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El taller clandestino de Luis Viale volverá a sus dueños

Escrito por el noviembre 18, 2019


Lo anunció con indignación Lourdes Hidalgo, una de las sobrevivientes del incendio de 2006 en el que murieron 6 personas. También rechazó la medida Juan Vásquez, del Colectivo Simbiosis Cultural. Daniel Fischberg y Jaime Geiler podrán disponer nuevamente de la propiedad. (Por La Retaguardia)

 Foto: Alejandro Cruz

El jueves 10 de octubre, Lourdes Hidalgo, sobreviviente del incendio del taller textil clandestino de la calle Luis Viale marchó junto a las Madres de Plaza de Mayo de Línea Fundadora en la habitual ronda. Llegado su turno, dijo unas palabras por el micrófono. Transmitía indignación, bronca, pero también espíritu de lucha. Se había enterado de que el inmueble donde funcionó el taller textil sería entregado a los dueños de la marca de ropa, Daniel Fischberg y Jaime Geiler. “Murieron trabajadores y niños cosiendo la ropa, pasaron 13 años de impunidad y esta justicia corrupta los absolvió a los responsables de la muerte de mis compañeros”, dijo Lourdes en esa oportunidad.

En el programa Tengo una Idea, conducido por Graciela Carballo, Carlos Morchio y Nicolás Rosales, entrevistaron a Juan Vásquez, del colectivo Simbiosis Cultural, quien acusó a Fischberg y Geiler como los máximos responsables del incendio: “Hace un par de meses caímos con la sorpresa que el juez (Alberto) Baños con la fiscal Betina Vota, decidieron sobreseer a los máximos responsables para nosotros. Las personas que le dieron el trabajo, el lugar, la plata para las maquinas, los sobreseyeron. Para la justicia no tenían nada que ver con la situación que estaban viviendo y trabajando esas familias y les devolvieron el inmueble a Geiler y Fischberg para que puedan seguir haciendo lo que vienen haciendo desde hace años”.
El 30 de marzo de 2006 ocurrió un incendio el taller textil clandestino de la calle Luis Viale 1269 y murieron seis personas: una mujer embarazada y cinco niños de entre 15 y 3 años. Trabajaban como esclavos y vivían en condiciones inhumanas. Los capataces del lugar fueron condenados, pero los dueños de la marca gozan de la libertad que les produce la impunidad.  “Les devolvieron el inmueble y ellos si quieren lo pueden vender, pueden volver a abrir una fábrica, pueden volver a hacer lo que vienen haciendo desde hace un montón de años, eso es lo que más causa esta indignación y nos llama a la acción”, dice Vásquez, que además es integrante de La Comisión de la Memoria y Justicia por los Obreros Textiles y sus Hijos de Luis Viale, desde donde piden la apertura del caso: “Estamos participando junto a varios compañeros, compañeras y sobrevivientes de este incendio para que se vuelve a abrir el caso, para que tenga un proceso más serio. Durante dos años, lo único que investigaron fue una carilla, estuvieron bajando algunas cosas de Google y haciendo nada más que eso. Solamente encontrando algunas cosas por internet. Queremos que se reabra el caso y que Fischberg y Geiler puedan ser juzgados”. Desde la Comisión también piden el uso del taller: “No queremos que vuelva a aparecer otro taller ahí. Queremos que ese espacio quede no solamente como memoria sino como un espacio de organización para los costureros y costureras”, explica Vázquez.
El militante de Simbiosis Cultural dijo que la apelación está hecha y que cabe la posibilidad de poder juzgar a los dueños porque no es una sentencia firme. Para Vázquez “tiene que ver con los tiempos políticos como también con la fuerza que haga la sociedad”. Y explico que los dueños de la marca no pueden quedar impunes, porque sienta un mal precedente en otros juicios, contra otras ropas de marca también manchadas con sangre: “Son las que la justicia no toca, (las marcas) siempre agarra a los intermedios, a los talleristas. No agarra a quienes se benefician con este sistema de explotación. Que Geiler y Fischberg  vayan presos sería una victoria pero no por una cuestión de venganza sino por las demás marcas que están exactamente en lo mismo. Es justicia. Todas las marcas son solidariamente responsables en las condiciones que se produce esa marca, el tema es que nunca se aplican esos artículos y la justicia no va nunca para ese lado y como vemos en este caso siempre se trata de tapar y culpar la que menos tiene al que menos posibilidad de defensa tienen, en este caso Sillerico y Correa que eran quienes regenteaban el lugar”.

En dialogo con Paulo Giacobbe para Oral y Público, Lourdes contó que fue llevada a vivir al taller de Luis Viale mediante engaños. El primer mes no le pagaron y no pudo pagar su vivienda: “Me dijeron que ahí pagan cada tres meses, y por esa razón ya no tenía para pagar el alquiler. Le dije al capataz ‘¿Qué voy a hacer? Si no me van a pagar ¿con qué voy a pagar el alquiler?’. Y ellos me dijeron que vaya a vivir ahí, que hay lugar arriba. Yo nunca había subido a la parte de arriba pero el día que me mude subí a la parte de arriba, no había nada. Solo piezas hechas de cartón, de nylon, de tela. Y me alcanzo un rollo de tela para que me haga de eso. Empecé a protestar porque yo nunca había vivido así. Pero no me quedo otra que quedarme porque yo ya me mude y así me fui quedando al lugar”, relató la sobreviviente del incendio. “Había un solo baño para 65 personas. Cuando reclame en buena forma que hagan arreglar el baño, estaba conectado a un cono de hilo y salía un chorro de agua fría, no era una ducha bien instalada,  me dijeron que me vaya que ellos estaban acostumbrados a trabajar, no nos dieron lugar a reclamar nuestros derechos”.
El modo de trabajo tampoco le permitía ir al médico. Se contagió de hongos en los pies y para no atrasarse solo podía ir al hospital el fin de semana. Previo pedir permiso: “Sí o sí tenías que hacer el esfuerzo,  se trabajaba a competencia. Uno no se podía levantar, teníamos que sentarnos en la maquina desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche. Trabajamos hasta las 2 de la mañana. Si tenías que salir tenías que pedir permiso al capataz. Si pedias permiso varias veces te miraban con cara mala o te decían que no te iban a dar la comida”.
Para alimentar a las 65 personas había una sola cocinera: “No le alcanzaba el tiempo. Cocinaba todo el día. Todos los días era arroz, fideos o arroz, con salchichas o con alitas. Teníamos que comer lo que ellos le daban a la cocinera y siempre compraban lo más barato y lo que no sirve. Era embolsillarse las ganancias. No les importó las condiciones en que vivíamos”, analiza Lourdes.
Todo ese engranaje de explotación no era ajeno al barrio. Los vecinos habían hecho denuncias, que la justicia ignoró y sigue ignorando, según cuenta la trabajadora textil, que además ubicó a Fischberg y Geiler, a la policía y a funcionarios del gobierno, como visitantes del lugar: “La fábrica era atrás, en la calle Galicia. Eran los dueños del inmueble, de las prendas, de las maquinas, ahora dicen que no sabían. Pero si uno alquila sabe a quién le alquila. La misma policía sabía, venían y se pedían a la medida de ellos los pantalones. No pedían uno o dos, cargaban al baúl de la patrulla. Venían funcionarios del gobierno ahí adentro. Toda la gente estaba oculta ahí arriba. No hicieron nada, son cómplices todos, el Estado, la policía, todos. Yo me pregunto, ¿dónde están las cámaras de seguridad? se ve muy claro que la justicia encubre a todos ellos”.
Producto de las pésimas condiciones en las que vivían y trabajaban, hacinados, es que hubo un cortocircuito. Así se originó el incendio. Ese día, Lourdes estaba en la parte de arriba y cuando vio el fuego, actuó: “vi que estaba prendiéndose todo. Saqué un niño del fuego, en el momento no pensé ni en mí, todos podemos salvar vidas. Traté de ir al matafuego, porque yo en Bolivia tenía conocimiento de primeros auxilios, pero ni el matafuego funcionaba, salía como harina blanca. Y pudimos escapar cada uno. Hasta el día de hoy no se me borra de mi mente y me quedan secuelas, los que sobrevivimos quedamos con las cicatrices que nunca podrán sanar”.
Desde la Comisión de la Memoria y Justicia por los Obreros Textiles y sus Hijos de Luis Viale, realizaron una actividad en la puerta del taller textil, para visibilizar aún más la situación en el barrio, como parte de esa lucha que emprenden por Justicia.
“Acá murieron trabajadores, obreros textiles, migrantes, había 65 personas, 40 trabajadores, 25 niños. Nosotros, todos los sobrevivientes no vamos a callar, vamos a pelear y pedimos a las organizaciones que nos acompañen en esta pelea”, repite Lourdes, con entereza, a la espera de una justicia que se tapa los oídos.

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