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“A Effy no la mató la sociedad, ella decidió morir”

Escrito por el septiembre 13, 2015


Eso dice Dori Faigenbaum, mamá de Effy Beth, la artista trans que murió en 2014.  Esta luchadora por su identidad y sus derechos, contra la discriminación, los mandatos y las violencias de género tuvo muchos nombres: primero tuvo uno de varón, pero eligió cambiárselo por Elizabeth Mía Chorubczyck. Su producción como artista fue tan rica que quienes la conocemos la nombramos simplemente Effy. La charla con su mamá fue emotiva, reflexiva y profunda como es Dori. Sus opiniones no son siempre políticamente correctas y sus ideas a veces resultan incómodas, porque provocan y sacuden, tal como las de Effy. Por ejemplo, cuando rompe con el mito y la idealización de su hija. Dori no vino a La Retaguardia con las manos vacías, nos dejó unas fotos de Effy que ya cuelgan de la pared del Estudio Víctor Basterra. (Por La Retaguardia)

Foto: Nora Lezcano

Fernando Tebele: Si tuviéramos que contarle a alguien que no sabe quién es Effy, ¿qué le diríamos?
Dori Faigenbaum: Primero que fue una persona muy luchadora, que fue una hija maravillosa, que se animó a mucho, hasta que se cansó y dejó solo su obra, que es una obra importante. Effy era una chica trans; cuando me encontraba con alguien le decía que yo tenía una hija que nació varón pero que por suerte pudo llevar adelante y vivir como ella quería vivir, siendo mujer, y que a partir de ser una artista conceptual pudo de alguna manera ir trabajando su identidad, ir aportando a la sociedad – supongo – una manera diferente de comprender qué es ser trans, para que la gente no se quede con esas versiones mediáticas que lo único que aportaban a las chicas trans o a los chicos trans era discriminarlos y pensar que eran un horror, un híbrido, algo que no entraba en ningún concepto, y que ella luchó desde las distintas expresiones artísticas y desde su voz, y desde poner su cuerpo en todo momento para esclarecer un poco el tema. Es una síntesis acotada porque Effy es mucho más que esto que estoy diciendo, también soy la mamá, acuérdense de eso, y encima una mamá judía que es mucho peor. Effy siempre me decía “gracias por nutrirme”, porque me encargaba mucho de que por lo menos coma, aunque era flaquísima y comía muy pocas cosas, porque era muy selectiva a la hora de comer, pero me encargaba de que haya mucho de lo poco que le gustaba, como por ejemplo los chocolates, que no podían faltar. Yo le decía que los chocolates le hacían mal pero que prefería que coma chocolate antes que no coma nada, porque hay que ser judío completo si uno lo es.
Eugenia Otero: A partir de su muerte es como que se multiplicó la obra de Effy, ¿qué te pasa con esto y con que Effy aparezca en tantos lugares? ¿Qué sentís cuando la ves?
D.F.: Me pasan muchas cosas, ver que está en tantos lugares y aparece de diferentes maneras es para mí como una manera de seguir viéndola viva, entonces es como que me aferro a cada aparición de ella, que es solo de esta manera. Yo ya sé que es solo de esta manera porque no va a aparecer de otra, cuando traigo estos cartelitos para que cuelguen en el estudio con sus fotos es porque trato de llevarla conmigo a todos lados, sé que es la única manera que tengo de llevarla adentro mío y afuera mostrando sus cosas, porque como siempre digo a mí me gustaría seguir estando con Effy, solo que no me gustaría estar a donde está ella, sino que me gustaría que ella esté donde estoy yo, sobre todo porque hubiese tenido todavía tanto para seguir haciendo y tanto para dar.
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Frases
E.O.: Dori nos regaló un par de afiches preciosos porque Effy además de ser una artista grosísima era preciosa. Es para que la tengamos presente en La Retaguardia, aunque siempre lo está porque Effy desde su obra hacía una crítica muy profunda y muy filosa del género.
D.F.: Sí, de todo.
E.O.: ¿Querés contarnos sobre ese día en que decidió ir a la marcha con un cartel que decía…?
D.F.: “No existen dos géneros, existe solo uno, el de cada cual”. Ella era también como muy precisa en cómo pensaba todo y me parece que el impacto de toda su obra es que ella no iba a convencer a nadie de nada, sino que iba a trabajar con la representación social de la gente que pasaba frente a su persona, esto quiere decir: “yo no te voy a convencer de que el SIDA es esto u otra cosa, el género es esto u otra cosa, sino que te voy a poner a vos en situación de que pienses y de que digas qué juzgas, qué prejuzgas, o qué opinas en relación a ciertos temas, y si vas a seguir pensando lo mismo después de decirlo en voz alta”. Creo que esto era lo que ella hacía, me acuerdo cuando Lucas Gutiérrez, que es un periodista de Página 12, la llamó en su momento para que lo ayudara a hacer una performance en relación al SIDA y ella le dijo “ya lo tengo, vamos todos a Plaza de Mayo, nos ponemos todos una remera que diga soy portador de SIDA y hacemos una mateada, el que agarra el mate y toma más o menos la tiene clara, el que no lo agarra se va pensando en por qué no agarró el mate, soy un hijo de puta, no, qué estoy pensando de esto, ¿tengo miedo de contagiarme?”. Le tira entonces el paquete a la persona, y esto es lo que ella solía hacer, jugar y coquetear con la representación social del otro para no tener que ser demagoga con ningún precepto, ni concepto.
E.O.: Esto de la remera es algo repetido, ¿qué decían otras remeras?
D.F.: “Soy judía, soy trans, soy bisexual, transexual, una verdadera amenaza a la humanidad”. En realidad ella trataba de hacerse cargo de lo que se tiene que hacer cargo la sociedad. Decía “yo canto primero de las cosas que pienso, pero vos también ponete en situación de pensar”.
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Decisiones
F.T.: A los pocos días de la muerte de Effy se hizo una reunión para hablar sobre ella en Tierra Violeta, fue un homenaje. A mí me causó fuerte impacto dos cosas que vos dijiste aquella jornada, porque además daban cuenta de una lucidez que me llamaron la atención para un momento así; la primera fue que muchos de los que intervinieron allí culpaban a la sociedad del hecho de que Effy haya decidido morir, y vos tomaste la palabra para decir que eso no era así. Y la otra cosa tenía que ver con que algunos chicos hablaban de la muerte de Effy como su última performance y también saliste a cruzar esa opinión.
D.F.: Eso que vos decís de la lucidez, en realidad fue un entrenamiento que tuve con ella porque con la cabeza de Effy yo me tuve que acostumbrar a tener rápidamente respuestas o preguntas pertinentes para poder estar con una persona como era ella, porque también iba muy rápido con su cabecita. La verdad que no juzgo a nadie de Tierra Violeta porque sé que hicieron todo con una excelente intención y con mucho amor hacia su persona. Es un lugar, tanto como Casa Brandon, que la recibió a mi hija con los brazos bien abiertos y yo agradezco a la gente que la recibió así frente a tanta gente que no lo hizo. Se me mezcló el enojo que yo tenía con que ella haya decidido morir con el enojo que me provocó que le adjudiquen a la sociedad su muerte. Lo que yo dije ahí es que en realidad todos tenemos 1000 motivos para enojarnos con lo que la sociedad nos presenta en forma permanente y con lo que la sociedad nos coarta y no nos deja vivir como seres libres, y sin embargo no andamos matándonos y suicidándonos ni terminando con nuestras vidas. En realidad, la que decidió morir fue Effy, no la mató la sociedad. No fue feliz o lo suficientemente feliz, o no estuvo lo suficientemente completa o satisfecha con muchas cosas que sucedían alrededor de ella con la sociedad, pero fue ella la que decidió terminar con su vida porque tuvo una vida bastante tortuosa, de mucha tristeza, de mucho conflicto consigo misma, con mucha ilusión con un montón de cuestiones que no resultaron como ella pensaba y quería, y con mucho cansancio, creo que todo eso fue lo que la llevó a decidir descansar de una vez por todas y para siempre. No fue la sociedad. Fue otra de sus decisiones de mucho coraje, que yo no acepté nunca, no la acepto pero la respeto absolutamente y lo único que me calma es pensar que ahora está mucho más tranquila y está descansando, y solamente por eso “acepto” esta última decisión suya. Lo de la última performance, yo creo también que Effy seducía y coqueteaba y era muy fuerte la impronta que ella dejaba detrás de cada performance, porque tenía ideas espectaculares, pero de ninguna manera esto último fue una performance, sino que fue una decisión que llevó a cabo. Yo fui con mi otra hija a Tierra Violeta, y con quien era hasta hacía poco su novio, los 2 estaban muy consternados mientras escuchaban lo de la performance, y no solamente yo sino también mi hija se paró frente a todos y dijo de manera muy taxativa, creo que después todos dijeron que ahora entendían de dónde venía Effy porque las 2 nos pusimos como muy fuertes frente a ciertas cosas que se dijeron; y mi otra hija dijo “yo no soy del palo de la rama artística, por lo cual no sé el lenguaje con el cual ustedes se manejan en relación a estos temas, lo único que les puedo decir es que la que abrió la puerta y la vio a mi hermana muerta soy yo, y les puedo asegurar que para nada fue una performance, fue una verdad absoluta y terrible, por lo cual nunca más voy a permitir que alguien esté diciendo que mi hermana hizo una última perfomance, mi hermana se mató”.  Yo la vuelvo a escuchar y vuelvo a verla a Effy en esa situación y les puedo decir que no fue una performance, fue decir basta, decir estoy cansada, dejo de estar al menos de esta manera, basta para mí.
E.O.: Creo que todas las personas que nos están escuchando están entendiendo de dónde venía Effy. Esta señora que está hablando es la mamá que la parió y tiene esta polenta.
D.F.: Ese día en Tierra Violeta la verdad que fue un sacudón, se ve que ese día tomé mucho coraje porque tenía que ir pensando con qué coraje seguía yo también viviendo. Entonces me parece que  me empecé a armar desde otros lugares. Una de las cosas que dije es que yo sentía que la estaban idealizando demasiado, y como que idealizar no sirve porque si no es como que empieza a entrar todo en el mundo de la fantasía, de lo irreal. Lo que les dije en ese momento es que necesitaba que empezaran a humanizar a mi hija. La tuve yo, la parí yo, y yo no parí a Gandhi, ni a una figura mitológica griega, ni nada que se le parezca, yo parí a una nena con un pene, con muchos dolores internos, con muchas tristezas, fobias sociales, y que necesitaba que entiendan que de ahí viene esa luchadora, porque si piensan que solamente una persona tan idealizada puede emprender una lucha como emprendió ella entonces estamos perdidos porque nadie se va a jugar por hacer cosas en esta sociedad, porque van a pensar que hay que ser muy especial y muy grande como para poder luchar y salir adelante tratando de trabajar por uno y por otros. En realidad, justamente desde donde viene Effy eso es lo loable, que viene de un lugar de una persona muy chiquita a la que le costaba mostrarse, relacionarse con otros, y miren la obra que hizo, si se van a refugiar en que hay que ser alguien muy especial es solamente una excusa para no hacer nada, y que yo no me iba a prestar a que todos los que están ahí se justificaran en que no son Effy para no luchar por sus ideales. En esa no me engancho. Necesitaba decir esto también porque pienso que no hay que ser nadie especial porque especial son y somos todos y tenemos nuestras miserias y nuestras cuestiones con las cuales podemos salir adelante para proclamar, defendernos y defender a otros de lo que creemos que es justo.
E.O.: Te escuchaba hablar de esta nena con angustias y con sufrimiento, y me acordaba del libro de Gabriela Mansilla, “Yo nena, yo princesa”, sobre Luana, la niña que eligió su propio nombre… El primer capítulo se llama “La Tristeza de Manuel”, y allí Gabriela describe unos primeros años de vida de su hija muy angustiantes, ¿ tu experiencia también fue así?
D.F.: Yo no la veía angustiada a Effy cuando se llamaba Mati y estaba bajo ropas y formas varoniles. La veía diferente, le encantaba jugar con las nenas, hablar con los adultos, y hasta casi podría decir que era un chico feliz, lo que pasa es que ella con el tiempo fue entendiendo que no entendía lo que le pasaba, con el tiempo digo ya más en la adolescencia, que lo que le pasaba no era que era gay, hasta que empezó a entender que existía lo trans, y que lo que le pasaba tenía puntos que entraban en sintonía con la figura de lo trans. Pero una vez me explicó, cuando me empezó a explicar las cosas que le pasaban, que ella por ejemplo no entendía por qué cuando era chiquita se tenía que duchar con el papá, si la hermana no se duchaba con el papá por qué ella sí, pero no entendía claramente que se trataba de esto. Pienso que la adolescencia a ella la marcó con ese lugar de no saber dónde incluirse, porque con las nenas todo el tiempo no, con los chicos no encontraba lugares comunes y estaba como más solitaria, y ahí fue donde se hizo amiga de Kafka y empezó  a leerlo, a Italo Calvino también, a toda la mitología griega, ahí empezó a entrar en el mundo de la literatura porque eran sus mejores amigos, y los que no lo –en ese momento “lo”– iban a abandonar. Perdón pero me cuesta mucho hablar de Effy en masculino porque en la familia soy la que hablo de ella como desde que nació, como si fuese ella pero es porque me acostumbré y porque viví con ella, viví toda la transformación en el día a día.
E.O.: Las personas que trabajamos en estos temas siempre decimos que la identidad de género puede cambiar, y yo te escuchaba recién y decías “yo parí una nena con pene”, y yo me preguntaba: si pensamos que la identidad de género es la vivencia interna, el sentimiento subjetivo de pertenecer a un género, ¿vos pensás que la identidad de género cambió en Effy o siempre fue Effy?
D.F.: Yo soy muy alumna de Effy, es como que aprendí tantas cosas que se me confunde un poco lo que vi, lo que sentí y lo que debí pensar y debí aceptar o acompañar, se me hace muy confuso. Lo que sí sé, que ella me hizo entender, es que ella siempre fue Effy nena, bajo otras ropas y mirada desde otros lugares, pero ella me decía “mamá, yo sigo siendo la hija que vos conocés, mis características no cambiaron, mi personalidad no cambió, mi forma de pensar las cosas no cambió, nada cambió, solamente que me visto distinto”. Yo creo que la vi varón muchas veces, no sé si quise verla varón, me gustó la idea de tener un nene, un hijo varón. También le fui muy fiel en estos últimos años a cómo ella quiso ser tratada, vista, mirada y concebida. Y esto es lo que hacemos las mamás por nuestras hijas e hijos.
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Acompañar
F.T.: Hablaste un par de veces de que la acompañaste y es difícil pensar el rol de la familia en estos casos. Una familia que en este caso tuvo un varón, le puso un nombre de varón y que después se fue encontrando con la decisión de Effy…
E.O.: Por ahí podríamos pensar que Dori tuvo una persona que cuando nació le asignaron el género masculino, como para empezar a desarmar… En relación al sexo de asignación es importante pensar que no nació una mujer o un varón, nació una persona a la que le asignaron el sexo masculino o el sexo femenino en función de sus características biológicas. Creo que Effy ha dado pasos importantes en el sentido justamente de desarmar estas cosas que tienen que ver con el género…
F.T.: Es importante desarmar y desnaturalizar ciertas cosas, así como en una época – y hoy es impensado – en los documentos o en los pasaportes se ponía la raza de las personas, quizás en algún momento en los documentos no figure más el sexo biológico.
D.F.: Esa era una de las luchas de Effy, ella iba por eso, para que no figure varón o mujer en los documentos.
F.T.: Respecto al acompañamiento de la familia, obviamente uno siempre plantea estas cosas desde un lugar políticamente correcto pero muchas veces no puede ni siquiera pensar qué haría uno si le pasara, siempre lo pasamos por el filtro de la corrección política. ¿Cómo se acompaña, qué hicieron ustedes como familia?
D.F.: Así como el tema de la identidad es una construcción y el proceso de transformación es un proceso, palabra que no me gusta usar pero en este caso sí lo vale, a cada uno de nosotros nos tocó acompañarla de otra manera. Hay algunos que pudieron más, algunos que pudieron menos, algunos que se alejaron para después volver y desde otro lugar, algunos que aceptaron desde un principio pero no entendiendo bien qué era lo que estaban aceptando. Voy a hablar de lo que me pasó a mí porque no me gustaría hablar ni por el papá, ni por la hermana, ni por los tíos, aunque lo que podría decir es que al principio no fue un acompañamiento de todos. Lo que me pasó a mí es como que al principio me llevó tiempo la exigencia de aceptarla, me exigí aceptarla, si bien la acompañaba no lo estaba haciendo como ella lo necesitaba porque estaba tratando de esforzarme en aceptarla, hasta que después entendí que el tema no es aceptar, porque uno no acepta todo en la vida, ni acepta todo de todos, ni de uno mismo, por qué debería estar aceptando todo lo que ella me estaba planteando más allá de que tenga sus razones o esté bien lo que me está planteando, yo para eso necesitaba otros tiempos pero lo que sí me era importantísimo era acompañarla. Nunca entré en duda en ese tema, el tema iba a ser siempre acompañarla. Nunca la iba a abandonar a Effy, de hecho me abandonó ella. Cuando ella en otros momentos también tenía sus dudas en relación a cómo seguir viviendo porque antes de decidir ir por la transformación ella se preguntaba si valía la pena seguir viviendo, porque decía “mamá, en una sociedad tan hostil no hay un lugar para mí, yo no sé si quiero seguir viviendo”, y yo le decía “mirá Effy, si vos tenés un proyecto vamos para adelante, si vos no tenés un proyecto para seguir viviendo no cuentes conmigo”, y fue ahí donde me dijo “entonces empiezo la transformación, me quiero ver y quiero luchar por vivir como realmente me siento, y yo me siento mujer”. Para mí fue terrible, pero de todos modos delante de ella me metí las lágrimas para adentro, hice mi proceso, me metí realmente para adentro. Me separé de todo lo que tenía alrededor porque ni siquiera podía pronunciar lo que estaba pasando porque no entendía lo que era ser transexual, pero lo que hice siempre fue acompañarla y por eso hasta el día de hoy cuando hablo con alguna persona, algún familiar que está pasando por la situación que pasamos nosotros como familia, les digo que no se exijan aceptar todo, pero que lo mínimo que tienen que hacer es acompañar y después discutirán, una persona no se abandona. Con Effy tengo anécdotas de lo más graciosas en relación a esto… Me acuerdo la primera vez que me sacó el esmalte para pintarse las uñas y yo le dije “escuchame, si vos sos mina y te crees mina, andá y comprate un esmalte de uñas y pintate las uñas, pero mi esmalte de uñas no me lo tocás”. Y después al mes o 2 meses cuando vi que salía con las uñas pintadas por la mitad, le dije “escuchame una cosa, si vos sos mi hija no salís con las uñas despintadas así que vení que te pinto las uñas yo”. De estas incoherencias con mi persona, tuve miles. La primera vez que se puso una minifalda, le dije “vos con esa pollerita no vas a ningún lado, de ninguna manera, porque te van a decir de todo, encima que todavía te ves como un varón y vas a ponerte una pollerita, sos una provocadora, no existe eso”. Después que se puso la pollerita varias veces y yo ví lo linda que le quedaba, un día se puso un jean le dije “pareces un varón, me hacés el favor y te ponés una pollerita”. Y ella me decía “mamá, me respirás en la nuca, me volvés loca”. Entonces le decía “tenés razón, no me preguntes más”. Todos tenemos nuestros temas con lo que son nuestras matrices de aprendizaje de cómo concebimos las cosas, por lo tanto tuve que ir aprendiendo con ella, y ella siempre me decía “mamá, yo lo único que te pido es que cuando hay algo que no entendés o no te parece o no te gusta, antes de meterte para adentro o darme vuelta la cara, me preguntes todo que yo te lo explico”. Tuve una excelente maestra y aprendí. Y lo que yo le digo a las familias es que no abandonen.
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Visibilizar
E.O.: Vos hablabas de ese proceso que fue sin duda difícil y que no sabías cómo pero acompañabas, y ese proceso ella lo contó en un laburo en el que planteaba que durante un montón de meses cuando empezó la transformación, si podemos llamarla de esa manera, empezó a convertirse en invisible para un montón de personas, y en ese laburo ella le agradecía a todas las personas que sí le permitieron visibilizarse…
D.F.: Y después hizo una performance con eso… En realidad lo que ella hizo con esa perfo fue en mi casa… ¿qué puedo explicar lo que fue de mi casa? Mi casa fue su nido para poder hacer un montón de performance, las peores cuando yo me iba de viaje, porque aparte ella me anticipaba cuando era mejor que yo sepa algunas cosas y cuando era mejor que ni me entere, entonces ella me decía “ma, a esta perfo no vengas porque no te va a gustar para nada”. Por ejemplo la de las tijeras y yo dije gracias a Dios que no fui. Era una performance en la que ella iba con unos pantalones negros de cuerina muy ajustados con una strapless también muy ajustadito, unas tijeras de jardinero enormes, y tenía su miembro aún no operado afuera, y la consigna era “Cortala”, con un montón de cosas. A esa me dijo que no vaya e hizo muy bien en decirme porque yo como mamá andar viéndole sus cuestiones así, no iba a ser… encima con esas tijeras que me acuerdo que cuando era chiquita ni siquiera quería que le corte las uñas de los pies porque le daba una impresión terrible. Yo decía que no me dejaba cortarle las uñas de los pies y ahora esta atorranta iba con esas tijeras enormes, bueno, esa era Effy. En “Visible” lo que ella hizo con todas estas personas que de alguna manera la visibilizamos, no nos escapamos de un susto de lo que estaba ocurriendo, fue durante 3 días en el baño de mi casa hacer que vengan todas las personas que la aceptamos en algún momento de esta transformación, y ella en el baño les ponía una peluca que era parecida a su pelo y el vestido que ella no pudo usar la primera vez que quiso usar un vestido porque la parte de la familia no le permitió que para un año nuevo lo usara y fue un quilombo nacional en la familia. Yo estaba en Mar del Plata, me salvé, pero después cuando vine fue realmente para disgusto. Entonces nos puso a todos los que más o menos cumplíamos con las medidas, ese vestido con la peluca, y no se nos ve exactamente sino que se nos ve como ella y le teníamos que regalar una palabra, yo le regalé la palabra “luchadora”, y a los que eran de un tamaño un poco más grande les ponía la remera de “soy transexual, bi, atea…” con la peluca también. Y pasaron por mi casa como 120 personas durante 3 días, yo no podía usar el baño y me tenía que ir cada tanto porque era gente que estaba sentada esperando para vestirse mientras veía su obra, compartían entre ellos, parecía una universidad. Cuántas cosas que pude vivir con ella.
F.T.: Dijiste luchadora, y cuando uno habla de Effy destaca su faceta artística, pero también fue una enorme luchadora por algunos derechos que incluso algunos hoy como ya están ganados nos aparecen como si hubieran sido de toda la vida, pero por los que hubo que pelear. Ella dio una lucha muy fuerte por la cuestión de que la obra social le cubriera su deseo de operarse…
D.F.: En realidad nosotros le pagamos la operación, el papá lo hizo, y ella fue todos los días a OSDE para pedir que le reintegren el dinero de la operación. Ellos le decía todo el tiempo que no tenían antecedentes en relación al tema por lo cual ellos no se tenían que hacer cargo, y ella les decía “bueno, yo soy la primera, a partir de mi van a poder empezar a pagarle a las chicas”. Fue una lucha terrible, yo escribí cartas porque ella estaba bajo mi obra social…
F.T.: Obviamente no era una cuestión de guita, era una pelea que ella daba desde lo político…
D.F.: Ella lo que quería era desde lo político y además porque ella decía que tenía la suerte de que su mamá o su papá le pudieron pagar, pero no es lo que le pasa a todas las chicas o chicos trans, entonces todos tienen que tener la misma posibilidad. Ella no se miraba solo a ella, ella miraba realmente hacia afuera. Y finalmente lo logró, pero se instaló en la obra social, en la Superintendencia de Salud, carta va, carta viene, habló con todos, hasta que finalmente un mes antes de decidir morir recibió el dinero. Quizás en una de sus señales me dijo que se lo guarde para el libro que ella quería que salga con todo lo que ella hizo y de toda su obra, y me lo dio a mí como me dejó tantas cosas sin que yo me dé cuenta de que se estaba despidiendo de alguna manera, y me estaba dejando una misión.
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Cuerpos
E.O.: Respecto a la decisión de Effy de hacerse la operación de reasignación genital, ¿cuál era la relación que tenía Effy con su cuerpo, qué pensás de esta idea del cuerpo equivocado y de todo esto que muchas veces escuchamos decir en relación a las personas trans?
D.F.: Effy no se operó para sentirse o ser mujer, Effy se operó por dos cuestiones fundamentales. La primera es porque la hormonización era muy cara, no es algo que la obra social pague, por ahí ahora lo hace, pero no es algo que pagaba por lo cual ella tenía un gasto de casi 1000 pesos mensuales de hormonización, y para una chica trans que encima no consigue trabajo, porque  hay gente que tiene ciertos prejuicios, y no les resulta tan fácil, entonces era un monto importante que a ella le costaba mucho y aceptar que se lo esté pagando, que en este caso lo hacía yo, y que lo poco que podía trabajar se le iba todo en eso, le costaba vivir…
E.O.: La ley de identidad de género lo contempla y entiendo que el Estado ahora está haciendo un proceso para poder cubrirlo…
D.F.: Me parece muy bien, es una lástima que a Effy no le tocó pero seguramente desde algún lugar va a estar muy contenta de que así sea. Lo segundo es porque también su médico psiquiatra y los médicos endocrinólogos del Hospital Durand que es donde ella se atendía, de alguna manera le hicieron saber que estar durante muchos años con la hormonización también era medicación cancerígena y ella… es una utopía lo que estoy diciendo… no quería morirse de cáncer por la medicación. El tema es que por esos 2 motivos ella decide operarse, no fue una buena decisión según mi punto de vista. Cuando después de la operación me acerqué a su psiquiatra a hablar de la muerte de Effy, yo leí su libro acerca de los cuerpos equivocados… no sé si son cuerpos equivocados, ¿quién puede decir qué es lo equivocado? Tal vez los cuerpos equivocados somos nosotros. ¿Quién dice y por qué un cuerpo es equivocado? No entiendo ese término cuerpo equivocado, pero lo que sí le dije es que hay dos patas en ese libro que no las tienen bien contempladas. Una es la de las familias que sí acompañan y no arrojan a los chicos y chicas trans a la prostitución, y la otra es que tampoco preparan demasiado a la gente que llevan a una mesa de operaciones, porque no es tan así como lo dicen. Lo digo desde un lugar que yo también fui a escuchar cuáles eran los riesgos y lo pintaron como que no iba a ser algo riesgoso, y sin embargo ella tuvo que pasar por dos operaciones, una en julio, otra en octubre porque no podía orinar. Después siguió teniendo problemas con su orina, con su órgano por lo cual le tuvieron que poner cánulas y bolsitas, que con una de ellas fue a la última marcha del orgullo. Entonces a mí me da la sensación de que hay que concientizar mucho más el tema de ir a una mesa de operaciones para hacerse una operación de este estilo. Creo que la operación fue uno de los principales motivos que la llevó a ella a decidir terminar con su vida, porque se sentía muy incómoda y no sabía si se iba a solucionar de verdad el tema de poder ir a orinar normalmente, sin el miedo a que no le salga o a que no pueda o que esto le traiga otro tipo de trastornos en su cuerpo.
E.O.: ¿Cuál era la relación de Effy con su cuerpo desde siempre?
D.F.: Desde que Effy se mostró Effy estaba muy bien con su cuerpo, se gustaba a sí misma. Ella siempre me decía “mamá, yo no me voy a operar las tetas, ni nada de eso, porque no es que yo quiero ser una mina con tacos, yo voy a ser como… una mujer medio varonera”. Estas cosas que decía ella, cuando se mostraba varón le decían que era afeminada y cuando decide que va a ser quien es, es una mujer con rasgos varoniles… Yo nada, yo la escuchaba.
E.O.: Hice un laburo con Effy en el Ministerio de Salud, trabajando para el Programa Nacional de Salud Sexual y tuvimos que hacer unas fotos para un kit de herramientas para talleres, ella inmediatamente se mostró contenta de participar e hicimos un montón de fotos en la que ella obviamente hacía de chica trans, pero la mayoría de las fotos no sirvieron porque nadie se daba cuenta que era una chica trans. Había, por ejemplo, una escena en la que había unas chicas adentro de un baño y ella intentaba entrar y la miraban mal, pero nadie se daba cuenta que la que intentaba entrar al baño era una chica trans. Era tan bonita, tan femenina, que efectivamente nadie notaba su ser trans…
D.F.: Qué bizarro. (Risas)
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Enseñanza
F.T.: Transmito una pregunta de nuestra operadora Natacha Bianchi, ¿qué te enseñó Effy? Y Natacha agrega que está segura de que sos mejor persona después de tu hija…
D.F.: Eso me enseñó Effy, a ser mejor persona. A mirar diferente, a no juzgar, a respetar. Yo trabajo en educación, con chicos, y siempre traté de encontrar en cada chico su potencial, su posibilidad de ser, y yo creía que realmente lo hacía pero a partir de Effy estoy mirando a cada uno de manera diferente, y entiendo que estoy ahí para que puedan ser, eso me enseñó Effy, a ser mejor persona y a dejar que cada uno pueda ser.
F.T.: Effy accedió al cambio de identidad con el DNI, que fue una lucha para muchos, hoy ya es un derecho, pero a lo largo de esta charla nunca dijimos el nombre que eligió para sus documentos… me da la impresión que lo que queda en evidencia es que una vez más -como en todo lo que fue haciendo Effy- lo que vale es lo que uno siente, ve y dice de sí mismo, y estamos en una sociedad tan acostumbrada a que uno valga por lo que los otros ven o dicen de uno, que a mí me parece que es una enseñanza que no solo te ha dejado a vos sino que nos ha dejado a todos, que tiene que ver con hacer lo necesario incluso hasta donde se puede, hasta donde ella pudo, para ser quien se quiere ser.
D.F.: Effy decidió llamarse Elizabeth Mía Chorubczyk, cuando decidimos enterrarla toda la gente que estuvo alrededor de ella siempre estaba contenta de que en el cajón decía su nombre Elizabeth Mía Chorubczyk, que es el nombre por el cual ella luchó tanto. Effy nació en Israel bajo el nombre Mati Ariel Chorubczyk. Todos sus nombres, absolutamente todos los que tuvo y hubiese podido tener, hablan de una única persona, que es esa persona maravillosa que me tocó tener de hija.

Los proyectos y trabajos de Effy Beth pueden recorrerse en el sitio web: www.effymia.com

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Opiniones
  1. Belén Ilé   /   marzo 20, 2016, (3:06 pm)

    Gracias amiga del alma effy por ser y habernos encontrado en el camino y gracias dori por ese amor y lucidez y fuerza vital!!! Gracias periodistas y gracias medio por la claridad de esta nota necesaria.

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