El juicio por gatillo fácil contra Marcos Acuña: “Mataron a mi amigo”
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📺 Cobertura del juicio: Natalia Bernades/Julián Bouvier/Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero (La Retaguardia) – Antonella Álvarez/Juan Ciucci/Sofía Labriola (Revoluciones)
✍️ Redacción: Juan Ciucci/Antonella Álvarez
💻 Edición: Fernando Tebele/Agustina Sandoval Lerner
📷 Fotos: Natalia Bernades
La jueza Julia Andrea Rutigliano autorizó la presencia de 20 personas por el protocolo de pandemia, aunque sin aclarar que serían 20 en total, contando a las partes prensa y policías de custodia, por lo que las madres que esperaban acompañar a Inés no pudieron ingresar. En la Sala A retumbaba el sonido de los bombos y, aunque para la jueza eso “en vez de ayudar entorpece” el desarrollo del debate, para las mamás que están en esas salas hostiles y vacías es un abrazo fundamental.
Día 1 – La Policía y el vecino
En la primer jornada del juicio declararon Romina Ferreyra y Jorge Brusich, los dos oficiales que acudieron al llamado del 911 el 28 de agosto de 2015 a las 9:00 de la mañana; y Luis Mario Aquino, un vecino que tiene un comercio sobre la calle Eslustondo, entre Catamarca y La Rioja, cerca de donde el prefecto Juan José Silva asesinó a Marcos Acuña con su arma reglamentaria. “Lo acaban de matar a mi compañero, a Marcos”, fue lo primero que escuchó Brusich cuando llegaron al lugar del hecho. Allí se encontraron con los dos amigos que estaban con Acuña esa mañana. Según el relato de los oficiales, cuando llegaron Marcos estaba muerto y tenía un disparo de un arma 9 mm. en la parte superior del cuerpo. En ese momento, y siempre según sus declaraciones, cortaron la calle, llamaron a la ambulancia, convocaron a Tránsito y al “cuadrante lindante”. Luego de todo esto, convocaron a los peritos y, supuestamente, a dos testigos. Retuvieron a los dos amigos de Marcos como testigos del hecho. No los esposaron. Sobre este punto de las esposas volvió la defensa de Silva tanto en el testimonio de Ferreyra como en el de Brusich. Ferreyra, quien estaba visiblemente nerviosa, reafirmó que nunca les “pusieron los ganchos”. Lo mismo hizo su compañero, chofer de la patrulla. Los policías luego se trasladaron a la Comisaría Tercera de Quilmes, donde más tarde se labró el acta.
El vecino
Antes de que Brusich y Ferreyra llegaran alertados por el 911, Luis Mario Aquino escuchó lo que ahora no recuerda si fueron ruidos de moto, disparos, gritos o disparos y gritos, desde el comercio que tiene en las calles Elustondo y Catamarca. Salió a ver qué pasaba, por curiosidad. Entonces vio, desde la reja de su negocio, para el lado de La Rioja, a dos chicos corriendo que doblaban de Catamarca, tomaron Elustondo para el lado de República del Líbano. Luego de esto vio a quien identificó como “el gendarme” (refiriéndose a Silva) andando en moto, con el mismo recorrido de Marcos y sus amigos, que pasaron corriendo. “Y ahí lo vi que bajó de la moto. Dejó la moto…Ahora lo que yo no vi… Vi que estaba así, pero no vi si disparó, no escuché nada. Lo único que vi es que uno de los chicos venía corriendo del lado de Macro diciéndole: ´Mataste a mi compañero, mataste a mi amigo´”. Cuando Aquino dice “estaba así” quiere describir cómo vio a Silva ese día: parado, al lado de su moto, con el arma empuñada, apuntando para el lado de los tres pibes que corrían.
El abogado defensor le consultó a Aquino si escuchó comentarios en el barrio sobre qué es lo que había sucedido esa mañana de invierno en que Silva mató de un disparo de su arma reglamentaria a Marcos Acuña. Luego de una objeción de la querella, que no fue aceptada por la jueza, contestó: “Yo lo que escuché por comentarios de los vecinos, es que los chicos parecía que le fueron a pedir la hora a esta gente y primero le pidió a un vecino de esta vereda la hora, no sé si no tenía reloj o qué. Se cruzaron para enfrente. Salieron corriendo, y por ahí el gendarme (por el prefecto Silva) se pensó que estaban robando. Otra cosa no sé. Eso es lo que se comentaba en el barrio. Y también se comentaba que los chicos venían de la Villa Los Eucaliptus de comprar marihuana”.
—¿Nada más se comentó? -insistió el defensor de Silva.
—Que yo haya escuchado, no me acuerdo -terminó Aquino.
Luego de este testimonio, y también después de que el fiscal se quejara porque nuestro trabajo de prensa, dice, lo desconcentra, finalizó la primera jornada. Las tres personas coincidieron en lo que escucharon ese día: gritos, disparos, y un desesperado “mataron a mi amigo”, “mataron a Marquitos”. En toda esta historia solamente se identificaron balas del arma reglamentaria de Silva.
Día 2 – “Soy poli, soy poli”
En la segunda jornada del juicio comparecieron dos testigos claves para conocer qué pasó aquel 28 de agosto de 2015. Damián Maciel, policía de Quilmes, brindó detalles de cómo fue llevado Silva hasta la comisaría tras efectuar los disparos que terminarían con la vida de Marcos Acuña. Maciel explicó que le fue encomendada la tarea de dar con Silva, quien se desempeñaba como prefecto en la zona de la Estación de Trenes de Quilmes. Allí lo encontraron y, tras comunicarle su situación ante la muerte del joven, indicó que Silva dijo que habían querido robarle la moto, que él efectuó dos disparos disuasivos y que se retiraron, pero que lo vio “sorprendido” ante la muerte y no ofreció resistencia para ser trasladado en el patrullero hasta la Comisaría Tercera. Ante una consulta de la querella, indicó que no le quitaron el arma al momento de subirlo en la parte trasera del vehículo policial. Insistieron desde la querella ante tal irregularidad, sorprendidos por el trato brindado a un sospechoso de un crimen, pero Maciel no interpretó como un descuido la situación, evidenciando el trato preferencial brindado al prefecto detenido.
Maciel indicó que luego volvió a la escena del crimen, cuando ya se congregaban familiares y amigos de Marcos que cortaban la avenida reclamando por su asesinato. “Tuvimos que ir todos de la Comisaría para que no haya disturbios y cortar el tráfico, estaban cortando la avenida y reclamando justicia”, agregó.
El policía que no lo mató
Más tarde fue el turno de Juan Matías Pez, policía metropolitano vecino de Silva, quien aquel 28 de agosto se cruzó con Acuña y sus dos amigos segundos antes del incidente fatal. Refirió que al salir hacia su trabajo se dio el cruce con los tres jóvenes. Allí interpretó que la intención era asaltarlo, por lo que extrajo su arma y les indicó que se alejaran. Acto seguido y sin que mediara palabra en ningún momento, los tres se retiraron de allí caminando hacia atrás lentamente. Al salir un vecino que escuchó sus gritos intercambiaron algunas palabras, y fue en ese momento que Pez escuchó dos disparos en la cercanía. Ante una pregunta del fiscal, indicó que no fueron disparos consecutivos, sino que hubo una distancia entre ambos de algunos segundos. Se dirigió entonces hacia el lugar desde donde venía el sonido de los disparos y se encontró con Silva, quien pistola en mano estaba parado al lado de su motocicleta. Éste le indicó: “Soy poli, soy poli”, y que habían intentado asaltarlo, tras lo cual se subió a su vehículo, se colocó el casco que tenía en una de sus manos y se marchó del lugar. Preguntado por la defensa acerca de si no intentó averiguar su identidad ante lo sucedido, señaló que creía que Silva había disparado para ahuyentar a las personas y que al no ver a nadie más en la escena no lo creyó necesario y se retiró. Luego, al pasar por allí rumbo a su trabajo, se cruzó con el cordón policial y entonces relató lo sucedido. Que al ver al joven en el suelo lo identificó como una de las tres personas que antes había cruzado. Aclaró también ante una consulta, que no vio que tuvieran armas.
“La policía mata por cara”
Al cierre de la jornada, y en diálogo con Revoluciones/La Retaguardia, Inés Alderete indicó que “hoy comprobé que la policía mata por cara, es lo que yo siempre dije, a Marcos lo mataron por matar, no por lo que tenía o estuviera en algo, porque un robo es una cosa al estar y levantar un arma, esto no lo fue”. Agregó que las declaraciones de los policías por lo que contaron “fueron a favor de Marcos, y no del prefecto”, y enfatizó: “Yo no creo en la justicia de esta justicia, yo sé mi justicia”. Por su lado el abogado querellante de la Gremial de Abogadas y Abogados, Eduardo Soares, expresó que los testigos dejaron al descubierto “cómo funciona la Policía en solidaridad con las otras fuerzas”. Agregó también que Pez dejó en claro “el típico olfato policial, donde al ver tres jóvenes cree inmediatamente que podrían asaltarlo y saca su arma, algo que lo podría haber convertido a él en el asesino de Acuña”.
La próxima audiencia será el viernes 4 de marzo, donde se presentarán las últimas testimoniales, las de los peritos y será el tiempo para escuchar los alegatos de las partes. Un día fundamental para volver a hacernos presentes en esta sala de los Tribunales de Quilmes, para acompañar a una madre que busca justicia por el asesinato de su hijo. Pero también para poder transmitir en vivo uno de esos juicios que siempre quedan al margen de las agendas mediáticas tradicionales y donde la corporación judicial oculta su accionar. Y que esta puerta que conseguimos abrir, que hoy es una excepcionalidad en este tipo de causas, se convierta en un precedente fundamental para volver públicos los juicios por venir.