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liliana mazzea


Es la última audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada y se corta la calle. Se instala una radio abierta desde los medios que hacemos este Diario del Juicio. Se ponen las fotos de los cuatro, Pancho, el Sordo, Maradona e Iván, para esperar el veredicto. Están sus familiares, sus compañeros y compañeras. Están quienes iniciaron el camino de exigencia de justicia, hace 30 años, los primeros abogados de cuando MTP era mala palabra. Están las viejas. Los pañuelos. Los hijos, las hijas que no conocieron casi a sus madres y padres, las que los conocieron un poco más. Las tías, hermanos, sobrinos. Amigos, amigas. Entre todos y todas aún siguen reconstruyendo sus historias con pedacitos que les cuentan otras personas.  “La fortaleza del edificio a atacar determinará los medios a utilizar debiendo ser los mismos de una contundencia tal que dobleguen o destruyan a los subversivos que combaten en el lugar”. La cita es de octubre de 1989, de la revista SOMOS. Allí se publicaba, en la prensa gráfica del momento, en exclusiva “las enseñanzas prácticas que tuvo un jefe militar después del combate a La Tablada”. Casi oficiando de maestro, Arrillaga cuenta, a pocos meses de los hechos, cuál es la intencionalidad que tuvo como jefe máximo del operativo militar: destruir a los “subversivos” que estaban dentro del Regimiento de Infantería Mecanizado N° 3 de La Tablada.30 años más tarde, en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada, el ahora ex jefe militar Alfredo Arrillaga fue condenado a cadena perpetua por ser coautor penalmente responsable del homicidio agravado por alevosía de José Díaz, uno de los cuatro desaparecidos. Esta es su sexta condena, la anteceden cinco, todas cadenas perpetuas por delitos de lesa humanidad.  La orden de aniquilamiento que se lee en SOMOS y se presenta como las “enseñanzas”, fue señalada en el juicio oral desde el día uno. Fue negada una y otra vez por el genocida que por el ‘89 era aplaudido y daba clases de combate. La última jornada del juicio no fue la excepción. Con una sala colmada de familiares, amigos, amigas, ex militantes del MTP, Madres de plaza de Mayo, el otrora Dios y maestro de combates militares hizo uso de sus últimas palabras y volvió a negar su responsabilidad: “Lo que sí manifiesto es mi inocencia en base en que no he asesinado en ninguna forma y manera a persona alguna. No he impartido orden de manera directa o indirecta para que se le quite la vida a alguien o se la desaparezca”. Es la última audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada y se corta la calle. Se instala una radio abierta desde los medios que hacemos este Diario del Juicio. Se ponen las fotos de los cuatro, Pancho, el Sordo, Maradona e Iván, para esperar el veredicto. Están sus familiares, sus compañeros y compañeras. Están quienes iniciaron el camino de exigencia de justicia, hace 30 años, los primeros abogados de cuando MTP era mala palabra. Están las viejas. Los pañuelos. Los hijos, las hijas que no conocieron casi a sus madres y padres, las que los conocieron un poco más. Las tías, hermanos, sobrinos. Amigos, amigas. Entre todos y todas aún siguen reconstruyendo sus historias con pedacitos que les cuentan otras personas.  La sala está repleta en medio de la tensión que genera la espera. De esos minutos. De 30 años. Estamos todos y todas. La primera fila es de pañuelos blancos en las cabezas de las Madres de la Plaza. Ahí nomás, Daniel Díaz, con la foto de José pegada al pecho, y una angustia que se le torna incontenible. Arrillaga no entra. Es la primera vez en estas 18 audiencias que hay que avisarle que sólo falta él para iniciar. Entra acompañado por la policía y una mujer que se sienta a su lado, suponemos familiar. No es la hija que lo acompañó y conocimos en los alegatos, ella tenía un pasaje de avión hace mucho para vacacionar y eligió viajar a escuchar una nueva perpetua para su papá. Del otro lado, Hernán Silva, su defensor. Estamos una hora tarde. Son las 10:00 y empiezan las presentaciones de las partes. No sin antes acudir una vez más a un planteamiento por parte del defensor oficial Hernán Silva. Los “carteles”, sostiene, y se refiere a las pancartas en la sala con las caras de Pancho, el Sordo, Maradona e Iván, lo intimidan. Pide al tribunal que le pida a la gente que no tenga “carteles” atrás suyo. Un minuto más de espera a pedido del defensor oficial, los jueces se retiran a deliberar. Regresan y, una vez más, no hacen lugar. La imagen de Hernán Silva pasará a la historia al lado del genocida, con las caras de los desaparecidos detrás.  Antes del veredicto que condenó al genocida a una nueva prisión perpetua escuchamos sus últimas palabras. Una vez más una extensa declaración de quien no se arrepiente de nada, dice una y otra vez la palabra terroristas, se permite hablar de la dignidad “la querella no puede ignorar mis declaraciones sobre los terroristas, donde expresé que no compartía su ideología pero les reconocí que habían combatido muy bien causando once bajas a las fuerzas de recuperación”, dice con un cinismo al que ya nos acostumbró y termina aconsejando a sus pares: “soldado si tu vida estuvo en peligro no te arrepientas, defendiste la patria”. 30 años y 79 días después del 23 de Enero de 1989, Alfredo Arrillaga sigue sosteniendo que defendió a la Patria y tal vez por eso se siente “víctima de una política vengativa y revanchista”.  Dejar de ser los ogros A las 12:35 del viernes 12 de abril del 2019 escuchamos por fin  “condenar a Alfredo Arrillaga por considerarlo coautor penalmente responsable del delito de homicidio agravado con alevosía en perjuicio de José Alejandro Díaz a la pena de prisión perpetua” Prisión perpetua. Aplauso contenido. Pedidos de silencio. Esperar de nuevo, hasta el fin de la

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazzea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial. (Por El Diario del Juicio*)Liliana Mazzea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazzea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazzea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial.Liliana Mazea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después se hicieron en la