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Gabriela Sosti


Alegato de la fiscal auxiliar Gabriela Sosti y de la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

Con la participación de Julia Izumi (Tiempo Argentino), Felicitas Bonavitta (AM530), Pablo Dipierri (FM La Patriada) y Irina Hauser (Página 12/C5N). Moderan Fernando Tebele (La Retaguardia) y Nicolás Mársico (FM La Patriada/AM530) Organiza: Gabriela Sosti

La Fiscal Gabriela Sosti culminó su alegato que se extendió doce jornadas de cinco horas. Apenas terminó la audiencia dejó salir su emoción en la transmisión en vivo de La Retaguardia. Volvió a pedir que se condene por los delitos de genocidio. Además del video de la charla y el cierre del alegato, compartimos una charla de hace algunas semanas. Allí Sosti expresó una mirada general sobre Campo de Mayo y algunas preocupaciones sobre el avance de los discursos de ultraderecha. (Por La Retaguardia)   🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Paulo Giacobbe ✍️ Textuales: Mónica Mexicano 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Captura Trasmisión La Retaguardia   </ifra315 La fiscal Gabriela Sosti realiza alegatos muy particulares. Desarrolla lo jurídico mientras va construyendo un relato de los hechos que se juzgan con textos que escribe pensando en que serán leídos en voz alta. Así, va reconstruyendo, a partir de lo que han dicho los familiares o quienes sobrevivieron, con una crudeza a veces insoportable, el camino oscuro del genocidio en general, esta vez con foco en Campo de Mayo. “La verdad que desde hace mucho vengo haciendo muchos alegatos desde el 2009, pero francamente haber escrito y relatar lo que fue Campo de Mayo, francamente me deja tirada en la banquina, literalmente, es una cosa que no hay manera de entender”, dice apenas minutos después de culminar,  durante la transmisión en vivo de La Retaguardia. “A veces suelo repetir, repito, repito, para tratar de entender, para tratar de poder representar cómo fue posible que hicieran todo lo que hicieron para hacer lo que querían hacer: reorganizar el país y dejar una estructura económica como la que dejaron. Estructura económica que es la que siguen sosteniendo y defendiendo algunos. Y hago esta asociación hiperbólica porque digo: ese dolor tuvo que ver con esto, uno no puedo dejar de traer los 70 al presente de manera inexorable, porque esa fue la razón, para eso hicieron todo lo que hicieron”, continúa, con la misma pasión didáctica con la que desarrolla su tarea. “Te dejan muda los relatos, cada vez más insoportable. Y lo que sí es importante en este juicio caótico es entender un poco el recorrido de la represión, que es lo que yo también hago hincapié y vengo remarcando: cómo van armando el mapa del exterminio, porque lo armaron ellos. Entonces reconstruir eso, por un lado permite entender no solamente la responsabilidad de los que operaron en Campo de Mayo y toda la Inteligencia, sino que permite entender cuáles eran los que consideraban enemigos: los dueños de la fábrica a quienes consideraban enemigos; bueno, estaban hablando recién de Graceli (Monseñor Emilio Graceli atendía familiares de víctimas y acumulaba la información que le daban). El nivel de participación en el plano jurídico que se quiera, de la Iglesia, de los empresarios, de la Justicia, es apabullante. Y el paralelo de la historia ahoga. Eso fue Campo de Mayo. —Hablabas de este paralelo de la historia, ¿pensás que la sociedad argentina lo entiende de esa manera también? —Esa es una gran pregunta y un gran desafío. La reconstrucción del horror de hace 40 años estuvo anclada en la misma dimensión del terror, pero no en las razones del terror, el motivo por el cual se instala. Suelo usar esta metáfora, ¿por qué en determinado momento el Estado se convierte en una Leviatán que se come crudos a sus hijos? El porqué era esto y lo que sí es importante, por eso yo hago tanto hincapié, tanta insistencia en este relato,  donde en el espacio jurídico no es habitual, porque es importante que la sociedad lo tenga en claro eso, que se entere. No mucha gente lo sabe. La historia no está reconstruida desde ese lugar, lamentablemente, y me parece que es importante hacer hincapié en eso. Por un lado que la sociedad sepa todo lo que está dispuesto a hacer el Estado cuando se pone a disposición de ciertos sectores de poder. Todo el dolor que puede provocar, no sólo el dolor lo simbólico, el dolor económico, sino efectivamente en los cuerpos de los ciudadanos. Pero además hacer hincapié en esto, o sea, esa matriz económica que instalaron es la que seguimos teniendo en muchos aspectos. Y a mí en este momento del recorrido de los juicios de lesa humanidad, me parece central, me parece, casi te diría, lo más importante de destacar y de recuperar en el relato, porque es lo que vos decías, seguramente gran parte de la sociedad no sabe. No solamente gran parte de la sociedad no sabe qué era lo que pasaba. La repetición tiene que ver con que nuevas generaciones tienen que incorporarse y encontrarse con esa historia. Yo todavía sigo repitiendo qué pasó con el cruce de Los Andes y qué buscaba San Martín, porque a partir de la repetición de la historia uno logra incorporar en la médula ciudadana ese relato. Hay muchas generaciones que hoy día no tienen ni idea de lo que pasó en los 70. Ni siquiera saben de la existencia de los centros clandestinos, ¿qué pasaba, por qué? Entonces muchísimo menos saben todo esto otro, qué militancia y qué país previo había. Y creo que, a esta altura, es de eso de lo que hay que hablar. —Me detengo en esto porque es tremendo, hoy en las escuelas se estudia el Terrorismo de Estado, en algunas escuelas más progresistas será de una manera y en las menos progresistas será de otra, pero se estudia el Terrorismo de Estado, y aún así vos sostenés que hay nuevas generaciones que no tienen idea de lo que pasó. —A ver, yo no soy docente no sé qué es lo que se estudia, no estoy generalizando, pero muchas veces yo me encuentro con gente, con pibes o pibas sorprendidas, sorprendidos. Es cierto que hay muchos que tienen muchísima conciencia, pero la dimensión del horror y las razones del horror merecen que el relato esté un poco más ampliado y más claro, porque si no hay cierto sector de la

Última jornada del alegato del MPF a cargo de la Fiscal Auxiliar Gabriela Sosti.

La jornada número 92 de la Megacausa, en la que debía comenzar el alegato de la Fiscal  Gabriela Sosti, fue suspendida después de un debate acerca de si los 20 imputados tienen que estar presentes en esta instancia.  El TOF N°1 de San Martín deberá resolver la situación de cara al próximo miércoles. En el cierre de la transmisión de La Retaguardia, la auxiliar fiscal Gabriela Sosti mostró su indignación. A las quejas de las partes acusadoras por las ausencias, se sumó la dolorosa situación que sorprendió a las partes cuando el secretario del TOF, Matías Ferrari, se retiró acongojado al enterarse de la muerte de su madre. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Lucrecia Raimondi ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Captura Transmisión La Retaguardia Una de las audiencias más esperadas del juicio comenzaba en la mañana de este miércoles. Con la etapa testimonial concluida y después de una ampliación de cargos para algunos de los imputados del juicio, el Ministerio Público Fiscal a través de Gabriela Sosti debía comenzar su alegato. Durante esta etapa, las partes acusadoras repasan lo ocurrido a lo largo del juicio y expresan la acusación formal que realizan contra los 20 imputados en este tramo de la Megacausa de Campo de Mayo. Antes de comenzar con su alegato, Sosti advirtió que ninguno de los imputados estaba conectado a la plataforma virtual y lo hizo notar al Presidente del Tribunal, Daniel Omar Gutierrez. Los defensores dijeron que se harían cargo de transmitir lo alegado por la Fiscalía a sus representados. Sin embargo, Pablo Llonto, abogado querellante de familiares de las víctimas, presentó una reposición para objetar que la audiencia no podía continuar sin la presencia de los imputados. A ese pedido adhirieron el resto de las querellas y también el MPF. Luego, tomó la palabra Juan Carlos Tripaldi, defensor oficial, quien manifestó que las personas acusadas en el juicio tenían la posibilidad de elegir estar presentes o no en esta etapa. La audiencia fue suspendida y el Tribunal deberá resolver para el próximo miércoles si le exige a los imputados presenciar y escuchar los alegatos o si podrán ausentarse como en el día de hoy. Fue una jornada sumamente accidentada en la que, además, uno de los secretarios del Tribunal, Matías Ferrari, se enteró del fallecimiento de su madre cuando la audiencia estaba comenzando. Inmediatamente, Gutierrez dio sus condolencias y le dio permiso para que se retirara. Ferrari se levantó acongojado y fue sustituido por Amaro Torres. Tras un cuarto intermedio, la audiencia continuó. Este hecho pareció haber jugado también en la decisión del Tribunal de no definir la situación de los imputados con un cuarto intermedio durante la misma jornada. Luego del final de la audiencia, Gabriela Sosti se sumó para el cierre de la transmisión en vivo de La Retaguardia.  Sosti dio su pésame para el secretario Ferrari. Para la auxiliar fiscal, la audiencia debería haberse suspendido de inmediato: “Es un dolor. Es un compañero que durante dos años y medio estuvimos trabajando ahí, codo a codo, cada uno en su lugar. La verdad que yo esperaba que automáticamente, al mismo momento, el Tribunal suspendiera. Creo que es lo que corresponde, no se puede alegar en el medio de un luto”, razonó. Sosti definió como un “escándalo” el pedido del defensor Tripaldi para que el Tribunal dispense a los imputados y les permita no asistir a la etapa testimonial del juicio: “Se están naturalizando cuestiones básicas basadas en errores, incluso en errores procesales groseros como el que manifestó el defensor. Se naturaliza que en los juicios de lesa humanidad, si los imputados no quieren estar, no están. El momento del alegato es el momento de defensa material por excelencia, porque es la acusación final. Una falacia que utiliza el defensor oficial es decir que la defensa material está en el momento de la lectura del requerimiento, como si el requerimiento fuera la acusación”, dijo la fiscal sin ocultar su molestia, y continúo: “Si esto fuera así, ¿para qué hay debate? Acusamos y defendemos con el requerimiento y listo entonces. A la acusación la perfecciona el alegato. La defensa material más plena es la de escuchar el alegato, porque no se dice lo mismo que se dijo en el requerimiento. Y no solamente tiene el derecho a escucharlo sino que tiene la obligación. El artículo 366 del Código Procesal Penal dice que el imputado asistirá, no hay posibilidades. Parece que los abogados defensores han naturalizado una interpretación o han derogado de facto ese artículo y entienden que hay facultades. No hay ninguna facultad. La interpretación literal del Código dice ‘el imputado asistirá’. No dice ‘podrá asistir’. Entonces ese es el origen. La madre de todas las desgracias que tuvo este juicio hoy fue no entender o no haber interpretado correctamente el Código Procesal”, arremetió la representante del MPF. “Los acusadores no castigamos” En su intento de justificar la ausencia de los imputados a los alegatos, Tripaldi increpó a las partes acusadoras. El defensor planteó la posibilidad de que en el deseo de la fiscalía y las querellas hubiera una suerte de venganza o búsqueda de castigo para los imputados: “Otra cosa que deslizó artera y taimadamente el defensor, fue plantear: ‘que estén escuchando es una forma de castigo’. Yo no sé qué tiene en la cabeza el defensor, pero eso es agresivo. Es bárbaro, es espantoso decir una cosa así. Francamente, es espantoso, porque es poner en intención de las acusadoras semejante cuestión. Los acusadores no castigamos. Pedimos justicia. Esa expresión es decididamente repudiable. No puede decir es un defensor y mucho menos un defensor oficial. Es una falta de respeto profesional lo que hizo”, señaló.   Sosti apuntó también contra el Tribunal, que en ningún momento le avisó a las partes ni libró oficio alguno sobre la ausencia en esta instancia de los imputados. La fiscal se enteró de esta situación en el momento previo a iniciar su alegato: “Estaba poniéndome dispuesta, arreglándome la gola para ponerme a alegar y

Finaliza el alegato de la Fiscal Gabriela Sosti.

Finaliza el alegato de la fiscal auxiliar Gabriela Sosti.

La sobreviviente uruguaya relató en su declaración los delitos sexuales que fueron cotidianos en El Campito. Con crudeza, dolor y entereza, Fernández declaró desde Uruguay, país en el que nació y al que regresó después de Campo de Mayo pero aún bajo sometimiento. También reconoció al imputado Villanova después de ver una foto de Gustavo Molfino publicada por Página 12. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele ✍️ Textuales: Mónica Mexicano / Noelía Laudisi de Sa / Agustina Sandoval Lerner 📺  Cobertura del juicio: Fernando Tebele / Diego Adur 📷 Foto de portada: Transmisión de La Retaguardia Griselda Fernández vive en Uruguay. Allí debió regresar después de haber estado detenida-desaparecida durante el Terrorismo de Estado en la Argentina. Tiene pelo corto, lleva gafas rojas y un abrigo de lana turquesa. Está tranquila y decidida. La experiencia de otras declaraciones anteriores —demasiadas, dirá después Griselda— ya la han preparado para lo que vendrá. Luego de los primeros formalismos y del juramento de decir verdad que le toma el presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de San Martín, Daniel Omar Gutiérrez, es la representante del Ministerio Público Fiscal, Gabriela Sosti, quien inicia las consultas. De movida se nota que será una jornada dura. Le avisa a Griselda que no va a pedirle que vuelva a contar todos los detalles de su secuestro, sino que quiere centrarse específicamente en lo que fueron las agresiones sexuales que sufrió durante su cautiverio ilegal en El Campito, uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más tenebrosos del país. Otro de los puntos que le importará a la fiscal Sosti es la participación de los gendarmes en esos delitos y la responsabilidad que tenían en la custodia de los y las prisioneras del centro clandestino.   Fernández fue secuestrada el 24 de noviembre de 1976 en la casa donde vivía con su esposo, su madre y sus hijos, en el partido bonaerense de Tres de Febrero. Después de sufrir un simulacro de fusilamiento en una zanja, la llevaron a Campo de Mayo: “En ese momento me llevan a El Campito y ahí primero estuve en una barraca más chica, que es donde estaban las carpitas, y luego paso a una de las barracas. Mientras tanto se da, obviamente, el tema de la tortura psicológica, la tortura física, el abuso sexual”, asevera. Durante su cautiverio, Griselda pudo identificar a varios de los represores que cumplían funciones en Campo de Mayo y por eso es tan importante su testimonio en este juicio. Uno de ellos, Néstor León López, alias “El Alemán”, la mantuvo en cautiverio, obligándola a sostener una relación bajo terror que se extendió hasta 1982, incluso en Uruguay… López era el “responsable” de las personas del PRT-ERP que estaban secuestradas en Campo de Mayo. Al poco tiempo de su secuestro, se produjo la primera situación de abuso sexual: “Una noche se mete alguien adentro de mi carpa con la intención de violarme. Entonces, se mete adentro de mi carpa, yo ahí reacciono y me empieza a manosear, pero mi reacción fue de rechazo y de grito. Yo en ese momento empecé a los gritos, a las patadas, a armar un ruido importante hasta que esa persona no puede consumar la violación y se va. Yo sé que muchas de las compañeras que pasaron por allí no tuvieron esa suerte. Tuve la posibilidad que de alguna manera el tipo, el violador, se asustó y se fue. Era una persona a la que yo no puedo identificar con nombre pero era una persona baja, tenía mi altura, flaco, morocho, pelo negro; y se fue. Obviamente que ahí hubo complicidad de la guardia porque nosotros siempre teníamos guardias de gendarmes”, relata. Este último dato es el que despierta el interés de las próximas preguntas de la fiscal, que intenta desentramar la participación y responsabilidad de algunos gendarmes en las torturas a las personas secuestradas. Griselda dice que “no era un gendarme de la guardia de la barraca donde yo estaba. Obviamente que los gendarmes eran los que mantenían la seguridad limítrofe, la guardia en ese sentido. Pero no era del lugar donde yo estaba, del galpón donde yo estaba”. Quienes sí custodiaban la barraca donde estaba Griselda, “le permitieron entrar, obviamente” y después de la huida del violador “nadie se acercó a preguntar nada y a decir absolutamente nada”.  “El momento ideal” Griselda cuenta que la ocasión elegida por los abusadores para cometer los delitos sexuales era cuando las prisioneras estaban recién llegadas al centro clandestino, y de noche: “Se decía que muchas veces las violaciones se realizaban cuando las mujeres recién llegaban a El Campito. Era el momento en el que, generalmente, había menos gente, porque llegaban de noche, y era donde se producían muchas veces las violaciones. No significa que no se produjeran durante el día y eso es lo que se decía. Hubo, en una oportunidad, un jefe de gendarmes que le decían ‘El Alpinista’. No sé con qué sentido, llamó una por una a las mujeres que estábamos ahí en la carpa, y no sé si llamó a las de las barracas, para preguntar si habían sido violadas porque estaban haciendo una investigación. Realmente me pareció absurdo por el hecho de que eso era como moneda corriente”, se lamenta. No se trataba solo de convivir con el terror a ser abusada, sino que esa situación era común a todas las mujeres cautivas en ese lugar: “Había un gendarme al que le decían ‘Napoleón’, que pude verlo porque pude levantarme la capucha. Él siempre venía. Una de las chicas, que no sé el nombre, estaba detenida por montonera. Cada vez que ella volvía decía que la tenían parada, la desnudaban y la violaban reiteradamente. Eso fue lo que yo vi, ahora, lo que se decía de él es que era una persona totalmente desagradable, obviamente no tenía moral. A ese hombre no le importaba ni guardar las apariencias”, escupe Griselda y demuestra el asco en el