EL MARTIRIO DEL OBRERO ANTONIO RODRÍGUEZ OTERO EN CAMPANA
Por LaRetaguardia en Otras, trabajadoras - publicado el 22 enero 2025
Se cumplieron 109 años del asesinato del obrero del petróleo por parte de las fuerzas policiales en Campana. Fue en 1916, en el marco de una movilización y hoy, desde la comunidad vecinal de Campana, buscan que se declare monumento histórico a la tumba y el memorial de Antonio Rodríguez Otero.
Hablar de la figura de Rodríguez Otero, para muchos de nosotros no es una anécdota histórica, simplemente, sino la recuperación de una forma de vida y una forma de actuar en los actores que conforman la historia social local y nacional. Consecuente con su momento, lugar y propósitos.
Español de origen, Antonio, nacido en 1890 en Ganceiros, en la provincia de Orense, arribó a la ciudad de Campana a sus 16 años. La ciudad fue el escenario social con las primeras fábricas, instaladas en la región desde fines de 1880. Campana, como epicentro económico y ciudad reflejo de la segunda Revolución Industrial, concentraba para principios del siglo XX una inmensa cantidad de población obrera, inmigrante y calificada —tanto en la técnica, como en la formación sindical—. Esta localidad, como ciudad litoral en el norte bonaerense, ilustraba la situación: el frigorífico británico River Plate, los talleres ferroviarios, el puerto, fábricas de licores y la refinería
Posicionada esta figura y modelo económico muchas veces como símbolo del desarrollo y la productividad. Pocas veces se menciona el costo social y humano en nuestras comunidades.
La Argentina agroexportadora, entonces conducida políticamente por una oligarquía criolla (articulada en sus intereses con el programa británico de la división internacional del trabajo), produjo primeros conflictos obreros ante la indignación incipiente de los trabajadores.
Las primeras medidas de fuerza que marcaron un límite y un sentido a la especulación del capitalismo, como las huelgas ferroviarias de 1888 y 1896, la huelga portuaria de 1902 y finalmente la huelga de la refinería alemana Itaca en Campana, fueron el primer precedente de un camino en las conquistas sociales del movimiento obrero.
Límite necesario, ante un cuadro local de explotación, control económico y geopolítico británico de la producción, pobreza y trabajo infantil. Fenómenos consecuencia de un capitalismo excluyente, garantizado por los sectores dominantes de la oligarquía local y nacional e internacional.
Vemos que este escenario no dista del mundo al que nos quieren llevar como sociedad los intereses y sectores que conforman el actual gobierno en Argentina.
Durante la siesta del 16 de enero de 1916, a las 15.30 cae el cuerpo de Antonio por un disparo de bala de la policía local, en el marco de una movilización obrera contra el accionar de la patronal de la refinería sobre los trabajadores. Antonio tenía 26 años. Su violenta y trágica partida de este mundo nos deja un mensaje de lucha por las libertades que el pueblo debió conquistar en las siguientes décadas.
La Federación Obrera Local de Campana, en 1916 formaba parte de las herramientas de representación de la clase trabajadora local, reuniendo en su programa las principales demandas de ese momento: cumplimiento y sanción de las 8 horas de trabajo, supresión del trabajo infantil, descanso dominical, cobertura patronal en accidentes de trabajo y reconocimiento de la representación obrera a través de los sindicatos y gremios conformados en la Federación.

El recuerdo de Antonio Rodríguez Otero en el Cementerio de Campana
La idea de recuperar y hacer visible esta parte de la historia social de Campana, surgió a partir del hallazgo de esta vieja tumba en el Cementerio local por parte de viejos vecinos que dieron aviso a docentes e investigadores locales sobre su existencia.
En la misma se observa un texto de epitafio, labrado y producido por la Federación Obrera Local, tanto a modo de recordatorio, como a modo de denuncia por el crimen social y político que evidencia la violencia institucional sobre el movimiento obrero en el interior bonaerense, desde los inicios de la industrialización.
El hallazgo de este símbolo, sin duda fue un punto bisagra en la memoria local. Fue así que en los últimos meses se dio la confirmación del curso favorable en el Concejo Deliberante de Campana al proyecto que propone declarar monumento histórico local a la tumba de Rodríguez Otero.
El proyecto fue elaborado por concejales del bloque Unión por la Patria de Campana en torno a la existencia de diversos trabajos de investigación que contribuyeron a recuperar la figura de Rodríguez Otero y el movimiento obrero en Campana.
Este proceso de recuperación del pasado fue iniciado a partir de diversos episodios en la localidad a principios del siglo XX.
La figura de la huelga petrolera de 1915-1916 no ha sido el único acontecimiento en la historia del movimiento obrero de Campana. Las primeras huelgas ferroviarias de 1888 y 1896, la huelga portuaria de 1902 y finalmente la huelga de la refinería alemana Itaca en Campana, con la consecuente represión por parte de la policía de la localidad en 1916, al igual que el proceso de modernización e industrialización han sido objeto de análisis en la historia social de Campana por parte de diferentes docentes e investigadores: Rogelio Paredes (ya fallecido), Andrés Suardini y el sociólogo Cristobal Maro.
Maro, desde hace varios años comenzó a poner sobre la mesa una de las primeras huelgas ferroviarias, producida el 15 de agosto de 1896 a las seis de la mañana, en los talleres ferroviarios de Campana. Más de 300 obreros mecánicos habían decidido sumarse a la huelga iniciada en los talleres de Tolosa, La Plata. Los obreros exigían a las patronales ferroviarias británicas la supresión de la jornada de 10 horas de trabajo, y el consecuente establecimiento de la jornada de 8 horas sin reducción de salario, doble jornal en horas extraordinarias, la supresión absoluta del trabajo los días domingos y, fundamentalmente, la abolición del trabajo a destajo.
Por su parte, el hecho de la gran huelga petrolera anteriormente había sido referido en la revista “Todo es Historia”, aún carecía de mayores datos y referencias sobre lo sucedido en el orden local. Tanto por el curso de la huelga, la condición libertaria y anarquista del gremio de la Federación Obrera de Campana, como por la figura de Rodríguez Otero como miembro de las movilizaciones y medidas de fuerza producidas en la localidad en las exigencias a la empresa.
Este era el cuadro de la situación, cuando Antonio Rodríguez Otero transcurría los primeros años de su juventud en la comunidad: explotación, control económico colonial británico, pobreza, trabajo infantil. Factores constantes como consecuencia de un capitalismo excluyente, garantizado por las fuerzas políticas de la oligarquía local y nacional.
La Federación Obrera Local, a ese momento formaba parte de las herramientas de representación de la clase trabajadora local, reuniendo en su programa las principales demandas de ese momento: cumplimiento y sanción de las 8 horas de trabajo, supresión del trabajo infantil, descanso dominical y reconocimiento de la representación obrera a través de los sindicatos y gremios conformados en la Federación.
Hasta ese momento, el anarquismo, el sindicalismo revolucionario y el socialismo, son las formas políticas y organizativas que reúnen una alternativa contestataria y superadora ante el régimen liberal-oligárquico. Siendo la huelga y las medidas de fuerza en fábricas y talleres los instrumentos para poner límites a la explotación, el abuso y el autoritarismo de los grupos de poder por sobre el campo trabajador.
Para ese momento en los inicios del conflicto (noviembre de 1915), ya existía la escisión entre la FORA del V Congreso (anarquista) y la FORA del IX Congreso (sindicalista). En Campana, la Federación local adscribía orgánicamente a la primera corriente. Parte central del programa de lucha de la organización en la localidad era la implementación de la jornada de 8 horas.
El conocido diario libertario “La Protesta” cubrió durante todos los meses que duró la huelga y también el asesinato de Antonio y su multitudinario velatorio y entierro, al cual acudieron 4 mil obreros de Campana y la región.

El encargado del procedimiento policial fue el comisario Luis María Doyhenard, entonces jefe de la policía de la Provincia de Buenos Aires. Encomendado por el gobierno de Marcelino Ugarte para la represión del conflicto local (la cual no excluía el asesinato de los dirigentes obreros, como vemos). El intendente de la ciudad en ese momento era Luis Jacob. El círculo social y político del poder se cerraba: el aniquilamiento de un joven militante obrero, y la impunidad y continuismo del modelo liberal y autoritario.
Teóricos, políticos y pensadores europeos como Marx, Bakunin, Proudhon, Fourier, Federico Engels irrumpían en la argumentación narrativa de la política criolla. La presencia de dirigentes como Pietro Gori y Errico Malatesta comenzaron a desplazar la magnitud y los discursos de los caudillos y dirigentes radicales, conservadores y autonomistas. El país comenzó a cambiar. Pocos meses después, Hipólito Yrigoyen vencería en las elecciones presidenciales en representación del radicalismo cerrando una parte de este ciclo conservador.
La representación obrera de Campana también tuvo importante gravitación a partir del espacio de la vieja biblioteca socialista Jean Jaurés («Casa del Pueblo») ubicada entonces en su actual sede en calle San Martín. Liderada en forma incipiente por los dirigentes socialistas locales Manuel Besasso y Luis Becerra. Ambos posteriormente lograron ocupar bancas legislativas nacionales y locales llevando adelante su programa parlamentario en defensa de estos derechos sociales.
Las 8 horas como base para una vida socialmente digna
Las ocho horas de trabajo se han conquistado hace más de un siglo, desde ya que esta figura no se implementa como tal en las diferentes capas de trabajadores que hay en la actualidad. También, en la actualidad, diversos espacios de representación obrera en nuestro país y el mundo sostienen la implementación de las seis horas y el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados; siendo que la ciencia y la técnica en nuestra época deja planteada la posibilidad de esa reducción de tiempo de trabajo, además de necesario.
El pensamiento de Antonio, su participación y adhesión al movimiento huelguístico de 1916, dejan la magnitud de un proyecto político cimentado en la asamblea, la huelga y el no consentimiento activo frente a la inhumanidad de un régimen.
Anteponiendo al mismo un proyecto y una propuesta social en la cual trabajadores —tanto mujeres como hombres—, participaran directamente de la administración de los frutos de su trabajo, del rumbo político de las fábricas y de sus decisiones centrales en la economía. Bajo la dignidad, la justicia social y la solidaridad por sobre la especulación, la ganancia y la renta.
Vemos con preocupación en la actualidad, que los mencionados actores y sectores de poder quieren llevarnos a un mundo del cual hace tiempo salimos como sociedad para nunca más retornar. Este escenario también se produce con el lamentable consentimiento de no pocos actores de las cúpulas de la dirigencia política y sindical actual, que fueron dejando sus experiencias y tradiciones de lucha, en la historia de la democracia y los derechos sociales
Bajo las ideas del retorno a las 12 horas en la jornada laboral, el uso de tickets en la asignación de los sueldos, la supresión de los días feriados por días no laborables o la movilidad arbitraria de las vacaciones son condiciones que como sociedad no podemos ni debemos naturalizar y habilitar bajo ningún punto de vista.
Estos sectores que integran el actual gobierno en diferentes áreas del Estado conciben la idea de garantizar legislaciones que nos retrotraigan a las desigualdades existentes en nuestro país antes de 1945, antes de 1916 y antes de todos los primeros convenios obtenidos por el movimiento obrero argentino en sus derechos.
Quienes reafirmamos todo lo aquí enunciado, sostenemos y acompañamos la iniciativa planteada por varios vecinos, docentes e investigadores ante en el Concejo Deliberante de Campana al proyecto que propone declarar monumento histórico local a la tumba y el memorial de Antonio Rodríguez Otero en el cementerio local, mediante el Expediente N° 22.184 en este ámbito.
Es necesario retomar el ejemplo de luchadores obreros en la zona, es algo que muchas veces se pasa por alto y atendiendo a una narrativa unilateral en la cual Campana y la región siempre fueron un lugar estático, sin conflictos ni disensos donde siempre pasaron »pocas cosas». Vemos así que la clase obrera de la zona, al igual que a lo largo y ancho del país, en los últimos dos siglos tuvo peleas importantes, heroicas, y que dejan un importante camino de experiencias para pensar nuestro tiempo en los que nos toca intervenir.
Jerarquizando así la condición pública de estas referencias y símbolos en la cultura y la historia en Campana, Escobar, Zárate y nuestra región industrial trabajadora.