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“Es bueno estar en casa”, el cartel en la persiana del genocida Jorge Bergés

Por LR oficial en Derechos Humanos, genocidio, jorge bergés, Lesa Humanidad, madres de plaza de mayo, Nacionales, Pozo de Quilmes/Banfield/Lanús, Ronda de las Madres

La caravana convocada por el Sitio para la Memoria ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes pasó por la puerta de la casa del ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Bergés, quien pese a sus condenas por crímenes de Lesa Humanidad, goza del beneficio de la prisión domiciliaria en la localidad de Quilmes. “¿Dónde está Rosita?”, fue la consigna que las y los militantes exhibieron frente a su domicilio el 24 de marzo. El cartel colgado en la persiana de su casa llamó la atención. (Por La Retaguardia)



✍️ Redacción: Paulo Giacobbe
💻 Edición: Fernando Tebele

Al lado del cartel celeste de la empresa de seguridad privada hay otro cartel, blanco y con letras negras: “ES BUENO ESTAR EN CASA”. Cualquier transeúnte podría pensar que desde esa ventana proponen cuidarse del Covid-19, pero no. Se trata de un mensaje siniestro de impunidad. Porque en esa casa de rejas verdes vive un torturador, violador y ladrón de bebés, el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Jorge Bergés.
El 22 de Mayo de 2001, por ordenanza municipal “para perpetuar la memoria de los desaparecidos durante la represión”, la calle donde Bergés actualmente goza de la prisión domiciliaria cambió de nombre y pasó a llamarse “Madres de Plaza de Mayo”. Sin embargo la casa conserva dos placas con el nombre incorrecto: “Magallanes 1441 ex 723” y “Magallanes 723”.
El 24 de marzo, desde el consejo del Sitio para Memoria ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio Pozo de Quilmes, realizaron una caravana recorriendo el territorio. Unieron en su recorrido los Sitios de Memoria, ex centros clandestinos como El Infierno de Avellaneda, Pozo de Banfield y Pozo de Quilmes, actualmente en juicio, en el que Bergés ha sido ya varias veces reconocido por sobrevivientes. También fueron hasta Temperley, en el Barrio San José, recordando la Masacre de Pasco, ocurrida el 21 de marzo de 1975 a manos de la Triple A. 
En Quilmes pasaron por la Comisaría 3ª que “durante el Rerrorismo de Estado albergó prisioneres ilegales” y por la Comisaría  1ª, que tuvo “detenidas ilegales en cautiverio” y donde “cuatro jóvenes fueron torturados y asesinados” en 2004, informaron desde el sitio en la invitación a la actividad. En un tramo del recorrido, pasaron cerca de la casa del represor y se realizaron una serie de intervenciones, como repintar el nombre de la calle Madres de Plaza de Mayo. 
Rosita
Una militante de la caravana bajó del auto y comenzó a tirar volantes y mariposas de papel para el otro lado de la reja verde de la casa del represor Jorge Bergés. A los pocos segundos, “Como a los nazis/les va a pasar/adonde vayan los iremos a buscar”, era el retumbar que sobresalía en las gargantas y la pregunta: “¿Dónde está Rosita?” atravesaba el viento en cartulinas blancas. Durante la actividad no solo se identificó el domicilio del torturador, violador y ladrón de bebés nacidos en cautiverio, también se repintó el nombre de la calle, se colgaron pañuelos blancos en los árboles y se habló con los vecinos y vecinas.
 
Viviana Buscaglia, del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia, contó a La Retaguardia la historia de Rosita, una beba robada por el ex médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires: “El caso de Rosita es emblemático para Quilmes. Cuando en diciembre del 1976 secuestran a Silvia Mabel Isabella Valenzi la llevan al pozo de Quilmes, en febrero de 1977 la reconoce María Kubik Marcoff, que estaba presa ahí y tenía a su hija también ahí, ella dice que estuvo con Silvia y que estaba embarazada. El 2 de abril la llevan a Silvia a parir al Hospital de Quilmes y atiende el parto el Doctor Blanco. Da a luz, la trasladan, y del Pozo de Quilmes la llevan al Pozo de Banfield. Silvia cuenta que había dado a luz estando en cautiverio en el Hospital de Quilmes y las presas que estaban ahí no le creían. La última vez que se la ve a Silvia es a fines de abril, y está desaparecida”. Quien llevó a Silvia a parir al Hospital de Quilmes fue Bergés, en ese momento médico de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.  
“El 2 de abril nace Rosita, la hija de Silvia”, retoma Buscaglia, “el Doctor Blanco lo echa a Bergés y Silvia puede contar que estaba secuestrada.  La partera era Norma Brola. Anotan en el libro de partos que había nacido Rosita y después lo tachan, lo borran, ese libro está en la Justicia”.
La enfermera Generosa Fratassi y la partera María Luisa Martínez, trabajadoras del Hospital, se van a poner en contacto con la familia de Silvia para avisarles del nacimiento de Rosita. “No estaban de guardia en ese momento y al día siguiente, cuando van a trabajar, se enteran de que Bergés había traído a esta parturienta y que la beba no estaba en neonatología. Silvia y la beba habían desaparecido”. 
Martínez y Fratassi escriben una carta a máquina de escribir y Emma Salas de Ciavaglia la deja en el correo con remitente anonino, así “avisan a la familia de Silvia que estaba viva, que había dado a luz en el Hospital de Quilmes una niña y le había puesto Rosita”. Fratassi y Martinez son secuestradas, “se las vio en Vesubio”, y sus cuerpos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.  
“Por eso cada vez que hacemos una campaña de visibilización de que Bergés está cumpliendo prisión domiciliaria, para los y las quilmeñas, la pregunta es: “¿Dónde está Rosita?”, además de todos los bebés que este genocida se apropió”, concluyó  la integrante del Colectivo Quilmes Memoria Verdad y Justicia.