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La Retaguardia

Mujeres trans victimas de trata abandonadas por el Estado

Por LR oficial en #NiUnaMenos, Alika Kinan, Género y Diversidad, Nacionales, no a la prostitución

Marcela Ramirez, “Mamucha”, recibió una condena hasta 2020 pero ya está libre. Es una causa por el delito de trata contra chicas trans en Río Negro, Cipolletti. Luego de salir de la cárcel otra vez las amenazó y la policía les sugirió que convivieran en paradas contiguas en la calle. Por la falta de asistencia del Estado, las víctimas se siguen prostituyendo. Alejandra y Romina, dos de ellas, participaron el martes en Ni Putas Ni Sumisas, el programa de radio de Alika Kinan. (Por La Retaguardia)

Foto: La casa de la proxeneta, imagen difundida por el medio local rionegro.com.ar

“Estoy con Clara, Karina y Romina, compañeras y amigas víctimas de trata. Estamos todas por lo mismo y ayudándonos entre nosotras y subsistiendo. No tenemos asistencia, así que nos rebuscamos”, comenzó Alejandra.

-Alika Kinan: Quisiera que me cuentes cuándo empezó todo esto

-Alejandra: Yo a Marcela, ‘La Mamucha’, la conocí en el 2007. En su momento mostraba ser una persona, decía que éramos familia, que ella iba a ser como mi mamá. No estaba casada pero convivía con Leandro Gómez, su pareja, que decía que era como mi papá. Me daban consejos, decían que yo tenía que ser alguien y cambiar de vida. Al principio me la creía. Lo que tenía era que nos insultaba, nos denigraba y nos trataba mal. Una como trabajaba y veía la plata, lo dejaba pasar. A medida que iba pasando el tiempo me convenció de que me quede en Cipolletti, yo soy de San Juan.
Me vine en 2008, me quedé con ella y desde ahí fue una tortura. Éramos varias chicas que teníamos que hacer lo que ella decía. No nos podíamos ir porque decía que nos bajaba del colectivo con la policía, aparte decía que tenía contacto con los choferes y las empresas. En su momento la policía venía, la visitaba, ella les ofrecía las chicas nuevas y no nos molestaban. Tampoco pagaban el servicio, eran arreglos que hacían con ella. Cuando cayó detenida si nos molestaban, y ahora otra vez no.
La mayoría de las chicas que traía eran de la provincia de San Juan. La mayoría teníamos 18, 19 años. Contactaba por ‘Face’. Ella les pagaba el pasaje si no tenían. Las recibía en su casa o les conseguía lugar para irse. Los primeros días era amor, amor, amor. Después te hacía pagar todos los días una cantidad de dinero para trabajar por noche. Si se enojaba con cualquiera de nosotras, nos cobraba multa a todas. Por una o dos semanas. A las chicas nuevas que eran las que más plata agarraban les cobraba hasta un mes de multa y no se podían ir. Nosotras las podíamos ayudar a eso, le decían que estaban trabajando y se iban con lo puesto en micro.

-AK: ¿Cómo empezaron ustedes a transformarse?

-A: Empecé a transformarme el cuerpo cuando la conocí. A los dos meses tenía plata y me dijo que me iba a dejar un cuerpo como María Eugenia Ritó. ‘Vas a quedar divina, vas a ser mi modelo’, a todas les decía lo mismo, después me di cuenta. Me puso silicona inyectable, aceite de avión, en los pechos, en la cola y en las piernas. Ella misma iba, compraba en la farmacia y me la inyectaba. Por mala higiene, tuve la mala suerte de que me ingresó una bacteria, un virus, no sé, y uno de los pechos se me infectó. Tuve complicaciones, quería ir al hospital, ella no me dejó, me medicó con antibióticos. No fui, en ese momento tenía 18 años, después, a los dos meses se me pasó para el otro pecho. Se me infectaron los dos, y una vez por año se me hace un grano y me supura pus con silicona.

-Rosaura Barletta: ¿Mientras pasabas esta situación de salud vos eras prostituida?

-A: Sí, totalmente. Sin ningún cuidado especial. Si estabas enferma, con fiebre, con gripe, tenías que salir a trabajar igual, lloviera, hiciera temperatura bajo cero. Tenías que trabajar y cumplir los horarios. Te levantabas al horario que ella decía, había que limpiar la caca de sus perros.

Alejandra contó, además, que Marcela tenía alrededor de cincuenta perros dentro y fuera de la casa a los que las chicas debían comprarles alimento y regalos.

-AK: ¿Tienen alguna infección de transmisión sexual?

-A: Sí, varias de las chicas, HIV. Recibimos asistencia de la salud pública. Ella siempre recalcó ‘la que me las hace, me las paga’. Ella tiene HIV y hepatitis, por eso se inyectaba la aguja y después a otra chica a la que le ponía la silicona.

El relato de Alejandra enumera, tortura tras tortura, el sadismo de una de las proxenetas más conocidas de Río Negro. En un juicio abreviado, sin embargo, se selló una condena de cinco años y medio.

-RB: ¿Cómo tomaron la decisión de librarse de esta persona?

-A: Yo venía con problemas porque nos venía insultando, maltratando. A algunas chicas les levantaba la mano. Se le estaba yendo la mano con el tema de la plata. Una vez o dos por semana tenía que llevarle bolsa de alimento para los perros, hacerles regalitos, comprarle zapatos de 2000 para ella. Me venía desgastando esa situación. Me hizo meter en las drogas, me obligó a consumir cocaina, a todas nos obligaba a consumir cocaina y fumar faso. Si no lo hacías te cobraba multa y te aislaba a la parte más oscura que te podían robar y matar. En ese momento éramos ocho, pero llegamos a ser 15 chicas.
Yo le mentí para irme, le dije que me iba a Las Grutas pero en realidad me fui a Buenos Aires. Volví a la semana y me enteré que a nuestra compañera Clara la había mandado a que le robaran y le pegaban y se le fracturó un pie. Es porque llegó a los oídos de ella un comentario de que Clara se quería retirar. Marce dijo ‘se va a retirar muerta’. Entonces Martina, la otra compañera que denunció, también le dijo que se quería ir de la ruta y Marcela le mandó a decir que si se retiraba le iba a sacar los ojos. Yo llego, me entero de todo esto y ella me empezó a insultar, a psicopatear, a decir que yo tenía que pagar mi plaza, la de Clara y la de Martina porque todo era mi culpa. Yo no entendía nada. Por eso empecé a tener estrés y se me hizo una trombosis. Tuve que ir al hospital y me tuvieron que fajar.
Yo empecé a hablar con una de las chicas, tenía miedo de denunciar y mi pareja me dijo que se le podía denunciar a la Policía Federal de Neuquén porque ella acá tenía muchas influencias con la policía, jueces, fiscales, acá en Cipolletti decía que mandaba. Llevé los mensajes con las barbaridades que me ponía y hablé con Martina, que habló con Clara. Clara estaba atemorizada. Marcela nos tenía a todas peleadas. Hacía que cada una se peleara, porque supuestamente todas hablaban de mí. Nos manejaba bien. Hacía una reunión todos los viernes, que por poco no nos sacábamos los ojos entre nosotras. Eran palitos para acá y palitos para allá y ella se mataba de risa y filmaba todo.
La denunciamos con Martina un día viernes. Creo que el 27 de junio de 2014. El lunes me llamaron, declaré y conté todo desde el comienzo. El martes llamaron a Clara, Martina y Andrea, las que estábamos dispuestas a denunciar. Nosotras con el resto teníamos desconfianza. Marcela cayó presa el viernes, éramos puro nervios. Pensábamos que, como me llamó la mamá de Marcela diciéndome cosas, que la grabé, y me amenazó. Me dijo que cuando se enterara quiénes habían sido las mataba, total ella estaba mal del corazón y era vieja. Ahí empezamos a convencer a algunas de las chicas a las que habían citado.
Cuando allanaron le revisaron toda la casa. Se llevaron computadoras, Marcela tenía dos armas, una tumbera y un 32. Se las llevaron. Nosotras sabíamos, a mí ella una vez me la sacó y me amenazó. Siempre decía que la que la traicionara le iba a dar un solo tiro. Se llevaron cuadernos con los que sacaban cuentas. Dinero no había, el que agarraba se lo llevaba. Estaba ampliando la casa para tener más chicas en su poder y cobrarles. Se la llevaron a ella, al marido, a Daniela que es la que le conseguía las armas y a Lorena, otra de las cómplices.

-AK: Qué valientes que son ¿Alguien las ayudó desde Nación? ¿Les dieron asistencia?

Cuando Marcela cayó presa, nosotras no sabíamos qué hacer. Yo me comunicaba con la fiscal que se portó muy bien con todas nosotras. Nos aseguró que con las pruebas que había Marcela no iba a salir. Después nos reunimos. Romina fue la primera valiente que había denunciado a Marcela pero lo hizo en la provincia y eso no avanzó. Nosotras la denunciábamos por violencia, explotación, trata. Marcela a Romina le mandó a quemar la casa y casi la desfiguraron. Le costó mucho, tomó el coraje.
Cuando Marcela cayó presa, la mamá de Marcela nos dijo que ella se iba a encargar a partir de ahora de cobrar la plaza. Hablé con la fiscal, que me dijo que me aparte de todo y deje de contestar el teléfono. Nosotras estamos con un temor que no salimos a trabajar durante tres meses porque nos da miedo que ella nos mande a hacer algo desde la cárcel. Ella tiene contactos. En el proceso en que cae presa no tuvimos asistencia para nada. No nos pusieron psicólogo y yo lo pedí desde un primer momento. Una de las chicas, Wanda, que sufrió muchísimo maltrato psicológico también lo pidió, nunca se lo dieron. También nos habían dicho que teníamos una abogada que nos iba a representar, mentira. Nos decían que nos quedáramos tranquilas, que todo iba bien. En 2015 nos enteramos que Leandro, la pareja de Marcela, y Lorena y Daniela, sus cómplices, salieron en libertad y también ahí nos enteramos de que había habido un juicio abreviado y tuvo condena de cinco años y seis meses porque le aplicaron la ley del arrepentido. Desde el año pasado empezó a tener salidas transitorias. Nos enteramos que estaba libre porque, de casualidad, ninguna de nosotras salió a laburar. Un cliente le contó a una de nuestras compañeras que ‘La Mamucha está parada’.

Uno de los problemas más frecuentes de las víctimas de trata es que, aún cuando denuncian, enfrentan un desamparo absoluto para salir de la calle.

-AK: ¿Ustedes siguen paradas en la ruta?

-A: Sí. No se nos ofreció vivienda ni trabajo. Algunas estamos mal económicamente porque alquilamos y tomamos la decisión de ir a hablar con el director de Diversidad de Neuquén. Nos abrió la puerta de sus oficinas y nos dio una respuesta rápida de darnos un subsidio de 6000 pesos, pero se les dio a algunas chicas y a otras no.
Esos trabajos que te dan pasantías por tres meses no sirven, nosotras queremos tener un trabajo fijo que lo vamos a cuidar porque queremos salir de la calle que está peligrosa. Más con esta persona suelta.
Al día siguiente de saber que estaba libre, Romina nos pidió que la acompañemos. Yo me adelanté y Marcela me miró con odio y preguntó ‘¿qué hacés acá?’. Le dije ‘estoy trabajando’ y ella respondió ‘no podés estar acá, te vas’. Yo no sé de dónde tomé coraje y le dije ‘no me voy nada’.
Nosotras nos queremos ir de la calle y que esta persona no haga más lo mismo porque lamentablemente van a caer más chicas y todo esto sigue.

-Romina: Muchas veces nos han hecho notas y los vecinos creen que ella es inocente. Ella ha mostrado una cara distinta de lo que era con nosotras, puertas adentro. A ella la creen una señora, porque tiene una sociedad protectora de animales. A los animales, sin embargo, los llegaba a matar cuando se enojaba con nosotras.

-A: Tenía una perra lisiada que le decía Renata. Le pegó una patada, la voló en el aire y la perra cayó y se desnucó. A los perros los agarraba con las mangueras negras y los hacía que se hicieran encima y los molía a golpes.

La proxeneta de chicas trans tenía una sociedad protectora de animales, el proxeneta de Alika Kinan tenía un pelotero. La pantalla de los tratantes es absurda y obscena. A pesar de haber sido condenada y de que debería cumplir todavía tres años más en la cárcel, hoy ‘La Mamucha’ está nuevamente en la ruta hostigando a chicas trans en situación de prostitución, amenazándolas y mostrándoles la cara de la impunidad del sistema prostituyente. En paralelo, ellas quieren salir de la ruta y tener trabajo fijo, pero el Estado se los niega explícitamente.