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Naddeo: “algunos sectores ven los golpes a los chicos como algo natural”

Escrito por el enero 20, 2014


Priscila, una nueva víctima de
la violencia intrafamiliar

  (Por La Retaguardia) A partir de los últimos casos de violencia intrafamiliar conocidos, Priscila en Berazategui y Luciana en Mendoza, ambas menores muertas tras ser brutalmente golpeadas por sus padres, dialogamos con María Elena Naddeo, ex titular del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes y ex legisladora porteña, sobre la falta de una relación de ida y vuelta entre niños y adultos que permita solucionar los conflictos a través de la palabra y no de los golpes, y la necesidad de hacer una fuerte modificación en el sistema educativo.

Alfredo Grande tituló la entrevista con María Elena Naddeo en su programa Sueños Posibles como “El aval cultural del femicidio” y a partir de esta idea inició la conversación con la ex titular del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes y ex legisladora de la Ciudad de Buenos Aires.

-Alfredo Grande: Me gustaría pensar con vos cuál creés que es el aval cultural para que el femicidio sea posible. En algunos países ultrareligiosos, la religión avala toda forma de brutalidad, hace poco se suicidó una chica porque era obligada a casarse con su violador; pero en estos países de occidente, supuestamente menos bestializados por fanatismos religiosos, ¿qué es lo que a vos te parece que le da aval cultural al femicidio?

-María Elena Naddeo: A mí me parece que hay un sustrato cultural y algunos sectores sociales, independientemente de que tengan mayor o menor grado de pobreza, que todavía conciben los golpes y el maltrato físico de los chicos como algo natural. Me parece que si bien en amplísimas capas de la población, en general, en nuestra cultura más garantista, más vinculada con los derechos humanos, hemos avanzado muchísimo y hay todo un reconocimiento de los chicos como sujetos de derechos, por otro lado hay determinados sectores, que yo creo que son minoritarios, pero que de todas maneras implican la vida de cientos de miles de niños y que todavía piensan que los chicos son su propiedad. Acá hay una cuestión que tiene que ver con el atraso cultural, que tiene que ver con una visión de los hijos como cosas, objetos, propiedades, como parte de una posesión y no como un reconocimiento de que son seres autónomos. Me parece que este es el dato que sigue avalando, o generando que determinadas personas golpeen, en este caso, hasta la muerte. Al golpe físico lo vemos en muchos barrios, en muchas denuncias, sigue siendo todavía una práctica para determinados sectores de la sociedad.

-AG: Cuando decís algunos sectores de la sociedad, ¿podrías precisar a cuáles te referís?

-MEN: En realidad nosotros siempre definimos que el maltrato, el abuso, la violencia hacia los chicos, hacia las mujeres no tiene una clase social de pertenencia, que la violencia intrafamiliar atraviesa todos los sectores sociales. Ahora hay un rasgo cultural de atraso, el otro día Ana María Fernández escribió una nota muy interesante en Página 12, en la que habla de la barbarización del lazo social; yo venía pensando hace bastante este tema, yo hablaba del atraso o retroceso cultural que hemos tenido con el derrumbe, la crisis de 2001, la década del ’90, y eso está fuerte todavía en nuestra población, en determinados sectores que no han logrado avanzar culturalmente, ya sea por pobreza o por marginalidad o falta de incentivo. Hay una barbarización, una brutalidad en las relaciones, que se agudiza en algunos casos con el uso de drogas, el consumo de alcohol. Pero, por ejemplo, en el caso de la muerte de Priscila lo que vemos es evidentemente un enorme atraso cultural en las dos familias, particularmente en la que comete el crimen, y una perversión que habrá que analizar en particular. Pero me parece que todavía hay familias que acuden al golpe, al maltrato, porque no está la palabra, el vínculo, no está lo que debe estar que es una relación de ida y vuelta entre adultos y niños. Así que sigue habiendo una cuestión de autoritarismo casi inconsciente diría yo.

-AG: Si así fuera sería mucho más grave, porque todas las conductas que tienen un fuerte fundamento inconsciente son mucho más difíciles de modificar, ojalá fuera más consciente el tema. Vos hablaste recién de los ’90, esa era sin duda la barbarie en relación al quiebre de los lazos sociales; yo creo que 2001, entre tantas cosas, fue el intento de recuperarlos, en algunos momentos fue un intento logrado con las fábricas recuperadas, las asambleas, etc. Y ahora está el nuevo discurso social y político. Desde el oficialismo se habla de década ganada, ¿qué pasó con todo esto durante esta llamada década ganada?, ¿por qué no se ganó más de esto que vos señalas tan bien, citando el trabajo de Ana María Fernández, de la barbarización? ¿qué pasó ya en la trama vincular más fina, dejando de lado los relatos épicos de las grandes mayorías, en la trama más de las familias, las parejas, los trabajos, porque también están todas las denuncias de bullying, ni qué hablar de pedofilia, de incesto, o de trata?

-MEN: Yo creo que en esta década logramos algunas cuestiones pendientes por las cuales luchamos varias décadas atrás. Todo el tema de la reforma institucional de eliminar, de terminar con las cárceles de niños, con los institutos de menores donde encerrábamos a los chicos, tanto aquellos que ya habían quizás cometido un delito incluso sin juicio, sin debido proceso ni nada, junto con los chicos que eran víctimas de violencia y abuso. Parte de nuestro horror, de nuestra historia horrible de haber violentado la vida de varias generaciones de chicos humildes, a veces solamente con el motivo de haber sido pobres, de ser pobres, de estar en la calle. Eso generó toda la lucha por la derogación del patronato de menores, logramos una nueva institucionalidad, logramos modelos de intervención en los cuales no hubiera una criminalización de la pobreza, ni una judicialización innecesaria de las situaciones de pobreza. Eso yo creo que se ganó y fue con una lucha que va a lo largo de treinta años de democracia. Ahora en el tema de las relaciones intrafamiliares, interpersonales, el tema del femicidio, del filicidio, de los noviazgos violentos, yo creo que está pendiente una modificación fuerte en el sistema educativo. Las leyes de educación sexual integral no se han aplicado porque hay una resistencia fuerte de los sectores conservadores y del clero. Cada vez que se intenta generar una política de educación sexual integral el propio Ministerio de Educación envía los cuadernillos a las provincias y muchos son tirados en galpones, se ha denunciado esto en Salta, Tucumán, Mendoza, lo denuncian permanentemente las compañeras. Acá en la Ciudad de Buenos Aires se suprimieron los talleres que llevábamos adelante sobre sexualidad, género y derechos en las escuelas secundarias, y cada escuela está librada a lo que incorpora en su proyecto educativo institucional. Todo esto vinculado al tema de educación sexual pero también al de prevención del abuso, porque educar en una sexualidad responsable, libre, desde chicos, va generando otro tipo de relacionamiento y se van detectando además situaciones que pueden ser comprometidas, negativas para la vida de los chicos y las chicas. Me parece que acá hay una asignatura pendiente de la democracia que tiene que ver con la resistencia de un poder conservador que así como se niega a reconocer el derecho al aborto, seguro y gratuito, también se niega al derecho a una sexualidad más libre, educada en una relación de pares, de entre los diversos géneros. A esto hay que sumarle una ostentación de la violencia social que yo creo que hay,  muy incentivada por la cultura dominante y los medios de comunicación. A mí me parece que el hecho de que un crimen aparezca todos los días, todo el tiempo, convierte a este tipo de situaciones en naturales. En relación a esto esperemos que el aporte de la ley de medios, después de todos estos sinsabores, sirva para cambiar, diversificar y hacer más útil y más humana la dimensión de lo que se ve y se escucha en los medios masivos de comunicación. Me parece que se ha incentivado y naturalizado la violencia, la situación de inseguridad como un alerta que reemplaza la reflexión, la mirada crítica, creo que son estos los problemas que tenemos.

-Irene Antinori: Las pautas de violencia se van transmitiendo y se aprenden, son pautas aprendidas, nadie nace violento sino que el sistema, la sociedad y la familia nos van educando para ser violentos. Frente a esto también hay un Estado que de cierta forma, por los sectores retrógados que vos mencionás, aparece como ausente, como que no podemos dar batalla, ¿qué nos pasa cuando nos horrorizamos ante un caso como el de Priscila, y hay un montón de casos más de chicos abusados o víctimas de las redes de trata de personas?

-MEN: Efectivamente nosotros luchamos para la modificación de la ley de trata, una norma que había salido un tanto incompleta del parlamento nacional. Cuando se votó la ley contra la trata en 2008 se estableció la penalización para quienes traficaban a personas menores de 18 años, pero cuando las víctimas eran mayores de 18 el proxeneta o el tratante quedaba exculpado o excusado por el tema del supuesto consentimiento de la joven mayor de 18 años. Eso se modificó, hay una nueva ley contra la trata, pero me parece que lo que nos está faltando es que haya un plan nacional que atraviese las oligarquías provinciales, los feudos que hay en cada provincia, donde hay bolsones de corrupción. Yo estaba presente el día en que el tribunal superior de Tucumán absolvió a todos los proxenetas que habían estado involucrados en el secuestro de Marita Verón. Yo también soy testigo directo de que en este caso todos en Tucumán, la sociedad, Susana Trimarco, esperaban alguna condena y la verdad que esa absolución, que hubiera tanta impunidad en el más alto nivel de la provincia generó estupor. Ahora se revirtió y detuvieron a los proxenetas, a la Chancha Alé y compañía, pero por evasión de impuestos, por otra causa, parece la historia de Al Capone más o menos.

-AG: Cuando fue el fallo en Tucumán me llamó mucho la atención cierto grado de tolerancia, no voy a decir indulgencia, pero exagerada comprensión de Susana Trimarco tanto con el gobernador José Alperovich como por su esposa, la presidenta provisional del Senado Beatriz Rojkés, es como que estuvo demasiado plácida, yo escuché un diálogo entre ella y Rojkés y prácticamente era un diálogo amable, cuando todos saben, y Alberto Lebbos lo ha denunciado hasta el cansancio, que nada pasa en Tucumán sin el guiño de Alperovich y Rojkés ¿A vos eso no te llamó la atención?

-MEN: Acá tenemos que diferenciar también que hay un poder judicial, un poder ejecutivo y un poder legislativo. Muchas veces actúan de común acuerdo, en otros casos hay independencia o hay diferencias. La impresión que yo tuve es que todo el poder político a nivel nacional, estuvo la gente de la Secretaría de Derechos Humanos, del Ministerio de Justicia, habían acompañado fuertemente a Susana Trimarco con recursos, con patrocinio jurídico. Estaba presente la Nación, pero no estaba presente con fuerza la provincia y por eso yo digo que hay oligarquías provinciales que van más allá de los gobernadores de turno. Yo creo que se perpetúan en los poderes del Estado porque son intereses muy fuertes y las provincias del norte son características.

Hacia el final de la entrevista en Sueños Posibles, María Elena Naddeo reiteró y resumió las medidas aún pendientes de implementación que pueden servir para luchar contra la violencia intrafamiliar: “necesitamos otra educación, otra orientación, otra formación cultural y educativa para nuestros jóvenes, para las mamás, los papás, la verdad que hay mucho para hacer todavía”, cerró la ex titular del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes.

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