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Sergio Triaca


Eso le decían en su familia a Sergio Triaca, hijo de Numa Osvaldo Triaca y de Olga Elvira Chistoph. Su padre fue juez militar hasta su muerte en 1977, atribuída falsamente a Montoneros. Ambos llevaban a su hijo adolescente a Campo de Mayo, donde Sergio asegura haber visto a por los menos 3 secuestrados. Dice que podría reconocer a una víctima de los Vuelos de la muerte con la que cruzó miradas. El nuevo integrante de Historias Desobedientes de Argentina declaró el 3 de noviembre ante la jueza Alicia Vence, a cargo de la Instrucción de la Megacausa. Su testimonio, como todos los anteriores de hijos e hijas de genocidas, es un golpe de nocaut contra los discursos neonegacionistas y un nuevo aporte a la Memoria, la Verdad y la Justicia. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista y ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Captura de imagen del YouTube de La Retaguadia —Hola, quería felicitarlos por el trabajo que hacen con los juicios. Es la noche del jueves 18 de noviembre en el Auditorio de ATE Capital. Acaba de finalizar el acto de cierre del año de la Comisión Vesubio y Puente 12. Su saludo se confunde con el de tantas otras personas que nos colman de cariño. Pero rápidamente se advierte algo que lo distingue del resto: Sergio Triaca comienza a tirar algunos datos de su historia. Le decimos que nos cuente más cuando quiera y que quedamos a disposición. Semanas después se lo empieza a ver activo en el chat de las transmisiones de TV que La Retaguardia realiza en el Canal de los Juicios en YouTube. Entonces volvemos a contactarlo, y nos dice que quiere hacer pública su historia. Otra vez es jueves. De prolija camisa celeste, Sergio está ansioso. Se le nota. También nosotros lo estamos. Después de haber leído la declaración que dio el 3 de noviembre en el juzgado de la Dra. Alicia Vence, que instruye la Megacausa Campo de Mayo, queda claro que su testimonio da un paso más entre los que han entregado hijas e hijos de genocidas: él no solo va a contar lo que vivió en el seno familiar. También va a emocionarse hasta la angustia narrando lo que vio en Campo de Mayo en 1977, cuando tenía 14 años. En este momento en que los discursos neonegacionistas tienen incluso hasta representación parlamentaria, cada vez que aparece alguien que ha sido criado en esos entramados militares que se pueden imaginar rígidos, duros y monolíticos en lo ideológico, y que rompe con todo eso para cruzarse a la vereda de enfrente, el impacto es notable. Y despierta otras historias. Siempre despierta otras historias que conoceremos más pronto que tarde. Lo presentamos como un testimonio valiente, pero Sergio duda. “Estoy participando de Historias Desobedientes Argentina, que también me da mucha fuerza, pero no sé si lo mío es valentía. Yo simplemente quiero aportar un granito de arena para el histórico informe del Nunca Más. Y mi humilde pretensión es aportar lo que he vivido, lo que he escuchado, lo que he visto, y rendir homenaje con este simple testimonio que empecé, pero que voy a continuar. Hice un testimonio hace poquito en el Tribunal este de la Dra. Vence y bueno, es el puntapié”, comienza. —¿Quiénes eran tu papá, que está fallecido; y tu mamá, que tiene 93 años, y qué hacían en Campo de Mayo? —Mi padre, Numa Osvaldo Triaca, coronel de Ejército de Infantería. Su último destino fue en Campo de Mayo, en el Comando de Institutos Militares. Y mamá, Olga Elvira Christof de Triaca, trabajó junto a mi padre los últimos seis años. Mi padre falleció en el año 77, así que calculo que del 71 en adelante mi madre viajaba todos los días con papá a Campo de Mayo. Doy fe porque se iban temprano juntos a trabajar y eso fue así durante cinco o seis años. Ese fue el último destino de mis padres. Han habido otros destinos, pero ese fue el que ha marcado mi vida. En el año 77 era más conciente, yo tenía 14 años, nací en 1963. Lo que ha marcado mi vida fue ese último año, en especial 1977. Esos son mis padres y dónde trabajaron y ahí estoy situado yo con esa edad, en esos momentos.  —¿Vos ibas frecuentemente a Campo de Mayo? te llevaban frecuentemente?  —Sí, iba frecuentemente, porque los hijos de militares… o como cualquier padre o madre que lleva a sus hijos al trabajo, a veces inocentemente. Quizá por casualidad, quizá yo no tenía que ir al colegio ese día, o tenía que ir quizás al Hospital Militar de Campo de Mayo, porque esa era mi obra social. Me hacían atender con un clínico o con el odontólogo. Recuerdo muchísimo haber ido a Campo de Mayo y entonces también iba a la puerta de entrada del Comando de Institutos Militares y mi padre me dejaba en el Casino de Oficiales. Yo fui muchas veces, respondiendo a tu pregunta, a Campo de Mayo, por estos motivos de ir a mi obra social o de quedarme en el Casino. —En tu declaración judicial vos decías que una de las cosas que más te llamaba la atención cuando ibas al hospital era que veías como un movimiento fuera de lo común o que ahora asumís como fuera de lo común: muchas personas civiles ensangrentadas en los pasillos.  —Sí… imagínate que… para un chico de 14 años que solamente vivía esa educación tradicional, hermética, un colegio alemán, todo muy estricto, pero siempre con la disciplina, que se decía: “ustedes no tienen que pensar” o en inglés, cuando teníamos esa materia lo decían también: “You don’t have to think”… Significaría: ustedes no tienen que pensar. Esa era mi formación. Pero eso no quitaba  que a pesar de que eso me inculcaban, de que no tenía que pensar, que cuando yo salía a la vida o iba a acompañar a mi padre, uno está como una esponja y esa esponja absorbe,