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Se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento en cautiverio de Rosita, una beba que el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Bergés, robó a la secuestrada Silvia Valenzi y que aún no recuperó su identidad. El colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia realizó un trabajo militante en el barrio donde vive Bergés y colocaron carteles en la puerta de su casa. El propio genocida salió y los arrancó. El próximo martes declara en el Juicio Brigadas Rosario Valenzi, tía de Rosita. La semana pasada conmovió la declaración de las hijas e hijo de Adriana Calvo, quien vio a Valenzi en los Pozos de Quilmes y Banfield. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Fotos: Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia Al genocida Jorge Bergés la semana pasada tuvo que haberle resultado un poco incómoda. Aunque es difícil saber si el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, torturador, violador y ladrón de bebés, condenado por crímenes de lesa humanidad, tiene sentimientos que le atraviesan el estómago. Quizás lo único que le importe sea seguir gozando del beneficio de la prisión domiciliaria.  El testimonio de Adriana Calvo en el juicio a las juntas es de esos que estremecen. En el traslado de un centro clandestino a otro, en el asiento de atrás en un auto en movimiento, con las manos atadas a la espalda y los ojos vendados, tuvo que parir a su hija. “Exactamente frente al Laboratorio Abbott, en el cruce de Alpargatas”. La beba se había caído del asiento y lloraba, los represores se burlaban y no se la alcanzaban. Adriana llegó hasta el Pozo de Banfield desnuda, ensangrentada y con su beba colgando. La dejaron en el asiento del auto con las puertas abiertas, al frío de la madrugada, hasta que “bajó o llegó el médico, el doctor Bergés, cortó el cordón y se fue inmediatamente”. Gracias a las mismas secuestradas que formaron una muralla humana cuando quisieron robarle a la beba, es que Adriana pudo salir del centro clandestino con su hija Teresa.  El 29 de marzo, en el juicio que actualmente se está desarrollando por los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención tortura y exterminio Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y el Infierno de Avellaneda, que tiene como uno de los imputados a Bergés, declararon las hijas y el hijo de Adriana Calvo y Miguel Laborde: Martina, Teresa y Santiago.  “Bergés le sacó la placenta a golpes (a Adriana) y me parece inadmisible que ese señor esté sentado en su casa”, dijo Teresa, y fue Martina quien describió el sentimiento que nos atraviesa: “Después de 46 años seguimos acá, exigiendo justicia que llega tarde y en cuentagotas. La virtualidad me hizo ver en el living de su casa a estos soretes como Bergés y se me revolvieron las tripas. Una se los imagina en un cuartito oscuro. Sabe que están en prisión domiciliaria, sabe, pero la cabeza no lo quiere aceptar. Te lo imaginás detrás de los barrotes, pero están sentaditos en el living de su casa tomándose un vinito mientras nosotros declaramos”.  Pero la pasada semana, que incluyó los últimos días de marzo y finalizó el 2 de abril, le depararía una sorpresa más al siniestro ser que se llama Jorge Antonio Bergés.    Rosita Se cumplieron 45 años del nacimiento de Rosita y su apropiación a manos de Jorge Bergés, y desde el colectivo “Quilmes Memoria Verdad y Justicia” fueron hasta su casa a colocar carteles para recordárselo, y a charlar con los vecinos. “Acá vive un genocida” colocaron en la reja de la casa de Quilmes, que conserva dos placas con el nombre incorrecto: “Magallanes 1441 ex 723” y “Magallanes 723”. La calle se llama “Madres de Plaza de Mayo” desde mediados de 2001, pero en esa vivienda no son afines a los pañuelos blancos.  “Bergés ¿Dónde está Rosita?”, “Bergés apropiador de bebés en dictadura” y “Rosita, te seguimos buscando” eran las consignas de algunos de los carteles que desde el “Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia” pegaron en la casa y en el barrio. También pidieron permiso a los vecinos de la cuadra para colocar pañuelos de las Madres en las casas de la cuadra. Algunos vecinos ya sabían quién era ese hombre que toma sol en el frente de su casa. Es que desde hace varios años lo vienen denunciando y la recepción fue buena, aceptaron los pañuelos, excepto las dos vecinas linderas al ladrón de bebés.   Pero la sorpresa mayor llegaría sobre el final de la jornada. “Fuimos hasta la casa de Bergés pegando pañuelos para conmemorar el nacimiento de Rosita y pedir su ubicación, pedimos permiso para pegar esos pañuelos, algunos nos dijeron que sí, nos ayudaron, y otros no nos abrían, no querían dialogar, nada”, contó a La Retaguardia Zoe, integrante del espacio quilmeño. “Bergés estaba con unos pantalones azules, con saco bordó, agarrado de un bastón de tres patas, se caminó hasta su reja y arrancó uno de los carteles que habíamos pegado”.  Bergés sabe Cuando el 24 de marzo de 2021, desde el consejo del Sitio para Memoria ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes realizaron una caravana recorriendo el territorio, también pasaron por la casa del ex médico. Cantaron “Como a los nazis/les va a pasar/adonde vayan los iremos a buscar”, y preguntaron “¿Dónde está Rosita?”.  En esa oportunidad, Viviana Buscaglia, integrante del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia, contó a La Retaguardia la historia de Rosita: “El caso de Rosita es emblemático para Quilmes. Cuando en diciembre de 1976 secuestran a Silvia Mabel Isabella Valenzi la llevan al pozo de Quilmes, en febrero de 1977 la reconoce María Kubik Marcoff, que estaba presa ahí y tenía a su hija también ahí, ella dice que estuvo con Silvia y que estaba embarazada. El 2 de abril la llevan a Silvia a parir al Hospital de Quilmes y atiende el parto el Doctor Blanco. Da

Pensar el significado de las palabras Memoria, Verdad y Justicia. Desde El Dipy al obispo Castrense Monseñor Olivera. El pedido de reconciliación 2021 y la prisión domiciliaria para los genocidas sin escuchar a las víctimas del terrorismo de Estado. Los pañuelos de las Madres y el llamado a la sociedad del sobreviviente Walter Docters. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur 🎤 Entrevista: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: La detención de Eduardo Ascheri tras haber sido condenado a cadena perpetua en el juicio Contraofensiva (Natalia Bernades/ Archivo La Retaguardia) El icono artístico del macrismo, míster El Dipy, tiene un programa en Radio Rivadavia donde saca a pasear su filosofía de vida. El primero de julio dijo que los militares “se equivocaron un montón, han hecho un montón de cosas, pero se equivocaron un montón”, fue su punto más alto después de decir que al gobierno había que sacarlo a patadas en el culo. Al programa siguiente resaltó al genocida Alfredo Astiz por sobre Hebe de Bonafini. Difícil analizar el total de sus dichos porque en poco tiempo mezcló muy rápido todo. Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, le contestó con mucha paciencia. Le pidió que piense sobre el significado de las palabras “Memoria, Verdad, Justicia”.  Míster El Dipy eligió otro camino y fue al programa de la provocadora Viviana Canosa, en A24. La conductora sube la vara día a día, se autoexige, aunque no logra superar su performance de tomar dióxido de cloro de una botella de plástico. Canosa fue denunciada por la muerte de un niño de cinco años en Neuquén por ese momento de rating. “Cuando dije que los militares hicieron cosas, la autopista que ella (Estela) agarra para ir por todo el mundo la hicieron los milicos, de obras hablé yo”, dijo míster El Dipy. No hay caso, la lógica actúa de maneras misteriosas y debe ser como decía irónicamente Osvaldo Bayer, Hitler mató millones de judíos, pero hizo autopistas y le dio trabajo a todo el mundo.  Pensar el significado de las palabras “Memoria, Verdad y Justicia” no es un ejercicio solo para míster El Dipy. El consejo le cabe también a algunos políticos de Juntos por el Cambio y otras faunas autóctonas que hacen comparaciones numéricas entre los 30 mil desaparecidos y desaparecidas y las personas  fallecidas por Covid. El último 9 de Julio, en esas marchas de consignas amplias donde prima la utilización de los símbolos patrios para autoproclamarse  como únicos herederos de Argentina y con una notoria pertenencia política partidaria, nuevamente fueron vandalizados los pañuelos de las Madres que están alrededor de la pirámide en la Plaza de Mayo. Las pintadas hacían alusión al número de muertos por la pandemia en nuestro país.   Asuntos más sagrados El 17 de junio el Obispo Castrense, Monseñor Santiago Olivera, se dirigió por carta a los sacerdotes del vicariato. Recordó escritos del Papa Francisco, ex Jorge Bergoglio, al tiempo que pidió por la prisión domiciliaria para los genocidas de la última dictadura cívica, militar, religiosa.  El texto del Papa Francisco es  “Caminos de Reencuentro” Encíclica Fratelli Tutti, que luego de meditar en voz alta sobre paz, memoria, verdad, justicia y venganza, dice: “La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos”.   “¿Quién no puede sentirse conmovido e interpelado en nuestra querida Argentina?” se preguntó Olivera en su insistente peregrinar por reconciliación.  En su Encíclica, el Papa Francisco también se refirió a la pena de muerte y a la cadena perpetua: “Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto yo lo relaciono con la cadena perpetua. La cadena perpetua es una pena de muerte oculta”. Olivera entonces escribió: “Esta situación, tristemente, la vivimos con tantos presos imputados de delitos en tiempos de la dictadura, algunos casos sin proceso, con detenciones preventivas por más de dos años, con edades muy avanzadas, enfermedades y delicados estados de salud. Incluso en este tiempo de pandemia con riesgo sanitario, no se les ha permitido cumplir la detención en forma domiciliaria”. Así, directo, el obispo Castrense. Pero cuando creíamos que lo peor ya había pasado, llegó el cierre: “Que esta Encíclica que nos ha regalado Francisco nos permita crecer como sociedad en amistad y concordia, buscando siempre el bien común en verdad, memoria y justicia”. Santiago Olivera, el Obispo para las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad de la República Argentina, estuvo pensando en el significado de las palabras Memoria, Verdad y Justicia, pero la hostia le cayó del lado de la impunidad.  Escuchar a las víctimas Otorgar el beneficio de prisión domiciliaria a detenidos por crímenes de lesa humanidad es algo que viene en aumento desde 2015,  más de la mitad están en su casa. Algunos incluso la conservan después de salir a pasear sin autorización o pese a haber estado prófugos. En los juicios de todo el país las víctimas piden lo mismo: cárcel común, perpetua y efectiva. Cuando en 2017 la Corte Suprema de Justicia decidió acelerar el proceso de impunidad favoreciendo a los genocidas con el 2×1, el repudio de la sociedad fue enérgico. Con los pañuelos de las Madres en alto se realizaron movilizaciones en toda Argentina y en el extranjero. El Congreso aprobó una Ley para evitar su aplicación. El máximo Tribunal volvió a sacar las cuentas; ahora el resultado le daba rechazo multitudinario y dio marcha atrás.  “Revocar las prisiones domiciliarias otorgadas a los imputados y ordenar sus traslados a cárceles del Servicio Penitenciario Federal” ordenó el 10 de junio de este año el 

La caravana convocada por el Sitio para la Memoria ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes pasó por la puerta de la casa del ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Bergés, quien pese a sus condenas por crímenes de Lesa Humanidad, goza del beneficio de la prisión domiciliaria en la localidad de Quilmes. “¿Dónde está Rosita?”, fue la consigna que las y los militantes exhibieron frente a su domicilio el 24 de marzo. El cartel colgado en la persiana de su casa llamó la atención. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele Al lado del cartel celeste de la empresa de seguridad privada hay otro cartel, blanco y con letras negras: “ES BUENO ESTAR EN CASA”. Cualquier transeúnte podría pensar que desde esa ventana proponen cuidarse del Covid-19, pero no. Se trata de un mensaje siniestro de impunidad. Porque en esa casa de rejas verdes vive un torturador, violador y ladrón de bebés, el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Bergés. El 22 de Mayo de 2001, por ordenanza municipal “para perpetuar la memoria de los desaparecidos durante la represión”, la calle donde Bergés actualmente goza de la prisión domiciliaria cambió de nombre y pasó a llamarse “Madres de Plaza de Mayo”. Sin embargo la casa conserva dos placas con el nombre incorrecto: “Magallanes 1441 ex 723” y “Magallanes 723”. El 24 de marzo, desde el consejo del Sitio para Memoria ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes, realizaron una caravana recorriendo el territorio. Unieron en su recorrido los Sitios de Memoria, ex centros clandestinos como El Infierno de Avellaneda, Pozo de Banfield y Pozo de Quilmes, actualmente en juicio, en el que Bergés ha sido ya varias veces reconocido por sobrevivientes. También fueron hasta Temperley, en el Barrio San José, recordando la Masacre de Pasco, ocurrida el 21 de marzo de 1975 a manos de la Triple A.  En Quilmes pasaron por la Comisaría 3ª que “durante el Rerrorismo de Estado albergó prisioneres ilegales” y por la Comisaría  1ª, que tuvo “detenidas ilegales en cautiverio” y donde “cuatro jóvenes fueron torturados y asesinados” en 2004, informaron desde el sitio en la invitación a la actividad. En un tramo del recorrido, pasaron cerca de la casa del represor y se realizaron una serie de intervenciones, como repintar el nombre de la calle Madres de Plaza de Mayo.  Rosita Una militante de la caravana bajó del auto y comenzó a tirar volantes y mariposas de papel para el otro lado de la reja verde de la casa del represor Jorge Bergés. A los pocos segundos, “Como a los nazis/les va a pasar/adonde vayan los iremos a buscar”, era el retumbar que sobresalía en las gargantas y la pregunta: “¿Dónde está Rosita?” atravesaba el viento en cartulinas blancas. Durante la actividad no solo se identificó el domicilio del torturador, violador y ladrón de bebés nacidos en cautiverio, también se repintó el nombre de la calle, se colgaron pañuelos blancos en los árboles y se habló con los vecinos y vecinas.   Viviana Buscaglia, del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia, contó a La Retaguardia la historia de Rosita, una beba robada por el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires: “El caso de Rosita es emblemático para Quilmes. Cuando en diciembre del 1976 secuestran a Silvia Mabel Isabella Valenzi la llevan al pozo de Quilmes, en febrero de 1977 la reconoce María Kubik Marcoff, que estaba presa ahí y tenía a su hija también ahí, ella dice que estuvo con Silvia y que estaba embarazada. El 2 de abril la llevan a Silvia a parir al Hospital de Quilmes y atiende el parto el Doctor Blanco. Da a luz, la trasladan, y del Pozo de Quilmes la llevan al Pozo de Banfield. Silvia cuenta que había dado a luz estando en cautiverio en el Hospital de Quilmes y las presas que estaban ahí no le creían. La última vez que se la ve a Silvia es a fines de abril, y está desaparecida”. Quien llevó a Silvia a parir al Hospital de Quilmes fue Bergés, en ese momento médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.   “El 2 de abril nace Rosita, la hija de Silvia”, retoma Buscaglia, “el Doctor Blanco lo echa a Bergés y Silvia puede contar que estaba secuestrada.  La partera era Norma Brola. Anotan en el libro de partos que había nacido Rosita y después lo tachan, lo borran, ese libro está en la Justicia”. La enfermera Generosa Fratassi y la partera María Luisa Martínez, trabajadoras del Hospital, se van a poner en contacto con la familia de Silvia para avisarles del nacimiento de Rosita. “No estaban de guardia en ese momento y al día siguiente, cuando van a trabajar, se enteran de que Bergés había traído a esta parturienta y que la beba no estaba en neonatología. Silvia y la beba habían desaparecido”.  Martínez y Fratassi escriben una carta a máquina de escribir y Emma Salas de Ciavaglia la deja en el correo con remitente anonino, así “avisan a la familia de Silvia que estaba viva, que había dado a luz en el Hospital de Quilmes una niña y le había puesto Rosita”. Fratassi y Martinez son secuestradas, “se las vio en Vesubio”, y sus cuerpos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.   “Por eso cada vez que hacemos una campaña de visibilización de que Bergés está cumpliendo prisión domiciliaria, para los y las quilmeñas, la pregunta es: “¿Dónde está Rosita?”, además de todos los bebés que este genocida se apropió”, concluyó  la integrante del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia.