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Alika Kinan


Dos integrantes de La Retaguardia fueron al Encuentro. Una de ellas asistió al taller de mujeres trabajadoras sexuales. Desde nuestra posición abolicionista, su idea fue escuchar argumentos de quienes creen que la prostitución debe ser reglamentada. También advirtió sobre algunas cuestiones logísticas que podrían ser constructivas hacia el próximo encuentro que se realizara en 2018 en Puerto Madryn, Chubut. (Texto de Rosaura Barletta y fotografías de Agustina Salinas para La Retaguardia) “¡Hijas de puta! ¡Si quieren aborto legal, cuidensé!”, nos gritó un pibe desde una moto mientras se desarrollaba un taller en la vereda. En Bariloche, recuerdo, nos escandalizamos con justa razón porque un ultracatólico le pegó una piña en la cara a una compañera durante la marcha. Hoy por la tarde, cuando todo había terminado y sólo quedaban unas cuantas haciendo tiempo para sus vueltas, un grupo de motos rodearon la plaza 25 de Mayo para tirarles piedrazos. “Yeguas”, nos dijo uno el domingo, también en moto, mientras cruzábamos la calle. Me hacen reír los insultos tan absurdos como yegua. Esos ataques tendrían otra identidad si la logística fuera diferente, pero son fugaces, rápidos, cobardes, y bajo ningún punto de vista son la expresión de un repudio generalizado de los habitantes de Resistencia. También eso es parte de lo que pasa en el Encuentro Nacional de Mujeres. Las y los chaqueños, como en su momento fueron las y los misioneros, transitaron este fin de semana con asombro y emoción. “¿Qué es el pañuelo verde? ¿Son de Moyano?”, preguntó un kioskero confundido. El Encuentro tiene la riqueza, y el privilegio, de ese contacto cuerpo a cuerpo con quienes sólo reciben nuestro mensaje distorsionado a través de los medios hegemónicos, y la valiosa posibilidad de explicar nuestras razones sin intermediarios. Desde el balcón, una señora levantaba el puño y aplaudía al ritmo de la marcha que la interpeló: “Mujer, escucha: ¡Únete a la lucha!”. La movilización llega después de dos días de discusiones acaloradas y emocionantes, es decir que para ese momento se concentra toda nuestra pasión. Por eso las postales del Encuentro no se borran más. Por más dificultades que haya que sortear –innumerable cantidad-, las primerizas no salen de su conmoción y son fácilmente reconocibles. Se les nota en las lágrimas o en el parpadeo compulsivo que las detiene. En esa expresión obnubilada, de niñas, que no puede dejar de absorber escenas, fotos, instantes. Por qué Resistencia es un sí Resistencia es una ciudad verde y hermosa. Las arboledas, para quienes pasamos horas y horas en plazas o veredas, son fundamentales. La plaza 25 de Mayo, además de muchos, tiene esos árboles entrados en años que, por el tamaño del tronco y la copa, dan sombra y también brisas de aire fresco. Nuestra suerte es indescriptible, porque durante el sábado y el domingo la temperatura no superó los 25º, mientras que el lunes rondó los 30º y, el martes, cuando ya se fue la enorme mayoría, la máxima fue de 36º. No hubiéramos podido, sin dudas, sostener el ritmo de nuestras actividades con un clima tan hostil. Resistencia es, también, una ciudad relativamente grande. Hay una enorme cantidad de colectivos que recorren el interior de la Capital y que tienen, aparentemente, buena frecuencia y accesibilidad. Se viaja con la SUBE, como en gran parte del país. Lo que falló Aún con todas las comodidades de que dispone, la gran cantidad de escuelas y sedes de la universidad, el verde y las plazas, Resistencia colapsó, al menos en unos cuantos aspectos. El primero y más frecuente tiene que ver con los baños, que no es menor, mucho menos si vas con niñas o niños que enfrentan varias urgencias a diario. La decena, o más, de baños químicos que estuvieron todo el fin de semana en la plaza 25 de Mayo, a las 24 horas del comienzo del Encuentro no sólo no podían usarse, sino que acercarse a unos cuantos metros era nauseabundo. Claro que el “no podían” era relativo si eran lo único que había. Lo mismo pasó en las escuelas en las que estuve. No es un problema menor. En otro sentido, la ciudad se vio desbordada en materia de alojamientos, y por eso una gran cantidad de mujeres paró en Corrientes, del otro lado del puente que separa las provincias, a unos 15 kilómetros de Resistencia. Recorrer ese tramo breve (no más de 30 minutos) y en buen estado fue caótico en exceso. Chaqueños y chaqueñas viajan a diario a Corrientes y viceversa, a ver parientes, trabajar, pasear, etcétera. Hay varias empresas de colectivos que hacen el recorrido Chaco-Corrientes pero, como hay un problema económico y de monopolios de transporte, para viajar en el Chaco-Corrientes –así se llama-, no se puede usar SUBE. Las empresas de tienen para sí una hora de cada día en la que el recorrido es suyo, y cada una tiene una tarjeta diferente. Fue difícil entender este sistema pero, cuando le encontramos el sentido, nos dimos cuenta de que no podíamos comprar una tarjeta por cada línea y tener cada una cargada con los cinco boletos que necesitábamos: sólo íbamos a hacer dos veces ese viaje y perderíamos el resto del dinero. El primer día, además, las calles cortadas desviaban el recorrido del colectivo sin criterio unificado y eso nos llevó a esperarlo, por indicación de agentes de tránsito que parecían estar seguros, dos horas en una esquina por la que nunca pasó. La opción B era tomar un cochecito, así se llama en Laferrere el remís con recorrido específico que lleva a varios pasajeros con una tarifa única por cada uno y más barata que la de un remís tradicional. Salía de Resistencia y cobraba a cada pasajero 35 pesos para cruzar el puente que iba hacia Corrientes. Este servicio tenía una demora de más de dos horas y ofrecía una trampa: a quienes estaban dispuestas a pagar 100 pesos cada una o un precio similar, se les daba cierta prioridad y no superaban la hora de espera. Nosotras, luego de hacer

Es la condición que asumen miles de mujeres cuando, con apoyo y acompañamiento de profesionales y especialistas, logran revertir años de sometimiento sistemático que las lleva a la culpabilización y revictimización. Esta es la historia de Ana en boca de la periodista María José Corvalán, de San Luis, en comunicación con Radio La Retaguardia. El relato de superviviencia y empoderamiento fue expuesto el martes en el programa Ni Putas Ni Sumisas, de Alika Kinan. Además de la transformación de Ana, luego de asumirse como víctima de trata, decidir denunciar y conseguir un trabajo, hay una extrema vulnerabilidad habitacional, educativa, estructural a la que ella y sus hijos son sometidos por un deliberado accionar del Estado que, habiendo sido golpeadas decenas de sus puertas, optó por abandonarla. Actualmente hay disponible un número de CBU para recibir donaciones para que Ana pueda refaccionar su casa, que se encuentra en condiciones de precariedad extremas: 0270101720017831640011. El número de cuenta es 00178364001101021. (Por La Retaguardia) “La conocí a Ana hace como dos años por una situación de vulnerabilidad. Ella fue a la radio donde yo trabajo, Radio del Plata, a ver si alguien podía ayudarla con materiales, con chapa, con nylon, porque se le había caído el techo. Entonces empezó esto de hacernos amigas y estrechar redes para salir a buscar ayuda al ministerio de Desarrollo Social, a la municipalidad, a las fundaciones, a los políticos, recorrer oficinas y golpear puertas. Mientras esperábamos, empezamos a hablar de otras cosas, por ejemplo”, expresó y a continuación recordó un diálogo:-Los chicos, ¿van al colegio a la mañana o a la tarde?-No van-¿Por qué no van?-Porque no tienen zapatillas-Bueno, les conseguimos-Igual no me los inscriben-¿Por qué?-Porque no tienen documento-¿Cómo que no tienen documento?-No, porque no tienen partida porque nacieron en unos hospitales de los que me sacaban y me volvían a una casa a trabajar.“Pasa mucho tiempo, pasan meses. En una situación cualquiera, recuerda algo que pasaba en esa casa, o que la golpeaban. Pero son momentos. Es un proceso muy fuerte hasta que ella puede empezar a contar lo que le había pasado. Ella estaba viviendo en un hogar donde era víctima de violencia y abuso sexual y tenía un padrastro abusador, una madre violenta. Ella huía a una placita. En esta placita hay una locomotora y los chicos se juntan a fumar y a pegar Poxi, está en la zona roja de la ciudad de San Luis. En ese lugar se presentaba siempre una mujer que le llevaba comida y de ahí la chuparon. Le ofrecieron un trabajo en Buenos Aires”, relató Corvalán. “Esta chica no iba a la escuela, pensaba que Buenos Aires era un barrio. En ese momento tenía 12 años. La llevaron en un auto medio destartalado por unas cuadras, la avenida de la zona roja desemboca en una ruta que va a Mendoza donde hay una estación de servicio y un parador que sigue estando. Todo esto está tal cual, cualquiera puede hacer el recorrido hoy. Ahí se bajaron del auto, vino un camión y la subieron ahí, donde había dos pibas más de la misma edad, entre doce y trece años. Partieron en un viaje que le costó diez años de su vida. Desde ese día, ella nunca más supo dónde estaba. Esto es tortuoso. Nunca más pudo saber dónde está. Si en el país, en Buenos Aires, afuera, si hay una ruta o una calle, una peatonal, nunca más lo supo. Siempre sintió que estaba en deuda, otra cosa que es de manual”, explicó sobre la metodología que implementan los tratantes. “Le hicieron de todo y tuvo que hacer de todo. Para qué entrar en detalles. Todo lo que se imaginen es poco. Lo tienen que multiplicar por tres mil. Sufrió de tal manera que no se acuerda. No se acuerda dónde dormía, cómo se llamaban las demás chicas, no se acuerda cuánto ni cómo. Cosas que obviamente ha bloqueado. Quedó embarazada, la llevaron a un hospital, parió, volvió con el niño a seguir siendo explotada y prostituida. Ella fue violada en su condición de prostitución hasta el día en que fue a parir. Cuando salió del hospital, pasó directamente a hacer pases. Lo que es terriblemente cruel. Ella cuenta que le dolía todo. Ana tiene cuatro hijos y los tres primeros nacieron en su condición de cautiverio”, relató sobre el horror.Según Corvalán, “cuando ella salió de este prostíbulo con sus niños en brazos sin un peso y sin ropa, lo primero que hizo fue ir a una comisaría y le dijeron ‘si volvés a aparecer por acá con ese verso de que querés denunciar, te sacamos a los niños y te hacemos recagar’. Entonces ella dijo que no iba a denunciar nunca más. Después, Alika la convenció de llamar al 145. Denunció, fue a declarar y entró al Plan de Inclusión Social en San Luis. Las beneficiarias pueden tener obra social para ellas mismas, no para sus hijos, y cobran 6200 pesos. Ana trabaja en un vivero. Desayuna a las 9 y media con sus compañeras, se siente útil, querida, está contenta. Tiene por qué levantarse todos los días. Antes estaba tirada. Su casa sigue siendo precaria y vulnerable, pero tiene a dónde ir y la plata que cobra es su plata, nadie se la dio. Está verdaderamente feliz. Fue a declarar y cuando lo contaba decía ‘yo no soy mala, soy víctima de trata de personas con fines de explotación sexual’”, reconoció Ana después de deconstruir su revictimización. ¿Cómo viven las sobrevivientes? Además del padecimiento de haber sido víctimas de trata y la violación de sus derechos humanos en circunstancias en que el Estado se configura como cómplice en su peor cara, las sobrevivientes de trata atraviesan el destrato y el abandono también luego de ser restacatadas o de salir del circuito de opresión por sus propios medios: “En su casita, las paredes están todas ahuecadas porque la lluvia le ha carcomido la unión de los block. Está toda filtrada. El techo de chapa que le colocó

Marcela Ramirez, “Mamucha”, recibió una condena hasta 2020 pero ya está libre. Es una causa por el delito de trata contra chicas trans en Río Negro, Cipolletti. Luego de salir de la cárcel otra vez las amenazó y la policía les sugirió que convivieran en paradas contiguas en la calle. Por la falta de asistencia del Estado, las víctimas se siguen prostituyendo. Alejandra y Romina, dos de ellas, participaron el martes en Ni Putas Ni Sumisas, el programa de radio de Alika Kinan. (Por La Retaguardia)Foto: La casa de la proxeneta, imagen difundida por el medio local rionegro.com.ar “Estoy con Clara, Karina y Romina, compañeras y amigas víctimas de trata. Estamos todas por lo mismo y ayudándonos entre nosotras y subsistiendo. No tenemos asistencia, así que nos rebuscamos”, comenzó Alejandra. -Alika Kinan: Quisiera que me cuentes cuándo empezó todo esto -Alejandra: Yo a Marcela, ‘La Mamucha’, la conocí en el 2007. En su momento mostraba ser una persona, decía que éramos familia, que ella iba a ser como mi mamá. No estaba casada pero convivía con Leandro Gómez, su pareja, que decía que era como mi papá. Me daban consejos, decían que yo tenía que ser alguien y cambiar de vida. Al principio me la creía. Lo que tenía era que nos insultaba, nos denigraba y nos trataba mal. Una como trabajaba y veía la plata, lo dejaba pasar. A medida que iba pasando el tiempo me convenció de que me quede en Cipolletti, yo soy de San Juan.Me vine en 2008, me quedé con ella y desde ahí fue una tortura. Éramos varias chicas que teníamos que hacer lo que ella decía. No nos podíamos ir porque decía que nos bajaba del colectivo con la policía, aparte decía que tenía contacto con los choferes y las empresas. En su momento la policía venía, la visitaba, ella les ofrecía las chicas nuevas y no nos molestaban. Tampoco pagaban el servicio, eran arreglos que hacían con ella. Cuando cayó detenida si nos molestaban, y ahora otra vez no.La mayoría de las chicas que traía eran de la provincia de San Juan. La mayoría teníamos 18, 19 años. Contactaba por ‘Face’. Ella les pagaba el pasaje si no tenían. Las recibía en su casa o les conseguía lugar para irse. Los primeros días era amor, amor, amor. Después te hacía pagar todos los días una cantidad de dinero para trabajar por noche. Si se enojaba con cualquiera de nosotras, nos cobraba multa a todas. Por una o dos semanas. A las chicas nuevas que eran las que más plata agarraban les cobraba hasta un mes de multa y no se podían ir. Nosotras las podíamos ayudar a eso, le decían que estaban trabajando y se iban con lo puesto en micro. -AK: ¿Cómo empezaron ustedes a transformarse? -A: Empecé a transformarme el cuerpo cuando la conocí. A los dos meses tenía plata y me dijo que me iba a dejar un cuerpo como María Eugenia Ritó. ‘Vas a quedar divina, vas a ser mi modelo’, a todas les decía lo mismo, después me di cuenta. Me puso silicona inyectable, aceite de avión, en los pechos, en la cola y en las piernas. Ella misma iba, compraba en la farmacia y me la inyectaba. Por mala higiene, tuve la mala suerte de que me ingresó una bacteria, un virus, no sé, y uno de los pechos se me infectó. Tuve complicaciones, quería ir al hospital, ella no me dejó, me medicó con antibióticos. No fui, en ese momento tenía 18 años, después, a los dos meses se me pasó para el otro pecho. Se me infectaron los dos, y una vez por año se me hace un grano y me supura pus con silicona. -Rosaura Barletta: ¿Mientras pasabas esta situación de salud vos eras prostituida? -A: Sí, totalmente. Sin ningún cuidado especial. Si estabas enferma, con fiebre, con gripe, tenías que salir a trabajar igual, lloviera, hiciera temperatura bajo cero. Tenías que trabajar y cumplir los horarios. Te levantabas al horario que ella decía, había que limpiar la caca de sus perros. Alejandra contó, además, que Marcela tenía alrededor de cincuenta perros dentro y fuera de la casa a los que las chicas debían comprarles alimento y regalos. -AK: ¿Tienen alguna infección de transmisión sexual? -A: Sí, varias de las chicas, HIV. Recibimos asistencia de la salud pública. Ella siempre recalcó ‘la que me las hace, me las paga’. Ella tiene HIV y hepatitis, por eso se inyectaba la aguja y después a otra chica a la que le ponía la silicona. El relato de Alejandra enumera, tortura tras tortura, el sadismo de una de las proxenetas más conocidas de Río Negro. En un juicio abreviado, sin embargo, se selló una condena de cinco años y medio. -RB: ¿Cómo tomaron la decisión de librarse de esta persona? -A: Yo venía con problemas porque nos venía insultando, maltratando. A algunas chicas les levantaba la mano. Se le estaba yendo la mano con el tema de la plata. Una vez o dos por semana tenía que llevarle bolsa de alimento para los perros, hacerles regalitos, comprarle zapatos de 2000 para ella. Me venía desgastando esa situación. Me hizo meter en las drogas, me obligó a consumir cocaina, a todas nos obligaba a consumir cocaina y fumar faso. Si no lo hacías te cobraba multa y te aislaba a la parte más oscura que te podían robar y matar. En ese momento éramos ocho, pero llegamos a ser 15 chicas.Yo le mentí para irme, le dije que me iba a Las Grutas pero en realidad me fui a Buenos Aires. Volví a la semana y me enteré que a nuestra compañera Clara la había mandado a que le robaran y le pegaban y se le fracturó un pie. Es porque llegó a los oídos de ella un comentario de que Clara se quería retirar. Marce dijo ‘se va a retirar muerta’. Entonces Martina, la otra compañera que denunció, también le dijo que se quería ir de

Lo afirmó Alika Kinan en su primer programa de radio emitido el martes en Radio La Retaguardia. La sobreviviente de trata y explotación sexual, referente y militante del movimiento abolicionista en el país, desarrolló su historia y su acercamiento a la comunicación para la primera emisión de Ni Putas, Ni Sumisas. (Por La Retaguardia) -Eugenia Otero: ¿Por qué un programa de radio? -Alika Kinan: Hace unos días me invitaron al Festival Internacional de Cine que hicieron en la UBA. Hablé de trata de personas con fines de explotación sexual. Eso me hizo pensar en nuestro programa de radio. De nosotras tres y de las compañeras de Puerto Madryn, de Salta, de Neuquén, de Mar del Plata, de San Luis, es de todas. Es para que lo disfrutemos y lo armemos juntas. Los medios de comunicación, alternativos y no alternativos, la radio, los audiovisuales, el cine y la televisión, son vehículos comunicadores de historias, de voces. Un programa de radio para las abolicionistas es fundamental. Lo voy a defender como la diez del abolicionismo, hace rato que tengo la camiseta. Es un vehículo para conocer historias. Hoy utilizamos mi vida, mi historia para conocer cómo se configura el delito de trata, para conocer el funcionamiento de las redes, pero no es más que la historia de tantas miles de mujeres en Tierra del Fuego, en la Patagonia, en todo el país, en América Latina y el mundo. Mujeres que fueron captadas por redes de trata en situaciones muy vulnerables, convirtiéndose en mujeres con una violación en sus derechos como sujetas. Queremos llevar a conocer estas historias, las noticias del abolicionismo, sobre los allanamientos, sobre los proyectos de ley que hay, sobre actividades que se realicen en Buenos Aires y el resto del país. No solamente hay que hablar de Buenos Aires sino visibilizar a cada una de las provincias con las problemáticas que atraviesan. Con este vehículo tan potente que han puesto en mis manos, que es como darle una navaja a un mono, quiero que se visibilicen mis compañeras. Con las que articulamos y con las que no hemos llegado a articular. Quiero que escuchemos las voces de ellas y generar este movimiento colectivo apuntando a cambiar la visión social. -EO: ¿Cómo llega Alika a la trata de personas?-AK: Llegué a la trata de personas en 1996, siendo una adolescente. Mi madre se había ido a Buenos Aires, hacía años que estaba separada de mi papá pero en ese momento no se hablaba de pensión alimentaria, de los derechos de las mujeres, no había una conciencia como la que tenemos hoy. Por la falta de recursos, de posibilidades reales de trabajo, de proyectos, mi mamá viajó y no tuvimos noticias de ella durante bastante tiempo, habrán sido algunos meses, y nosotras no teníamos ni para comer. No teníamos agua potable, ni para comprar una garrafa de gas, ni luz. Yo tenía 18 años y mi hermanita tenía 12. La dejé en la casa de una compañerita de colegio para que coma, mientras yo deambulaba por casas de amigos, rotando.Me puse a buscar trabajo y lo primero que conseguí fue levantar suscripciones de abogados en un boletín. Conozco un par de chicas que me hacen diferentes propuestas y finalmente llegué a una piba que me ofrece viajar al sur a la inauguración de un boliche y que iba a ganar mucha plata. -EO: ¿A qué ibas?-AK: No sabía, no tenía datos. Pero si hubiera sabido, igual hubiera ido. Porque no tenía ninguna otra posibilidad. Necesitaba traer a mi hermana a vivir conmigo, tenerla cuidada, asegurarle su educación, vestimenta, techo, alimentación. No tenía opciones más que esta que había surgido. Cuando me dijeron que era mucha plata pensé: ‘Lo voy a hacer por un tiempo determinado hasta que pueda hacer otra cosa’. Esto es lo que piensan muchísimas mujeres que están hoy en situación de prostitución.Me encontré con estar 90 días siendo explotada de una de las peores maneras que un ser humano se puede imaginar. Me encontré con una falsa promesa de familia en el aeropuerto. Me estaban esperando y me dijeron ‘yo soy tu papá-san, ella es tu mamá-san. Acá vas a estar muy bien y te vamos a cuidar’. En ese momento, yo me enamoré de ambos por la falta de contención, afecto y estabilidad no sólo en el plano social y económico. Ellos vinieron a ocupar un lugar en mi psiquis que para mí era fundamental en mi desarrollo como adolescente. Vinieron a empoderarme desde un lugar que ni siquiera sabía que existía ni que una mujer podía empoderarse desde ahí. Hoy lo entiendo como un falso empoderamiento, una forma terrible de manipular a través de la explotación sexual.Nos fuimos a la policía provincial, que me hizo una apertura de legajo y me tomó las huellas dactilares, de ahí a la municipalidad de Ushuaia donde me registraron como ‘alternadora’, me gestionaron una libreta sanitaria debido a las habilitaciones comerciales que ellos tenían en los prostíbulos. Esto se pudo desarrollar en un falso marco de legalidad, de violación de derechos humanos de las mujeres. No solamente éramos explotadas sexualmente sino que ellos obtenían un rédito económico a costa de esa explotación.Yo entendía que, si estaba la policía, la municipalidad, y los tipos me decían ‘yo esta noche te voy a ir a visitar’, había un marco de legalidad. Pedro Montoya, el proxeneta, me decía que tenía que estar orgullosa: ‘Las mujeres que vienen al sur vienen a construir esta ciudad’. Era como cuando agitan a los milicos para que cometan una violación de derechos humanos, los incitan, los azuzan. A las putas nos pasaba lo mismo, nos azuzaban, nos decían que nos teníamos que sentir orgullosas de ser putas porque ayudábamos a la construcción de una sociedad. Era el discurso de todos los proxenetas de los boliches, que las mujeres de la noche éramos cuidadas y respetadas. Yo pensaba que, a pesar de mi explotación, me iban a cuidar y querer. Hace veintipico de años que tuve ese primer contacto con

El 4 de mayo comenzó el Congreso Latinoamericano sobre Trata de Personas en Neuquén, del que participa la sobreviviente Alika Kinan, hoy activista del feminismo abolicionista. En La Retaguardia, dialogaron con ella Fernando Tebele y María Eugenia Otero. (Por La Retaguardia)Foto: jornada inaugural (Foto: rionegro.com.ar) “Están las chicas trabajando muchísimo. Estamos en pleno reencuentro con compañeras abolicionistas. Acabo de tener una charla con las compañeras de Las Rojas y hoy temprano tuve un encuentro con el colectivo trans que está tan golpeado aquí en Neuquén”, contó Alika sobre su itinerario. Además, la militante contó la situación de las exigencias del reglamentarismo: “El proyecto de ley para reglamentar la prostitución en esta provincia está cajoneado con grandes intentos de reflotarlo desde las claras intenciones que tiene el regulacionismo de que se aplique. Intentamos que esto no suceda, en su momento con la visita de la gran luchadora Sonia Sánchez y de tantas otras compañeras que han pasado por la legislatura de Neuquén”, recordó.“Las compañeras trans, como en el resto del país, están exigiendo trabajo, el cupo laboral trans para ser incluidas socialmente y en un régimen laboral de trabajo genuino. Las compañeras no quieren estar en situación de prostitución, no quieren seguir siendo explotadas”, aseguró. Antecedentes “Acá tuvimos la primera sentencia firme a una proxeneta de trans a la que le dicen La Mamucha, que controlaba y captaba una red de compañeras en Neuquén. Tenía que cumplir una condena de cinco años y cuatro meses y pasados dos años y medio está por ser liberada. Esto no es noticia en los medios tradicionales, hizo mucho eco en 2014 cuando quedó la sentencia firme. Las propias compañeras explotadas fueron las que denunciaron a esta red de trata que operaba. Hoy por hoy tiene conocimiento de esta situación el fiscal (a cargo de la Protex, Procuraduría de trata y explotación de personas) Marcelo Colombo para ver de qué manera se va a articular acá en la provincia. Primero, para poder rescatarlas de una vez por todas para que se implementen las políticas públicas que reclamamos, que puedan ser reinsertadas laboralmente, no recibieron asistencia psicológica e incluso son hostigadas y amenazadas por la propia proxeneta desde la cárcel que ya tiene salidas transitorias”, denunció Alika. En primera persona Además del Congreso habrá otra actividad: “Se va a hacer, en los días posteriores un Seminario regional sobre Prostitución y Trata. Mi participación será como siempre con mi postura abolicionista y tratando de transmitir no sólo mi experiencia sino cómo ha pasado por mi vida la ley de trata, en qué aspectos se vio reflejada la vulnerabilidad, cómo afectó el juicio, cómo se continúa este firme reclamo por políticas públicas que es la gran deuda de la gestión anterior y no sé si se va a terminar de resolver ahora. Esto es un intercambio a nivel latinoamericano con otras compañeras que también vienen militando el abolicionismo con su lucha vehemente y férrea”. En este sentido, fue por la propositiva: “Son pocos los lugares del mundo, y es lamentable decir esto, donde hay políticas claras para la reinserción de las víctimas de trata, incluso estamos viendo la posibilidad de copiar un modelo de una ley de protección integral para víctimas de trata. Están incluido por supuesto todo el colectivo trans y niñez. Es un abordaje interdisciplinario en el que se tiene en cuenta la problemática habitacional y laboral”.  DESCARGAR

Luego de haber ganado un juicio por trata al Estado sin precedentes, no desistió de su organización feminista y su militancia férrea dentro del movimiento abolicionista. Después de haber atravesado la urgencia de las audiencias, el fallo, las transmisiones en vivo y las concentraciones fuera de los tribunales en Tierra del Fuego, Alika visitó La Retaguardia y tuvo un extenso, distendido y profundo diálogo con Fernando Tebele y María Eugenia Otero. “Esperaba mucho este momento de poder conocerlos y compartir un programa con ustedes”, expresó compartiendo la alegría que cruzó el ambiente. (Por La Retaguardia)Foto: Kinan en el centro, junto a Tebele y Otero, durante la visita a La Retaguardia Alika, ¿quién sos? “En algunas oportunidades me preguntan qué hice por el feminismo. Yo soy sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual. Soy una luchadora. Hoy por hoy intento darle una impronta y una fuerza al abolicionismo que estaba adormecido. Tuvimos grandes pérdidas, la de Diana Sacayán, ña de Lohana Berkins, algunas compañeras están atravesando enferemedades y cuesta mucho poder afrontar este papel que nos toca a las que estamos y procuramos mantenernos enteras. El movimiento abolicionista viene con una fuerza increíble después del juicio. Ya antes se veía cómo diferentes organizaciones y colectivas de mujeres empezaban a tomar postura en cuanto a la problemática de la mercantilización de los cuerpos”, planteó. “Nosotros no apuntamos contra un sector precarizado absolutamente que son las mujeres en situación de prostitución sino contra este privilegio masculino, esta creencia machista de que los hombres pueden comprar todo aquello que puedan pagar; en este caso, el sexo de las mujeres. Apuntamos contra la industria sexual, por eso las abolicionistas somos parte importante del próximo paro”, destacó la activista.Riesgos de la prostitución “¿Cuántas mujeres han muerto no sólo en situación de prostitución sino dentro de este sistema prostibulario, asesinadas por un prostituyente o por un proxeneta para silenciarlas, o bien por todos los daños que produce el sistema en el cuerpo y en las mentes de las mujeres? Hablo de un daño colateral que también constituye femicidio. Los suicidios que ocurren después de años y años de prostitución son femicidios; no son suicidios, son femicidios que se gestan durante mucho tiempo. Enfermedades como el HIV que se dan dentro del sistema prostituyente, las mujeres de las calles también forman parte y están absolutamente silenciadas excepto por un sector, que es el que las quiere sindicalizar ¿Pero cuántas desean eso?”, se preguntó y agregó: “Que no van a asambleas, ni a encuentros de mujeres, ni a espacios de desarrollo social, no tienen acceso a la justicia ni a resolver todas las problemáticas comunes que pueden llegar a tener. Marchamos por todo eso, contra este sistema de ajuste que da este gobierno golpeando duro a las mujeres”, denunció Alika. ¿Existe la prostitución autónoma? “Es una de las cuestiones que deben discutirse dentro del feminismo. Si nosotros la reguláramos y pensamos que puede existir una relación de dependencia, entonces le das el ok o le bajás la bandera a la trata, a la explotación sexual mínima. No se puede discernir en ese terreno. No existe la prostitución autónoma, siempre hay alguien que te chupa la guita, incluso el que te alquila el departamento, suponiendo que vos estés sola -porque más de tres ya genera riesgo de explotación sexual- y le aclarás que vas a estar con cinco tipos todos los días, ya a partir de esa circunstancia no te cobran lo mismo”, aseguró Alika. “En esa situación ya están lucrando con vos y en ese caso ya perdiste la autonomía. El Estado lamentablemente no pone refugios para víctimas de trata, menos va a poner casas, que les dicen casas de tolerancia, para las mujeres. Además, no podemos tolerar, más allá de que exista el trabajo sexual de manera autónoma, pongamos en cuestión a los tipos ¿Vamos a tolerar un privilegio machista de que el tipo venga y nos ponga la guita para comprar nuestro cuerpo? Esto es una práctica machista y está fuera del feminismo”, sentenció. Alika interpeló a las mujeres que defienden el concepto de trabajo sexual: “Podemos ser feministas en cuanto a conceptos, desde la teoría, pero hasta qué punto cuando la sexualidad ataca directamente la subjetividad de la mujer, porque hay un hombre que incide directamente, que penetra nuestro cuerpo y nuestra alma. Esto genera daños que son absolutamente devastadores para el cuerpo y las cabezas de las mujeres. No es una práctica feminista, es un privilegio machista. Tenemos que tener eso en claro cuando nos quieren instalar el tema del trabajo sexual”. En este sentido, aclaró: “No estamos hablando de perseguir a las mujeres en situación de prostitución, pero sí a los tipos que hacen uso y abuso del cuerpo de las mujeres mediante el pago por hacer uso de los cuerpos. Dejemos de tener el foco en los sindicatos, cómo operan, si es autónomo o no es autónomo ¿Qué bancamos desde el feminismo cuando hablamos de trabajo sexual? Cuidarle los penes a los hombres. Yo no les cuido los penes a mi marido ni a mis hijos. Ellas dicen que la concha no es sagrada, más vale que no lo es, pero los penes tampoco compañeras”, arengó.Gestiones por aquí y por allá “Hablamos de la feminización de la pobreza. Puntualmente la política de ajuste nos golpea a nosotras y lamentablemente una de las salidas para zafar de la pobreza es el sistema prostituyente. Es muy grave lo que nos está pasando como sociedad, lo que nos está haciendo este gobierno a las mujeres con su política de recortes, de ajuste. Pero no se la voy a regalar al gobierno anterior bajo ningún punto. No es ni más ni menos que lo que ya venían haciendo en los últimos doce años donde se sancionaron muchísimas leyes, el feminismo hablaba de derechos humanos, empezábamos a resurgir como un movimiento poderoso y fuerte”, aseguró. “El feminismo lo es, somos un movimiento muy codiciado por los partidos políticos. En aquel momento se venía hablando de

El veredicto en el juicio de la víctima de trata de personas en Tierra del Fuego fue controvertida pero, sin dudas, histórica. Pedro Montoya, dueño del prostíbulo El Sheik, fue condenado a 7 años de prisión, mientras que Claudia Quiroga y Lucy Alberca Campos, su pareja y la administradora del local, fueron condenadas a 3 años. Además, la municipalidad de Tierra del Fuego y los condenados fueron obligados a pagar a modo de reparación económica 750 mil pesos. Este último dictamen implica que se consideró al Estado proxeneta como a los mafiosos. Radio La Retaguardia realizó un programa especial para acompañar la lectura del fallo; por la noche, Alika dialogó con María Eugenia Otero y Fernando Tebele. (Por La Retaguardia) “Estoy desinflada. Me sacaron el aire y la presión que tenía adentro. Fue muy emocionante. me hubiese gustado estar más alegre en el momento en que escuchaba el fallo. La culpa del sobreviviente que todavía me sigue sirviendo. Esto es un gajo, no es el fallo que nosotros queremos. Después llegó el decomiso de todos los bienes de los imputados, casa, local, vehículo. Yo seguía pensando en los 7 años para Montoya y los 3 años de prisión para los otros dos. En el caso de Lucy Alberca Campos, ella está presa, detenida porque la volvieron a agarrar incurriendo en el delito de trata con la alevosía de que la agarraron con dos kilos de cocaína, por eso se le sumó el delito de narcotráfico”, explicó Alika. Sobre el veredicto de ayer expresó: “Me parece poco. Me parece poco también el dinero, a pesar de que yo dije que no era esa mi meta. Sí me parece muy interesante que a partir de ahora empecemos a considerar al Estado como un Estado proxeneta y cómplice, sea cual fuere la pata de la que estamos hablando, nacional, provincial o municipal como este caso. Tenemos mucho trabajo por delante, tenemos que seguir focalizándonos en muchas otras cosas. Hace un ratito me llamaron del Senado de la Nación y me pidieron que recuerde que tenemos un proyecto de ley para las mujeres que han sido víctimas de trata con sentencia firme, está aprobado por unanimidad en el Senado y está en la comisión de presupuesto cajoneado”, recordó. Sobre el proyecto, amplió: “Se trata de una pensión no contributiva. Yo hoy tengo mi trabajo en una universidad y quizás el día de mañana pueda seguir avanzando pero pienso en mi compañera que declaró y en otras mujeres. Todas aquellas víctimas que quedaron a la buena de dios. No hay nada, ¿cómo sigue la vida de una víctima? ¿Qué hay? ¿De qué manera se las repara?”, interrogó El después “En mi caso, cierro un ciclo de mi vida. A partir de ahora voy a continuar mi crecimiento personal, voy a asegurar la educación de mis hijas e hijos que son seis, voy a asegurarme una reparación en lo emocional junto a mi familia y, por supuesto, no pienso dejar las calles. No pienso dejar mi militancia, me voy a tomar un pequeño descanso de dos o tres meses. Capaz que no, capaz que mañana me levanto y me siento muy bien y sigo. Mi pareja me pidió que descanse un poco, que esté un poco con mi familia”, contó. Sin embargo, Alika aseguró: “No me olvido que hay tres imputados más en la causa y todavía estoy esperando que la Cámara de Casación levante sus sobreseimientos. Mi demanda todavía sigue, esto no termina acá. También pienso en la reparación de otras víctimas, en la penalización de cliente prostituyente, en el modelo sueco, en las reformas que requiere la ley de trata, en el proyecto de cupo laboral trans y para víctimas de trata, en las posibilidades que tengan las mujeres de obtener una vivienda de parte del Estado”.En relación a este punto, a Alika le sobran las propuestas: “Si pudiera tomar decisiones con respecto a la política pública en materia de trata, seguramente la primera sería el acceso al trabajo para las víctimas de trata junto a un acompañamiento psicológico y terapéutico. Que todas tengan un trabajo real, verdadero, digno. Después, el acceso a la vivienda, podemos continuar con un montón de cosas. Hay que dejar de pensar que ser puta es un destino, es lo único. Muchas de mis compañeras piensan eso. Formación profesional también es fundamental”. Cómo desandar el paradigma prostituyente “A quienes piensan que a las mujeres puede gustarles la prostitución, les diría que en algún momento los vamos a perseguir, que lo único que sostienen con el sistema prostituyente es el privilegio machista de poseer el cuerpo de las mujeres. Dentro de la prostitución no se habla de la violencia, ni de los daños psicológicos de las víctimas, cosas que yo he dicho en el Cuerpo Médico Forense. Tengo un 70 % de incapacidad emocional, me cuesta sostener los abrazos. Cuando me abrazan mis compañeras me duele, que me toquen, el sexo, hacer el amor con mi pareja. Entonces hay que pensar, cada vez que consumimos el cuerpo de una mujer, cuáles son los daños que provocamos ¿Qué estamos sosteniendo?”, planteó sobre las secuelas del horror.Además, Alika recordó cuando fue rescatada: “Yo pensaba que estaba eligiendo o que esa era la única opción que tenía, no me quedaba otra y trataba de no pensar para no hacerme daño. Ahora, cuando vos razonás lo que está sucediendo en tu cuerpo descubrís un daño tremendo. Tenemos que empezar a cuestionar a los varones, además tienen que empezar a autocuestionarse en cuanto a sus privilegios como hombres y al daño que nos producen”, consideró. “No hace mucho se hablaba sobre esta cuestión de algunos que diferencian la piña del cachetazo con la mano abierta y yo me pregunto qué diferencia hay entre consumir el cuerpo de una mujer y una violación ¿Que la mujer a la que estás violando te mete una patada y la puta cede? Tenemos que cuestionarnos qué es lo que estamos haciendo como sociedad, y qué estamos haciendo las mujeres”,

A instantes de la lectura del veredicto en la causa que inició por trata de personas, Alika Kinan dialogó con María Eugenia Otero y Fernando Tebele para la transmisión especial de La Retaguardia, que puede escucharse aquí  (Por La Retaguardia)“Estoy muy tranquila. Después de haber atravesado esta tormenta, esta vorágine de amenazas, amedrentamientos y hostigamiento, llegó una tranquila muy deseada. Hoy llego tranquila. Mis compañeras estaba preocupadas por cómo había dormido, incluso, algunas de ellas no durmieron bien, algunas hace días que están con pesadillas. Es un momento en el que veo tres opciones. Una es que exista la condena: yo pido un mínimo de ocho años; la Fiscalía pidió doce, porque estamos hablando de siete víctimas y la demanda civil, que es no solamente contra el municipio —contra esta parte del Estado, que es una primera instancia de lo que estamos haciendo—, sino también sobre los bienes de los proxenetas. Junto a la Fiscalía lo pedí, es muy necesario pedir el decomiso de todos los bienes ed los proxenetas, no solamente en esta causa, sino en las cuales se hayan beneficiado por el delito de trata con fines de explotación sexual. Tengamos en cuenta que este prostíbulo funcionó durante más de veinte años; no solamente pasé yo y fui esclava durante muchísimo tiempo, sino que pasaron miles de mujeres, y los proxenetas se beneficiaron durante veinte años de las vaginas de todas estas mujeres, vendiendo su sexualidad, su voluntad. El Estado tiene que poner los medios para la creación de políticas públicas, pero también es cierto que si podemos sumar el decomiso de los bienes para que las mujeres tengan más oportunidades, más soluciones y se puedan crear más políticas públicas, bienvenido sea. —Fernando Tebele: Además, simbólicamente implicaría conseguir ver que ese dinero fue hecho a costa de la explotación de otras personas. —AK: Sí. Esto se tiene que aplicar en todas las causas de trata de personas con fines de explotación sexual. Y si otros tratantes, otros proxenetas ven que se está haciendo el decomiso de todos los bienes, también es simbólico para ellos. Es desalentar el delito de trata en nuestro país. Porque si están viendo que al desbaratar una red de trata se quedan con todos los bienes materiales, (…). Acá está pasando eso, se están tomando las medidas para desalentar este delito, que hasta hace muy poco estuvo muy impune. Se sigue manteniendo muy impune. Hoy vamos a ver cuál es la perspectiva del Tribunal. Creo que pruebas hay más que suficientes. Creo en la justicia, pero también sé que las leyes son hechas por hombres y para hombres. La justicia en nuestro país y en muchas partes del mundo es patriarcal. Estoy preparada para todo, con la tranquilidad que hoy me embarga el alma.—Eugenia Otero: Estás preparada para todo, pero ¿qué creés que va a pasar? —AK: No sé. Creo que está todo muy claro, que el delito está más que demostrado. Se han presentado pruebas como las altas y bajas municipales, la participación por parte del Estado proxeneta, en este caso, la Municipalidad de Ushuaia, está más que demostrada. Todos aquellos que han ido a declarar, incluso funcionarios, no tuvieron palabras para poder explicar el delito, no se pudieron justificar de manera alguna. Yo agradezco haber tenido las palabras para poder hablar con mis abogados y destrabar esta trama. No es solamente en Tierra del Fuego, sino en otras provincias, donde también se trabaja con la participación del Estado, que claramente se beneficia del delito de trata —tienen libretas sanitarias, (…) estas libretas en los hospitales públicos; donde la policía es cómplice, no solo cobrando coimas, sino que también las policías provinciales tienen una clara participación como abusadores—. Es mucha la complicidad del Estado y creo que se pudo demostrar, por mis dichos y por la testigo X, también por parte de los propios proxenetas que, tratando de desligarse de sus propias culpas, hablaban de ellos estaban enmarcados en una supuesta legalidad. Esto nos da más letra como para decir que tenemos razón con que el Estado es proxeneta, es una tapadera para un delito que es gravísimo. Hoy por hoy estamos planteando con diferentes organizaciones de mujeres que es un delito de lesa humanidad, que no debe prescribir. Tenemos muchas cosas que nos alientan. No estoy para nada entregada, estoy muy tranquila, y es lo que me preocupa.—EO: ¿Te sentís acompañada?—AK: Me siento muy acompañada. No soy la misma que hace cuatro años, más allá de haber entendido lo que pasaba sobre mí. Hoy siento el cobijo y el calor de las organizaciones, del movimiento de mujeres y mis compañeras abolicionistas. Compañeras y compañeros, porque puedo decir que hay muchos compañeros que son abolicionistas y que entienden el delito de trata, ese alzamiento sobre nuestros derechos humanos, como Fernando y muchos otros. Está bueno el cambio en la mentalidad, está bueno esta brecha que se está abriendo, que nos un poco de respiro a las mujeres. Es decir, no solamente recae la responsabilidad en nosotras de luchar contra este delito, sino que los propios hombres hoy reconocen que se estuvo sosteniendo un privilegio masculino y ellos mismos se replantean su masculinidad y le dicen no al consumo de cuerpos humanos, no al consumo de mujeres, no al consumo de prostitución. Esto también está bueno, y es un logro nuestro, por supuesto.—FT: Tu caso ha conseguido cierta unidad de acción que no es habitual. Aun con tu crudeza a la hora de pegarle a otro sector en pugna en la cuestión de los temas que van en torno a prostitución, nosotros hemos sentido acompañamiento de esos otros sectores que piensan otra cosa y que no les alcanza con que vos tengas otra posición para abandonar la causa y dejar de respaldarte.  —AK: Esto lo hemos visto estos últimos días. Hubo sectores que claramente dijeron que no a pesar de defender, o decir que defienden, el trabajo sexual, pero hoy está en juicio no es el trabajo sexual, sino el proxenetismo en nuestro país.

Por primera vez en la historia argentina una ex víctima y actual sobreviviente de la trata de personas se constituyó como querellante en un debate oral en el que no sólo enfrenta a sus proxenetas sino también al Estado. Alika Kinan fue rescatada del prostíbulo El Sheik en Tierra del Fuego en 2012 y emprendió un profundo trabajo para reconocer que no había habido consentimiento en sus años de esclavitud. Hoy, a días de haber empezado su juicio y haber declarado durante cinco horas todo lo que vivió, Alika es una referente de la lucha abolicionista del movimiento de mujeres y sostiene, sin tapujos, que el reglamentarismo es letra para proxenetas. Sobre el juicio, el empoderamiento, la pelea del movimiento y los paradigmas a derribar, Alika habló en La Retaguardia con Fernando Tebele y María Eugenia Otero. (Por La Retaguardia)Foto: Alika Kinan (Foto: laizquierdadiario.com.ar) “Escucho el spot anónimo que transmitían (realizado por cinco activista de La Plata), me levanto a las mañanas con un repiqueteo de mis compañeras de Las Rojas que me dedicaron una canción, no hay manera de estar mal. Agradezco este acompañamiento y aprovecho la transmisión para darle este mensaje a todo el movimiento de mujeres, toda su parte abolicionista que me ha fortalecido tanto y que me guió en este camino tan duro para poder llegar a declarar”, contó Kinan. Sobre el impulso para otras víctimas, expresó: “Pienso en cuántas mujeres no pudieron declarar en Argentina o en Latinoamérica. Yo pude por la fuerza de las mujeres. Apuesto que vamos bien y tenemos que seguir apuntalando mujeres para que declaren”.En carne propia “Estoy atravesando un momento muy difícil, muy complejo, muy duro. Siento que de mi declaración del lunes ya pasaron veinte días y pasaron tres. Es abrir una caja de la que vos querés sacar algo puntual y empiezan a saltar un montón de cosas. Es una caja de pandora. No se puede ser selectiva con los recuerdos, aflora todo. Estos días no sólo combatí con las amenazas y el amedrentamiento que no sé si provoca el gobierno, mis proxenetas o algún otro órgano reglamentarista, pero traté de dominar las piernas y bajar las escaleras para llegar al juzgado a declarar”, rememoró. Kinan contó su punto débil: “Lo que más notaba y no lo podía manejar más allá de que yo tengo un ejercicio hecho sobre los nervios era que me chorreaban agua las manos. Me salía agua, me iba secando las manos todo el tiempo y los del Tribunal me miraban y me decían ‘¿está bien, señora?’”, se rió. Las amenazas “Yo estaba preparada para otro tipo de ataque que los que recibí. Había pensado que en la instancia de juicio me podían llegar a tirotear la puerta o a tirarme piedras. El último ataque fue muy sutil, muy preparado y organizado. Enseguida me comuniqué con la Procuraduría General de la Nación, el doctor Colombo, con mi abogado y con la Fiscalía General de Ushuaia y cuando llegó el video yo ya estaba en Fiscalía Federal”, explicó. Kinan se refiere a una operación que sufrío cuando estaba denunciando amenazas en la fiscalía. Recibió un video de una escena sexual, supuestamente de su hija. Finalmente se comprobó que no sería ella. “Hace unos meses atrás me atacaron con los chicos en un supermercado, una proxeneta con su hija. A la proxeneta la conocía, a la hija no. Se quiso tirar encima de los pibes y encima mío. Andaba con tres de los seis. Uno tiene dos años y el otro tiene tres meses. Tenía uno en el carrito y las otras dos estaban al lado mío. Las tuve que empujar a las dos nenas para atrás y ellas no entendían nada. Esta mujer vino corriendo. Me escupió, se me abalanzó, me atacó en el supermercado. Tuve que salir a los empujones”, recordó Kinan. “Así fue día tras día. Las amenazas fueron ataques por Facebook, llamadas anónimas, ataques callejeros de personas que yo no conozco. De mujeres. Incluso cuando estábamos marchando el 19 en el paro de mujeres también aparecieron camufladas entre las mujeres. Fueron transcurriendo los días y se incrementaron todos los ataques. Empecé a recibir llamadas del extranjero”, agregó. Kinan estuvo unos años en el extranjero: “Un tipo me compró en un prostíbulo. Canceló la deuda en el prostíbulo y pagó el pasaje de avión. Él me exigía sexo diario y además hubo varios episodios de violencia de género hasta que golpeó a mi hija. Ahí yo decidí sacármelo de encima de alguna manera porque sabía que me iba a matar. Él apareció en escena, como cualquier violento quedó en evidencia, incluso con una voz de un periodista que le dio lugar terminó diciendo: ‘Yo la reducía, le ponía los brazos hacia atrás y le tiraba del pelo y le ponía la rodilla sobre la espalda y la hacía arrodillar hasta que pedía perdón’”, detalló Kinan. “Yo me agarraba la cabeza y pensaba en lo loco que estaba este tipo que lo decía públicamente, pensemos el grado de impunidad, machismo y misoginia. No la ven, no la sienten a la violencia de género incluso cuando la están relatando orgullosos en un programa de radio. Pretendían destruir mis nervios, que no pudiera ir organizada, que no pudiera ser espontánea, que tuviera muchas cosas en la cabeza y que no pudiera sostener lo que es una testimonial de cinco horas como fue”, aseguró.Kinan estuvo acompañada por personas de la Oficina de Rescate “y tres o cuatro custodios de Gendarmería además de dos custodios personales que pertenecen a un cuerpo especial de la Oficina de Rescate. Las psicólogas también me contuvieron mucho las psicólogas”. La declaración  “Mi testimonial fue sin público por pedido de mi abogada, se retiraron también los imputados. Ya quedé libre para presenciar lo que queda del juicio, por eso quise declarar primero. Se me va la vida en este proceso y por eso es muy importante estar en el minuto a minuto. En algunos momentos me tendré que retirar obviamente porque hay situaciones

La imagen del fuego en su perfil deFacebook por su poder de transformar. (Por La Retaguardia) El 12 de marzo recibimos una carta a través de las redes sociales, en la que Alika Kinán hace un pedido desesperado para que se difunda que el Estado está incumpliendo con la protección que debe brindarle como víctima del delito de trata de personas, ya que había recibió una orden de desalojo de la vivienda precaria en la que vive con su familia.En ese texto hace un relato crudo de su historia, la de una mujer que fue víctima de distintos tipos de violencia, y que en los últimos años hizo el valiente recorrido entre considerarse una trabajadora sexual a reconocerse como una víctima de trata. En diálogo con La Retaguardia, Kinán repasó algunas situaciones tenebrosas que sirven para entender cómo es la vida de una víctima de trata, aún cuando piense que está allí por propia voluntad, como ella asegura que pensaba en aquel momento que ahora recuerda con dolor. Alika Kinán vive en Ushuaia con sus cinco hijos, en una casa que le dio el Ministerio de Desarrollo Social de Tierra de Fuego por su condición de víctima, tras haber sido rescatada, en 2012, de una whiskería de esa localidad. Hasta allí llego desde su Córdoba natal en la ruta de la trata de personas.Sin embargo, pasó mucho tiempo hasta que ella misma tomó conciencia de que no había estado allí por su propia voluntad, sino que efectivamente era una víctima desde sus 16 años.“Para que yo hable de esto pasó mucho tiempo de terapia –afirmó Alika Kinán en diálogo con La Retaguardia– y quiero situar, contextualizar, porque es importante echarle un poco de luz a esta situación. Yo decía que estaba ahí porque había dado mi consentimiento. Eso es correcto, pero no fue una elección, porque vos elegís cuando tenés muchas opciones de vida, y yo no tuve ninguna. Yo fui abandonada por mi papá y por mi mamá a los dieciséis años, vengo de familias donde estaba naturalizada la explotación sexual. Mi abuela fue prostituta, mi mamá y mis tías también, es como que hay una situación natural de cómo se llega a todo ese momento. Cuando mi mamá se va me deja a cargo de mi hermana, que es bastante más chica que yo. Llegó un momento en que no teníamos ni para comer, no teníamos dónde vivir, fue una situación extrema, me habían dejado con una criatura chiquita y yo estaba haciendo frente a esa situación. Fue entonces que una chica me hace una oferta en un lugar X, y me dice que podíamos ir a un privado donde se hacían despedidas de soltero, era como un lugar de masajes, todo como muy extraño. En ese momento no fui, hasta que la situación fue tan extrema que llegó el agua al cuello y un día me vi tocando el timbre en ese lugar donde me habían indicado”.Uno de los primeros recuerdos que Kinán mencionó en la charla con La Retaguardia fue el fuerte olor a talco que había en aquel lugar: “por el tema de los masajes, son esos olores raros que te quedan de por vida. Es muy desagradable. Son esos recuerdos que uno tira al fondo de todo, y le echa tierra. A partir de ahí, al ser menor lo que se intentó es que no me encontrara la policía porque había todo un seguimiento, un pago de coimas, pero yo seguía siendo menor y si me agarraba la policía iba a ser peor todavía”. Empezar debiendoUnos años más tarde, otra chica que estaba con ella le ofreció otra alternativa: “me dijo ‘yo estuve en el sur, se gana muy buena plata, hay barcos pesqueros, muchos extranjeros, podés cobrar en dólares, ganás el doble porque te pagan mejor’. Vulgarmente ellos le dicen ‘servicio’, pero por esa explotación, te daban el 40%, y así fui a parar a Ushuaia donde no me recortaban tanto, pero sí te hacían un plan de deudas apenas llegabas y del que era prácticamente imposible salir, debías pasajes, te retenían la documentación, debías la comida, te cobraban multa si llegabas cinco minutos tarde. Por ejemplo, te sacaban 500 pesos por llegar cinco minutos tarde. Si no iba a trabajar me decían que ese día yo valía 2000 pesos”.Al ser consultada acerca de si de ese lugar podía irse cuando quisiera, Kinán explicó: “como poder irte te podías ir, pero el tema era a dónde. Sin documento, con una deuda, además ellos te decían ‘a mí me vas a pagar, de la manera que sea’, estaba en una ciudad extraña. No hay manera de irse muy lejos, hasta que todo eso hace mucha mella dentro de tu cabeza y te convencés que es la única opción que tenés. Y encima después te conoce toda la ciudad y estás como estigmatizada, sos la puta, la trola. Acá era tan naturalizado salir a los cabarets, a las whiskerías, a ver un show, a pagar a una chica, acá salían de jugar al fútbol y de ahí se iban a estar con una piba. Y si traían chicas jovencitas, chicas nuevas, con más razón”. Violencia de géneroAlika Kinán llegó a Ushuaia en 1996, de donde se fue por primera vez algunos años más tarde: “había venido gente de Río Grande que me estaba buscando con armas, me fui con un chico un poquito más grande que yo, que me dijo que me vaya de vacaciones con él, fue muy insistidor y la verdad que yo tenía que salir corriendo de acá porque en cualquier momento iba a ser caldo de cualquier proxeneta con armas, acá no te defendía nadie, si te agarraba un fiolo, vulgarmente dicho, eras del fiolo. Todavía no había tenido a las nenas. Entonces si te agarró un fiolo, el dueño de la wiskería, el tratante tenía que responder al fiolo. Era todavía peor la situación. Se podía volver todavía peor. Él era español e iba a la Antártida, y los días