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La rana que se hierve y el faro brillante de Milei

Escrito por el abril 11, 2024


Con un tono fabulesco, pensamos el presente que atravesamos (¿o que nos atraviesa?) mientras transcurre el primer gobierno argentino de ultraderecha del siglo XXI.

Redacción: Sergio Zalba
Edición: Valentina Maccarone 
Ilustración: Chechu Rodríguez / La Retaguardia

En 2007, Oliver Clerk publicó un libro que alcanzó cierta notoriedad: La rana que no sabía que estaba hervida y otras lecciones de vida

Clerk, escritor suizo contemporáneo, trabaja sobre el espacioso y sutil universo de la autoayuda considerándose a sí mismo como especialista del perdón y del desarrollo personal.

En el primer capítulo de su libro, propone una especie de tragicomedia: “Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana, esto le parece bastante agradable, y sigue nadando”. Pero el agua se sigue calentando, dice Clerk, la temperatura sube y aunque el calor le produce algo de somnolencia, la rana no se inquieta. A los pocos segundos, con el agua muy caliente, ya no le resulta tan agradable, pero carece de fuerzas para patalear. Poco a poco, la rana queda hervida, casi sin darse cuenta. Es bien seguro, dice el autor, que si se la introduce de una vez en un recipiente con más de 50 grados de calor, saltaría inmediatamente de una sola zancada.

En las sociedades y en las vidas personales, concluye este especialista en felicidad humana, ocurren situaciones similares. Cuando la tragedia se hace cotidiana, naturalizamos sus causas hasta caer, mansamente, en su inevitable desenlace: la muerte.

¿Nos estarán hirviendo como a la rana del cuento? Puede ser. Hace tiempo abandonamos el asado, después raleamos las verduras, ahora la polenta sale sin tuco ni queso y vivimos en penumbras escamoteando el consumo de energía.  ¿Cómo pasamos del ímpetu revolucionario por conquistar derechos a la apatía de la supervivencia? ¿Cómo no nos avivamos que, desde hace mucho tiempo ―no sólo cuatro meses― estamos inmersos en una cazuela con agua avanzando a la ebullición?

El canibalismo liberal-capitalista nos hierve para su propio alimento. Eso lo sabemos desde hace mucho. Lo que aparece como cierta novedad es que nos sintamos tan cómodos dentro de la olla; que no estemos pataleando, que hagamos la plancha en la misma pileta que nos cocina.

Embajadores de la Luz

Hace más de diez días, la Agencia Judía de Noticias (AJN) anticipó una información: “Milei y su hermana, Karina, recibirán la distinción Embajadores Internacionales de la Luz por su inquebrantable dedicación a difundir la libertad”. Vaya galardón.

Tan ignoto como extraño, ese galardón será otorgado a Javier y Karina por un Centro de Jabad Lubavitch (organización del judaísmo ultraconservador) en Miami. Y hacia allí partieron, el martes 9 de abril, en un vuelo comercial. 

Mientras tanto, la hornalla sigue encendida. Y el pueblo argentino adentro de la olla. Sin embargo, el Presidente junto con la secretaria general de la Presidencia están siendo honrados por “su inquebrantable dedicación a difundir la libertad, la esperanza y la positividad frente a la oscuridad”, tal como reza la invitación a semejante evento. Invitación en la que, además, les agradecen por “sus incansables esfuerzos por Israel y la comunidad global (y por ser) un faro brillante que ha inspirado un mundo más luminoso y compasivo”.

Por otra parte, el mismo Javier Gerardo Milei, en una entrevista con su periodista-amigo Alejandro Fantino, dijo que este lunes se reveló una extraordinaria noticia. “Soy el segundo presidente con mejor imagen del mundo”, afirmó. Por supuesto que no mencionó la fuente ni quien le reveló semejante verdad. Pero, tengo una fuerte sensación: mientras sube el fuego de la cocina y nos revuelve con su mágico cucharón, el tipo está convencido de que todo eso es verdad;  que efectivamente es un faro brillante, luminoso y compasivo. Y que, gracias a su capacidad y a las Fuerzas del Cielo, volveremos a ocupar ―en términos económicos― los primeros lugares del planeta.

No terminar como la rana

Así estamos. A punto de hervir en una cazuela gigante, sin demostrar capacidad de reacción y con un presidente que bambolea entre el desquicio y la perversidad. Sin embargo, no se avizoran cambios en el horizonte inmediato.

¿Cuántas muertes tienen que ocurrir para que nos dispongamos a salir masivamente de la olla? ¿Cuántos cadáveres tendrán que flotar alrededor nuestro? (A propósito, mientras se escriben estas líneas, la Policía Federal y de la Ciudad reprimen a manifestantes de las organizaciones sociales que reclaman alimentos para sus comedores. Y también, claro, gasean y balean a trabajadores y trabajadoras de prensa que cubren ese acontecimiento). 

Las salidas sectoriales son importantes. Pero resultan insuficientes. Una vez efectuadas, parece que se vuelve a la pileta de cocción. Si no queremos terminar como la rana de Clerk, habrá que buscar otras formas. Las instituciones tienen sus caminos legales. Es hora de comenzar a transitarlos.


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