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La Noche de los Lápices


Dos personas vandalizaron un mural de La Noche de los Lápices en Quilmes. Dejaron una cabeza de chancho con velas en la boca. La opinión de Hugo Colaone, Secretario de Derechos Humanos del Municipio; y de Viviana Buscaglia, integrante del Colectivo Quilmes, Memoria, Verdad y Justicia. El mural ya fue restaurado. Texto: Paulo GiacobbeEdición: Fernando TebeleFotos: Iván Acosta  Al cumplirse un nuevo aniversario de los secuestros y desapariciones de estudiantes de La Noche de los Lápices, una serie de murales fueron vandalizados en la localidad bonaerense de Quilmes. Sobre el retrato de Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Eva Duarte de Perón y Juan Domingo Perón, escribieron “chorros”, “vendepatrias”, “dictadura y terrorismo”, “mierda K”. En otro mural de La Cámpora, que agradecía a Néstor, escribieron a favor del Terrorismo de Estado: “que vuelvan los militares”. Pero sin dudas, el acto más repugnante y elaborado ocurrió en la esquina de Brandsen y Coronel Pringles, cuando de una camioneta Kangoo se bajaron dos personas y se dirigieron al mural en homenaje a las y los compañeros desaparecidos de La Noche de los Lápices. Era “la noche del 17 de septiembre para el 18”, relatóa La Retaguardia Hugo Colaone, Secretario de Derechos Humanos del Municipio, cuando “apareció vandalizado con una cabeza de chancho, con velas en la boca, con un cuchillo en la cabeza, con otro cuchillo en la boca y una peluca muy similar al pelo que tiene Cristina”.  Existe una presentación judicial por vandalización y la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, escribió en Twitter: “Así amaneció este mural de Quilmes que representa un homenaje a la lucha e historia de los jóvenes desaparecidos en La Noche de los Lápices. Una vez más vemos cómo los discursos del odio llevan únicamente a más violencia”. El mural fue realizado por la agrupación política “La Jauretche juventud”, con la consigna: “Los lápices siguen escribiendo”. Colaone  trazó un paralelismo entre el ataque a Cristina y la vandalización del mural: “Después del ataque a Cristina, que por suerte el tiro no salió, nos deja una enseñanza: siguen siendo los mismos los odiadores a todo lo que sea el campo nacional y popular, y van a seguir existiendo. Estamos en un espiral de violencia, que por suerte no es respondida por el pueblo, sino que lo hacen ellos nada más, pero incentivados por los medios de comunicación que si están en esa tónica de odio. Incentivan a quienes quieren atacar y vandalizar a la noche de los lápices”. La respuesta al acto repugnante con la cabeza de chancho llegó inmediatamente: “Entre un montón de organizaciones volvimos a blanquear el mural”, y se reforzó la misma consigna: “los lápices siguen escribiendo”. Esta vez firmada por todas las organizaciones. “A la fuerza brutal de la antipatria le oponemos la fuerza del pueblo organizado en paz y con amor”, concluyó el Secretario de Derechos Humanos del Municipio de Quilmes.  La militante de Derechos Humanos e integrante del Colectivo Quilmes, Memoria, Verdad y Justicia, Viviana Buscaglia, brindó el antídoto para los ataques fascistas: “Solemos decir que no importa lo que hagan ellos, que lo importante  es lo que hacemos nosotros ante cada ofensa de ellos. Sabemos de lo que son capaces. El odio los lleva a las más impensadas atrocidades. Que quieran lastimarnos a nuestros iconos, que quieran llevarnos a la violencia permanente, que quieran disciplinarnos, que quieran, que quieran… podemos enumerar infinitamente. Nosotres siempre respondemos desde el amor que nos sustenta”. Por último, Buscaglia resaltó la importancia del trabajo colectivo para recuperar la historia de los pueblos: “Desde nuestras memorias colectivas, plurales, altruistas, coloridas, siempre resignificadas, siempre desde la comunidad organizada, por eso a los que pretendían horrorizarnos les repintamos el mural. Y les decimos, les seguimos diciendo, que los lápices siempre van a seguir escribiendo la historia”.

En una historia poco conocida, 10 alumnos y alumnas de un colegio privado de Florencio Varela sufrieron secuestros, torturas y desaparición forzada durante el último genocidio. Habían querido formar un centro de estudiantes en una escuela de un amigo de Videla. En diferentes audiencias del juicio Circuito ABO V familiares y sobrevivientes dieron sus testimonios para dar a conocer este caso. Redacción: Alejandro Volkind (Radio Presente) / Camila Cataneo (La Retaguardia)Edición: Fernando Tebele (La Retaguardia)Fotos: Transmisión conjunta de Radio Presente y La Retaguardia La referencia a La Noche de los Lápices aparece como ineludible. Un grupo de 10 pibes y pibas que estudiaron en el Colegio Santa Lucía de Florencio Varela sufrieron secuestros, torturas y desaparición forzada durante el último genocidio en Argentina. Entre ellos estaban Ángel Iula y Silvia Schand. Estos casos fueron tratados en la séptima audiencia de ABO V, el juicio por crímenes de lesa humanidad del circuito conformado por los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio “Club Atlético”, “Banco” y “Olimpo”. En esta jornada, declararon por el caso de Silvia Schand y Ángel Iula, Lucia Leonor Schand, hermana de Silvia; y Edelmira Concepción Agüero, sobreviviente, quien estuvo con ellos en el centro clandestino. La escuela privada que unía a los y las jóvenes que quisieron crear un centro de estudiantes, pertenecía a Modesto Evaristo “Tino” Rodríguez. a quien el alumnado califica como una persona por lo menos autoritaria. Era amigo del dictador genocida Jorge Rafael Videla, a tal punto que lo visitó mientras estaba preso y siempre lo reivindicó públicamente. Rodríguez publicó un libro, “Santa Lucía, el Instituto”, con un capítulo que se llama “Rosas y Ortigas”. Para mostrar las rosas, utilizó imágenes de jóvenes practicando deportes; para representar a las ortigas, eligió volantes de las organizaciones de la época. La hermana de Schand y una sobreviviente volvieron a traer esta historia menos reconocida que La Noche de los Lápices, pero igual de impactante. “El Banco” Edelmira Concepción Agüero fue secuestrada en 1978 de una casa de Temperley donde estaba viviendo junto a otras compañeras y compañeros de militancia. “Yo caí un 24 de mayo, no me olvido porque el 25 nos dieron chocolate”, aseguró la sobreviviente. Cayó junto a Martín “Pocho” Faustarriaga, Andrés, más conocido como “Pericles”, “El cabezón” José Ríos y su esposa. También una pareja con dos hijos: Yanina, de 3 y Emiliano, de 1. Comentó que también lo atraparon a Lucio Leone Edelmira contó que al día siguiente secuestraron a “Cristina, Claudio Jose Lépore, también cayó mi responsable Silvia Schand, Angel Lula, Claudio Memo, Teofilo o Teodoro Acuña, Alejo Zurita. Fueron torturados”, señaló durante su testimonio. Al llegar al centro clandestino El Banco le picanearon las muñecas y la llevaron a una celda que tenía una camilla. Luego dijo que “estaba en una celda con una señora que se llamaba Olga, y su esposo Hernan, estaba también allí. Un día la sacaron a Olga y cuando volvió me dijo: ‘me pusieron un arma en la cabeza y nos hicieron firmar los papeles de la casa y del auto’. Otra vez nos sacaron afuera e hicieron que nos iban a fusilar”. “Había detenidos que nos servían la comida una vez por día. Detenidos que colaboraban para llevarnos al baño, porque teníamos grilletes y estábamos tabicados”, manifestó la sobreviviente y afirmó: “Yo estuve ahí 45 días exactos. No sé qué pasó con los otros detenidos que cayeron conmigo”. Su encuentro con Silvia “Una vez, yendo al baño, veo que estaba Silvia con el marido, y ahí me dijo que estaba embarazada, y estoy segura que de cuatro meses”, evocó Edelmira e hizo hincapié en que “nos hacían escribir nuestras historias muchas veces, porque si nos contradecíamos, nos torturaban”. La sobreviviente confirmó que cuando estaba en cautiverio le decían “Loli” y la identificaban como “G-10”. Edelmira puntualizó en que los pisos eran de baldosas blancas y negras. El lugar tenía celdas que estaban enfrentadas y que “no sé si habrá sido una comisaría. 40 compañeros había, eran 2 por celda”, Antes de ser liberada, contó que la llamaron y le preguntaron si la habían torturado. Ella respondió que sí y le advirtieron: “Te vamos a liberar, pero no cuentes nada porque nosotros vamos a estar pendientes de tus movimientos”. Lla dejaron en libertad en la calle Perito Moreno y le dieron plata para volver. “Tomé el subte y el colectivo y llegué a mi casa”, dijo. Los torturadores En un momento de su declaración recordó al “Turco Julián” (Julio Simón) y a uno que conocían como Kung Fu. Coincidió con otros testimonios en que “Colores (Juan Antonio del Cerro) era uno de los represores mas violentos, todos decían que era como un enfermo de la tortura. A otro le decían Sérpico, entre ellos siempre había movimiento cuando caían nuevos detenidos, y ellos se nombraban”. Luego le mostraron fotos de víctimas del Terrorismo de Estado. “Laura, la ubico en el centro clandestino. La recuerdo porque nos servían la comida. Nos asistían a nosotros. La recuerdo muy bien. La conocí en el Centro. Ella estaba destabicada”. Sigue mientras van pasando las fotografías: “Lucio Leone, el esposo de la señora que estaba en la casa de Temperley. Alejo Zurita, “Milko”. Él era miembro de la juventud, estuvo en el centro, él cayó pero yo no lo vi. José Claudio Lépore, “El Tano” le decían. Fue al primero que conocí. Era miembro de la Juventud. Claudio Memo, el “Tortuga” le decían. Lo conocí antes del secuestro y no lo vi pero me dijeron que también había sido secuestrado”. Continúa reconociendo compañeros: “Silvia Schand, ella era mi responsable, mi compañera. “Enana”, “Petisa” eran sus apodos. Tenía 21 o 22 años. Eran todos del colegio Santa Lucía de Florencio Varela”. Además cuenta que “A ellos (Silvia y Angel) los secuestraron en una pensión, estaban como recién casados. Estaban en una celda cerca de mí, los dos juntos. Y ahí me comentó que estaba embarazada. A Ángel creo que le decían “Cabezón”. También reconoció a “Cuca” y expresó: “la recuerdo,

Declaran Walter Docters y Nora Ungaro, sobrevivientes del genocidio; y Marta Ungaro, hermana de Nora y de Horacio Ungaro, uno de los jóvenes secuestrados, desaparecidos y asesinados en el marco de La Noche de los Lápices.

Declaran dos sobrevivientes del genocidio. El primero solicitó preservar su publicidad, por lo que no será televisado.  Luego declara Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices.