Canción actual

Título

Artista


Crónicas del juicio -día 12- Todos fiambres, muertos de la subversión

Escrito por el enero 12, 2021


Con tres testimonios de diferente valor, los exconscriptos continuaron aportando, desde sus vivencias, piezas fundamentales que contribuyen a conocer la mecánica operativa de los Vuelos de la Muerte. En esta audiencia, Pedro Trejo contó cómo el imputado Malacalza le abrió la puerta del avión durante un vuelo. Osvaldo Orrego recordó además los maltratos a los que eran sometidos los colimbas. Arturo Degregorio habló de “cosas raras”. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*) 

✍️ Redacción: Paulo Giacobbe
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Foto de portada: El testigo Pedro Trejo, un excolimba que estuvo en Campo de Mayo, aportó datos relevantes sobre los Vuelos de la Muerte o Vuelos Fantasma. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia)


La panza del avión Fiat G222 se alejaba de la pista de aterrizaje de Campo de Mayo piloteado por el Mayor Delsis Malacalza y un compinche asistente. Cuando la altura fue considerable, Malacalza abrió la rampa trasera. El único pasajero fuera de la cabina, el conscripto Pedro Trejo, sintió terror. Pensó que el aire lo chuparía y terminaría cayendo. Se agarraba de lo que podía. Entonces alcanzó a ver a Malacalza riendo. Para la suerte de Trejo no se trataba de un Vuelo Fantasma o de un Vuelo de la Muerte, era solo una típica broma castrense, de esas que templan el carácter.    
Pedro Trejo prestó el Servicio Militar Obligatorio en el año 1977 hasta marzo o abril del año siguiente, según contó frente al Tribunal Oral Federal en lo Criminal N°2 de San Martín. “Fui destinado a Arsenales, donde están las camionetas, camiones, como mecánico, pero después faltó chofer y me llevaron como chofer. Y estuve como chofer todo el período de instrucción”, contó. Además realizó guardias en Campo de Mayo.
De esa época, a Trejo, por lo menos dos cosas le llamaron la atención. Del vuelo con Malacalza: “La altura. Cómo se veían los autos, se veía todo chiquito, la ruta como si fuera camino de hormiga”. Lo otro fue en tierra, unos camiones que ingresaron al predio y llegaron hasta la pista: “unos camiones de la Federal, tipo 350, con cajas grandes, tipo los que llevan a los presos. Habían llegado dos, tipo a las cuatro o cinco de la tarde”. En la punta de la pista estaba el avión Fiat esperándolos, dijo el exconscripto.
—Trejo, ¿sabe lo que llevan allá, en ese avión? —lo inquirió otro día un Cabo Primero. 
Ante la negativa del conscripto, el Cabo Primero volvió a hablar: “Todos fiambres, muertos de la subversión”. 
Si bien el testimonio de Trejo fue contundente y corto, no se podrá decir lo mismo del siguiente. El también exconscripto Osvaldo Oscar Orrego prolongará su testimonial cayendo en numerosas contradicciones con lo que había declarado ante el Juzgado de instrucción. Nada de lo dicho en esta oportunidad va a coincidir con aquella vez y llegará hasta el punto de tener que reconocer su firma en la declaración anterior. 
—¿Escuchó alguna vez de algún comentario respecto de la existencia en el batallón de vuelos fantasmas? —preguntó el fiscal Marcelo García Berro.
—No, eso no recuerdo —respondió Orrego. 
—¿Escuchó alguna vez qué era lo que trasportaban estos aviones? Por comentarios. —No, nunca jamás.
—No, nunca.—repitió García Berro la respuesta de Orrego y repreguntó— ¿Escuchó alguna vez que estos aviones trasportaran personas? 
—No.
—Bueno, Señor Presidente, la declaración que ha presentado el testigo es prácticamente en todo contradictoria. Habría que leerle todo lo que dijo para que aclare lo que tenga que aclarar. Es una contradicción en todo lo que ha declarado antes.
“Nosotros la pasamos mal con esa gente”
El bolillero que decidía por sorteo quienes harían la conscripción cada año y quienes “se salvaban” fue fatídico para Osvaldo Orrego y en 1977 tuvo que cumplir el Servicio Militar Obligatorio. “Nos presentamos como a las cinco de la tarde y nos quedamos hasta las nueve de la noche. Y de ahí (Capital) nos subieron al micro y nos llevaron, pero no sabíamos adónde íbamos”. El micro finalizó su recorrido en Campo de Mayo y Orrego quedó prestando funciones obligatorias en la Compañía de Servicios. “Yo estaba en el club de soldados, me acuerdo, yo hacía la comida. Vendían hamburguesas y toda esa clase de cosas, entonces teníamos un club de soldados, que venían ellos cuando le daban para que descansen. Venían a jugar. Teníamos pelotitas y todo esa clase de cosas y yo hacía las hamburguesas”. 
Orrego también realizaba guardias y, pese a sus contradicciones y olvidos, va a dejar algunas cosas en claro. No vio nada, se corrían rumores varios y si antes dijo algo es porque es así, pero que ahora “no se recuerda”. Lo que expresó con mayor nitidez fue el maltrato cotidiano al que eran sometidos de manera natural, como parte del aprendizaje en defensa de la patria. “A nosotros nos maltrataban mal, no nos daban de comer, nos recagaban a trompadas. Nosotros la pasamos mal en el 77 con esa gente”. 
En esa misma línea, el ex cocinero de hamburguesas del club de soldados, dijo que a ellos los guardaban: “Cuando venía gente o algo por el estilo a nosotros nos guardaban, éramos 300 soldados y ellos no dejaban salir a ninguno. Ellos no sé qué hacían afuera, nosotros no preguntábamos nada, teníamos mucho miedo, porque no se preguntaba, no podíamos hablar ni nada por el estilo. Eso nos prohibían, era muy jodido, pero no sabíamos nada”. No era la primera vez en la jornada que hablaba de cómo los encerraban. Apenas el Presidente del Tribunal le mencionó el nombre de los acusados y de las víctimas, se apresuró: “No recuerdo los nombres que usted me da y segundo, que jamás de los jamás, mejor dicho, siempre nos tenían guardados dentro de la Compañía de Servicios”. 
Las precisiones que requiere un testimonio de esta naturaleza chocan de frente con diálogos como el siguiente: 
—¿Recuerda qué aviones había en la pista? —preguntó el fiscal.
—No, aviones no he visto. He visto helicópteros y Hércules.
—¿Y el Hércules qué es?
—El Hércules es un avión grandísimo que tiene capacidad grandísima para meter un camión o dos camionetas —graficó Orrego.
—Bien, pero usted me dice que nunca vio aviones pero después me dice que sí vio un Hércules.
—Porque de ahí se ve que bajan los aviones, bajan los helicópteros. Aviones no eran, eran el Hércules, grandes, pero aviones no he visto nunca. 
Finalmente, por fotos, reconoció hasta el color verde oliva del Hércules, con su escarapela celeste y blanca. La última pregunta del fiscal fue si le habían leído la declaración anterior, antes de que la firmara. “No me recuerdo, creo que sí. Si hay juez para mí sí, aparte las firmas son mías, todo mío”, casi confirmó Orrego.
El cambio de raíz en la declaración realizada en 2013 pudo deberse a un problema neurológico. “Tuve una parálisis facial y hay muchas cosas que no recuerdo”, se excusó Orrego, “me olvidé de todo, lo que yo recuerdo le voy a decir la verdad”, había advertido en determinado momento.   
Bomberos
El tercer testimonio fue el de Arturo Degregorio, en tratamiento oncológico por un problema de salud que le causaba mucho dolor. Ingresó al Ejército Argentino de manera forzada, sin tener muy clara la fecha. Pudo ser a finales del 74 hasta principio del 76; para el golpe de Estado del 24 de marzo “estaba saliente” y el 75 lo hizo completo. “Batallón de Aviación 601 de Campo de Mayo” fue donde cumplió funciones. En la Compañía de Servicios realizó varias funciones y estuvo colaborando en la parte del aeródromo. También fue aprendiz de la interpretación de la información meteorológica en la torre. Degregorio tuvo llamativas contradicciones con lo dicho en etapa de instrucción. Su testimonio será más parecido al de Orrego que al de Trejo.  
Luego de hablar del horario de vuelos de los aviones, el fiscal realizó la pregunta de rigor: si había visto algo que llamara su atención respecto del movimiento del Twin Otter. El silencio del testigo Arturo Degregorio denotaba un esfuerzo por recordar lo ocurrido cuando tenía veinte años. No parecía poder lograrlo hasta que dijo: “Mayormente había una unidad de bomberos, un autobomba. Siempre ingresaba, estaba en un lateral de pista y a veces se iba a la cabecera, a diferencia de otras veces. Si de diez veces, ocho veces estaba en la ubicación de siempre, a veces se desplazaba hacia donde quedaba el avión”. Pero no supo decir por qué pasaba eso, supuso una razón de seguridad. El fiscal entonces le preguntó si los bomberos lavaban las aeronaves, “podría ser”, fue la respuesta, pero no recordaba haber visto a los bomberos lavando los aviones. No era lo que había dicho antes, entonces se le leyó su declaración para refrescar la mente. Y eso ocurrió a medias. Ahora podría ser que en alguna oportunidad haya actuado el camión de los bomberos, pero no sabía si para lavarlo. “Tendría que estar en la torre y en eso capaz miro y me acuerdo. Lamento en el alma no tener en claro mis pensamientos ahora”.
—Usted en esta declaración que le acaban de leer lo que indica es que la autobomba (SIC) estaba esperando el avión y que se ocupaban de limpiarlo, esto es lo que dijo antes —le recordó García Berro.
—Sí, pudo haber tenido intenciones de limpieza, por ahí suena como que aseveré que iba y limpiaba, pero yo desde la torre no puedo ver lo que hacía, una presunción que pudo haber sido de limpieza pero no lo sé —quizás por esa duda, Degregorio había pedido estar en la torre nuevamente. 
Finalmente, reconoció que los bomberos actuaban diferente con la llegada del Twin Otter que con la llegada de otros aviones: “De lo poco que me puedo acordar, es como estaban directamente esperando al Twin Otter”. 
Degregorio no pudo recordar los destinos más frecuentes, pero a “Punta Indio lo escuchó nombrar”. También recordó que el “Capitán del Campo pudo haber volado el Twin Otter, Mayor Malacalza, mayormente, y después de Suboficiales de acompañantes no me acuerdo. Sí sé de ellos porque eran los más avezados, los más experimentados. Incluso podían volar el Sabreliner que era un jet y, de hecho, el Fiat”. 
Cosas raras
—Dígame, ¿en oportunidad que usted hizo el servicio militar, escuchó alguna hablar de vuelos fantasmas? —quiso saber el fiscal.  
—Durante, no. Después sí, después se habló mucho – contestó el testigo. 
—¿Esto lo escuchó de sus compañeros, ex conscriptos?—En el último tramo se hablaba de cosas raras, pero nunca con la intención de averiguar qué era, yo lo único que quería era volver a mi casa y estar con mi familia. En la última parte eran rumores, no cosas puntuales, como acá pasan cosas, sin decir qué.
Al no hablar de un tema puntual, para Degregorio, las “cosas raras” de ese momento podían ser cualquier cosa, como tráfico de drogas o armas. Llonto, abogado de las víctimas, quiso profundizar sobre esas “cosas raras” y el exconscripto dijo: “lo que me acuerdo es que la clase entrante tuvimos un cruce en el tiempo de haber incorporado la clase siguiente con los que estábamos tardando más en salir, por decirlo de alguno manera. Como que venían con la idea de que acá pasaban cosas, se dijo tal cosa o tal otra, y de los que estábamos ahí lo que yo dije anteriormente, se decía que podían pasar cosas pero no se especificaba qué, como algo raro, si bajaba un avión con droga o con otra cosa, no lo sé. A ese nivel de cosas raras, por lo menos en mi forma de haberlo visto en ese momento. 
—¿Y esto que llama usted cosas raras estaban relacionadas con la llamada lucha contra la subversión?—Puede ser que lo hayan asociado. En algún momento al soldado mismo nos ponían en una parte en el tiempo, de la historia, que era una situación complicada, que estaban pasando cosas más allá del alcance de lo que uno podía interpretar, que eran situaciones difíciles, que desaparecían soldados hasta oficiales, suboficiales. Que había atentados de bombas, que podía llegar a desaparecer gente. Estos comentarios muy globales. Así, muy… no sé cómo explicarlo. No en forma particular. Una situación muy difícil, de riesgo, uno tenía que estar muy atento a todo. Era muy difícil, una situación grave, pasaban cosas. 
En 2021, mientras los aviones de los Vuelos de la muerte o Vuelos fantasma de Campo de Mayo se oxidan en esa ciudadela siniestra, la memoria que no se reconstruye sufre igual destino. Los testigos del genocidio no son ajenos al paso del tiempo. Todo el predio, aún en manos del Ejército Argentino, es prueba de impunidad. Quizás, con el comienzo de los trabajos solicitados al Equipo Argentino de Antropología Forense, se tenga una nueva punta del ovillo. 

*Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/



Opiniones

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos obligatorios están marcados con *