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La tercera jornada del alegato de la fiscal Gabriela Sosti repasó entre otros casos de la represión, la serie de secuestros en la base de enlace que Montoneros había emplazado en Perú. Aquellos episodios dejaron en evidencia la impunidad mundial con la que se manejaba la Inteligencia del Ejército. De Campo de Mayo a Perú con un secuestrado (Federico Frías), de Perú a Campo de Mayo con otras 3 personas secuestradas en Lima (María Inés Raverta, Julio César Ramírez y Noemí Giannetti de Molfino). De Campo de Mayo a Madrid, para asesinar allí a Giannetti de Molfino. El montaje de ese crimen y el rol de los medios de comunicación. Las fotos de este informe pertenecen a Gustavo Molfino, sobreviviente de la represión en Lima y además hijo de Mima, como le decían a Noemí. (Por El Diario del Juicio*) 



📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino

📷 Selección de fotos 👉 Martina Noailles

 ✍️ Textos 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles
 Foto de Portada: En un cuarto intermedio obligado por los inconvenientes del imputado Eduardo Ascheri para manejar el teléfono celular que lo conecta al juicio, Sosti intenta no perder la concentración. Sosti lee a paso sostenido. Toma agua cada tanto, como única pausa en una lectura de clima denso por el contenido pero no por el ritmo sostenido. Más de una vez, su voz tropieza con la emoción, que está lejos de pretender ocultar. 📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio


 “El 19 de marzo de 1980, en otra cita envenenada, lo secuestran a Jorge Oscar Benítez -relata Sosti-. Tenía 16 años. Le decían Jalil, Horacio o Raúl. Había viajado a España en 1978 con su madre y su hermano Daniel, porque allí se había exiliado su padre Oscar. Tiempo después llegó su tío Ángel Benítez y juntos decidieron participar de la Contraofensiva”. En la reconstrucción, la fiscal recupera el testimonio de la madre de Jorgito: “Nélida se desesperó cuando su hijo le comunicó su deseo de volver a Argentina. Pero fue honesta con los principios con los que educó a ese hijo, y respetó su decisión, libre y razonada. Al poco tiempo la quebraría el dolor ante la noticia de su desaparición. Jorgito la había animado prometiéndole encontrarse en la Argentina en la Plaza de Mayo. Ella fue durante años junto a otras madres, a buscarlo”. 
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
El presidente del TOFC 4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers, sigue el alegato con atención. En la oscuridad de la sala, con las luces apagadas casi por completo para que se puedan observar con nitidez las filminas proyectadas por la fiscal, el único juez presente en la sala de audiencias no pierde detalle de la recreación histórica de Sosti. El juez Matías Mancini y la jueza María Claudia Morgese Martín hacen lo mismo, pero desde sus casas.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 El apodo de Raúl Milberg era Ricardo. Su familia judía padeció el exterminio generación tras generación. Heredero de esa historia de persecución, militó desde los 12 años por los derechos del pueblo judío, pero también fue interpelado por los movimientos sociales en su país, y siguió esa militancia desde el ERP 22 y luego en la Juventud Peronista de la zona oeste, finalmente dentro de Montoneros. En informe de la CRI está plasmada a la perfección la faceta de su militancia, algo que solamente pudieron obtener a través de un interrogatorio directo de Raúl. Vivió con Ángel Carbajal y Matilde Rodríguez en una casa en Olivos, luego de entrar, también los tres juntos, por Mendoza. Miembro de una TEI, fue secuestrado el 28 de febrero de 1980. 
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio

 La fiscal Sosti dio cuenta del secuestro de Horacio Campiglia. Lo hizo de la mano de los documentos de inteligencia, pero también de los testimonios en el juicio de Edy Binstock y Pilar Calveiro, que fue compañero de Campiglia: “Horacio le dice a Pilar que desde la conducción se había decidido su viaje a Brasil. El 7 de marzo de 1980, pasó por su trabajo a despedirse. Fue la última vez que lo vio. Pilar no se había reincorporado a la organización (luego de su secuestro en la ESMA y posterior exilio), por eso no conocía a los compañeros de Horacio, ni las estrategias, ni  las actividades. Horacio era sumamente reservado y extremadamente cuidadoso con la compartimentación de la información. Después, supo que salió de México con Mónica Pinus. El documento que usó, dijo Pilar, estaba a nombre de Jorge Pineda. Primero fueron a Panamá, después Caracas, y finalmente el 12 de marzo de 1980, Río de Janeiro”, donde Campiglia y Pinus fueron secuestrados y conducidos a Campo de Mayo.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio 
 Al tiempo que mostraba un registro fotográfico de Mónica Pinus en La Habana, Sosti desarrolló su historia a partir del testimonio de su compañero Edy Binstock, quien sobrevivió, y el de los dos hijos en común. Los tres testimonios se dieron en una misma audiencia, la 24. Dice a través de Binstock: “Instaló un departamento y a partir del 10 de marzo empezó a cubrir la cita (que tendría con Mónica y Horacio). Una, dos veces, a la tercera vez miró desde una cuadra. No estaban. Así supo lo peor. Tenía que irse urgente de Brasil. No tenía contactos y sabía que Mónica entraría a ese país con el apellido Prinsot. Volvió a México, contactó a (Rodolfo) Puiggrós y después a su padre –abogado en  la lucha por los derechos humanos- para hacer las denuncias”. 
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 En otras de sus paradas históricas reconstruyendo las vidas militantes de quienes se integraron a la Contraofensiva, la fiscal se detiene en el Pato, Ricardo Zucker, el hijo del popular actor de aquellos años, Marcos Zucker. “Lo secuestraron el 29 de febrero en una cita envenenada con un compañero de la organización. Sin duda era una cita ya concertada desde el exterior. También surge el primer interrogatorio que le hicieron, donde le arrancaron datos que solo él les pudo haber dado como por ejemplo que ‘le falta una materia del bachiller y tiene aprobadas dos materias de Derecho’ o que ‘tenía problemas de salud’”, señala fiscal. Zucker cayó después de haber ingresado al país por el paso fronterizo de Paso de Los Libres, hecho ratificado en el juicio por un viejo conocido suyo que realizó el mismo viaje y se lo cruzó por casualidad. Estaba junto a su pareja, Marta Libenson, quien había dejado en la Guardería de La Habana a La Pitoca, como le decían a su pequeña hija.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 El Padre Jorge Adur, capellán del Ejército Montonero, casó a muchas parejas y bautizó a varios de sus hijos e hijas. En esta foto se lo ve bautizando a Ana Victoria (La Pitoca), hija de Marta Libenson. A su lado Ernesto Ferré, Verónica Cabilla y Ángel Servando Benítez. “Edy Binstock, profundamente conmovido ya al final de su testimonio, quiso homenajear a Marta Libenson, su prima, y a su hija Ana Victoria, La Pitoca, quien a los 20 años murió de cáncer de lengua. Binstock dijo: ‘Me parecía muy simbólico y es responsabilidad también del Terrorismo de Estado su muerte, porque es una de las secuelas, en mi opinión’. La misma opinión tiene este Ministerio Público”, suma Sosti. La triste y dolorosa historia de La Pitoca fue profundizada por Cristina Zucker, la hermana del Pato, en su libro El tren de la victoria.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 En el detalle de la Operación Murciélago, Sosti mostró un documento de inteligencia que da cuenta de las caídas en secuencia: “Del resultado de la cacería y lo que van obteniendo en las salas de tortura hacen varios informes dejando constancia de las bajas y de los interrogatorios. Hay un listado de la CRI (601) del 9 de mayo del 80 donde enumeran los secuestros del período (…) Lo titulan: bajas producida entre enero y mayo del 80. Mencionan que esas bajas se produjeron por la información surgida de los interrogatorios a militantes secuestrados en el Gran Buenos Aires y otras ciudades del interior. A las víctimas de esta causa las identifican por apodo de militancia y por nombre y apellido y nos dan fecha cierta y lugar cierto de los secuestros”.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio

 En la imagen proyectada mientras la fiscal enumera caso tras caso, se observa una publicación de la época en la que Ana María Ávalos, la mamá de Verónica Cabilla, denuncia la desaparición de su hija como parte de lo que se conoció como la Operación Murciélago, una secuencia de caídas de 14 militantes, denunciada desde el exterior. Ávalos, además sobreviviente de la represión, fue una de las testigos del juicio que más se extendió en detalles.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio

 En la foto se ve a Federico Frías junto a Mirta Simonetti. Para contar la serie de secuestros en Perú, es imprescindible recuperar su historia, que como muchas otras, condensa el horror de las torturas con los intentos de resistencia aun en las peores circunstancias. Sosti repasa toda la secuencia recorriendo los testimonios en el juicio de su hijo, Joaquín Frías, periodista, quien reconstruyó parte de la historia a través de otro colega y testigo en el juicio, el peruano Ricardo Uceda, autor del libro El pentagonito, en el que entrevistó a Arnaldo Alvarado, uno de los integrantes de la patota peruana que colaboró con los integrantes del Batallón de Inteligencia 601, quienes viajaron con el secuestrado Frías para la temible ocasión. Según contó el ex militar Nelsón Ramón González en este debate oral, Frías habríasido fusilado en Campo de Mayo.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 En la pantalla de la sala de San Martín en la que se retomó cierta presencialidad desde el comienzo de los alegatos, la fiscal Sosti desarrolla la tremenda historia de secuestros, torturas e impunidad internacional que quedaron en evidencia durante los episodios de Lima, Perú. En la foto se observan a Noemí Giannetti de Molfino en una punta; en la otra, su hijo Gustavo Molfino (quien ahora dispara un click para capturar el momento); en el centro, María Inés RavertaQuien registra el juicio desde su ojo humedecido por la emoción es el único de los tres que pudo sobrevivir. 
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
 En la emoción de Ana Montoto Raverta, una de las hijas de María Inés Raverta, se mezclan las propias vivencias relatadas en su testimonio del cuarto día de este juicio, con una referencia de Sosti a lo que han generado como generación con su paso testimonial: “Las y los hijos fueron dando encarnadura a sus padres, los trajeron a este juicio, los hicieron presentes contando quiénes habían sido, cuáles fueron sus sueños. Rearmando a través de los relatos de los compañeros de sus padres, de familiares, vecinos, de fotos desleídas por el tiempo, las hijas e hijos son la memoria en construcción. Y nos devuelven la pregunta que interpela y que nos enfrenta de lleno con esa dimensión ominosa del horror de la desaparición, pero fundamentalmente del silencio. Ellos conjuran ese silencio mostrándonos los jirones que la historia les ha dejado, y renuevan la vigencia del reclamo esencial dirigido correctamente cuando les preguntan a los imputados (en cada juicio) por el destino de sus padres. Madres, abuelas e hijos fueron y siguen siendo el aguijón persistente en nuestras conciencias y nos comprometen a pensar la historia y tal vez la tibia función reparadora que pueden tener estos juicios, no solo procurando justicia, sino dando espacio y sentido a la escucha de esas voces”, resumió la fiscal con precisión. Raverta fue secuestrada en Lima durante una cita con Frías, quien ya estaba secuestrado y bajo tortura.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del juicio
 El rol de los medios de comunicación en medio de la impunidad total de los genocidas no fue menor. Mientras en Perú algunos medios atendían las denuncias de Gustavo Molfino junto a otros integrantes de la organización que consiguieron sobrevivir a la redada limeña, el Diario La Nación elaboraba notas y editoriales como el que aparece en la foto. “A diferencia de los medios peruanos, los argentinos estaban acostumbrados a encubrir a los dictadores. La Nación estaba encargada de difundir el discurso armado del Ejercito. Mintiendo, como fue su práctica en dictadura, (publicaron) que Perú había expulsado a los argentinos por problemas de documentación”, recuerda Sosti. Allí se constituye en portavoz de la dictadura, con bajadas del tipo “El Ejército señaló las falacias de las acusaciones hechas contra la Argentina”.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
☝ Después de la escena macabra en la que asesinan a Gianetti de Molfino en un hotel de Madrid, algunos medios españoles enfrentaron la operación mediática de la dictadura, que intentó vender su asesinato como una muerte accidental o suicida. De paso, intentaron también sostener públicamente que las personas desaparecidas estaban en realidad en Europa. Diario 16 fue de los pocos medios españoles que enfrentaron ese discurso.
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio

*Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardiamedio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com


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