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Margarita Meira


(Por Equipo de Comunicación de Madres Víctimas de Trata para La Retaguardia) De lunes a viernes, a la hora del almuerzo, largas filas de gente desfilan por el pasaje Ciudadela en el barrio de Constitución para recoger, por una ventana del número 1249, su ración de comida: “quinientas cincuenta raciones. Hay personas en situación de prostitución, con graves problemas de salud y con niños chiquitos, me piden leche desesperadamente. Tuberculosis, bajo peso, VIH, etc., etc. …”, revela Margarita Meira, la mujer que lleva adelante este comedor que resulta ser, también, su propia casa. Y es que cuando las cosas se pusieron estructuralmente difíciles para el barrio y la sociedad argentina en general, también se pusieron difíciles para ella. En sus propias palabras, “hacia 1988 comenzó a desembarcar en la Argentina el neoliberalismo” (cuyas lógicas y políticas venían esbozándose desde los tiempos de los sucesivos golpes militares, pero se instalaron con especial y explícita fuerza en la década de los ’90 luego de la asunción de Carlos Menem). Entre otras cosas, la apertura de las importaciones llevó a Margarita a perder su trabajo como costurera y a ver su situación económica seriamente afectada. “Claro que lo mismo que me pasaba a mí les ocurría a mis vecinos. El hambre comenzó a ser un problema cotidiano, por lo que decidí organizar en mi casa un comedor comunitario que se llamó Madres de Constitución”. Actualmente el comedor dispone de un suministro provisto por el gobierno de la Ciudad, aunque lo que acaba sucediendo es que el mismo resulta insuficiente y Margarita y sus colaboradoras se ven verdaderamente desbordadas. Poco o nada sospechaba Margarita que tan solo tres años después de la fundación del comedor, en 1991, su hija Susi (cuyo nombre hoy puede leerse tatuado en su brazo) sería secuestrada por una red de Trata para ser explotada sexualmente. Fue con la compañía y la colaboración de su hija que Margarita inauguró el comedor, y fue, a la vez, el secuestro y posterior asesinato de Susi lo que dio comienzo al  arduo camino de búsqueda y lucha que desembocó en la definitiva fundación de Madres Víctimas de Trata en 2015. Durante todos esos años de dolor por la falta de Susi el comedor siguió adelante, y así continúa en la actualidad. Mucho dista la realidad social de ser una fiesta, y poco tiene que ver la solidaridad con una tarea armoniosa realizada alguna vez a la semana para luego sonreír delante de alguna cámara fotográfica. Bien lo sabe Margarita, que así describía la situación del barrio en su libro autobiográfico que vio la luz el año pasado: “Actualmente se vive pésimo porque tampoco hay trabajo. Quienes más sufren son los de menos edad. El otro día le estaba diciendo a un vecinito que estudie, ya que de otra manera nunca iba a tener un buen trabajo, y muy fresco me contestó que más plata iba a ganar en la esquina, arrebatando celulares o vendiendo droga. Y veo que las nenas, en cuanto se van haciendo señoritas, tienen a los proxenetas rondándoles. No estudian, no trabajan, no están bien en la casa, por lo que no les cuesta mucho a las redes de trata convencerlas”. Experiencias como esta motivaron la decisión de establecer, en la casa del Pasaje Ciudadela, además del comedor, un centro cultural donde se brindara apoyo escolar y se realizaran diversas actividades artísticas para dar a las niñas y niños del barrio un espacio seguro, que contribuyera a su crecimiento en libertad y les alejara aunque sea un poco del acecho de lxs explotadorxs. Actualmente la situación del centro es complicada, esencialmente por falta de recursos y personal para brindar los talleres. Al parecer, Constitución es un barrio abandonado no sólo en los sentidos social y económico, sino también en el sentido cultural y artístico, tan fundamental para acompañar el crecimiento de lxs más pequeñxs en un contexto de extrema vulnerabilidad. A esto hay que agregar la situación actual, en la cual el apoyo escolar y las clases online con motivo de la cuarentena no llegan a la infancia que apenas si come. Al hecho de combatir, como se puede, el hambre desde el barrio de lunes a viernes durante todo el año, con o sin emergencia sanitaria, a Margarita se le añade la dolorosa labor de acompañar a las otras Madres, sus compañeras, en la búsqueda de sus propias hijas, desaparecidas para ser prostituidas por las redes de proxenetas y explotadores. Las Madres no descansan. Ningún día del año, ni cinco minutos, ni treinta segundos. Cuando Margarita no se encuentra entregando viandas desde el comedor, está luchando con sus compañeras que buscan a sus hijas, o brindando asistencia y asilo a jóvenes en situación de prostitución que han sufrido desalojos o se encuentran en situación de calle. Todo en la más dolorosa de las soledades: con una escasez de recursos insostenible, casi sin atención mediática, por supuesto sin financiamiento alguno de parte de grupos de interés económico, y sin demasiado tiempo para andar enorgulleciéndose de sus acciones a través de las redes sociales. Así relataba, en los días previos a Semana Santa, la situación en el comedor: “Fue una odisea, la gente se pone en la cola y cuando llega no son los que están en la lista. Nos parte el corazón y ahí hacemos magia todos los días. Damos en viandas por la ventana y en bolsas descartables, no entramos nada de la calle. Nos tenemos que organizar para poder entregar 1500 viandas por el feriado”. En su célebre obra “Patas Arriba”, Eduardo Galeano expresaba que “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba a abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder (…) La caridad no perturba la injusticia. Sólo se propone disimularla”. Este es un principio que, consciente o inconscientemente, rige toda la actividad de la organización: el objetivo útlimo que Madres Víctimas de Trata

Margarita Meira, fundadora de Madres de Victimas de Trata, presentó su libro autobiográfico en la feria del libro de Avellaneda. “Margarita y La Anaconda” relata los años de lucha llevada adelante desde el secuestro y muerte de su hija Susi, como impulso para combatir la trata y explotación sexual de personas. Allí estuvieron Valentina Maccarone y Lorenzo Dibiase, realizando el siguiente fotoinforme y relato sobre la presentación. (Por Lorenzo Dibiase y Valentina Maccarone para La Retaguardia) Fue uno de esos días que son una puerta en la vida. Puerta que marca un antes y un después.Ayer en el contexto de la feria del libro de Avellaneda se presentó el libro de una luchadora que “se viene cocinando a fuego lento”, como dijo la grosa de Blanca Rizzo. Margarita Meira la viene remando hace 25 años desde que las redes de trata se llevaron a su hija y se la devolvieron asesinada. Violada y asesinada por el tercer negocio mas grande del mundo después de la guerra y la droga: la trata.Ayer brilló. Brilló una nueva Marga, empoderada y gigante, que sostiene con fuerza el machete de su tierra misionera para cortarle la cabeza a ese monstruo inmenso que asfixia al pasar: la anaconda.Hoy es urgente hablar sobre trata, hablar sobre prostitución, hablar sobre una de las mayores opresiones históricas que se lleva la vida de millones de niñes, mujeres, trans, travestis y otras disidencias cada día. Urgente hablarlo entre todes, en donde sea y sobre todo, entre varones que somos quienes nos vamos de putas y contribuimos a este sistema de muerte.

Como cada tercer viernes del mes, desde hace dos años, el colectivo Madres victima de TRATA, encabezado por Margarita Meira, junto a la acción urbana de género Mariposas AUGE, hicieron su Ronda en la pirámide histórica de Plaza de Mayo. Al igual que las Madres de desaparecidos/as y asesinados/as de la dictadura, las Madres de las victimas de trata luchan por la aparición con vida de pibas desaparecidas, prostituidas, torturadas y asesinadas por el sistema esclavizador más antiguo de la historia: la prostitución. (Por Valentina Maccarone para La Retaguardia)

Como cada tercer viernes del mes, desde hace dos años, el colectivo “Madres victima de TRATA”, encabezado por Margarita Meira, junto a la acción urbana de género “Mariposas AUGE”, hicieron su Ronda en la pirámide histórica de Plaza de Mayo. Al igual que las Madres de desaparecidos/as y asesinados/as de la dictadura, las Madres de las victimas de trata luchan por la aparición con vida de pibas desaparecidas, prostituidas, torturadas y asesinadas por el sistema esclavizador más antiguo de la historia: la prostitución.  (Por Valentina Maccarone para La Retaguardia)