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Megacausa Campo de Mayo: un genocida fue identificado por una testigo

Por LR oficial en Campo de Mayo, Derechos Humanos, Juicio Campo de Mayo, Justicia, Lesa Humanidad

Se trata de Carlos Francisco Villanova, alias “Capitán Federico”, uno de los torturadores más brutales de Campo de Mayo. Fue durante la declaración que brindó Patricia Escofet por la desaparición de su compañero, Raúl Osvaldo Plaul. La testigo contó que, a través de una foto de Gustavo Molfino en un diario, logró identificar a Villanova como el militar que comandó el operativo del secuestro de su marido. (Por La Retaguardia)



✍️ Texto y cobertura del juicio: Diego Adur
💻 Edición: Pedro Ramírez Otero
📷 Foto de portada: Gustavo Molfino
🖍️ Ilustraciones: Paula Doberti (Dibujos Urgentes)

El 4 de enero de 1977, Patricia Escofet y Raúl Osvaldo Plaul fueron a la casa de Rosa Murno y Rodolfo Merediz, en Remedios de Escalada, partido bonaerense de Lanús. Cuando llegaron, Patricia recordó que les llamó la atención la gran cantidad de autos que había y que “sobre la vereda estaba subida una camioneta convertida en ambulancia”. Antes de que pudieran hacer nada, entre 25 y 30 “efectivos fuertemente armados” salieron de los vehículos y los detuvieron. También a Rosa Murno y a Rodolfo Merediz. Patricia estaba con su hijo, Matías. “Me pateaban los tobillos y me querían sacar al nene. Tenían a Osvaldo atado a una silla y con un repasador en la cabeza”, contó. En esas circunstancias, escuchó que al jefe del operativo lo llamaban “Capitán” y “Capitán Federico”. Era “un hombre de 1,78, muy ágil, morocho, con el pelo tirado para atrás, peinado a la gomina, con bigotes y un signo muy característico en su cara de marcas de acné”. Ese hombre era Carlos Francisco Villanova: “Me interrogó muy de cerca, no tengo ninguna duda. Lo reconocí hace unos años en una foto en Página 12”, declaró la testigo. 
Luego, en el turno de preguntas por parte de las defensas, el abogado defensor público, Juan Carlos Tripaldi, buscó la nota a la que hacía referencia la testigo, y la mostró ante el Tribunal y el resto de las partes. Efectivamente, Patricia volvió a identificar que esa persona, Villanova, fue el responsable del secuestro de Plaul, Murno y Merediz aquel 4 de enero de 1977. El genocida y brutal torturador dentro de Campo de Mayo estuvo en el anonimato hasta el 2014, cuando fue descubierto como quien realizaba los interrogatorios a las personas secuestradas que pertenecían a la columna Zona Norte de Montoneros. Patricia precisó también que supo que Plaul fue llevado a Campo de Mayo. 
Antes de culminar su declaración, Escofet rogó que se rompieran los pactos de silencio: “La verdad siempre va a ser menos lacerante que la incertidumbre. No hay vuelta atrás, pero para nosotros puede ser una oportunidad de cierre. No quiere decir que olvidemos. Yo recuerdo para no olvidar. Si no rompemos con estos pactos de silencio vamos a dejar a la sociedad con fantasmas que van a seguir dando vueltas entre nosotros”, finalizó.
Ese día también dio su testimonio Hugo Grande, el hermano de Carlos Grande, “herido, detenido, secuestrado, asesinado y desaparecido” el 17 de noviembre de 1976, a orillas del arroyo Pavón, al sur de la provincia de Santa Fe. Grande era un cuadro importante en Montoneros Zona Norte. Ese día, aunque sabía que lo buscaban, decidió asistir a una reunión de militancia junto a otros compañeros que lo tenían como referente. Allí fueron emboscados y asesinados Alfredo Fernando Mancuso, Osvaldo César Abbagnato y Uriel Rieznik. Grande, ensangrentado como estaba, fue secuestrado, y Ricardo Jorge Arrighi logró huir y contar lo sucedido. En ese momento, los diarios publicaron que los subversivos habían sido abatidos en un enfrentamiento, por lo que los familiares de Grande no sabían que seguía con vida. Gracias a “Cacho” Scarpati, quien estuvo con él en Campo de Mayo, se enteraron cuál fue su destino: “Dormía al lado de Scarpati. Hacían tareas de mantenimiento, trabajo esclavo. Eso le permitió no usar capucha. Las condiciones eran terribles. No le tenía miedo a la muerte sino al dolor”, atestiguó Hugo Grande. Y terminó: “El desaparecido es una figura que no termina de desaparecer nunca. Tenemos la certeza que está muerto, pero en cualquier momento nos puede tocar la puerta. Nunca más esto”, pidió.



“Es un horror no poder hacer un duelo”
Adriana Moyano declaró por la desaparición de su papá, Carlos Alberto Moyano, el 10 de marzo de 1977 en Munro, en el partido bonaerense de Vicente López; y de su suegro, Miguel Lizazo, el 14 de septiembre de 1976 en Martínez, en la localidad de San Isidro.
A su papá lo sacaron del local que tenía en Baigorria 2489 y “lo metieron en la parte de atrás de un auto”. Adriana viajó a Córdoba, donde tenía familia por parte de su mamá: “Yo sabía que había bebés de compañeras que habían desaparecido. Le dejé mi hijo pequeño al cuidado de familiares y me fui a vivir a una pensión. Tenía mucho miedo. Dormí unos días en la plaza. Recién me pude juntar con mi bebe cuando él tenía 4 años”, relató.
En Campo de Mayo, su papá fue visto por Scarpati y por Beatriz Castiglione de Covarrubias.
Sus últimas palabras fueron para pedir justicia: “Ya son 45 años y no tenemos idea de qué les pasó a nuestros seres queridos. Es un horror no poder hacer un duelo”, cerró su testimonio
En la audiencia del último miércoles declararon los hijos y la hija de Elsa Lidia Lazarte, detenida-desaparecida el 7 de septiembre de 1977, entre las 12.30 y la 1 de la madrugada, en su departamento de Malvinas 1342, en Boulogne, San Isidro.
En primer lugar, María Elsa Zanni, contó que sintieron una fuerte explosión en el domicilio y vieron entrar personas armadas: “Golpearon a mis hermanos y a mi papá y se llevaron a mi mamá”, recordó. Desde ese momento no volvieron a saber nada de Elsa Lidia. Los secuestradores “estaban todos con la cabeza tapada y tenían armas”. En la casa se encontraba toda la familia Zanni: el padre, Armando Tomás; los hermanos, Carlos Ernesto, Armando Tomás y Osvaldo Javier; ella, María Elsa; y su mamá, Elsa Lidia Lazarte.
La testigo contó las repercusiones del secuestro de su mamá. Su padre, Armando Tomás Zanni, no dejó nunca de buscarla y esa búsqueda lo consumió hasta su muerte: “Me sacaron lo que más quería. Él sufrió mucho por esto. Estoy acá para que esto se cierre y que todo lo que él caminó no sea en vano. No se llevaron solamente a mi mamá. Nos destruyeron como familia. Se llevaron también a mi papá. Mi vida fue un desastre”, remarcó.
Armando Tomás Zanni detalló la brutalidad con la que se desarrolló el operativo de secuestro de su madre: “Yo ya estaba acostado en mi habitación. Me despertó la explosión en la puerta. Me pegaron y me taparon la cabeza con sábanas. Me decían que no los mire y que me quedara quieto. Maltrataban e insultaban. Antes de irse nos dijeron que no se moviera nadie durante diez minutos aproximadamente. Mi hermano Carlos, el mayor, tenía la cabeza sangrando. Mi papá tenía la boca lastimada de un culatazo y un par de dientes partidos. Estaba toda la casa revuelta de todas las cosas que se habían llevado junto a mi madre. Yo tenía 15 años”, indicó.
Cuando la secuestraron, Lazarte “tenía aproximadamente 40 años y trabajaba en casas de familia”. Militaba en una unidad básica que funcionaba en el barrio. Ella “era muy colaboradora, de ayudar gente”. El testigo también se refirió a los padecimientos que sufrió su papá: “Tuvo un ataque de depresión y quedó hemipléjico”, contó.
El siguiente testigo fue Carlos Ernesto Zanni, el hermano mayor. Él ya no vivía en la casa, pero había ido a cenar esa noche y estaba durmiendo cuando sucedió el operativo. Una persona se quedó vigilándolos mientras se llevaban a la madre secuestrada. Los hicieron estar entre diez y veinte minutos encapuchados sin hablar. La persona que se quedó con ellos les advertía de su presencia cada cinco minutos. 
“Para la familia fue un golpe muy duro. Papá lo pagó con la vida. Se abocó a tener algún tipo de información y nunca la consiguió. Perdimos una imagen importante”, concluyó.
Este tramo de la Megacausa Campo de Mayo que se encuentra en etapa de testimoniales se desarrolla de manera virtual todos los miércoles a las diez de la mañana.