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Vicente Zito Lema

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A metros del camión-escenario y de la pirámide con su reja, ahora de muchos metros, digna de trepar, empapelada con fotos de Santiago y de carteles pidiendo justicia, el poeta y dramaturgo Vicente Zito Lema, reflexionó sobre la desaparición de Santiago Maldonado y la gran marcha en la Plaza de Mayo. (Por Paulo Giacobbe para La Retaguardia) Foto: telediariodigital.net Comienza el acto. Vicente Zito Lema se mezcla entre algunos abrazos. La charla es donde las Madres hace 40 años piden justicia. Con los pañuelos a nuestros pies. La reja de la pirámide, repleta de fotos por Santiago y pedidos de justicia. Del otro lado de la reja, las cenizas de las Madres y un mosaico por Jorge Julio López realizado en FaSinPat. La historia argentina resumida.“Todos estamos sumergidos en una profunda angustia. Podría hablar de angustia social. Soy parte de una generación, ’60, ’70, que conoció en carne propia el Terrorismo de Estado. Y eso quizás hace que nuestro cuerpo, que nuestro espíritu, esté frente a estos hechos en una situación más en carne viva, porque es estar reviviendo lo que nos tuvo como presentes de una lucha, de una rebeldía, pero también de un sufrimiento en carne propia. Hemos conocido estas angustias cuando un compañero desaparecía y se abría el espanto de la desaparición, o ver después como los cuerpos humillados por la tortura, el vejamen, quedaban desnudos ante nosotros. Con el sin pudor que tiene siempre la muerte. Y eso es lo que hoy está otra vez vivo acá, la muerte, el horror, la desaparición está otra vez viva entre nosotros. A eso se une la complicación de que es siempre más fácil ver las cosas cuando están en blanco y negro. A una dictadura militar nadie puede pedirle otra cosa que lo que por naturaleza las dictaduras militares hacen, que es reprimir, perseguir, desaparecer, matar. Ahora de golpe estamos en un momento que una buena parte de la sociedad se siente representada por el actual gobierno y a partir de esa situación cuesta hacer entender a la sociedad que estamos practicando un camino que no conduce a buen sentido, porque la democracia no es algo que se da una vez y ya queda fijo, estático. La democracia es un acto que está continuamente vivo, que tiene que reproducirse y darse día a día, que está en juego continuamente. Y eso es lo que algunos sectores no quieren entender y otros, desde el poder, que lo entienden porque lo están practicando. Deforman la realidad con los grandes medios de comunicación y cuando sucede y queda desnudo, las formas autoritarias, las formas criminales del actual gobierno, que no implica responsabilidad directa de todo aquel que lo votó, tratan de negar la realidad y luego practicar la renegación psicótica, que es negar la realidad y luego negar que la estás negando. Y eso sucede con buena parte de la sociedad argentina, lo que te da más horror todavía, porque ante nuestros ojos se violan diariamente los derechos humanos, se van agotando las prácticas realmente democráticas y sin embargo se mira para otro costado. Estamos en vísperas de unas elecciones donde yo no pido que la sociedad vote a determinado político o a determinado partido, lo que yo pido, casi con desesperación, es que no avale con su voto una política que directamente es de violación abierta de los derechos humanos. Hay muchas posibilidades: podés votar en blanco, te podés quedar en tu casa, tenés montones de partidos, grandes y chicos. Por lo tanto, no hay cómo decir: ‘bueno, yo tengo el derecho de votar a quien quiera’.  No, en la vida vos no podés votar a la muerte, porque si votás a la muerte sos responsable de la muerte en distintos grados que el que mató o el que dio la orden, pero tenés también una absoluta responsabilidad. Todas estas cosas nos están mostrando una gran mayoría social que insiste en cerrar los ojos, el corazón, la conciencia. Y por otro lado está otro sector social, básicamente de juventud y los que hemos conocido en carne propia la dictadura, que estamos acá diciendo: no a la memoria del horror. No queremos que se repita el horror. Está por verse qué pulsión, la de vida o la de muerte, triunfa. Estamos en el medio de un combate muy, muy difícil. Esperamos que el bien triunfe en este momento tan difícil para la sociedad argentina. Esta plaza tiene un peso simbólico absoluto y lo que se juegue aquí tiene una contundencia que excede su verdadero espacio territorial. Ya es un símbolo histórico, que las conciencias más activas de la sociedad estén hoy aquí nos tranquiliza. Ese fuego de nuestra generación, pese a tanta persecución y muerte, no se apagó. Insisto, tanta gente joven y tanta gente grande, que habiendo conocido el horror, lo supera y vuelve a estar acá, abre esa esperanza de cambiar el mundo, a la que no queremos renunciar. Hoy más que nunca, en nombre de Santiago Maldonado”.DESCARGAR

El poeta y dramaturgo, que fue defensor de presos políticos en los ’70, analizó la situación “con la seguridad que me da haber participado con, por ejemplo, Rodolfo Ortega Peña” de los juicios políticos previos a la última dictadura militar. Zito Lema había declarado en mayo: “Incito al delirio y a la subversión, me declaro rebelde ante el gobierno”. Ahora reafirma sus duras críticas al macrismo desde el poder y la poesía de sus palabras. Fue durante una emisión de Sueños Posibles, el programa que conduce Alfredo Grande junto a Irene Antinori, y del que también participó la ex legisladora porteña Susana Etchegoyen. (Por La Retaguardia) Vicente Zito Lema habla pausado. En tiempos en los que la velocidad parece ser un valor, él prefiere las palabras justas y las pausas. Es difícil no dejar todo de lado para sentarse a escucharlo. Lo mismo pasa cuando se lo lee. Es la calma necesaria para asistir a su análisis crudísimo sobre este tiempo con Macri presidente. “Espero que algunos de los tantos sueños que tenemos a pesar de las tormentas de invierno y de verano se puedan concretar este año. Algo de vida tiene que seguir viviendo. Tengo la desgracia de decir que como poeta me animé a ver y a denunciar lo que iba a hacer este gobierno. Apenas habían pasado unos días del advenimiento del monstruo al poder yo me declaré rebelde y llamé al delirio y a la subversión frente a la razón y al orden de una legalidad que apesta a podrido por los cuatro costados. Tengo la desgracia de ser poeta en el aspecto de mirar lo que viene y no sé por qué una tradición de miles de años de poder atisbar con honestidad en el horizonte. Antes de las elecciones dije que corríamos el riesgo de ponernos una soga en la garganta con la loca idea de que luego el verdugo que seguramente traeríamos nosotros o una parte grande de nosotros no nos la apretara”, dijo ante la primera pregunta. No hizo falta demasiado para que siguiera. “Pasó un año, el verdugo apretó la soga de buena parte de la sociedad, especialmente de los sectores más sufridos. Me doy cuenta de que esa rebeldía sin mayor fuerza, apenas un hombre viejo que se anima a decir eso, de todas formas expresaba la verdad de mis pasiones y mis precarios razonamientos que en este caso tienen la fortaleza de conocer demasiado bien a este país. Trabajo en la política, en el campo de los derechos humanos, en el arte desde la década del sesenta. Son más de cincuenta años que me permitieron decir estas tristezas. Hoy no la ven aquellos originan las tristezas, lucran con ellas o están en esos estados mentales que en lengua simple se llaman de la locura y que por encima de la locura lo que denuncian es una obscenidad espiritual, una cobardía de una parte social que sabe que se está mintiendo día a día porque el monstruo no perdona y lo peor de estas corrientes del capitalismo que algunos llaman neoliberales es que están en el poder con el deseo de hacer el mayor daño, porque decir que sólo buscan riquezas es negar que el ser humano también tiene una parte de podredumbre espiritual que la lleva a buscar la satisfacción en el dolor que causa en el semejante”, analizó El acto del suicidio Zito Lema toma un acto habitualmente individual, el del suicidio, para hacerlo parte de su análisis social: “Ponerse la soga al cuello es un suicidio. Los grandes y pequeños actos de nuestra vida y de la vida social no responden a una sola causa sino a varias que en un momento dado se combinan explosivamente. En eso, mi única pequeña diferencia es agregar que si bien hay una policausalidad, no todas las causas tienen el mismo peso. Hay algunas mayores, otras menores y otras que van surgiendo mientras se pone en movimiento el acto del suicidio. Es un proceso el suicidio. La muerte es nada más que el final, que no siempre lo es porque quedan secuelas de ese proceso ¿Qué hay atrás en la historia argentina? Desgracia, muerte, opresión, un proyecto de revolución que fue castrado en su propio origen. Antes, el sufrimiento de los pueblos originarios y antes, el sufrimiento de siglos y siglos de seres humanos. En general, siempre los que menos tienen frente a los que más tienen. Hay un señor que se llamó Arlt que nos permitió ver que hay una historia y una continuidad de esa historia frente al poder. Se llamen dominadores, esclavos, ricos, pobres, luz o tiniebla. Hay una dialéctica del poder y la sumisión, una dialéctica del bien y del mal que va gestando las cosas. Si nos acercamos en la historia y nos refugiamos en lo que fue la última dictadura militar, ¿quién, con qué derecho, con qué registro intelectual histórico puede imaginar que esa dictadura de la que se salió de mala manera, se salió por desgracia y por impericia más que por fuerza popular? Se trajo un nuevo estado de situación donde lo que se presentaron fueron apariencias de democracia que nunca dejaron de serlo por más que en cada momento de esos años hasta ahora podamos distinguir momentos mejores de momentos más terribles. También sé que ninguno de esos momentos viene a caballo del sacrificio, y sin pudor me incluyo, de mi generación que hizo todo para lograr el gran sueño de la revolución que se truncó y generó nuevos monstruos sin perjuicio de que en alguno de esos momentos desde 1984 hasta estos días parte de la sociedad haya estado mejor de lo que antes estuvo, especialmente los sectores más castigados, débiles. En mi trabajo de derechos humanos yo puedo distinguir los distintos momentos históricos”, sostuvo. Deslizarse hacia el fascismo Susana Etchegoyen es una trabajadora de la salud. Fue legisladora porteña en el momento crucial de la destitución de Aníbal Ibarra. Su análisis fue tan duro como el de Zito Lema: “Si