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desaparecidos de La Tablada

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Este miércoles 6 de marzo, en la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada, será el momento de escuchar al único imputado: el general Alfredo Arrillaga. Ya condenado a cadena perpetua en causas de lesa humanidad, gozando de prisión domiciliaria, el exgeneral solicitó ampliar su declaración indagatoria en la causa que investiga el asesinato y desaparición de José Maradona Díaz. La frase del título es de Daniel Díaz, el hijo nicaragùense de uno de los cuatro desaparecidos. La dijo durante una entrevista junto a Irene Provenzano, hija de Pancho, otro de los desaparecidos.Mañana sigue el juicio por los desaparecidos de La Tablada. Dice Pilar Calveiro en su libro Poder y Desaparición, hablando de los juicios a los genocidas de la última dictadura que “los militares transitaron por la negación de los hechos, luego el desconocimiento y, por último, la obediencia a órdenes”. Arrillaga parece estar transitando el último estadío de la defensa militar y, fiel a la actitud general corporativa, no da indicios de romper el pacto de silencio. A pesar de eso, Daniel Díaz, querellante del juicio, hijo de José Maradona Díaz, no pierde las esperanzas de que hable: “yo deseo que él abra su conciencia, su mente, que se recuerde dónde jodido mandó los restos de mi papá. Dónde mandaron a los compañeros también. Eso sería lo grandioso de este testimonio que podría pasar. Puede que no, puede que sí. Como son ellos, difícilmente. Lo que yo espero es que él diga dónde están los restos de mi viejo y de los cuatro compañeros. Solo él lo debe saber. Tengo muchos deseos y expectativas positivas que yo le doy al testimonio de él. Que él diga dónde están los restos”. No es esperable que esto suceda, sobre todo observando a Arrillaga durante el debate oral y público. Pero también es cierto que este juicio ya arrojó inesperadas declaraciones. El proceso judicial que se está desarrollando desde el año pasado no deja dudas sobre la actuación de Arrillaga al mando del operativo militar que comandó la “recuperación” del cuartel el 23 de Enero de 1989. Daniel lo reafirma “en manos de él estaba este escenario de los cuatro desaparecidos, él sabe muy bien que paso con ellos, y debe saber dónde están”.Encontrarse con, aunque sea, los restos de su padre, es algo a lo que no renuncia. De hecho, en estos días, durante su extendida estadía en Argentina, dejó muestras de su sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la esperanza de que puedan ser utilizadas cuando, por fin, se encuentren los restos de su papá. El último 23 de Enero, al cumplirse 30 años de La Tablada, Irene Provenzano y Daniel Díaz, participaron de un programa especial en La Retaguardia. El Diario del Juicio reproduce hoy esa larga charla. A José Díaz le decían Maradona porque jugaba bien a la pelota. En Nicaragua, donde estuvo exiliado antes de regresar a Argentina para sumarse al Movimiento Todos por la Patria (MTP), todavía lo recuerdan por eso y así se lo contaron a Daniel. “En Nicaragua en ese entonces no se jugaba mucho. Se juega más al baseball. Ahora sí está entrando mucho el fútbol, pero en ese entonces los argentinos eran los que estaban más familiarizados con el tema del fútbol. Y ellos, organizados ahí en Nicaragua, armaban sus grupos y siempre salían a jugar en algún campo, en la UNI, que había un campo de fútbol y también en cierto momento me di a la tarea de conocer a Pablo Monsanto, guatemalteco, que también estuvo en Nicaragua y me aseguró que jugó con mi padre y que jugaba muy bien”.También hablaron del significado de encontrarse con los cuerpos o lo que quede de ellos. —Diario del Juicio: En algún momento dijiste algo así como que tu pretensión para este juicio era saber no solo qué había pasado con tu padre, sino también saber dónde está su cuerpo y de alguna manera reencontrarte con sus restos. Aquí tenemos tan naturalizada la desaparición forzada de personas que no esperamos eso de los juicios de lesa humanidad. Lo que esperamos es justicia, pero no esperamos que nos digan dónde están, porque nunca dicen nada ¿Por qué le das tanta importancia a eso en particular?  —Daniel Díaz Padilla: Del momento que estoy acá en Argentina estoy conociendo sobre el panorama de cómo se ha venido tornando la justicia. Me entero de que el General Arrillaga ha sido condenado y todavía goza de una libertad condicional (está con prisión domiciliaria). Se ve en perfectas condiciones. Puede que lo condenen y va a gozar siempre de lo mismo. Entonces siempre estoy pensando y compartiendo con los compañeros, en buscar una manera donde se haga un impulso para que dentro de la misma corte se haga presión para que él diga dónde pueda estar. Y si se puede hacer una reforma ante todo esto, porque si vemos bien la historia siempre ha pasado lo mismo: todos los militares que han sido condenados de lesa están gozando de una libertad condicional, ¿no? (la mayoría de ellos, más del 60%). De eso yo me vine a dar cuenta acá. Yo siempre he tenido el deseo de darle cristiana sepultura a mi padre. Igual lo comparto con mi familia y siempre lo dije, cuando estaba en el proceso inicial que fue bastante fuerte porque yo no tenía una identidad para poder representar a mi padre aquí en Argentina: nadie sabía de mí, sabían los compañeros, pero jurídicamente estaba en cero, porque tenía una identidad clandestina que fue la que me apuntó mi padre en Nicaragua. —DDJ: Él cuando se fue a vivir a Nicaragua lo hizo clandestino y por eso entró con otro apellido, y cuando vos naciste te anotó con esa identidad ¿Así fue?  —DDP: Claro, él sale de Argentina en la clandestinidad y sale con el nombre de Daniel Alejandro González. Estuvo en varios países de América Latina, tratando de llegar a Nicaragua y también llegó a Guatemala. Siempre

Este miércoles 6 de marzo, en la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada, será el momento de escuchar al único imputado: el general Alfredo Arrillaga. Ya condenado a cadena perpetua en causas de lesa humanidad, gozando de prisión domiciliaria, el exgeneral solicitó ampliar su declaración indagatoria en la causa que investiga el asesinato y desaparición de José Maradona Díaz. La frase del título es de Daniel Díaz, el hijo nicaragùense de uno de los cuatro desaparecidos. La dijo durante una entrevista junto a Irene Provenzano, hija de Pancho, otro de los desaparecidos. (Por El Diario del Juicio*) Mañana sigue el juicio por los desaparecidos de La Tablada. Dice Pilar Calveiro en su libro Poder y Desaparición, hablando de los juicios a los genocidas de la última dictadura que “los militares transitaron por la negación de los hechos, luego el desconocimiento y, por último, la obediencia a órdenes”. Arrillaga parece estar transitando el último estadío de la defensa militar y, fiel a la actitud general corporativa, no da indicios de romper el pacto de silencio. A pesar de eso, Daniel Díaz, querellante del juicio, hijo de José Maradona Díaz, no pierde las esperanzas de que hable: “yo deseo que él abra su conciencia, su mente, que se recuerde dónde jodido mandó los restos de mi papá. Dónde mandaron a los compañeros también. Eso sería lo grandioso de este testimonio que podría pasar. Puede que no, puede que sí. Como son ellos, difícilmente. Lo que yo espero es que él diga dónde están los restos de mi viejo y de los cuatro compañeros. Solo él lo debe saber. Tengo muchos deseos y expectativas positivas que yo le doy al testimonio de él. Que él diga dónde están los restos”. No es esperable que esto suceda, sobre todo observando a Arrillaga durante el debate oral y público. Pero también es cierto que este juicio ya arrojó inesperadas declaraciones.El proceso judicial que se está desarrollando desde el año pasado no deja dudas sobre la actuación de Arrillaga al mando del operativo militar que comandó la “recuperación” del cuartel el 23 de Enero de 1989. Daniel lo reafirma “en manos de él estaba este escenario de los cuatro desaparecidos, él sabe muy bien que paso con ellos, y debe saber dónde están”.Encontrarse con, aunque sea, los restos de su padre, es algo a lo que no renuncia. De hecho, en estos días, durante su extendida estadía en Argentina, dejó muestras de su sangre al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) con la esperanza de que puedan ser utilizadas cuando, por fin, se encuentren los restos de su papá.El último 23 de Enero, al cumplirse 30 años de La Tablada, Irene Provenzano y Daniel Díaz, participaron de un programa especial en La Retaguardia. El Diario del Juicio reproduce hoy esa larga charla.A José Díaz le decían Maradona porque jugaba bien a la pelota. En Nicaragua, donde estuvo exiliado antes de regresar a Argentina para sumarse al Movimiento Todos por la Patria (MTP), todavía lo recuerdan por eso y así se lo contaron a Daniel. “En Nicaragua en ese entonces no se jugaba mucho. Se juega más al baseball. Ahora sí está entrando mucho el fútbol, pero en ese entonces los argentinos eran los que estaban más familiarizados con el tema del fútbol. Y ellos, organizados ahí en Nicaragua, armaban sus grupos y siempre salían a jugar en algún campo, en la UNI, que había un campo de fútbol y también en cierto momento me di a la tarea de conocer a Pablo Monsanto, guatemalteco, que también estuvo en Nicaragua y me aseguró que jugó con mi padre y que jugaba muy bien”.También hablaron del significado de encontrarse con los cuerpos o lo que quede de ellos.—Diario del Juicio: En algún momento dijiste algo así como que tu pretensión para este juicio era saber no solo qué había pasado con tu padre, sino también saber dónde está su cuerpo y de alguna manera reencontrarte con sus restos. Aquí tenemos tan naturalizada la desaparición forzada de personas que no esperamos eso de los juicios de lesa humanidad. Lo que esperamos es justicia, pero no esperamos que nos digan dónde están, porque nunca dicen nada ¿Por qué le das tanta importancia a eso en particular? —Daniel Díaz Padilla: Del momento que estoy acá en Argentina estoy conociendo sobre el panorama de cómo se ha venido tornando la justicia. Me entero de que el General Arrillaga ha sido condenado y todavía goza de una libertad condicional (está con prisión domiciliaria). Se ve en perfectas condiciones. Puede que lo condenen y va a gozar siempre de lo mismo. Entonces siempre estoy pensando y compartiendo con los compañeros, en buscar una manera donde se haga un impulso para que dentro de la misma corte se haga presión para que él diga dónde pueda estar. Y si se puede hacer una reforma ante todo esto, porque si vemos bien la historia siempre ha pasado lo mismo: todos los militares que han sido condenados de lesa están gozando de una libertad condicional, ¿no? (la mayoría de ellos, más del 60%). De eso yo me vine a dar cuenta acá. Yo siempre he tenido el deseo de darle cristiana sepultura a mi padre. Igual lo comparto con mi familia y siempre lo dije, cuando estaba en el proceso inicial que fue bastante fuerte porque yo no tenía una identidad para poder representar a mi padre aquí en Argentina: nadie sabía de mí, sabían los compañeros, pero jurídicamente estaba en cero, porque tenía una identidad clandestina que fue la que me apuntó mi padre en Nicaragua. —DDJ: Él cuando se fue a vivir a Nicaragua lo hizo clandestino y por eso entró con otro apellido, y cuando vos naciste te anotó con esa identidad ¿Así fue? —DDP: Claro, él sale de Argentina en la clandestinidad y sale con el nombre de Daniel Alejandro González. Estuvo en varios países de América Latina, tratando de llegar a Nicaragua y también llegó a Guatemala. Siempre

En el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron ayer 3 testigos. El aporte mayor vino quizá del menos esperado: Walter Gualberto Cruz, un enfermero general que hace 3 años se retiró del Ejército. Declaró por primera vez ante la justicia y aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Esquivel, a quien la teoría oficial daba muerto por Ruiz y Díaz antes de la supuesta fuga. Como ya está más que claro, ambos fueron desaparecidos por las fuerzas que comandaba el General Arrillaga. Cruz describió ayer cómo Esquivel murió a su lado por fuego cruzado. También fueron testigos un militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar; y otro que intentó eludir sus propias responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que sonó poco convincente. (Por El Diario del Juicio*) Foto: Arrillaga cada vez más preocupado (El Diario del Juicio)—¿El Capitán Cabrera es un personaje? —preguntó el abogado querellante Ernesto Coco Lombardi al militar retirado Julio Ruarte.—Sí, Cabrera es un personaje.—Esquivel murió en esa circunstancia? —intentó precisar el juez Rodríguez Eggers.—Para mí sí. Esquivel murió como está ahí —dijo Ruarte señalando su libro.—¿Y cómo construyó el relato de Cabrera? —preguntó Lombardi.—Con varios testimonios. Uno de un tal Galeano,  Galesi, no recuerdo bien, y seguramente le pregunté al Sargento Cruz. Ese intercambio, que podría interpretarse incluso como una charla literaria, fue central en la jornada de ayer. Julio Ruarte es un militar retirado, autor del libro La Tablada: Un ataque para recordar. Su testimonio había sido solicitado porque en su informe, más tarde publicado como libro, se describe la muerte del sargento Ricardo Esquivel. Su motivación, según expresó varias veces, fue saber qué pasó con Ricardo Rolón, uno de los militares caídos durante el combate y “rendirle un homenaje a mi amigo y camarada”. El informe Ruarte fue escrito entre 1990/1991, y en 2003 el autor ya contaba con una edición para publicar. Sin embargo, en ese entonces, el ejército rechazó su publicación: “Me mandaron una nota que no era conveniente para la imagen de la fuerza, que podía traer problemas al autor” declaró. La querella solicitó que el testigo aporte esa respuesta oficial de la Secretaría General del Ejército, una prueba más del encubrimiento, que además suena amenazante: “la voy a buscar. Tuve varias mudanzas en el medio”, dijo Ruarte, que publicó el informe finalmente en 2016 luego de retirarse un año antes.Develar los minutos finales del sargento Esquivel es una de las claves de este juicio. Casi sin saberlo, el militar, en su búsqueda personal por saber qué pasó con su amigo Rolón, aportó un dato revelador: cómo fue la muerte de Esquivel. Al ubicar en el lugar a Walter Gualberto Cruz, permitió que se escuchara su relato, por primera vez, luego de 30 años. Otro testimonio que fulminó la versión oficial. La palabra de Cruz Walter Gualberto Cruz tiene todo el aspecto de un laburante común y corriente. Sin embargo, fue militar hasta hace casi 3 años. Morocho y petiso, tiene la palabra simple y segura a mano. Es la primera vez que declarara en la justicia por los hechos de La Tablada. Su aporte es esencial; seguramente por eso, justicia encubridora mediante, nunca estuvo ante un tribunal hasta ayer. Así relató la muerte de Esquivel. “En un momento quedé solo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 mm., calibre del FAL, sin orificio de salida”.En el relato oficial de los hechos, las huellas de Ruiz y Díaz llegaban hasta el oficial Esquivel, quien fue señalado como la última persona que vio con vida a los militantes del MTP, apenas antes de su propia muerte. Esquivel obviamente nunca estuvo para dar su versión. De alguna manera era el testigo perfecto para la versión militar/judicial; no había chance de contradicción alguna. Pero la cadena de mentiras se rompió en la 3ª audiencia, cuando el exmilitar César Ariel Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel ni haber tenido contacto con guerrilleros del MTP.  En aquella misma jornada ya histórica de diciembre pasado, otro exmilitar, José Almada, se ubicó como testigo ocular de la caída de Esquivel.“Estuve en las inmediaciones de la Compañía B cuando explota parte del primer piso, por lo que tuve que asistir a varios soldados”, relató Cruz. “Luego apareció Esquivel, que bajó de un vehículo en el cual estábamos haciendo las evacuaciones de los heridos”. En su detallado testimonio, Cruz indicó que “a viva voz pedí un vehículo para movilizarlo, como tardaba me puse a arrastrarlo, era un hombre fortachón, me costó mucho y a duras penas pude subirlo al blindado. Esa fue la última vez que lo vi, pero ya sabía que era inevitable su deceso, estaba agonizando”, agregó. Además, sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato que sirviera de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, en la sala del TOFC 4, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor para explicar la muerte de Esquivel. En la parte de legales del Edificio Libertador en Azopardo 250. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía

El lunes de la semana pasada, por iniciativa del Tribunal Nº4 de San Martín, se realizó una visita ocular al lugar de los hechos, que hoy es mitad supermercado, mitad abandono. Durante la inspección judicial, de la que solo participaron las partes, el General Alfredo Arrillaga les habló a los gendarmes que estaban en el lugar como el abuelito que cuenta sus mejores anécdotas. La arenga fue interrumpida por el presidente del Tribunal, Matías Mancini, y registrada por el querellante Daniel Díaz, el hijo de José Maradona Díaz. El Diario del Juicio accedió al video, de alto contenido de impunidad genocida. Foto: InfobaeVideos: El Diario del Juicio El escenario donde se sucedían los relatos aún no había sido visitado. Se escuchaban reiteradas referencias a lugares ocupados, bombardeados, incendiados. De habitaciones de aquel cuartel donde, en plena democracia, se instauró de facto la metodología  de la violación a los derechos humanos. Había un mapa de La Tablada en la sala del TOCF4 de San Martín donde los testigos referenciaban sus relatos. Y al cabo del tiempo, terminamos todos y todas con una idea del lugar, y de cómo y dónde se dieron los sucesos.Pero aún el tribunal no había visitado el cuartel, y creyó sanamente oportuno realizarlo ahora, en medio del juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Díaz, uno de los 4 militantes del MTP que aún permanecen desaparecidos. La defensa, querella y la fiscalía pudieron entonces recorrer el predio, que con el paso del tiempo se ha modificado profundamente. Hoy pertenece a la Constructora San José;  hay en un gran sector un supermercado, pero algunos de los lugares donde se sucedieron los hechos reflejan las huellas de su pasado.Como querellante, Daniel Díaz pudo ser parte del grupo que visitó La Tablada. Este joven nacido en Nicaragua pudo recorrer por primera vez aquel lugar casi mítico donde se vio por última vez con vida a su padre. Esas filmaciones que en el tribunal lo mostraron rendido ante militares, fueron las imágenes que aparecieron en su mente durante el recorrido. En diálogo posterior con El Diario del Juicio, Díaz contó que sintió: “Fue algo muy fuerte, se visitó la Compañía A, la B, el comedor. El casino de suboficiales todavía está en pie. Y en el lugar del que salió mi padre cuando estaba en llamas, que está filmado, ahora hay un supermercado Easy, y tengo entendido que son ahora los dueños del predio. En la compañía A encontré huellas de tiros, vidrios destruidos, impactos de cañonazos”, indicó Daniel, relatando tanto las huellas de la represión como las suyas.Pero el dolor no fue sólo por lo pasado allí, sino por lo que sucedió en este 2019: en medio del recorrido, cuando se encontraban en lo que en 1989 era la planta alta de la Mayoría, desde donde el entonces Mayor Fernández Cutiellos, máxima autoridad militar en el cuartel, hirió a la mayoría de los integrantes del MTP destinados a la Guardia de Prevención, Arrillaga comenzó a relatar su versión de los hechos a un grupo de gendarmes que, con visible atención, recibieron de primera mano su apología del Terrorismo de Estado: “Atacan la compañía comando y los rechazan. Había un oficial y dos suboficiales y logran armar un grupo de 15. Ahí los rechazan a los terroristas”. Tan aberrante fue su accionar que el juez Matías Mancini, que preside el tribunal, debió llamarle la atención y le puso freno a su desbocada perorata, mientra le explicaba que tiene el derecho a declarar en cualquier momento del juicio, pero que eso no era una declaración. Quizás parte de sus dichos puedan escucharse en el tribunal cuando declare el próximo 6 de marzo, según anunció su defensor, lo que sería poco habitual, ya que en los juicios por crímenes de lesa humanidad, los jefes suelen hacer uso del derecho a las últimas palabras, pero no declaran en el juicio, cosa que sí haría Arrillaga. Ya han pasado por el juicio otros reivindicadores de las violaciones a los derechos humanos perpetradas en La Tablada, y que no son muy diferentes que los relatos que pudieron leerse en los medios tradicionales de comunicación con motivo de los 30; reivindicaciones que hasta pudieron verse en la participación de funcionarios públicos en los “homenajes” militares realizados tanto en Pigûe como en La Tablada.“Arrillaga realizó instrucciones a la gente de Gendarmería, le prestaron una silla para que diera su discurso, habló de los compañeros del MTP diciéndoles terroristas”, contó Daniel a El Diario del Juicio. “Me llamó la atención cómo es escuchado todavía y cómo goza de impunidad, cómo es visto por la gente que lo rodea todavía con el esplendor de general. Me sentía impotente de no poder gritar, son cosas que tenemos que soportar y también que contar, para que se sepa cómo sigue funcionando el sistema”.Arrillaga ya está condenado a prisión perpetua por crímenes ocurridos en Mar del Plata durante el genocidio. Sin embargo, cumple la pena en su casa. Según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, de los 862 genocidas condenados, 641 están en sus casas con prisión domiciliaria. Arrillaga es uno de ellos. Llega todos los días especialmente para el juicio, y cuando la audiencia se acerca al final, saca su teléfono celular y avisa: “estamos terminando”, como quién hace referencia a una reunión de trabajo.Se acerca el fin del juicio, donde los alegatos de las partes retomarán muchos de los giros inesperados que se han dado en este juicio, donde la mentira de la versión oficial de los hechos ha quedado al desnudo. Pero también reaparecerán las viejas acusaciones, la tergiversación de lo que pasó y la apología del accionar criminal de los militares. Parte de lo fundamental de estos meses en el TOCF4 de San Martín ha sido justamente esta oportunidad de volver a discutir una historia que muchos querían olvidar. Gracias al valiente testimonio de los militantes del MTP que sobrevivieron, hoy la sociedad sabe mucho más de

En la 12ª audiencia del juicio por los desaparecidos de La Tablada se esperaba solamente el testimonio de Rosario Alicia Sotero Lago, una de las peritos que participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 como parte del Cuerpo Médico Forense. Que fuera una audiencia corta en cantidad de testigos habilitó a que las partes hicieran peticiones al tribunal que hizo lugar a incorporar como nueva prueba el librodel militar Julio Ruarte, La Tablada: Un ataque para recordar. El informe relata la muerte del sargento Esquivel y niega la versión oficial acerca de Ruiz y Díaz. Ruarte será testigo la semana próxima, el 21 de febrero. Pero la principal novedad fue que apareció en el expediente una prueba de que los soldados fueron acompañados a declarar en la instruccion de esta causa por un abogado militar, como contó el testigo clave de este juicio, César Ariel Quiroga, aunque el Ejército lo niega aún hoy. Quiroga tiene razón Uno de los testimonios más reveladores en lo que va del juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz fue el de el exmilitar César Ariel Quiroga que, en la tercera audiencia, denunció que lo obligaron a firmar una declaración falsa para crear la versión oficial sobre José Díaz e Iván Ruiz. Quiroga no estaba solo en su declaración en 1989: Marcelo González Roberts, por entonces auditor del ejército, le ordenó firmar y hacerlo “por la institución” a la que ambos pertenecían: el Ejército; más específicamente, el Comando de la X Brigada Mecanizada de La Plata.En la 12ª audiencia, el nombre de Marcelo González Roberts volvió desde la boca de Hernán Silva, defensor del general Alfredo Arrillaga, que solicitó al tribunal incorporar documentación provista por el archivo histórico del ejército, referente al comando de la Brigada Mecanizada X que, según presentó la defensa, informaba que “No hay registro de que se le haya indicado -a González Roberts- funciones en la  investigación de la Tablada”. En un claro intento por rebatir uno de los testimonios fundamentales que hace caer como un mazo de naipes la versión oficial, la defensa de Arrillaga se equivocó una vez más. Al momento de dar respuesta a cada una de las peticiones, el Tribunal, en la voz del presidente Matías Mancini, sorprendió al informar que el paso de Marcelo González Roberts por el Juzgado N° 1 de Morón, en 1990, estaba documentado en la foja 177 de la causa a cargo del juez Gerardo Larrambebere, como se observa en la foto que acompaña esta nota. No hay que probar su paso. Aunque 30 años más tarde el ejército lo siga negando, un auditor acompañaba a los soldados a declarar. Un dato más que confirma la veracidad de lo dicho por Quiroga en la tercera audiencia.El hecho pasa por un momento inadvertido. Repasemos: 30 años después de los delitos cometidos por el ejército, el defensor del único imputado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada le pidió al ejército que informe sobre el desarrollo de Marcelo González Roberts, señalado por Quiroga como quien le ordenó firmar una declaración falsa en 1990 para crear la versión oficial y construir a José Díaz e Iván Ruiz como prófugos, cuando se trataba de desaparecidos. El ejército, 30 años después, dice, siempre según la defensa de Arrillaga, que no hay registro de su intervención en la investigación de los hechos de La Tablada. 30 años después el encubrimiento intenta su último manotazo de ahogado. 30 años después, Marcelo González Roberts sigue siendo parte de la misma institución por la que le pidió a Quiroga que firmara una declaración falsa. La misma institución que le devuelve gentilezas e intenta protegerlo. González Roberts es actualmente Coronel  y se desempeña como “asesor jurídico” del Estado Mayor Conjunto. Ya sabemos cómo asesora en la justicia. Restos carbonizados La única testigo de la 12ª audiencia fue Rosario Alicia Sotero Lago, integrante del Cuerpo Médico Forense desde 1990. Participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 donde se confirmó que pertenecían a 6 militantes del MTP. Su testimonio vino a complementar el de Luis Fonderbider, director ejecutivo del EAAF, que declaró la jornada pasada. Sotero Lago fue más precisa que el director ejecutivo del EAAF en su definición sobre cómo estaban los restos. “Carbonizados” repitió dos veces en su declaración, despejando las dudas que la sola referencia al “agente térmico” realizada por Fonderbider en la audiencia anterior pudiera dejar. “No recuerdo haber trabajado con cuerpos íntegros, sólo con restos carbonizados”, dijo. El testimonio de Sotero Lago volvió a narrar en forma de declaración judicial la violencia que emanaba de esos restos. Ya lo dijeron los testigos de este juicio: el intento fue de aniquilamiento.  Una defensa poco estratégica En la audiencia de la semana próxima escucharemos también el testimonio del ex teniemte coronel Jorge José Etchezarreta, solicitado por la defensa de Arrillaga al tribunal. La defensa sostiene, ya muy avanzado el juicio, que no fue Arrillaga quien intimó a la rendición a los y las militantes del MTP. En cambio, afirma, fue Etchazarreta quien lo habría hecho, y, se supone, escucharemos sus palabras en la próxima jornada. El defensor contó que lo contactaron durante uno de los dos actos oficiales en los que el Ejército Argentino recordó los hechos a 30 años, el ultimo 23 de enero, tratando como héroes a aquellos militares que violaron los derechos humanos, como se está demostrando en este juicio. Parece una jugada poco inteligente de la defensa del exgeneral. Varios testimonios hasta acá no sólo escucharon a Alfredo Arrillaga y luego reconocieron su voz en el juicio que se les realizó en 1989 (Felicetti, Paz, Aguirre, Ramos, entre otros), sino que también lo vieron (Moreira, Luis Alberto Diaz, Motto). Por si no alcanzara, en el procesamiento de Arrillaga  que desemboca finalmente en este juicio, el juez Germán Castelli pone entre los considerandos que fue Arrillaga quien intimó a la rendición de los militantes del MTP.La versión oficial se desmorona. José Díaz e Iván Ruiz no fueron trasladados por

En una nueva audiencia del juicio por el asesinato de José Díaz, un soldado que permanecía detenido por desertor en el cuartel aquel 23 de enero de 1989, Miguel René Rojas, indicó que los militares intentaron que modificara la declaración que prestó en el juicio en el que recibieron fuertes condenas los/las integrantes del MTP. Le pidieron que denunciara torturas y maltratos de parte de los militantes. También declararon el director del EAAF, Luis Fonderbrider; el periodista Felipe Celesia, un exmilitar que se contradijo y una testigo de identidad reservada.En lo que fue una de las audiencias más extensas del juicio en el que de investiga el asesinato y la desaparición de José Díaz, integrante del Movimiento Todos por la Patria que tomó La Tablada en enero de 1989, volvió a quedar en el foco la intención militar de construir una versión oficial de los hechos que pudiera ocultar las torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones que se dieron durante la “recuperación” del cuartel.“Lo que ellos me dijeron que diga no existe, me dieron por escrito lo que tenía que decir, casi todo lo contrario de lo que pasó”, indicó Miguel René Rojas, quien en ese caluroso verano se encontraba detenido por desertor en la Guardia de Prevención de La Tablada. Lo que hoy denunció, sucedió durante el juicio que se les siguió a los/as integrantes del MTP apenas meses después del copamiento. Como indicó otro de los testigos de la fecha, Felipe Celesia (coautor junto a Pablo Waisberg de “La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina”), “había una voluntad política de que fuera ese un juicio con una pena ejemplificadora y lo hicieron de modo exprés”. Y agregó, hablando de cómo evaluaron la veracidad de esos relatos como para finalmente no incluirlos en su libro: “sobrevolaba la versión muy fuerte de que se había preparado el testimonio de los militares que declararon en el juicio, para que todo sea más redondo y cerrara, algo que incluso en el juicio mismo se ventiló por un testigo que así lo indicó”. Hoy lo aseveró Rojas. Otro testimonio liberador Esta tarde, en el TOCF4 de San Martín, Rojas relató su experiencia de aquel día: estaba en los calabozos por desertor, con soldados y oficiales de guardia, hasta que entró “la gente ésta a los tiros, pero que a nosotros no nos hicieron nada. Estuvimos con ellos desde las 6:20 hasta la tarde, que salí”. Indicó que eran 3 desertores, a quienes los.integrantes del MTP les dijeron “que nos quedemos tranquilos, que con nosotros no era el problema”. Su testimonio es crucial en este juicio por ser uno de los soldados que escapó junto a José Díaz e Iván Ruíz de la incendiada guardia por una de sus ventanas, tal como lo muestra uno de los videos que se conservan de ese día y en el que Rojas identificó a los militantes que hoy permanecen desaparecidos. También los reconoció en el video que los muestra rendidos y con sus manos en alto, guiados por un soldado (Hugo Daniel Stegman) hacia los fondos del cuartel: nunca más se sabría de ellos.Pero lo que hoy sumó otro dato de interés a su testimonio fue que, como ya sucedió con el exmilitar César Ariel Quiroga, en este caso un colimba, Rojas, aseguró que lo presionaron para que mintiera en el juicio de 1989. “Me decían que diga que nos trataron mal, que nos torturaron, etc. Me dijeron que diga eso y nada más, no sé quién era el superior que así me lo indicó”, explicó 30 años después.Respecto de la criminal recuperación llevada a cabo por las fuerzas represivas, Rojas aportó otro dato que contradice el pedido que le hicieron militares: “los que coparon el cuartel nos decían que nos vayamos porque nos iban a matar los tiros desde afuera, sacamos una remera blanca de soldados y gritamos que no disparen, pero no nos dejaron salir los disparos”. La tarea del EAFF La jornada de hoy comenzó con la declaración de Luis Fonderbrider, director ejecutivo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). El antropólogo dio cuenta del trabajo de identificación de restos de 6 personas que permanecían como NN y criticó la conservación de los restos: “No estaban en buenas condiciones”, refirió cuando la querella lo consultó, y agregó que estaban incompletos, con rastros de haber sufrido el “efecto térmico”, con restos de ropa, y, uno de ellos, con un proyectil, que de haber pasado por una autopsia realizada correcta, debería haber sido extraído. “El cuerpo médico forense de entonces debiese responder cómo llegaron así a Chacarita” agregó. El testimonio de integrantes del cuerpo forense se espera en la próxima audiencia de este juicio, que será este jueves. Además sumó otro dato que habla de cómo fueron tratados esos cuerpos antes de ser enterrados: en una de las sepulturas había restos de dos personas, donde decía que estaban los restos de Francisco Provenzano, en realidad estaban los de Burgos. Por eso recién en ese momento se contabilizó a Provenzano entre los desaparecidos. Quinteros, un exmilitar clave Otro testimonio importante de la extensa jornada fue el de Fernando Andrés Quinteros, un militar retirado “hace poco más de 2 años. Visiblemente nervioso, Quinteros se situó custodiando a 2 prisioneros en un quincho del cuartel. Según dijo hoy “unos 5 o 10 minutos”. Le tuvieron que leer su declaración de 1989, en la que decía que había permanecido en esa situación durante una hora, y además decía que lo pusieron a custodiar que nadie entrara ni saliera del lugar, pero no había precisado que adentro hubiera 2 prisioneros. El exmilitar dijo que “todo era un caos, cada uno hacía lo que quería, por lo que no había un oficial a cargo que nos dijera qué hacer”. Sin embargo, en su relato, se mostró recibiendo órdenes varias veces, aunque nunca pudo recordar a quiénes se las impartían.La quinta persona que testimonió en la undécima jornada de este histórico juicio es parte del Programa Nacional

El 10 de diciembre de 2018 comenzó el juicio oral y público por el asesinato de José Díaz, uno de los militantes del Movimiento Todos Por La Patria (MTP) que fue desaparecido junto a Iván Ruiz, Francisco Provenzano y Carlos Samojedny el 23 y 24 de enero de 1989, en el marco del copamiento del cuartel de La Tablada. El único imputado es el General Alfredo Arillaga, el responsable máximo del operativo militar. Como en tiempos de la dictadura, pero ya con 6 años de democracia, hubo torturas, fusilamientos y desapariciones. Las audiencias se reanudan mañana, martes 12 de febrero.Desde el inicio del juicio y a lo largo de las diez audiencias que se realizaron hasta ahora, declararon más de 20 testigos, la mayoría de ellos ex integrantes del MTP y militares. El interés por este juicio histórico fue creciendo con su curso, no sólo porque es la primera vez que quienes sobrevivieron al horror en La Tablada son escuchados cuando denuncian frente a un tribunal las torturas y atrocidades cometidas por los militares, sino porque las declaraciones de los propios integrantes del ejército hicieron caer, en la tercer jornada de juicio, la versión oficial sobre qué pasó con José “Maradona” Díaz. La ruptura del pacto de silencio y el vuelco de la causa  En la tercera audiencia del juicio se esperaba el testimonio de José Almada, un exmilitar que desde 2004 denuncia que José Díaz e Iván Ruiz fueron sacados del Regimiento en un Ford Falcón Blanco, luego de haber sido torturados. Pero antes de su turno, fue la declaración del exsargento Cesar Ariel Quiroga, que en 10 minutos rompió el pacto de silencio que llevaba 30 años. El exsargento, que dejó la fuerza hace apenas 3 años, se desempeñó como ambulanciero en la “recuperación” del cuartel. Reveló que hace tres décadas, en el Juzgado de Morón a cargo del Juez Federal Gerardo Larrambebere, en el que era secretario un joven Alberto Nisman, fue obligado a firmar una declaración falsa: “Hay cosas que no son reales. Y firmé… hace 30 años que llevo esta mochila conmigo. Hay cosas que escribieron ahí que yo no viví. Me engancharon a mí porque yo tuve movimientos dentro del cuartel”, afirmó en una de las audiencias más importantes de esta primera etapa.  La declaración de Quiroga fue reveladora porque durante muchos años la versión oficial del ejército, sostenida especialmente por los militares Jorge Varando y Alfredo Arrillaga, fue que José Díaz e Iván Ruiz habían sido entregados a Quiroga por Varando, y que, luego, Quiroga se los entregó al soldado Ricardo Esquivel. Como Esquivel apareció muerto, les adjudicaron su caída a Ruiz y Díaz, que -siempre de acuerdo a la versión oficial- después habrían escapado. La desmentida de Quiroga, más el aporte de Almada sobre la muerte de Esquivel: “Se cayó a quince o veinte metros de donde estábamos nosotros. Esquivel cayó delante del general Arrillaga, cayó adelante del Estado Mayor de las fuerzas de recuperación”, le dijo al Diario del Juicio en referencia al momento del combate y del intenso fuego de los militares, que disparaban incluso contra colimbas o propia tropa, según varios testimonios.La contundente declaración generó sorpresa, sobre todo porque Quiroga fue un testigo que aportó la defensa del General Arrillaga, a cargo del defensor oficial Hernán Silva. En su relato, Quiroga agregó: “Ahí me hicieron decir que yo me encontré con un tal mayor Varando, cosa que niego. No lo conocí, no lo crucé, no transporté ningún subversivo. No conocí a ningún Sargento Esquivel. Si me hubieran tomado mi declaración real, yo no estaría acá hoy, porque no serviría. No hice nada raro, solo traslados y llevar y traer heridos de la puerta. Nunca tuve contacto con subversivos vivos”. Además, agregó que González Roberts, el auditor del ejército que lo acompañó en aquel entonces, le ordenó firmar porque “había que hacerlo por la institución”, y le dio una copia “por si alguna vez alguien pregunta algo”. Quiroga mostró esas hojas y el tribunal ordenó que fueran sometidas a pericias para saber si el papel tiene la antigüedad que el testigo le atribuye.Luego de la declaración de Quiroga, los sucesivos testimonios de militares, plagados de contradicciones, fueron confirmando a lo largo de las siguientes audiencias las irregularidades del proceso que entre 1989 y 1990 se realizó en el juzgado de Morón a cargo del juez Gerardo Larrambebere. En esos testimonios, entre titubeos y permanentes “no recuerdo”, fue quedando en evidencia lo que Quiroga denunció: el accionar judicial fue clave para el encubrimiento de las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la represión militar. El juicio a 30 años de La Tablada El 23 de enero se cumplieron 30 años del intento de copamiento a La Tablada y no parece haber sido un aniversario más. Que se esté desarrollando el juicio, habilitó a que sean las propias voces de los militantes del MTP las que tengan entidad para contar lo sucedido en los medios tradicionales de comunicación. En los aniversarios anteriores, nunca antes se habían escuchado sus voces que, salvo contadas excepciones, permanecieron silenciadas.El juicio, aún sin tener la confirmación de la condena, está permitiendo que los hechos puedan ser mirados desde la lente de la violación a los derechos humanos y la desaparición forzada de personas, como se denunció en el largo camino de exigencia de justicia. A cada uno/a de quienes están vivos para hablar de esas jornadas y ser testigos en el juicio, como ex militantes del MTP (como subversivos, repetirán algunos mandos militares) se les va la vida en esto, y así se vivió en cada una de las declaraciones en la pequeña sala del TOC 4 de San Martín. El imputado, esta vez,  es el represor Arrillaga, que ya tiene prisión domiciliaria y está condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata. Los familiares de los asesinados y desaparecidos, y los militantes del MTP que sobrevivieron, así como organismos de derechos humanos que están acompañando el proceso, esperan que la condena

Un grupo de expresos/as políticos del Movimiento Todos por la Patria (MTP), compañeros, compañeras y familiares de muertos/as y desaparecidos, emitieron un comunicado a 30 años de los hechos de La Tablada. El aniversario se cumple en el medio del primer juicio por los desaparecidos, en este caso por José Díaz, que tiene como imputado al General Alfredo Arrillaga, preso por crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la última dictadura militar. Desde El Diario del Juicio, reproducimos el comunicado completo. Ante los 30 años de los hechos de La Tablada Hace 30 años, un 23 de enero de 1989, un grupo de compañeros y compañeras del Movimiento Todos por la Patria, intentamos ocupar el cuartel de La Tablada con el objetivo de frenar un nuevo levantamiento militar y abrir un camino popular y revolucionario ante la crisis política, económica y social que se vivía en esos días, con un Gobierno Nacional cada vez más debilitado por las presiones de los levantamientos militares, las presiones de los grupos económicos y una oposición quejosa en la inacción.Como queda claro a 30 años, en el actual juicio contra el Gral (R) Arrillaga, represor en el cuartel, la política de represión tuvo como objetivo el aniquilamiento, y una vez rendidos, los militares que se decían “democráticos”, reprodujeron las torturas, la desaparición de compañeros y las ejecuciones sumarias, como lo hicieron con los compañeros y compañeras en los campos de concentración de la Dictadura Militar. Luego, la “Justicia” con el juez Gerardo Larrambebere y su secretario Alberto Nisman, encubrieron las atrocidades. A 30 años de esta Democracia, seguimos teniendo cuatro compañeros detenidos desaparecidos en esos dos días: Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz y José Díaz.Fueron hechos muy dolorosos para todos y todas, de violencia exacerbada por el objetivo militar de aniquilamiento y la búsqueda de la corporación militar de avanzar sobre el poder político, que terminó imponiendo en ese momento una nueva Ley de Seguridad Interior.Cuatro meses después de estos hechos caía el gobierno de Alfonsín por las presiones militares, de los Grupos Económicos, la hiperinflación y los saqueos. Dos años después, con Carlos Menem,se concretó la ofensiva neoliberal en nuestra Patria.A 30 años, entendemos los hechos de La Tablada como parte de la lógica política que se desarrolló en nuestra Patria durante 50 años del siglo pasado, de golpes militares y represión para someter al pueblo a los planes antinacionales. Quienes aspirábamos a aportar a una nueva sociedad ante esa realidad autoritaria, buscamos otros caminos para la acción política.En diciembre de 1990, un nuevo levantamiento militar y la posterior represión oficial, cerró el ciclo de golpes militares. Ya las clases dominantes y el Imperialismo no los necesitaban. Pero sus crímenes seguían impunes. 40 años de lucha inclaudicable de los Organismos de DD.HH llevaron al banquillo de los acusados a las Juntas militares, revirtieron los indultos y las leyes de impunidad y llevaron a reabrir los juicios por delitos de lesa humanidad que se llevan adelante desde el Gobierno de Néstor Kirchner. El paso de los años es irreversible y algunos/as compañeros y compañeras ya no están: Cintia Castro, Enrique Gorriarán Merlo y Luis Ramos, así como madres y padres que han muerto sin ver justicia para con nuestros/as compañeros y compañeras que cayeron. Para con ellos/as, nuestro compromiso de seguir reclamando Verdad y Justicia. A 30 años, los hechos de La Tablada están en la historia de lucha de nuestro pueblo y él los juzgará.A 30 años reivindicamos a todos/as los compañeros y compañeras que dieron su vida por las demás, por sus valores de solidaridad y justicia. Su rebeldía. Su trabajo por la unidad y la organización del Movimiento Nacional y Popular por una Patria para Todos. Reivindicamos su compromiso internacionalista que los llevo a luchar en otras tierras de nuestra Patria Grande. Seguiremos reclamando Verdad y Justicia por los compañeros desaparecidos en Democracia y por cada una de las personas que fueron fusiladas y masacradas.Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Ivan Ruiz, José Díaz, Julio Arroyo, Oscar Alende, Ruben Alvarez, Roberto Sanchez, Juan Manuel Murúa, Chepe Mendoza, Roberto Gaguine, Pablo Belli, Claudia Lareu, Claudia DeLeis, Horacio Luque, Miguel Luque, Pablo Ramos, Carlos “Quito” Burgos, Luis Segovia, Eduardo Agüero, Jorge Baños, Berta Calvo, Ricardo Veiga, Pedro Cabañas, José Luis Caldú, Aldira Pereyra Nunes, Juan González Rabugueti, Carlos Maldonado, Félix Díaz, Ricardo Arjona, Juan José Tosi y Queco Mamani.Caminan a nuestro lado, y al de todxs aquellxs que luchan por una Patria Justa y Solidaria. Seguimos comprometidos/as trabajando por nuestra Patria. Ex-presxs políticxs del Movimiento Todos por la Patria                             Compañerxs y Familiares de los compañerxs caídxs y desaparecidos en La Tablada  *Este diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada es una herramienta llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo, con la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en http://desaparecidosdelatablada.blogspot.com

Hace un mes comenzó el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz en el marco del copamiento del cuartel de La Tablada. Una búsqueda de justicia que lleva 30 años y que en estos 30 días ha aportado pruebas no solo de la responsabilidad del General Arrillaga, el único imputado en esta causa, también la de otros militares que participaron del operativo; y, sobre todo, el encubrimiento judicial que tiene al exjuez Gerardo Larrambebere a la cabeza de la garantía de impunidad.En la octava audiencia declararon dos testigos: Omar Ricardo Medina, exconscripto, y Joaquín Ramos, militante del Movimiento Todos por la Patria (MTP). El testimonio más fuerte sin dudas fue el de Ramos, cuyo relato provocó el llanto de gran parte del público: compañeras, compañeros, hijos e hijas de desaparecidos, y de las más fuerte portadora de la sonrisa como bandera, Nora Cortiñas, presente en la sala.Con 19 años, Joaquín fue uno de los 46 militantes del MTP que entraron al Regimiento de La Tablada el 23 de enero de 1989. Ratificó lo que testimoniaron sus compañeros en las audiencias anteriores: lo que los militares relatan como la “recuperación del cuartel” fue un intento de aniquilamiento. “Teníamos en claro que si no nos íbamos antes de las 9 de la mañana del cuartel, la operación había fracasado, entonces ya la cuestión era sobrevivir. Fue un show del horror que se podría haber evitado”, relató Ramos, a quién le pegaron cuatro tiros a las pocas horas de haber ingresado, “tres en el hombro, y uno me entró por la ingle y me salió por la nalga, no sé cómo corrí hasta el Casino de Suboficiales. Estabamos buscando la manera de salir, moviéndonos de habitación en habitación. El 24, decidimos salir por la Plaza de Armas: ‘Si nos van a matar, por lo menos que los periodistas nos vean’. Yo pensé que nos mataban a todos”. Ramos continuó relatando lo que los anteriores testigos dieron a conocer al Tribunal: las torturas posteriores a la rendición, aquello que la defensa intenta sistemáticamente frenar, alegando un “exceso en el objeto procesal” y solicita, como lo hizo en otras audiencias, que el testigo se detenga, para impedir el relato de las torturas.  Joaquín sigue: “Mi máxima preocupación era saber quiénes estaban ahí, si estaba mi hermano, venían, me pegaban a ver si estaba muerto o vivo. A las chicas y a (Sergio) Paz les pegaron un montón”. Ramos estaba cerca de la puerta de la habitación, y sentía a los que sacaban y entraban porque los militares los hacían pasar por encima de él, pisándolo “En un momento escucho a Carlos Samojedni que dice ‘No me peguen, estamos en democracia’, esa fue la última vez que lo escuchamos con vida”. Joaquín rompió en llanto, Norita y quienes están detrás suyo, también. “Los militares se llevan a Pancho, que me pasa por encima, y lo sacan de la habitación, y lo escucho a Pancho, escuchaba como lo torturaban”.Ramos, además de llevar la angustia de tantos años sin justicia por sus compañeras y compañeros de militancia fusilados y desaparecidos, lleva el dolor de su hermano, Pablo Martín Ramos, que también participó en el copamiento de La Tablada. Cree que fue fusilado tras haberse rendido: “Cuando fui a declarar le pregunté al Juez Larrambebere por mi hermano, y me dijeron que estaba en la lista de los muertos”. A los días, Joaquín reconoció a su hermano en una foto publicada en Diario Popular. “Hicimos una causa que nunca avanzó”. Pablo Ramos aparece entre los muertos con ocho tiros, uno en la cabeza y a corta distancia, según la autopsia. Tanto Pablo Ramos como el resto de los que se rindieron el 23 de enero están muertos, relfexionó Joaquín: “¿Cómo puede ser que no haya ningún detenido del primer día?”. Otro de ellos es Ricardo Veiga, a quien sus compañeros reconocieron en los archivos de fotos y videos en los que se lo ve salir por la ventana de la Guardia de Prevención junto a José Díaz e Ivan Ruiz, dos de los desaparecidos.Cuando el tribunal lo despidió y dio por concluido su testimonio, Ramos se acercó al micrófono: “Lo único que quería decir es que por el tema de mi hermano nos ha quedado una angustia muy grande, a mí y a mi familia, porque no sabemos qué pasó. Por lo menos pudimos enterrarlo, pero a las cuatro familias (Díaz, Ruiz, Samojedny y Provenzano) no les han entregado del cuerpo, y eso es de una crueldad inmensa”, finalizó mirando a Arrillaga. Daniel, el hijo de José Díaz, y Norita seguían llorando. Joaquín salió aplaudido de la sala, como todos los militantes.  *Este diario del juicio por los desaparecidos de La Tablada es una herramienta llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo, con la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en http://desaparecidosdelatablada.blogspot.com