Eugenio Semino, defensor de la tercera edad: “el sistema jubilatorio es perverso”
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Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad |
(Por Oíd Mortales para La Retaguardia) El Dr. Eugenio Semino es abogado, gerontólogo, criminólogo, y Defensor del Pueblo de la tercera edad de la Ciudad de Buenos Aires. Poco se conoce acerca de los alcances de su función. En esta entrevista además, se refirió a la situación de los jubilados como de “darwinismo social: pareciera ser que solo los más aptos de la especie pueden gozar de sus derechos”.
Oid Mortales: Nos interesa saber cuál es la función del Ombudsman de la tercera edad.
Eugenio Semino: Desde hace ya veinte años la Defensoría del Pueblo creó este instituto que tiene que ver con lo que es el conculcamiento de los derechos de los adultos mayores. Tanto por organismos naciones, provinciales o de la propia Ciudad. Tiene una demanda diaria de alrededor de trecientos a cuatrocientos abuelos o familiares que personalmente denuncian distintos hechos. Por otra parte, en esta trayectoria de alrededor de veinte años, hemos llevado adelante una importante cantidad de acciones colectivas; desde lo que fueron las denuncias contra Alderete; contra Cavallo en su momento, por la privatización del Sistema de Seguridad Social; el recupero del 13% descontado en 2001 a los jubilados y pensionados; lo que tiene que ver con la pérdida del 3% de 2011, en lo que fue la aplicación de la Ley de Movilidad. Y casos que al día de hoy están en la Corte, tal como el requerimiento por lo que fue el fallo Badaro y el caso Eliff, que es un amparo de la Defensoría que está tratando la Corte desde hace tres años, donde se está reclamando que se hagan extensivos los efectos de esos fallos a todos los jubilados que tienen su derecho reconocido, más allá de la situación procesal de los mismos. Esto tiene que ver un poco con esta cuestión macro que atiende las situaciones relacionadas a lo que es la violencia cotidiana y hogareña, a lo que es la violencia institucional, lo que es el abuso y el maltrato, genéricamente planteado.
OM: ¿Ustedes reciben todo tipo de denuncias, reclamos de todas las personas de la tercera edad que viven en la Ciudad de Buenos Aires, pero que pueden actuar o actúan ante organismos nacionales?
ES: Inclusive no tenemos límite. Tenemos abuelos de todo el país. Porque en aquellos que no residen en la Ciudad, la mayoría de ellos están relacionados con organismos nacionales que sí están en la Ciudad, caso PAMI Central, ANSES, entre otros y las distintas obras sociales.
OM: ¿Hay un límite en cuanto a qué se considera las personas de tercera edad?
ES: No. En realidad, hay definiciones de adulto mayor demasiado laxas. Se establece internacionalmente que son, en países no desarrollados, los mayores de 60 años, y en países centrales, los mayores de 65. Esto está relacionado con cuestiones más de mercado o de jubilación que con cuestiones biológicas. Porque al elongarse la vida, estos límites debieran correrse. Pero como la situación de la edad está muy relacionada a la condición social, a la pobreza, no es lo mismo un pobre de 40, 50 o 60 años con un rico de edades similares.
OM: ¿Sobre qué tema reciben los mayores reclamos?
ES : Hay dos grandes segmentos. Tal vez el mayoritario –en términos de la urgencia–, tiene que ver con el abuso y el maltrato tanto en el hogar, en geriátrico, como, fundamentalmente, en el sistema de salud. Hoy, en el pico de mayor movilidad del años, estamos viendo una enorme cantidad de situaciones de falta de camas de internación para problemas agudos. Y sobre todo, falta de camas de terapia intensiva. Esto lleva a que muchos pacientes estén horas y días, o en una guardia, o arriba de una ambulancia. Y que pierdan la vida, también, en esas condiciones. Ahí tenemos una situación de premura y, obviamente, de un destrato más que manifiesto por parte del sistema.
OM: ¿Tanto a nivel de obras sociales o como los hospitales públicos?
ES: Sí. En el pico de morbilidad la falta de camas es absolutamente generalizada e involucra PAMI, obras sociales y hospitales públicos. Hay un tema muy particular de las obras sociales para con los adultos mayores. Ustedes saben que en mayo de 2002, por un decreto, se incorporó la emergencia, el Plan Médico Obligatorio, que exime a la prepagas y obras sociales de dar prestaciones, sobre todo, relacionadas con internaciones de tercer nivel. Es decir, prestaciones estrechamente relacionadas con el adulto mayor. Nosotros lo tenemos cuestionado judicialmente en términos de inconstitucionalidad. Pero al día de hoy, como ni al sistema político ni al sindical le interesa revisar la cuestión, hoy nos encontramos a muchos de los adultos mayores que dependen de esas prestadoras de salud, totalmente abandonados, sin posibilidad de una internación geriátrica. Esto es un tema dramático. Estas cuestiones que uno describe parecen extrañas porque se ha instalado ya desde hace varios años en Argentina que la salud o lo relacionado con la misma es algo que tiene que ver con el ámbito privado de las personas, no es un bien público. La situación es realmente muy grave.
OM: ¿Tienen estadísticas para saber cuántos de esas consultas se resuelven favorablemente?
ES: Tenemos una vía de satisfacción que es importante, alrededor del 75%. Nosotros, más allá de la actuación de lo formal –somos un organismo de la Constitución–, lo que hacemos es tratar de amplificar la voz de quienes ven conculcados sus derechos. Y el tema de esa amplificación, que tenga repercusión sobre el sistema público institucional. El 25% restante se muere. Cuando uno apela a esto, no hace amarillismo, no da golpes bajos, sino que describe una realidad. Lo mismo pasa en otro aspecto donde tenemos mucha demanda, que son los problemas de litigiosidad jubilatoria. Recordemos que hoy hay alrededor de quinientos mil juicios en Argentina, reclamando reajustes o mala liquidación inicial del jubilado. De esos quinientos mil juicios, hay doscientos mil que están paralizados, porque los titulares murieron. Es un sistema muy perverso –se ha instalado desde hace 20 o 30 años en el país–, donde se apela al darwinismo social; pareciera ser que solo los más aptos de la especie pueden gozar de sus derechos. Así, vemos cuatro millones y medio de jubilados ganando misérrimos $2.160. Prácticamente, ninguno de ellos cobra conforme a sus aportes históricos. Y una cantidad de situaciones que aparecen como naturalizándose. Acá hay dos grandes cuestiones que tienen que ver con todas estas demandas. Por un lado, es que rigen políticas de enfermedad. Es decir, no es negocio, sino la enfermedad, porque la industria del medicamento, entre otras cosas, financia las campañas políticas del país desde hace muchos años. Y por otro lado, en términos de lo que son los haberes jubilatorios, hoy vemos muy claramente que el sistema está financiado solo por el trabajo en un 50%. El otro 50%, lo que financia el sistema, son los impuestos. Y de los impuestos que financian al sistema, el que más aporta es el IVA, que sabemos muy bien que es el más regresivo de todos. De esto –que no es ningún descubrimiento en particular que haga uno, sino que, cuando ve los cuadros de internet; así surgen–, no se habla porque sino, debiera en el sistema político institucional, tratarse por ejemplo, cómo financiaría la seguridad social la renta financiera, que no tiene imposición alguna. O la renta minera o la renta de hidrocarburos.
OM: Lo que comentaba usted, los millones que cobran el mínimo, también está naturalizado esto de “en general, son dos los jubilados que lo cobran; está el marido y la mujer. Entonces, son dos ingresos”. O si no, “Lo ayuda el hijo, la hija, alguno de la familia” ¿Será tan así en todos los casos?
ES: Los que opinan así, en general, opinan desde las mesas de Puerto Madero, que gastan $2.000 en la cena, mientras están opinando de esto. Opinan de esa forma y opinan que ‘antes estaban peor’. Seguramente, estas comparaciones, a los jubilados les importan muy poco. Hoy, una canasta elemental de un jubilado –nosotros publicamos dos por año–, en términos de coberturas de sus necesidades básicas, supera los $4.400. En términos de si cobran o no dos jubilaciones, o si los ayudan la hija o el hijo, esto es como si está del lado de la liberación o de la dependencia. Los gerontólogos optamos por la liberación. Lo que opinan de la otra forma –que se puede vivir con $2.000–, lo que están adoptando, es el criterio de dependencia. Si uno tiene que tener una tutela de un tercero después de haber trabajado 30 o 40 años para poder subsistir, en realidad, lo que se hace es hacerlo dependiente de… Esto que se supone, tiene que ver con las perversas opiniones de aquellos que se enriquecen con la función pública. Está relacionado con una cuestión muy clara, que es una cuestión de mercado. Si uno toma las últimas décadas ve que el mercado, que necesitó expandirse a través del consumo interno, incorporó nuevos sujetos de consumo. Y en este caso, el que es un consumidor fenomenal, potencialmente, es el adulto mayor, porque dispone de tiempo. Lo vimos muy claro en la conversión de las distintas monedas al Euro en 2002 en Europa, donde los grandes protagonistas fueron los viejos. A ese tiempo que tiene el adulto mayor hay que agregarle dos cosas para convertirlo en ese fenomenal sujeto de consumo, que es plata en el bolsillo y salud en el cuerpo. En las economías, en los mercados que se restringieron –caso Latinoamérica–, lo que hicieron es, precisamente, no incorporarles estos elementos, no incorporarlos como sujetos de consumo. Pero como vivimos una economía de mercado, si uno no es un sujeto de consumo, pasa a ser un objeto a ser consumido. En términos de esto, lo que vemos en Argentina hace muchísimos años, por ejemplo, el gran negocio de la hipermedicamentalización sobre el adulto mayor. Si uno ve en detalle nuestra sociedad, cuando se habla de adicciones, se habla de los jóvenes o de los chicos. Sin embargo, los grandes adictos son los adultos mayores, sobre todo al psicofármaco; el 75% de los psicofármacos que se producen los consumen adultos mayores.
OM: Por último. ¿cómo pueden llegar a ustedes familiares de personas con estas problemáticas, o ellas mismas?
ES: A la Defensoría se llega por cualquier vía informal. Estamos en Venezuela 842, de la Ciudad de Buenos Aires. 4338-4900 es nuestro teléfono. La dirección de correo es [email protected]. Y nuestra página web www.gerontovida.org.ar.