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Delsis Malacalza


    El defensor del imputado Horacio Conditi pidió que su representado sea apartado del juicio de acuerdo a un estudio realizado de manera remota. Fiscalía y querella se opusieron, pidieron una junta médica presencial y el Tribunal hizo lugar a ese pedido. Además prorrogó la autorización conferida Delsis Malacalza, otro de los imputados, para que realice caminatas tres veces por semana. A la vez, rechazó pericias para Del Valle Arce y Riveros. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)    ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur/Fernando Tebele   El Tribunal Oral Federal N°2 de San Martín, conformado por los jueces Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini,  ordenó este 23 de febrero que “se practique una Junta Médica respecto del imputado Horacio Conditi con intervención del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional con el objeto de determinar si el nombrado se encuentra en el supuesto de incapacidad sobreviniente”, que le impida continuar en el juicio de los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo. En la audiencia pasada, Sergio Moreno, abogado defensor de Horacio Conditi, pidió que su pupilo fuera apartado del juicio porque “sus facultades mentales no se encuentran dentro de la normalidad psicojurídica”. Se basaba en un estudio realizado de manera remota por el doctor Maximiliano Luna del Cuerpo Médico Forense. Las partes acusatorias solicitaron una junta médica. “Deberá precisar en el informe resultante: 1) su capacidad intelectual general: el lenguaje, la memoria, la destreza, el temperamento, la personalidad, la atención y concentración; 2) la etiología del padecimiento que tuviere; 3) si es compatible con una simulación; 4) si la eventual afección es de naturaleza permanente o transitoria y, en este último supuesto, 5) si responde a causas farmacológicas o fisiológicas. Por último, 6) deberá realizarse una proyección del tiempo estimado de curación”, exige la resolución del Tribunal. La junta médica deberá conformarse en un plazo de cinco días y están designados el doctor Fernando Rossi y la licenciada psicóloga Adriana Taboada, como peritos de parte propuestos por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, quienes deberán realizar una entrevista presencial y podrán ordenar la realización de estudios complementarios y consultar el historial médico de Conditi. Las demás partes también podrán designar peritos y “otros puntos de pericia”. El Tribunal rechazó el pedido que la defensa oficial encabezada por Sergio Moreno había adelantado en la audiencia en relación al pedido de una junta médica para sus otros dos representados en este juicio, Santiago Omar Riveros y Luis del Valle Arce, de 98 y 92 años, respectivamente. “No se advierte la existencia de una situación que así lo amerite”, señalaron los jueces. El juicio por los Vuelos de la Muerte que salieron de Campo de Mayo debería estar en la etapa de alegatos, pero a raíz del pedido de apartamiento de Conditi, se pospuso el comienzo de esa instancia del juicio. Luego de que se conozca el resultado de la nueva pericia complementaria, el tribunal deberá resolver su situación, para que comience el alegato del Ministerio Público Fiscal a cargo de Marcelo García Berro. La audiencia está citada para el 7 de marzo. Caminatas Asimismo, el Tribunal prorrogó “la autorización conferida a Delsis Malacalza para realizar caminatas tres veces por semana durante el lapso máximo de una hora en el radio adyacente a su domicilio”. Al menos hasta mayo de 2022, el imputado gozará de ese beneficio que realizará en compañía de su esposa. *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://laretaguardia.com.ar/  

La defensa convocó como testigos a militares que fueron pilotos de aviones en Campo de Mayo y podrían quedar imputados en un segundo tramo de esta causa por los Vuelos de la Muerte. Incluso uno de ellos está en juicio actualmente en Neuquén por pilotear vuelos de traslados de prisioneros hasta Bahía Blanca. Las partes acusatorias no formularon preguntas. La opinión del abogado querellante Pablo Llonto. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur 📺 Cobertura del juicio: Fernando Tebele/Diego Adur 📷 Fotos: Capturas Transmisión La Retaguardia El Coronel retirado Juan Carlos De Marco fue el primero de los testigos en declarar, convocado por da defensa. El abogado de genocidas Eduardo San Emeterio llevó adelante la rueda de preguntas. Luego continuaron los otros abogados defensores, hasta que llegó el turno del Ministerio Público Fiscal, en la voz del fiscal Marcelo García Berro.  —Particularmente me interesa dejar constancia de algo, concretamente. De Marco, ¿usted prestó funciones durante el ‘76 y ‘77 en el Batallón de Aviación del Ejército? —quiso corroborar el fiscal.   —Sí, estuve hasta el ‘82 en Aviación del Ejército —contestó De Marco.   —De tal forma y para que quede debida constancia y sin perjuicio del contenido de la declaración del Coronel De Marco, teniendo en cuenta que el testigo dijo haber estado y volado aviones Twin Otter y (Fiat) G-222 durante el periodo que acaba de mencionar, a los fines de no violar el derecho de no autoincriminarse, proclamado a través del artículo 18 de la Constitución Nacional, esta fiscalía no va a hacer ningún tipo de preguntas —fue el cierre de García Berro, y las otras partes acusatorias siguieron esa misma línea.  Cuando llegó el turno del testimonio del Teniente Coronel Juan José Capella y de Carlos Martínez Junor, ocurrió lo mismo que con De Marco: sin preguntas de las partes acusadoras por tratarse de pilotos de los aviones señalados como algunas de las máquinas que llevaron a cabo los Vuelos de la Muerte desde Campo de Mayo durante el periodo que se juzga en este juicio.   Aunque con algunas salvedades, Capella estuvo en Campo de Mayo desde enero de 1978 y venía de Bahía Blanca. Actualmente está siendo juzgando por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio La Escuelita de Neuquén. “Para el piloto aviador del Ejército Juan José Capella, la fiscalía solicitó la pena de 25 años de prisión por considerarlo penalmente responsable como partícipe necesario de los delitos de privación ilegal de la libertad doblemente agravada por el empleo de violencia y su prolongación en el tiempo en cinco casos; por privación ilegal de la libertad agravada y por aplicación de tormentos en quince oportunidades; y por el abuso sexual cometido en cinco casos (tres con acceso carnal y dos simples)”, informaron desde el sitio Fiscales.  Según se pudo reconstruir en el juicio Escuelita VII, Capella participó en el traslado de veinte víctimas, de las cuales ocho continúan desaparecidas. Fueron tres viajes desde Neuquén a Bahía Blanca, tripulando un Twin Otter matrícula AE-106 junto al mecánico del Ejército, Antonio Florentino Colombo, en “Comisión de servicio aéreo”, como figura en sus legajos.   Martínez Junor fue piloto en Campo de Mayo durante 1976 y “hasta julio o agosto de 1977”, cuando se fue del Ejército para dedicarse a vuelos civiles, según explicó. Pidió que el defensor Eduardo San Emeterio no lo llame Capitán porque se dio de baja del Ejército Argentino. Declaró como testigo en el juicio en el que está imputado Capella, Escuelita VII. En esa oportunidad dijo no saber sobre la existencia de los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo.  De Marco, Martínez Junor y el imputado en esta causa Delsis Malacalza fueron tres de los pilotos que integraron la comisión que viajó a Italia para realizar un curso teórico de vuelo y retirar los primeros aviones Aeritalia Fiat G-222. Con ellos viajó un grupo de mecánicos.  Un diálogo poco inocente Delsis “Malacalza era piloto de avión y desempeñaba las funciones de un segundo jefe” en el Batallón, aseguró el piloto De Marco al abogado San Emeterio, quien le repreguntó por las actividades principales del acusado: ¿piloteaba comúnmente? —Volaba comisiones como cualquier oficial, pero menos porque era el segundo jefe, tiene que colaborar con el Jefe del Batallón, con el Jefe de Unidad. Cuando había algún vuelo, y que él podía porque también volaba el Jet, se iba en comisión. No era normal, pero hacía comisiones.  —¿Pero hacía más de lo común, comúnmente volaba? —insistió el abogado defensor.   —Sí, como todos, a todos nos gustaba volar. Todos queríamos volar —respondió el piloto de los aviones Twin Otter y Fiat G-222 de Campo de Mayo durante los años 1976 y 1982.    —Sí, me imagino —sonrió San Emeterio con su comentario.  Los Twin Otter y las explicaciones que faltan Al cierre de la audiencia, el abogado querellante Pablo Llonto solicitó al Tribunal que el Ministerio de Defensa de la Nación brinde un informe complementario para saber cuántos Twin Otter existían en el Ejército Argentino desde 1976 hasta 1978 y acompañe toda la documentación que corresponda porque los testigos mencionaron varios modelos de esos aviones y la cantidad parecería ser mayor que el número hasta ahora conocido. “Nosotros tenemos un listado de aviones y aparentemente hay más aviones Twin Otter”, dijo luego Llonto a La Retaguardia.  El abogado querellante también explicó los motivos por los que no realizaron preguntas a ninguno de los testigos, actualmente investigados en etapa de Instrucción: “Son situaciones muy particulares que se dan en los juicios cuando testimonia alguien que puede estar imputado o surge del debate que habría una posibilidad de imputarlo, o sea de acusarlo de cometer delitos. Frente a ese panorama uno puede decir que esta persona puede estar imputada en la investigación de hechos delictivos y no puedo obligarla a declarar bajo juramento”, consideró el abogado. “Nadie está obligado a declarar en su contra. Si declaran como testigos bajo juramento y estás declarando por

Declara Carlos Spika, testigo de la defensa del imputado Malacalza.

Declaran Juan José Capella (piloto, imputado actualmente en Neuquén), Carlos Martínez Junor (también piloto de aviones Twin Otter) y Juan Carlos De Marco.

Con tres testimonios de diferente valor, los exconscriptos continuaron aportando, desde sus vivencias, piezas fundamentales que contribuyen a conocer la mecánica operativa de los Vuelos de la Muerte. En esta audiencia, Pedro Trejo contó cómo el imputado Malacalza le abrió la puerta del avión durante un vuelo. Osvaldo Orrego recordó además los maltratos a los que eran sometidos los colimbas. Arturo Degregorio habló de “cosas raras”. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: El testigo Pedro Trejo, un excolimba que estuvo en Campo de Mayo, aportó datos relevantes sobre los Vuelos de la Muerte o Vuelos Fantasma. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia) La panza del avión Fiat G222 se alejaba de la pista de aterrizaje de Campo de Mayo piloteado por el Mayor Delsis Malacalza y un compinche asistente. Cuando la altura fue considerable, Malacalza abrió la rampa trasera. El único pasajero fuera de la cabina, el conscripto Pedro Trejo, sintió terror. Pensó que el aire lo chuparía y terminaría cayendo. Se agarraba de lo que podía. Entonces alcanzó a ver a Malacalza riendo. Para la suerte de Trejo no se trataba de un Vuelo Fantasma o de un Vuelo de la Muerte, era solo una típica broma castrense, de esas que templan el carácter.     Pedro Trejo prestó el Servicio Militar Obligatorio en el año 1977 hasta marzo o abril del año siguiente, según contó frente al Tribunal Oral Federal en lo Criminal N°2 de San Martín. “Fui destinado a Arsenales, donde están las camionetas, camiones, como mecánico, pero después faltó chofer y me llevaron como chofer. Y estuve como chofer todo el período de instrucción”, contó. Además realizó guardias en Campo de Mayo. De esa época, a Trejo, por lo menos dos cosas le llamaron la atención. Del vuelo con Malacalza: “La altura. Cómo se veían los autos, se veía todo chiquito, la ruta como si fuera camino de hormiga”. Lo otro fue en tierra, unos camiones que ingresaron al predio y llegaron hasta la pista: “unos camiones de la Federal, tipo 350, con cajas grandes, tipo los que llevan a los presos. Habían llegado dos, tipo a las cuatro o cinco de la tarde”. En la punta de la pista estaba el avión Fiat esperándolos, dijo el exconscripto. —Trejo, ¿sabe lo que llevan allá, en ese avión? —lo inquirió otro día un Cabo Primero.  Ante la negativa del conscripto, el Cabo Primero volvió a hablar: “Todos fiambres, muertos de la subversión”.  Si bien el testimonio de Trejo fue contundente y corto, no se podrá decir lo mismo del siguiente. El también exconscripto Osvaldo Oscar Orrego prolongará su testimonial cayendo en numerosas contradicciones con lo que había declarado ante el Juzgado de instrucción. Nada de lo dicho en esta oportunidad va a coincidir con aquella vez y llegará hasta el punto de tener que reconocer su firma en la declaración anterior.  —¿Escuchó alguna vez de algún comentario respecto de la existencia en el batallón de vuelos fantasmas? —preguntó el fiscal Marcelo García Berro. —No, eso no recuerdo —respondió Orrego.  —¿Escuchó alguna vez qué era lo que trasportaban estos aviones? Por comentarios. —No, nunca jamás. —No, nunca.—repitió García Berro la respuesta de Orrego y repreguntó— ¿Escuchó alguna vez que estos aviones trasportaran personas?  —No. —Bueno, Señor Presidente, la declaración que ha presentado el testigo es prácticamente en todo contradictoria. Habría que leerle todo lo que dijo para que aclare lo que tenga que aclarar. Es una contradicción en todo lo que ha declarado antes. “Nosotros la pasamos mal con esa gente” El bolillero que decidía por sorteo quienes harían la conscripción cada año y quienes “se salvaban” fue fatídico para Osvaldo Orrego y en 1977 tuvo que cumplir el Servicio Militar Obligatorio. “Nos presentamos como a las cinco de la tarde y nos quedamos hasta las nueve de la noche. Y de ahí (Capital) nos subieron al micro y nos llevaron, pero no sabíamos adónde íbamos”. El micro finalizó su recorrido en Campo de Mayo y Orrego quedó prestando funciones obligatorias en la Compañía de Servicios. “Yo estaba en el club de soldados, me acuerdo, yo hacía la comida. Vendían hamburguesas y toda esa clase de cosas, entonces teníamos un club de soldados, que venían ellos cuando le daban para que descansen. Venían a jugar. Teníamos pelotitas y todo esa clase de cosas y yo hacía las hamburguesas”.  Orrego también realizaba guardias y, pese a sus contradicciones y olvidos, va a dejar algunas cosas en claro. No vio nada, se corrían rumores varios y si antes dijo algo es porque es así, pero que ahora “no se recuerda”. Lo que expresó con mayor nitidez fue el maltrato cotidiano al que eran sometidos de manera natural, como parte del aprendizaje en defensa de la patria. “A nosotros nos maltrataban mal, no nos daban de comer, nos recagaban a trompadas. Nosotros la pasamos mal en el 77 con esa gente”.  En esa misma línea, el ex cocinero de hamburguesas del club de soldados, dijo que a ellos los guardaban: “Cuando venía gente o algo por el estilo a nosotros nos guardaban, éramos 300 soldados y ellos no dejaban salir a ninguno. Ellos no sé qué hacían afuera, nosotros no preguntábamos nada, teníamos mucho miedo, porque no se preguntaba, no podíamos hablar ni nada por el estilo. Eso nos prohibían, era muy jodido, pero no sabíamos nada”. No era la primera vez en la jornada que hablaba de cómo los encerraban. Apenas el Presidente del Tribunal le mencionó el nombre de los acusados y de las víctimas, se apresuró: “No recuerdo los nombres que usted me da y segundo, que jamás de los jamás, mejor dicho, siempre nos tenían guardados dentro de la Compañía de Servicios”.  Las precisiones que requiere un testimonio de esta naturaleza chocan de frente con diálogos como el siguiente:  —¿Recuerda qué aviones había en la pista? —preguntó el fiscal. —No, aviones no he visto. He visto helicópteros y Hércules. —¿Y el Hércules qué es? —El Hércules es

Los ex colimbas Gerardo Alberto Crifasi, Mario Omar Céspedes, José Luis Denis, aportaron, entre olvidos y contradicciones, algunas piezas más en el rompecabezas que sigue tomando forma: cómo era la operatoria de los Vuelos de la muerte.  📽️ Transmisión en vivo: Diego Adur/Fernando Tebele 🎧 Edición de audios: Paulo Giacobbe ✍️Textos: Paulo Giacobbe/Agustina Sandoval Lerner/Valentina Maccarone/Noelia Laudisi De Sa 💻 Edición: Fernando Tebele La audiencia comenzó con sorpresas: —¿Ignacio Beltrán está con alguno o alguna? —preguntó a la sala virtual el Presidente del Tribunal , Walter Venditti, mientras revisaba la lista de concurrentes y pensaba quien podía ser ese sujeto.  Luego de unos interminables segundos de silencio intervino Eduardo San Emeterio, uno de los abogados defensores de los imputados: “El doctor…  ehh… Ignacio, es un…  ahijado mío del Colegio Público de Abogados, le pediría que lo habilite y lo ponga en público porque está…  (inaudible) conmigo, una especie de alumno mío, es un ahijado, para la tesis —esa última palabra pudo haber sido otra—. Si el Presidente lo autoriza. En las pantallas partidas de la sala virtual las caras fueron trocando entre asombro, incredulidad, desinterés y cansancio. La respuesta de Walter Venditti fue inmediata:  —Aguárdeme un instante, Doctor, en principio no, primero vamos a lo primero. Si están todas las partes saludo a todos y a todas —y continuó con la presentación de rigor que corresponde a un juicio.  Pidió información al secretario sobre los concurrentes a la sala y los que esperaban ingresar sin autorización. Le informaron sobre la presencia de todas las partes, que Gerardo Crifasi, el primer testigo de la jornada, estaba esperando para ingresar y sobre la particularidad de Beltrán, suscitada al comienzo. Entonces, Venditti volvió a hablarle al defensor de los imputados:  —Doctor San Emeterio, ¿cómo es el tema? Nos puede decir, por favor. —Sí. Yo soy… estoy en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal como padrino de abogados que se recibieron, nóveles abogados. Este colega, este abogado, está siguiéndome o está viendo, iniciando los juicios porque está interesado en practicar el derecho penal, por eso pedí que lo pusieran en el público, nada más.  —Bien, está bien. No sabía que era letrado —contestó Veditti, y aceptó la presencia del ahora Doctor Beltrán, siempre y cuando no hubiera oposición de las partes y con la imposición de que no interviniera en la audiencia, bajo ningún aspecto. También pidió que se presente por escrito el tomo y folio del ahijado de San Emeterio. —Desde ya le dije que no hablara, que no interviniera para nada.  —Lo tiene prohibido básicamente.  Cerrada esa cuestión inicial comenzó la audiencia. Pero sin el doctor Beltrán porque se había desconectado. El presidente del tribunal, en un suspiro, pidió olvidarse de Ignacio Beltrán.  Así fue que Gerardo Crifasi pudo comenzar su declaración en carácter de testigo, pues había cumplido el Servicio Militar Obligatorio “en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo entre marzo del ’77 y mayo del ’78”, según dijo. Pero apenas unos minutos después de comenzado el interrogatorio, Venditti tuvo que interrumpirlo:  —Hay alguna cuestión que desconozco cuál, que tiene que ver con un tema de seguridad.  Pasaron entonces a cuarto intermedio, breve. A partir de ahí continuó, sin mayores sobresaltos aunque con algunas contradicciones, el testimonio de Crifasi. 1- La torre  DESCARGAR —Fiscal García Berro: En primer término quisiera que le indique al tribunal dónde y cuándo cumplió el Servicio Militar. —Crifasi: Fue en el Batallón de Aviación del Ejército 601 de Campo de Mayo, en marzo del ’77. Y fui dado de baja en mayo del ’78.  —GB: ¿Recuerda el lugar donde prestaba servicio en ese Batallón? —C: Sí, era la compañía de servicios en la sección apoyo de vuelo, y en la sección cumplía guardias periódicas en la torre de vuelo. —GB: ¿Nos puede indicar si cuando cumplía funciones de guardia en la torre de vuelo estaba permanentemente en el lugar? —C: Sí, era durante siete días que permanecía en ese lugar —GB: O sea ¿no se movía de lugar? ¿incluso dormía allí?  —C: Sí, dormíamos allí. Era la semana, o sea una guardia semanal. —GB: ¿Recuerda cuántas personas estaban asignadas a esta guardia en ese lugar? —C: Soldados de guardia éramos dos.  —GB: Me refiero a cuantas personas eran las que hacían guardia en ese lugar. —C: En simultáneo éramos dos. Entiendo que éramos ocho o diez, porque eran turnos que se llevaban de a dos personas durante una semana y así iban rotando. Según lo que recuerdo éramos cuatro grupos, quizás eran cinco, no recuerdo bien. Pero éramos de a dos soldados cuatro o cinco grupos —GB: ¿Recuerda a alguno de sus compañeros? —C: Nombres he perdido un montón. Pero Bravo, Castaño, Roldan…  —GB: ¿Ud. recuerda cómo era esa torre de vuelo?  —C: Sí, creo que tenía tres pisos, era una típica torre, pequeña, no era algo gigante. Una planta baja de sección, una escalera que conducía a un primer piso donde estábamos los soldados de guardia y que era donde estaba toda la aparatología electrónica: el tablero y un escritorio donde teníamos una radio de onda corta donde recibíamos los partes meteorológicos. Ahí pasábamos la guardia. Teníamos la posibilidad de ir a dormir a la noche a un cuartel cercano que no era el nuestro, pero preferíamos dormir ahí mismo, en el mismo lugar. Estábamos más cómodos, y estábamos bien solos.  —GB: ¿Cuál era el cuartel de guardia que estaba cercano que podían utilizar para dormir? —C: Eran los cuarteles entre los hangares de helicópteros y aviones. Al lado, no era algo distante, era caminar cien metros. Pero preferíamos dormir en la misma torre porque si nos daban esa opción bueno estábamos más cómodos, teníamos la comida ahí, teníamos baño, era un lugar agradable.  —GB:¿Quiénes eran, además de los soldados que estaban de guardia, las personas suboficiales u oficiales que se desempeñaban en ese lugar? —C: En la torre de vuelo, los soldados cumplimos una guardia semanal. Mientras los suboficiales, que eran los operadores de la torre de

Los Fiat G-222 y los Twin Otter que se utilizaron en los vuelos de la muerte desde Campo de Mayo todavía permanecen en el Batallón de Aviación 601 del Ejército. Nunca fueron preservados ni peritados por la justicia. En el marco de la visita ocular del juicio, La Retaguardia pudo verlos y registrarlos en fotos y videos. Además de los jueces y el resto de las partes, participó uno de los acusados de haber piloteado los aviones: Delsis Malacalza. También estuvieron presentes tres testigos: Raúl Escobar Fernández, un ex colimba que aportó su valioso testimonio; Marcelo Castillo, del EAAF; y Rodolfo Novillo, el hermano de Rosa Eugenia Novillo Corvalán, una de las cuatro víctimas por las que se realiza el juicio. Acompañó Mariana Maurer por el Ministerio de Defensa.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 📽️ Transmisión en vivo: Fernando Tebele/Diego Adur 💻 Textos: Fernando Tebele ✍️ Edición: Fernando Tebele/María Eugenia Otero ☝ El recorrido para llegar a los aviones Fíat G-222, que permanecen abandonados, sin custodia judicial que permita preservarlos como posibles elementos de prueba. Dialogamos con Rodolfo Novillo, hermano de una de las víctimas de los vuelos, Rosa Eugenia Novillo Corvalán. El fiscal Marcelo García Berro evaluó la visita al finalizar. ☝ Desde el interior del avión, una ventana circular remite necesariamente a las preguntas que las familias tienen sobre sus desaparecidos/as, ¿miraría por la ventana? ¿Estaría totalmente adormecido por el Ketalar? Preguntas crueles que permanecen sin respuestas. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia☝ Los controles de la cabina del Fiat G-222 patente E-261, que fue utilizado según los registros en vuelos de la muerte. Permanece enterrado en un pastizal junto a otros dos aparatos del mismo modelo. “Este avión estuvo en Malvinas al comando de alguien que está aquí”, dijo el oficial Bennardi, a cargo de guiar a la comitiva. “¿Usted?”, le preguntó el presidente del tribunal, Walter Venditti. “No, el señor Malacalza”, respondió el militar, en referencia al imputado que estuvo presente durante la visita, pero que no estaba allí en ese momento. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Dentro de la nave el estado de abandono por el paso del tiempo es notable. El juez Venditti dialoga con Marcelo Castillo, el integrante del EAAF que también guió la visita y contó cómo fueron los trabajos realizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense entre la zona de lo que fue el Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio El Campito y el aeródromo del Batallón. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El abogado de las familias querellantes, Pablo Llonto, y la integrante del equipo de la fiscalía, Mercedes Soiza Reilly, intercambian impresiones en medio de la escena dantesca. Lo que ayer fue escenario del camino a la muerte, hoy es señal del abandono, que quizá no sea inocente si se analiza que la gigantesca guarnición de Campo de Mayo, una de las mayores sedes del genocidio en todo el país, permanece en manos de la fuerza que perpetró allí el Terrorismo de Estado. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ “Este avión podía abrir sus puertas en vuelo y tenía capacidad para 36 paracaidistas”, explicó Bennardi ante la pregunta de las abogadas y abogados. Un largo silencio se sostuvo después.  Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las pistas del aeródromo.desde la que, coinciden varios de los ex conscriptos testigos que pasaron por el juicio, despegaban los “Vuelos fantasmas”, como solían decirles. La larga caminata por toda la pista se realizó mientras los jueces Venditti, Eduardo Farah y Matías Mancini (en realidad es cuarto juez en este proceso pero remplazó a Esteban Rodríguez Eggers) iban consultando al oficial Bennardi y al testigo Escobar Rodríguez. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ El ex colimba Raúl Escobar Fernández (con las manos abiertas, en el centro), señala el lugar en el que asegura que él y sus compañeros levantaban grandes cantidades de ampollas de Ketalar, la droga que se utilizaba para adormecer a las personas secuestradas que luego serían arrojadas al río o al mar. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Con camisa Lila, el imputado Delsis Malacalza, quien está acusado de pilotear los vuelos de la muerte, en un cruce de miradas con la cámara fotográfica. Malacalza también le da nombre al expediente de este proceso judicial. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En una de las construcciones del aeródromo puede verse esta chapa conmemorativa del “Primer cruce del Atlántico por una aeronave G-222 del Ejército Argentino en 1977”. La aportó el Teniente Coronel Delsis Malacalza. La fecha prueba que los aviones ya estaban en el país.  📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En ese mismo lugar, una obra del artista Exequiel Martínez, quién parece haber conseguido inspiración en las aeronaves indefectiblemente ligadas a los crímenes del genocidio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ En uno de los hangares, el militar a cargo mostró un avión Twin Otter, de origen canadiense. “¿Se podían abrir las puertas en vuelo?”, le consultaron a Bennardi. “No, en esta aeronave no se abrían las puertas en vuelo”. Los abogados defensores se anotaban un punto: si no se abrían las puertas, no se arrojaban personas. Hasta que Soiza Reilly preguntó: “¿Y se podía volar sin puertas?”. “Ah, sí, podían sacarse las puertas antes de despegar y volar de esa manera”. La integrante del equipo de la fiscalía estuvo a cargo del Ministerio Público Fiscal cuando se juzgaron los Vuelos de la muerte en la ESMA. Su experiencia quedó en evidencia en ese instante. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Una de las torres de guardia desde la que varios testigos ex colimbas aseguran que veían la pista desde la que despegaban los vuelos. Los defensores sostienen que es imposible porque la pista queda detrás de la gran construcción blanca. Las partes acusadoras señalan que esas construcciones son posteriores a la fecha de los hechos que se juzgan en este juicio. 📷 Gustavo Molfino/La Retaguardia ☝ Además de Malacalza asistió a la visita ocular el hijo del imputado Luis del Valle Arce, de saco azul. Algunos pensaron que se trataba del imputado Eduardo Lance, lo que generó confusión: finalmente era el hijo de uno de

📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/