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Alika Kinan y el 8M: “Mientras más seamos en la calle, más va a temblar la tierra”

Escrito por el marzo 6, 2017



Luego de haber ganado un juicio por trata al Estado sin precedentes, no desistió de su organización feminista y su militancia férrea dentro del movimiento abolicionista. Después de haber atravesado la urgencia de las audiencias, el fallo, las transmisiones en vivo y las concentraciones fuera de los tribunales en Tierra del Fuego, Alika visitó La Retaguardia y tuvo un extenso, distendido y profundo diálogo con Fernando Tebele y María Eugenia Otero. “Esperaba mucho este momento de poder conocerlos y compartir un programa con ustedes”, expresó compartiendo la alegría que cruzó el ambiente. (Por La Retaguardia)

Foto: Kinan en el centro, junto a Tebele y Otero, durante la visita a La Retaguardia


Alika, ¿quién sos?

“En algunas oportunidades me preguntan qué hice por el feminismo. Yo soy sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual. Soy una luchadora. Hoy por hoy intento darle una impronta y una fuerza al abolicionismo que estaba adormecido. Tuvimos grandes pérdidas, la de Diana Sacayán, ña de Lohana Berkins, algunas compañeras están atravesando enferemedades y cuesta mucho poder afrontar este papel que nos toca a las que estamos y procuramos mantenernos enteras. El movimiento abolicionista viene con una fuerza increíble después del juicio. Ya antes se veía cómo diferentes organizaciones y colectivas de mujeres empezaban a tomar postura en cuanto a la problemática de la mercantilización de los cuerpos”, planteó. “Nosotros no apuntamos contra un sector precarizado absolutamente que son las mujeres en situación de prostitución sino contra este privilegio masculino, esta creencia machista de que los hombres pueden comprar todo aquello que puedan pagar; en este caso, el sexo de las mujeres. Apuntamos contra la industria sexual, por eso las abolicionistas somos parte importante del próximo paro”, destacó la activista.

Riesgos de la prostitución

“¿Cuántas mujeres han muerto no sólo en situación de prostitución sino dentro de este sistema prostibulario, asesinadas por un prostituyente o por un proxeneta para silenciarlas, o bien por todos los daños que produce el sistema en el cuerpo y en las mentes de las mujeres? Hablo de un daño colateral que también constituye femicidio. Los suicidios que ocurren después de años y años de prostitución son femicidios; no son suicidios, son femicidios que se gestan durante mucho tiempo. Enfermedades como el HIV que se dan dentro del sistema prostituyente, las mujeres de las calles también forman parte y están absolutamente silenciadas excepto por un sector, que es el que las quiere sindicalizar ¿Pero cuántas desean eso?”, se preguntó y agregó: “Que no van a asambleas, ni a encuentros de mujeres, ni a espacios de desarrollo social, no tienen acceso a la justicia ni a resolver todas las problemáticas comunes que pueden llegar a tener. Marchamos por todo eso, contra este sistema de ajuste que da este gobierno golpeando duro a las mujeres”, denunció Alika.

¿Existe la prostitución autónoma?

“Es una de las cuestiones que deben discutirse dentro del feminismo. Si nosotros la reguláramos y pensamos que puede existir una relación de dependencia, entonces le das el ok o le bajás la bandera a la trata, a la explotación sexual mínima. No se puede discernir en ese terreno. No existe la prostitución autónoma, siempre hay alguien que te chupa la guita, incluso el que te alquila el departamento, suponiendo que vos estés sola -porque más de tres ya genera riesgo de explotación sexual- y le aclarás que vas a estar con cinco tipos todos los días, ya a partir de esa circunstancia no te cobran lo mismo”, aseguró Alika. “En esa situación ya están lucrando con vos y en ese caso ya perdiste la autonomía. El Estado lamentablemente no pone refugios para víctimas de trata, menos va a poner casas, que les dicen casas de tolerancia, para las mujeres. Además, no podemos tolerar, más allá de que exista el trabajo sexual de manera autónoma, pongamos en cuestión a los tipos ¿Vamos a tolerar un privilegio machista de que el tipo venga y nos ponga la guita para comprar nuestro cuerpo? Esto es una práctica machista y está fuera del feminismo”, sentenció. Alika interpeló a las mujeres que defienden el concepto de trabajo sexual: “Podemos ser feministas en cuanto a conceptos, desde la teoría, pero hasta qué punto cuando la sexualidad ataca directamente la subjetividad de la mujer, porque hay un hombre que incide directamente, que penetra nuestro cuerpo y nuestra alma. Esto genera daños que son absolutamente devastadores para el cuerpo y las cabezas de las mujeres. No es una práctica feminista, es un privilegio machista. Tenemos que tener eso en claro cuando nos quieren instalar el tema del trabajo sexual”. En este sentido, aclaró: “No estamos hablando de perseguir a las mujeres en situación de prostitución, pero sí a los tipos que hacen uso y abuso del cuerpo de las mujeres mediante el pago por hacer uso de los cuerpos. Dejemos de tener el foco en los sindicatos, cómo operan, si es autónomo o no es autónomo ¿Qué bancamos desde el feminismo cuando hablamos de trabajo sexual? Cuidarle los penes a los hombres. Yo no les cuido los penes a mi marido ni a mis hijos. Ellas dicen que la concha no es sagrada, más vale que no lo es, pero los penes tampoco compañeras”, arengó.

Gestiones por aquí y por allá

“Hablamos de la feminización de la pobreza. Puntualmente la política de ajuste nos golpea a nosotras y lamentablemente una de las salidas para zafar de la pobreza es el sistema prostituyente. Es muy grave lo que nos está pasando como sociedad, lo que nos está haciendo este gobierno a las mujeres con su política de recortes, de ajuste. Pero no se la voy a regalar al gobierno anterior bajo ningún punto. No es ni más ni menos que lo que ya venían haciendo en los últimos doce años donde se sancionaron muchísimas leyes, el feminismo hablaba de derechos humanos, empezábamos a resurgir como un movimiento poderoso y fuerte”, aseguró. “El feminismo lo es, somos un movimiento muy codiciado por los partidos políticos. En aquel momento se venía hablando de derechos humanos y mi visión -sé que mucha gente no piensa lo mismo que yo y soy muy respetuosa, de hecho se han sancionado muchas leyes que estuvieron muy bien, políticas de derechos humanos-, pero cuando hablamos de derechos de mujeres, seguimos sin aborto”, denunció.
“El feminismo recién está llegando a los gobiernos, a las políticas públicas que realmente incidan. Eso es lo que queremos. No quiero una feminista como Fabiana Túñez en el Consejo Nacional de las Mujeres, quiero una política pública, no un 144 que no funcione, que aliente a las mujeres a denunciar y que después -hablando en criollo- los tipos se encabronen, vayan y las maten. Eso es porque no tenemos políticas públicas, no es algo de esta gestión, venimos arrastrando este problema”, aseguró Alika. “Son políticas cosméticas, son parches, son políticas para lavarle la ropa sucia a los gobiernos. A mí eso no me interesa, quiero aborto, quiero poder caminar tranquila en la calle sin que nadie me insulte, cuando me insultan para mí es una agresión y para ellos un piropo. Cuando reclamamos y empezamos a convocar al paro y dijimos ‘la tierra tiembla’, son 43 países, lo que reclamamos son políticas públicas a nivel mundial. Rusia hizo un gran retroceso despenalizando la violencia de género”, recordó. En ese sentido, interpeló: “Imaginate lo que significa para nuestras compañeras. Para que las mujeres del mundo se vuelquen a las calles el 8 de marzo, está sucediendo algo a nivel mundial, hay un retroceso grande. Tenemos políticas capitalistas, políticas neoliberales, díganle como quieran, pero evidentemente las mujeres se están dando cuenta de algo”.

Qué pasa después del rescate

“La ley de trata que me rescató a mí muchos se la adjudican a un sector político partidario y es un logro de la lucha en las calles de muchísimas mujeres: Marta Fontenla, Magui Bellotti, la campaña abolicionista, Sonia Sánchez, Susana Trimarco -la gran impulsora luego de la desaparición de Marita Verón-. La ley beneficia en cuanto a rescate pero empuja y expulsa a otras mujeres porque es una ley que nació y caminó sin piernas ¿Qué política hay en torno a la ley de trata? ¿Qué pasa con aquellas mujeres que son rescatadas de las manos de los proxenetas?”, interrogó Alika y desarrolló su experiencia: “Yo esperé cuatro años para un juicio y me enfrenté a todos, pero en términos de políticas públicas no había nada para mí. Después del día dos del allanamiento salí de la Fiscalía Federal y no había nada. Absolutamente nada. Eso es un caldo de cultivo para el proxenetismo y para la sindicalización de las mujeres que son víctimas de trata. Junté los pedacitos que me quedaban de vínculos que no es lo que pueden todas. Muchas mujeres tienen vergüenza de que las familias se enteren, deciden cambiarse de un lugar a otro para evitar eso, o la propia familia la expulsa o la entrega a la explotación”, aseguró. Por eso, para Alika “era un grave error que comentamos con Zaida Gatti (titular del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata) en varias oportunidades sobre cómo los gobiernos sacaban pasajes: ‘¿Vos de dónde sos?’ De República Dominicana, de Paraguay, de Córdoba, de Salta, de Jujuy. Los gobiernos sacaban pasajes y las devolvían a los lugares de donde habían sido vendidas, explotadas, donde sus familias tenían muchísimos problemas económicos. Creían que eso era la gran política pública. Eso es empujar a las mujeres. Para las compañeras de AMMAR, les voy a decir así porque la mayoría son feministas, la mayor protección era sindicalizarlas para que no estén desprotegidas. Pero eso era engrosar un sindicato que no resuelve nada, continúa en la misma situación de explotación sexual”, consideró.

El vínculo con el reglamentarismo

“Tenemos una charla pendiente. Somos todas feministas. Ellas tienen una visión. El movimiento abolicionista al que pertenezco tiene una visión completamente diferente. En una de las últimas asambleas en las que nos veníamos encontrando yo les dije que tenemos que buscar qué nos unen, no podemos desvirtuar esos espacios, no podemos caminar hacia atrás en esos espacios, tenemos que buscar los puntos en común. Seguramente son pocos los puntos que unen a las abolicionistas y a las regulacionistas de la prostitución pero estoy convencida de que los códigos contravencionales son un punto en común, la salud de las mujeres también”, aclaró y señaló: “Hace unas semanas atrás tuvimos una discusión fuerte por medio de las redes sociales porque se habían enviado unos camiones desde el ministerio de Salud de Nación con la clara intencionalidad de hacer política con las mujeres que están en situación de prostitución, que están en las plazas, en las calles en la provincia de Entre Ríos, puntualmente en Paraná. Yo me negué absolutamente a eso porque hay una clara intención de utilizar a las mujeres en situación de prostitución y porque no es correcto hacerles un exudado vaginal, un análisis de HIV y un control bucodental para darles un carnet y decir que están aptas para ser consumidas. No es que yo no quiera que las mujeres tengan acceso a la salud, ese es un derecho humano y es extremadamente importante, sobre todo para este colectivo de mujeres que están en toda la Argentina, pero no con esos fines”. Alika volvió a recurrir a las imágenes para explicar su posición: “Pensemos en la violencia que provoca un camión sanitario parado en una plaza con una fila de prostitutas haciéndose análisis. Si eso no es discriminatorio, si eso no atenta contra los derechos humanos, ¿dónde estamos parados? ¿Cuál es la visión que tenemos sobre los derechos humanos?”
Para Alika, “las compañeras con buenas intenciones que se creen el discurso reglamentarista desconocen el tema en profundidad. Es muy fácil llegar desde el punto de vista discursivo. Es un relato maravilloso, se habla de una prostitución cuidada, de una pornografía cuidada, de que se lucha contra la violencia. Si estás luchando contra la violencia, contra la desaparición de las compañeras, contra las enfermedades venéreas, entonces estás reconociendo que existe muchísima violencia por parte del prostituyente, del que consume cuerpos ¿Qué vamos a cuidar? Cuando se cierra la puerta de una habitación, no hay cuidado que valga. No sabemos si salimos vivas, enfermas, si se va a romper un forro, hay una gran incertidumbre”, aseguró sobre la experiencia en carne propia.
Sobre los argumentos del abolicionismo, dijo: “Nosotras apuntamos a que estaríamos garantizando un privilegio machista. Nosotras no somos prohibicionistas, no somos la yuta, no es que no disfrutamos del sexo, es algo mucho más allá. No queremos que alguien pague por el cuerpo de alguien, que por ser un cliente haga lo que quiera o sea tapado por la propia compañera: ‘Es un cliente, cómo lo vas a denunciar’. No lo cuento desde un discurso, un libro, una academia. Yo lo viví”. Alika avanzó en su recuerdo: “A mí me cagaron a trompadas y yo lo quería denunciar: ‘¿Cómo vas a ir a denunciar?’. Yo voy a denunciar, soy la yuta. Son horas y horas de debate, no se pueden tomar decisiones a la ligera en cuanto a este tema. Hay un trasfondo muy oscuro. No somos ni vos ni yo que estamos en una asamblea, una marcha o una universidad. Claramente las que están sufriendo son las mujeres, las hijas y los hijos de las que están en situación de prostitución”, planteó.

El carácter transgeneracional

“La trata y el sistema prostituyente son problemáticas con esa cualidad, se tiende a repetir. Abuelas, madres, hijas. Va de generación en generación. Mi hija es una guerrera férrea y está llena de dolor, de muchísimo dolor y tiene mucho conocimiento. Ella también habla desde su lugar de sobreviviente, de ser hija de, y tiene una autoridad”, señaló.

¿Qué hacemos con los varones?

“Los vamos a educar. Hay que copiar el modelo finlandés, la política pública que más éxito ha tenido en el mundo: educación sexual integral en los jardines de infantes. Acá le tienen miedo a la educación sexual. Se creen que les vas a poner una película porno. La educación sexual no es solamente enseñar cómo está compuesto el cuerpo humano, es mucho más profundo. Es el respeto hacia las mujeres, educación con respecto a la violencia de género, repensarse desde muy chiquitos en relación a los privilegios. Con una persona de 40 años evidentemente va a haber una resistencia, porque sería como depilarlos. Pero hay que colaborar. Algunos van a morir violentos o machistas, como Cordera que va a morir pensando que la mujer necesita una violación o que le gustan las violaciones o lo utiliza como un método”, lamentó la sobreviviente. “Cuando Euge (que además es parte del Consejo Académico del Postítulo de Educación Sexual Integral del profesorado Joaquín V. González) habla de las infancias, de cómo educar sexualmente a las infancias, es algo clave. En los ámbitos familiares, escolares. No es solamente en el colegio. Nosotras como sociedad, las madres, los padres, cómo educamos a nuestros hijos para que sea una sociedad mucho mejor. Cuando nos preguntamos por qué existe la mercantilización de los cuerpos, el mercado negro que es la trata y por qué existen mujeres que se autodenominan trabajadoras sexuales, es porque hay una demanda, porque si no fuera un negocio eso no sucedería, porque no es algo grato. Es uno de los privilegios que los abuelos y padres han instaurado en la educación”, aseguró sobre la mercantilización de los cuerpos.

El juicio

“Hubo sectores del reglamentarismo que me acompañaron en el juicio. Son esas cosas raras que hacemos las feministas. Hay algo que es clave y a veces cuesta entenderlo. Algunas de las compañeras que quieren regular la prostitución dicen ‘la prostitución no es trata’. Tienen razón, la prostitución claramente no es trata. La trata es el gran quiste dentro de la prostitución, es lo que mueve la industria sexual”, definió. “Buscarle la línea divisoria a la prostitución y la trata es un riesgo. Tenemos la explotación sexual que está dentro del sistema prostibulario y acompaña la trata. Si analizamos la prostitución como un mal donde el hombre explota a la mujer para tener placer, entonces en su totalidad la prostitución es explotación sexual”, aseguró.

La Alika de antes vista por la Alika de ahora

“El allanamiento fue en octubre de 2012. Pensar en la Alika que fui antes de eso es tremendo. Costó tanto llegar. No estoy absolutamente empoderada, sigo en tránsito permanente, voy de un tránsito a otro, voy por diferentes vías y salgo de una autopista para meterme en otra. Es un proceso que lleva su tiempo. Yo soy muy joven, cuesta mucho sacar fuerzas cuando estoy sola, cuando enfrento diferentes movimientos y no están las compañeras apoyándote. Sigo teniendo a mis compañeras pero el reconocimiento que hice sobre mí misma y lo que pensaba de la Iglesia en estos últimos cuatro años forma parte de mi empoderamiento”, aseguró con emoción. Para Alika, su transformación tuvo que ver con “conocer, estudiar, leer, escuchar a compañeras, compartir, miro hacia atrás y digo ‘qué equivocada que estaba’. Me corre la culpa patriarcal ahí, porque el mundo me hizo pelota, no es que yo estaba equivocada -se corrige con rapidez-. Veía todo de forma diferente, lo que pensaba de la Iglesia, lo que pensaba de los hombres, cómo me repensaba yo como mujer, en mi manera de subsistir. Incluso Facebook por ahí te tira lo que hiciste hace cuatro u ocho años y me horrorizo”, bromeó. “Es duro, es doloroso, son secuelas que voy a tener para siempre. Es bueno recordarlas para saber de dónde vengo y quién soy. La gente me pregunta cómo no descansé después del juicio, y son cosas que hago acompañada de mi familia, de mi compañero incondicional que me encantaría poder llevar a todos lados pero es hombre así que hay lugares a los que no puede ir”, destacó.

La participación de varones en el Paro Internacional de Mujeres

“Por supuesto que los hombres pueden ir. El paro es de mujeres, pero yo como feminista y abolicionista quiero llevar a los hombres por un montón de circunstancias. Ellos también forman parte del cambio. Si la tierra va a temblar el 8 de marzo, los hombres deben estar acompañándonos, no cargando un cartel para que salga la foto en los medios y que después resulte que el tipo es un violento. Deben acompañarnos los que sienten el cambio dentro de ellos. Es necesario que sientan el cambio. Son nuestros compañeros”, aseguró. “Si bien vamos a parar y hay que garantizar las medidas para que todas las mujeres podamos hacerlo, los hombres tienen que encargarse de los chicos, cumplir las funciones que habitualmente cumplen las mujeres, tienen que garantizar el paro desde los propios sindicatos que son ocupados por hombres y hay minorías de mujeres. Tienen que garantizar que las compañeras puedan parar. Aquellos hombres que pueden acompañar porque no tienen que garantizar el paro, deben acompañarnos. Mientras más seamos en la calle, más va a temblar la tierra. Tienen que estar los hombres en las calles con nosotras”, consideró.

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