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Pereyra Rossi


Sus padres biológicos fueron secuestrados en 1977. Su mamá pidió por carta que la criaran sus compañeros. Carlos Karis y Nora Larrubia, quienes asumieron esa responsabilidad, fueron desaparecidos durante la Contraofensiva. Ella presenció los secuestros. Su abuela materna la buscó incansablemente, hasta que la encontró mientras caminaba en las cercanías del lugar del operativo. La terminó criando la familia biológica. En una hora, Selva Varela Istueta narró su tremenda historia con reflexiva entereza y una sonrisa siempre a mano, a pesar de todo. (Por El Diario del Juicio*) ✍️ Texto 👉 Fernando Tebele 💻 Colaboración  👉 Giselle Ribaloff/Valentina Maccarone💻 Edición 👉 Diana Zermoglio📷 Fotos 👉  Gustavo Molfino/Andrés Masotto Selva Varela Istueta sostiene una foto en la que se la ve de pequeña junto a quienes considera sus padres: Carlos Karis y Nora Larrubia.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio ¿Cómo repercutirá el cuidado para tocarse en este juicio, que bien podría ser llamado el juicio de los abrazos? ¿Asistirá menos gente a la sala de audiencias? ¿Qué más puede oírse con aires de novedad en un juicio que ya tuvo cerca de ciento cincuenta testimonios? Esas fueron algunas de las preguntas que sobrevolaron durante la previa de la jornada. En poco más de una hora todas las respuestas quedarán a la vista.Del Covid-19 comienza hablando el presidente del Tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, apenas después de su saludo. Pide que no haya más de veinticinco personas del público escuchando cada testimonio, de manera tal que quedará libre alguna silla entre asistentes. Como ya había contado en algunas otras audiencias, explica con tono de disculpas que la administración de la sala no corresponde a este tribunal, sino a otro de San Martín, y que es Casación la que debe propiciar que se provean los elementos de limpieza necesarios. Dice que el alcohol en gel que se ve en el estrado lo han comprado los mismos jueces. En los baños no hay jabón…Hay algo menos de gente que habitualmente, pero cuando se recorre con una mirada la sala, una veintena de rostros aparecen infaltables. Ya está sentada en su silla la primera testigo cuando piden que no se cierren las puertas para que haya circulación adecuada de aire. Aunque permanezcan abiertas las dos puertas a cada costado trasero de la sala, el aire se torna pesado apenas comienza a hablar Selva Varela Istueta.Selva es colorida. Desde la blusa hasta sus aros, una paleta de colores recorre su cuerpo. Incluso su pelo tiene varios claroscuros que terminan en un rodete superior bien rubio. Como cada testigo, está de espaldas al público, por lo que hay que ver los televisores para apreciar la sonrisa que suelta cada tanto y se percibe a través de su voz.“Mi historia es compleja como tantas historias que me imagino han escuchado en este tribunal, basada en mucho relato, en un entramado de idas y vueltas en el tiempo, en diálogo permanente en esta construcción entre presente y pasado con diversas miradas de mi historia; en búsquedas, algunas fértiles otras truncas. Este largo camino me ha llevado hasta aquí”, dice con tono firme, seguro y amable. De arranque queda en evidencia que su historia es difícil -también- de contar. “Mi nombre es Selva María Varela Istueta. Soy hija biológica de Mario Anibal Bardi y Claudia Istueta, ambos eran médicos, militantes montoneros de zona sur del área de sanidad. Fueron detenidos desaparecidos en el año 1977 en oportunidades diferentes: primero mi papá, en enero; luego mi mamá, en noviembre. Para esa época yo tenía un año de edad”. Es tan compleja la historia de Selva que no está allí para hablar de sus padres biológicos, sino de quienes considera su papá y su mamá: Carlos Karis y Nora Larrubia, integrantes de Montoneros desaparecidos durante la Contraofensiva. Entonces habla de ambos. “Carlos Karis era oriundo de Miramar. Él se había instalado en la ciudad de La Plata para estudiar medicina. Nora Alicia Larrubia había nacido en Río Cuarto, Córdoba. Su padre era suboficial del Ejército del área de comunicaciones, y había sido trasladado muchas veces por su trabajo. Nora nació allí y después de varias ciudades a las que son trasladadas, en el año ‘62 se instalan en la ciudad de La Plata. En el ‘68 Nora empieza la carrera de medicina; Carlos y Nora cursan juntos, se hacen muy amigos y empiezan su militancia en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Luego se constituyen como pareja y, por su militancia, empiezan a ser referentes importantes de la zona, junto a Susana Larrubia, que es hermana de la Nora”, reconstruye Selva. “¿Cómo se vincula ahí con el caso de mi mamá?”, pregunta para darse pie aclaratorio. Elabora la respuesta con calma y fluidez. “Según testimonios de Daniel Karis, que es el primo de Carlos, con quien yo tuve varios encuentros cuando fui más grande y que va a testificar en este tribunal (dará un escueto testimonio más tarde), la casa donde vivía Karis en agosto de 1977 fue allanada. Se llevaron algunas cámaras de fotografía y otros objetos. Por eso Carlos y Nora deciden irse de La Plata y son trasladados por la organización directamente a la zona sur (del Gran Buenos Aires). Ahí aparece el vínculo con mi mamá, que era responsable del área de sanidad de la Columna Sur de Montoneros. Comienzan a militar juntos”. Varela Istueta con las fotos de sus papá y mamá del corazón como bandoleras,una en cada costado. Aquí se ve a Nora Larrubia.📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio El secuestro y la carta Selva llegó desde Tucumán para estar presente en la sala. Quienes han podido evitar las videoconferencias consiguieron indudablemente que sus testimonios fueran más cercanos. Ella está lejos de ser una excepción. Mucho menos cuando relata el secuestro de su madre biológica y el destino que Claudia soñó para su niña si algo le sucedía. “El 16 de noviembre de 1977, que es cuando mi mamá va a su última cita de la que nunca regresó, yo estaba al cuidado de Carlos y Nora. Desconozco si convivimos en el mismo domicilio, pero claramente