervioso no se recupera”.“Estoy piel y hueso”, asegura y se puede comprobar en las fotos: “asisto a un tratamiento de terapia neural que consiste en la aplicación de procaína en todo el cuerpo. La medicina no supo qué hacer conmigo”.“Cada cuerpo es un universo”, detalla Fabián Tomasi, “lo que tienen estas sustancias es que provocan infinidad de problemas y el general de la medicina no sabe determinar qué es lo que nos afectó y qué tratamiento seguir; yo conozco  miles de casos, pero nadie quiere salir a la luz”.Tomasi es claro: “yo pongo de ejemplo mi vida; vivo encerrado, vivo solo y soy la paria para los gobiernos y para mi propio pueblo, que ve en esta actividad la salida y el éxito para los próximos días”. Asegura que votará en blanco porque “no voy a votar a nadie que me haya perjudicado o me vaya a perjudicar”.“Hacer periodismo es dar noticias que a la mayoría le molestan”, dice y cuestiona a los medios tradicionales: “lo demás es todo relaciones públicas y de las relaciones públicas estoy cansado”.El papá de Fabián falleció en 2007 mientras lo veía a él desmejorarse. “Él empezó a verme así y calló, por eso siempre digo que murió ahogado, porque no pudo decir todo lo que tenía para decir, y yo no quiero morir así”. Su hermano falleció hace un año, a los 54 años de edad: “su único problema físico era que no podía movilizarse por un accidente que tuvo a los 18 años, murió de celiaquía y cáncer en el hígado”, remarcó. “La celiaquía en adultos es a causa de un agente externo como los químicos que invaden la flora intestinal; él termina con un cáncer de hígado y fallece; él no fue a donde estaban los venenos, los venenos vinieron a mi casa sin pedir permiso”.“Así de simple y concisa es la historia de estas sustancias: se esparcen 300 millones de tóxicos al aire, ¿cómo pueden ser controladas por el hombre, aunque tengan títulos de ingenieros agrónomos? No existe manera de hacer las cosas bien, no hay forma de que esto trascienda en el tiempo sin seguir matando individuos”, concluye.Más de Fabián Tomasi en quince días. ESCUCHAR O DESCARGAR EL AUDIO

 Fabián Tomasi tiene 46 años, vive en la localidad entrerriana de Basavilbaso y sufre de polineuropatía tóxica, producto de haber trabajado durante años como peón rural para la empresa Molina y Compañía manipulando agroquímicos. Hoy ya no puede trabajar y tiene una jubilación por incapacidad. “Soy un envenenado del modelo productivo que salvó económicamente al país”, dice con total crudeza. Hablamos con él y nos contó su historia. (Por La Retaguardia) “No hay manera de esparcir 300 millones de litros de veneno por año y creer que eso no va a afectar a la salud humana. Día a día se van incrementando los casos de malformaciones y de muertes a escasa edad. Lamentablemente en muchos casos uno no tiene la autorización para dar nombre y apellido como se debiera, puedo decir que esto es moneda corriente en el interior. Yo no soy ambientalista, periodista, ni médico, sólo soy un envenenado por un sistema productivo”, señala Fabián en diálogo con La Retaguardia. Lo entrevistamos para confirmar la triste noticia de una nueva muerte por agrotóxicos de un nene de apenas dos años y para que nos cuente su historia. Al padre del niño le preguntaron si su hijo había tenido contacto con alguna central atómica o productos químicos, a lo que respondió que él trabaja en una estancia como encargado y que recordaba que al lado de la casa tenía un depósito con muchos litros de veneno. Lamentablemente uno siempre tiene que caer en lo mismo – agrega Fabián –, este es un problema que lo soluciona una sola persona y desde allí en escala hacia abajo. Esto sucede por el desborde del campo, todos son culpables, todo aquel que aplica veneno es culpable porque no aplica el derecho precautorio ante la salud, ante la menor duda. Hay estudios que corroboran lo que estoy diciendo”. Fabián trabajó durante años como peón rural en una empresa de fumigaciones aéreas de Entre Ríos, a sesenta kilómetros de Concepción del Uruguay: “yo no marco mucho el lugar porque es así en toda la pampa húmeda. Trabajaba como peón rural, preparábamos los productos que traían los agricultores al lugar de la pista improvisada donde aterrizaban los aviones, en cuero y short vertíamos los venenos dentro de un bidón gigante y ahí lo subíamos al avión, nunca hubo un ingeniero agrónomo allí, nunca hubo una receta agronómica, si había cuarenta envases de veneno se echaban los cuarenta envases de veneno y todos sabemos que un ingeniero agrónomo habla de fracciones por hectárea efectivas, que aquí nunca existieron. El tipo del campo venía y decía, ´esto me salió demasiado caro, que no sobre, echalo todo´, creyendo que así era más efectivo, y fue efectivo, yo en este momento no tengo casi ningún músculo del cuerpo sano y millones de problemas de salud, porque como las sustancias están elaboradas para matar, todo lo que sea malezas, vegetales o animales,. Todo lo contrario al cultivo que se quiere defender es considerado un problema, entonces se trata de eliminar”, relata Fabián. Fabián tiene polineuropatía tóxica, producto de la intoxicación por largo contacto con agroquímicos. Esta enfermedad le produce problemas en el sistema nervioso periférico, ya no puede trabajar, por lo que cobra una jubilación por incapacidad. Cuando se le pregunta cómo fue que se enfermó, explica: “yo era el que destapaba las latas y tirábamos el veneno adentro de un tarro para que de ahí al través del motor vaya al avión, lavábamos la panza de los aviones con veneno, desagotábamos los tanques de los aviones con veneno, comíamos con veneno. Nunca la empresa me mandó a un curso de capacitación por un trabajo riesgoso como se considera, nunca me pagaron un adicional porque esto no es cuestión de plata, yo quisiera que me devuelvan la vida gratis, sin ningún tipo de plata porque siempre tuve la posibilidad de ganar poco pero nunca me quejé. Si ellos me devuelven la vida, y esto parece un poema, yo no hablo más del tema. Como sé que una cosa no va a poder ser, la otra tampoco”. Además, los agroquímicos borraron sus huellas digitales, lo que le imposibilitó tener documento por cuatro años. Recién cuando se contactó con la doctora Graciela Gómez, una referente en la lucha contra los agrotóxicos, ella le envío una carta al ministro del Interior de la Nación, Florencio Randazzo, quien llamó en persona a Fabián, como así también el ministro de Gobierno y Justicia provincial Adán Bahl. Al respecto, Tomasi detalla: “Randazzo me dice que no estaba enterado de mi problema y que iba a intentar solucionármelo. Hay miles de personas que por un motivo u otro, nacen sin huellas digitales… pero yo no voy a jugar al gato y al ratón, acá todos saben qué está pasando. Yo a los políticos los creo demasiado inteligentes, esto es algo que se está escondiendo y quién le va a hacer caso a un pobre piojo… ante una inversión anunciada por la presidenta de 1500 millones de dólares de la instalación de Monsanto en Córdoba, a que yo diga que esto hace mal. Es casi como David y Goliat”. Fabián pide perdón por la crudeza de su relato, pero dice que ya no tiene tiempo para discutir de una manera más tranquila: “ya estoy en la etapa de largar el veneno que me hicieron tragar”, asegura. Pero hay una diferencia fundamental: su veneno no va a matar a nadie. Sólo persigue el objetivo de mostrar el lado más oscuro de la soja que, si bien genera riquezas, también arruina vidas. Algunos de quienes la sufren gritan para denunciarlo, pero todavía encuentran pocos oídos dispuestos a escucharlos. ESCUCHAR O DESCARGAR EL AUDIO