El circuito represivo de la Triple A y la SIDE en el barrio de Floresta
Por LR oficial en CABA, Derechos Humanos, Lesa Humanidad, Orletti
El Juez Federal Daniel Rafecas anunció hace algunas semanas la existencia de un nuevo Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio en la Ciudad de Buenos Aires. Compartimos testimonios a través de las voces de la sobreviviente Emma Le Bozec; el abogado de causas de lesa humanidad, Pablo Llonto; y el coordinador del ex centro clandestino Automotores Orletti, el Turco Maggio. (Por La Retaguardia)
✏ Redacción: Paulo Giacobbe
El jueves 2 de julio el Juez Federal Daniel Rafecas, mediante un mensaje de Whatsapp, informó a varios medios la existencia de un nuevo Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio en la Ciudad de Buenos Aires. “En el marco de la causa del primer cuerpo del ejército, veníamos desde hace mucho con información y testimonios que existía un centro clandestino que dependía de la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) muy cerca de Automotores Orletti”, dijo el juez en un mensaje que también envió a La Retaguardia. Orletti fue el centro clandestino donde se coordinó el Plan Cóndor, la represión en América Latina, y funcionó en una casa ubicada en Venancio Flores 3519 en el Barrio de Floresta. Estaba bajo control de la SIDE y actuaba en conjunto con el Batallón 601. Funcionó pocos meses del año 1976, probablemente desde el 11 de mayo hasta el 3 de noviembre. Este nuevo centro clandestino se encontraba a la vuelta de Orletti, en la misma manzana. “Finalmente, en un trabajo conjunto con el Equipo Argentino de Antropología Forense y víctimas del terrorismo de Estado, logramos identificar esa vivienda con sótano en la calle Bacacay y que funcionaba como una casa orgánica de la SIDE en la época de la dictadura, donde fueron cautivos, torturados y luego desaparecidos víctimas de la dictadura. Estamos haciendo citas testimoniales y de reconocimientos de muchas víctimas que posiblemente hayan pasado por allí”, concluía en su mensaje el Juez Federal.
“Era una casa que tenía un patio, nosotros estábamos siempre en una habitación de piso de madera donde estaba el sótano. Al lado estaba el baño donde estaba la gente que torturaban”, contó Emma Le Bozec, sobreviviente del centro clandestino de la calle Bacacay, al programa Rayuela de Radio Presente. “Me parece que adelante estaba un lugar que era una oficina para ellos (los genocidas). Después del patio, al fondo, había otra cocina. A esa cocina también fui, porque a los gritos le decían a otra detenida desaparecida ‘vení a ordeñarla’, para que me sacara la leche de los pechos porque yo le estaba dando a mi hija de tomar el pecho”, agregó. Emma fue secuestrada el 1 de mayo de 1976 y estuvo cuatro días junto a once personas, entró al centro clandestino por una rampa y la tuvieron siempre vendada en los ojos pero podía mirar para abajo. Así fue que vio a dos personas encerradas en el sótano: “Había dos compañeros secuestrados en el sótano, que les hacían ponerse unas medias negras de mujer, según ellos decían que era porque les habían hecho lavar los pantalones vaqueros. Eso no me voy a olvidar, porque yo veía para abajo y ellos me hacían señas, me saludaban. Pobrecitos, eran jóvenes”, relató Le Bozec. Apenas un fragmento de su testimonio permite vislumbrar lo que era ese lugar.
Pablo Llonto, abogado querellante en causas de Lesa Humanidad, explicó en el programa Hasta que vuelvan los abrazos de Radio La Retaguardia que la dirección se supo por un documento desclasificado de Estados Unidos, que menciona la existencia de un centro clandestino en la calle “Bacabay (sic) 3570” utilizado por el grupo de Aníbal Gordon. “Eso permite disparar con precisión la investigación, si uno tiene la dirección exacta lo que puede hacer es corroborar cómo es el inmueble, sobre esa base buscar algún testimonio de alguna persona que dice haber sido llevada a un inmueble de esas características. Eso es lo que se hizo en esta cuarentena”, explicó Llonto, y continuó: “Cuando se coteja estos testimonios con la descripción de la casa de la calle Bacacay coinciden. Y ahí es cuando se le pone nombre y apellido: centro clandestino. Eso es lo que comunicó Rafecas la semana pasada. Ha sido un trabajo de unir piezas”.
Así como la casa de la calle Franklin al 900, que fue un centro clandestino en el barrio de Caballito, la casa de la calle Bacacay también está habitada. Otras casas que fueron parte del plan sistemático de exterminio pudieron ser recuperadas como sitios de memoria, automotores Orletti en Venancio Flores y la casa de Virrey Cevallos 630 son dos ejemplos. Sin embargo, otros lugares que fueron denunciados como centros clandestinos hace más de treinta años por sus sobrevivientes, recorrieron un camino distinto. El subsuelo de las Galerías Pacífico o la isla El Silencio, propiedad de la Iglesia, son otros dos ejemplos pero en sentido contrario. Parecen olvidados. Llonto señaló: “En el resto del país hay un montón de lugares que no se expropiaron. La isla El Silencio es de los más conocidos, se utilizó como centro clandestino por la armada, no se expropió. Y es tétricamente conocida”.
Para el abogado todo parece indicar que los compradores de la calle Bacacay lo hicieron de buena fe, aunque hay que investigarlo, y eso podría complicar la expropiación del inmueble. Actualmente existe una medida de no innovar sobre el mismo, si quieren hacer una modificación la tienen que comunicar al juzgado. La charla con Pablo Llonto fue mucho más extensa que lo contado acá y en estos días saldrá completa en este mismo sitio.
Circuito represivo de la SIDE en Floresta
Ricardo “el Turco” Maggio es coordinador del Sitio de Memoria Automotores Orletti y dijo que se enteraron en junio de la existencia del inmueble a través de un escrito del juzgado de Rafecas. “Ya había información con respecto a que sobre la calle Bacacay había operado la banda de Gordon, estaba identificada una casa en Bacacay 4200, con lo cual lo que abre este descubrimiento es poder confirmar que existió todo un circuito represivo de la SIDE y Triple A en la zona”, reconstruyó. El contrato de alquiler que Santiago Cortell, dueño del taller mecánico donde funcionó Automotores Orletti, firmó con integrantes del Grupo Operativo de Aníbal Gordon, tenía como garantía un domicilio en Bacacay 4232. “La existencia ahora de un ex centro clandestino a la vuelta de Orletti y que tiene como funcionamiento desde el ’74 hasta el ’76 inclusive, lo que muestra es un circuito represivo de la patota de la SIDE con respecto al Plan Cóndor y eso habilita nuevas líneas de investigación”, analizó Maggio.
La casa de Bacacay al 4232 fue demolida. “Siempre supimos que fue una casa operativa de la SIDE, no sabemos si funcionó como centro clandestino”, lamentó Maggio. “Después la venden y los dueños compradores de la vivienda la demuelen con lo cual se pierde todo tipo de posibilidad de trabajar sobre pruebas materiales, saber si pudo haber funcionado un centro clandestino. En la democracia se la reconoce, se la va a ver, pero ya es una casa distinta. Realizada a nuevo”, añadió.
El coordinador de Orletti explicó que, hoy por hoy, se sabe de la base operativa al 4200, un centro clandestino al 3500 —ambos sobre Bacacay— y otro centro clandestino en Venancio Flores al 3500. “Se abre ahora todo un abanico de preguntas y de seguir trabajando no solamente en función de los testimonios sino también en función de lo que pasó con el grupo operativo de Aníbal Gordon cuando se cierra Venancio Flores (Automotores Orletti), que también eso es una instancia de investigación y que hay que seguir trabajándolo para poder hablar con hechos concretos, hay distintas posibilidades. La identificación de este nuevo lugar tiene que ver más que nada con un trabajo que se realizó en busca de verdad y justicia. A partir de que se puede identificar un sitio hay muchas personas que estuvieron en cautiverio en el lugar y pueden dar por cerrada esa etapa de su vida, en el sentido que ahora saben dónde estuvieron secuestradas. La importancia es eso, saber que existió un circuito de Triple A, poder saber que se abren nuevas líneas de trabajo y por sobre todo la búsqueda de la verdad. Tarda, pero todo el horror del terrorismo de Estado sigue saliendo a la luz. Hoy hay en Argentina más de 800 centros clandestinos identificados y seguramente seguirán apareciendo nuevos lugares ya que las fuerzas armadas zonificaron el país y cumplieron una función de control y disciplinamiento muy fuerte sobre la población”, concluyó Ricardo Maggio.