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Messi, Maradona y las posibles razones de un equipo unificador

Escrito por el diciembre 17, 2022


Mañana será uno de esos días que recordaremos hasta el final de nuestras vidas. Vamos a fijar en la memoria dónde y con quiénes vimos el partido. Si llovía o si había sol. En caso de ganar grabaremos para siempre flashes del festejo. Porque será un día histórico.

Redacción: Fernando Tebele

Edición: Pedro Ramírez Otero

Foto: JJ Guillén-EFE

Este Mundial no es cualquier Mundial. Posiblemente porque esta Selección no es una Selección cualquiera. Pero, ¿hay alguna otra razón para una felicidad tan masiva? Seguramente muchas. Optamos por detenernos en tres posibles analizadores que permitan reflexionar y preguntarnos. El primero tiene que ver con el juego. Si bien el fútbol dejó de serlo hace rato para transformarse en un negocio global, hay algo de su esencia lúdica que no termina de perderse. Y el recorrido de esta Selección por el Mundial ha tenido varios de los condimentos que suelen sazonar más los festejos posteriores: perder, sufrir, ganar por penales, y momentos de alto nivel colectivo e individual. Eso convoca a festejos masivos. También es posible pensar que el fútbol es (y seguramente será por mucho tiempo), lo único que puede unir a la sociedad argentina, fragmentada al por mayor. Aquel que puteó el viernes un piquete de una organización social, va a compartir festejo este domingo con alguno de quienes se manifestaron. Porque el fútbol siempre ha sido una gran coctelera social. Aquellos que se detestan mutuamente en las calles, pueden ser capaces de abrazarse en una tribuna por un gol. Es una cualidad del fútbol que resulta inigualable. La tercera cuestión que quizá genere tanta pasión es la del héroe que no siempre fue líder. Lionel Messi es un jugador magnífico desde hace años. Pero nunca destelló con la Selección argentina como en este Mundial. Y si algo pudiera faltarle para que podamos nominarlo como el mejor de la historia, una Copa del Mundo terminaría con el asunto. Igualaría a Maradona con dos finales, una ganada y otra perdida. ¿Qué cambió para que el Messi maravilloso de siempre se convirtiera también en ese líder que estamos admirando incluso con cierta sorpresa? Quizá sea arriesgado escribirlo, pero podría pensarse que la ausencia de Maradona le ha quitado a Messi un peso de encima. Esa mirada pasional desde la tribuna o en un vestuario que Diego imponía con su presencia. Ya sin ese empuje que también le imploraba superación, Messi tal vez pueda mostrarse más suelto. Pero la soltura no necesariamente conduce a un liderazgo. Entonces esa misma ausencia de Diego, pasado ahora a otro plano, con canción que incluye a don Diego y la Tota, le haya implicado al gran jugador actual la necesidad de ser ese gran líder que hasta hace poco era Diego, presente en las tribunas o micrófonos. El símbolo del fútbol argentino por décadas ya no está. Se murió. Todo indica que Lionel Messi ha encontrado la mejor manera de ocupar ese lugar. Y ya lo consiguió. Levante o no la copa mañana, a este equipo le espera un gran recibimiento masivo y unificador de una sociedad que, unos días más tarde, tal vez el día siguiente, retome sus diferencias insalvables. Con el 50% de la población en la pobreza, ¿qué otra cosa podría suceder?


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