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Matías Mancini


    El defensor del imputado Horacio Conditi pidió que su representado sea apartado del juicio de acuerdo a un estudio realizado de manera remota. Fiscalía y querella se opusieron, pidieron una junta médica presencial y el Tribunal hizo lugar a ese pedido. Además prorrogó la autorización conferida Delsis Malacalza, otro de los imputados, para que realice caminatas tres veces por semana. A la vez, rechazó pericias para Del Valle Arce y Riveros. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)    ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Diego Adur/Fernando Tebele   El Tribunal Oral Federal N°2 de San Martín, conformado por los jueces Walter Venditti, Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini,  ordenó este 23 de febrero que “se practique una Junta Médica respecto del imputado Horacio Conditi con intervención del Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional con el objeto de determinar si el nombrado se encuentra en el supuesto de incapacidad sobreviniente”, que le impida continuar en el juicio de los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo. En la audiencia pasada, Sergio Moreno, abogado defensor de Horacio Conditi, pidió que su pupilo fuera apartado del juicio porque “sus facultades mentales no se encuentran dentro de la normalidad psicojurídica”. Se basaba en un estudio realizado de manera remota por el doctor Maximiliano Luna del Cuerpo Médico Forense. Las partes acusatorias solicitaron una junta médica. “Deberá precisar en el informe resultante: 1) su capacidad intelectual general: el lenguaje, la memoria, la destreza, el temperamento, la personalidad, la atención y concentración; 2) la etiología del padecimiento que tuviere; 3) si es compatible con una simulación; 4) si la eventual afección es de naturaleza permanente o transitoria y, en este último supuesto, 5) si responde a causas farmacológicas o fisiológicas. Por último, 6) deberá realizarse una proyección del tiempo estimado de curación”, exige la resolución del Tribunal. La junta médica deberá conformarse en un plazo de cinco días y están designados el doctor Fernando Rossi y la licenciada psicóloga Adriana Taboada, como peritos de parte propuestos por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, quienes deberán realizar una entrevista presencial y podrán ordenar la realización de estudios complementarios y consultar el historial médico de Conditi. Las demás partes también podrán designar peritos y “otros puntos de pericia”. El Tribunal rechazó el pedido que la defensa oficial encabezada por Sergio Moreno había adelantado en la audiencia en relación al pedido de una junta médica para sus otros dos representados en este juicio, Santiago Omar Riveros y Luis del Valle Arce, de 98 y 92 años, respectivamente. “No se advierte la existencia de una situación que así lo amerite”, señalaron los jueces. El juicio por los Vuelos de la Muerte que salieron de Campo de Mayo debería estar en la etapa de alegatos, pero a raíz del pedido de apartamiento de Conditi, se pospuso el comienzo de esa instancia del juicio. Luego de que se conozca el resultado de la nueva pericia complementaria, el tribunal deberá resolver su situación, para que comience el alegato del Ministerio Público Fiscal a cargo de Marcelo García Berro. La audiencia está citada para el 7 de marzo. Caminatas Asimismo, el Tribunal prorrogó “la autorización conferida a Delsis Malacalza para realizar caminatas tres veces por semana durante el lapso máximo de una hora en el radio adyacente a su domicilio”. Al menos hasta mayo de 2022, el imputado gozará de ese beneficio que realizará en compañía de su esposa. *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://laretaguardia.com.ar/  

Norberto Apa escuchó el veredicto acostado en su cama. “Prisión perpetua”, leyó Esteban Carlos Rodríguez Eggers, Presidente del Tribunal Oral Federal N°4 de San Martín. Supo entonces Apa que la táctica para evitar su segunda condena había llegado a su fin. Eran un poco más de las dos y media de la tarde. Se le revocó el beneficio de la prisión domiciliaria y se ordenó su traslado a una cárcel del Servicio Penitenciario Federal. Previamente se le realizarán estudios sobre su estado de salud. También se comunicará al Ministerio de Defensa para que “se dé inicio al proceso de baja por exoneración del condenado y la suspensión de todo goce, retiro o jubilación que pueda estar gozando”. Los fundamentos de la sentencia se darán a conocer el 10 de agosto junto con los fundamentos del veredicto del 10 de junio, en el se condenó a los otros acusados por la represión a la Contraofensiva Montonera.  (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Captura pantalla transmisión La Retaguardia Apenas pasadas las 9:30 de la mañana, el genocida Norberto Apa volvió a intentar demorar la lectura del veredicto. Hernán Corigliano, el abogado defensor de quien fuera Jefe de la División Inteligencia “Subversiva Terrorista”, dependiente del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército Argentino, entre el 15 de enero de 1979 y el 14 de noviembre de 1980,, esta vez no tuvo éxito.  El 10 de junio pasado, cuando correspondía la lectura del veredicto por la represión a la Contraofensiva Montonera, Corigliano presentó un informe médico asegurando que Apa no entendía el proceso en su contra por atravesar un proceso demencial. En esa oportunidad, el genocida fue apartado del juicio y se condenó a los otros cinco imputados. Luego de una evaluación realizada por profesionales del Cuerpo Médico Forense, quienes concluyeron que Norberto Apa “activamente simula y sobresimula un cuadro psicopatológico sin consistencia clínico semiológica enmascarando su realidad psíquica”, el Tribunal que además de Rodríguez Eggers integran la jueza María Claudia Morgese Martín y el juez Matías Alejandro Mancini,  inmediatamente ordenó la continuidad del debate.  Cuando Rodríguez Eggers saludó formalmente a Apa, el abogado defensor se apresuró a tomar la palabra. “De manera preliminar voy a formular un planteo”, anticipó. Se trataba, nuevamente de lo mismo: ganar tiempo. Corigliano solicitó un pedido de suspensión de la audiencia y realizó un recurso de reposición. Luego de un cuarto intermedio, el tribunal decidió continuar. Quedaban por delante las últimas palabras del genocida, que por el escenario dispuesto y una aparición imprevista, tendrán características típicas de una obra de teatro.  Reanudación, ahora sí Acostado, de camiseta blanca, con sus dos manos en el abdomen, Apa escuchaba tapado en sábanas claras. A su espalda podía verse el impecable respaldo de una cama antigua y el empapelado color crema con dibujos de flores en la pared. A su lado un velador con pantalla y un crucifijo.  —Señor Apa ¿me escucha? —preguntó el Presidente del Tribunal.  —Sí… sí —contestó el genocida.  —Bien, le cuento señor Apa, —continuó Rodríguez Eggers— la audiencia que se lleva adelante tiene que ver con que el Estado, a las personas imputadas, les provee de dos tipos de defensa: la primera tiene que ver con una defensa de carácter técnico, que es la que ejerció el doctor Corigiliano durante todo el debate; y la segunda tiene que ver con una defensa de carácter material, que es la defensa que los imputados tienen para hacer por sí mismo, en todas sus declaraciones, en el momento que pueden en la audiencia formular alguna observación, pedir la palabra, etc.. etc… El Estado, el último momento que le da al imputado para expresarse ante el tribunal es este, que se denominan las últimas palabras, es el último momento que en nosotros lo vamos a escuchar antes de proceder al dictado de la sentencia, obviamente es un derecho que usted tiene de decir lo que crea conveniente, ¿va a ser uso de ese derecho? —No entiendo —susurró una voz femenina al lado de Apa, probablemente perteneciente a la persona que no se veía pero estaba en ese mismo cuarto para atenderlo en las cuestiones técnicas de la sala virtual. Pegado al susurro fue que Apa dijo: “No le entendí nada de lo que dijo doc… señor”. Pese a estar acostado, Norberto Apa había trastabillado. Pues en su respuesta se estaba refiriendo al juez como doctor. Cuando se dio cuenta de su error lo dejó en “doc” y se reacomodo diciéndole “señor”. Si no entendía nada,  ¿por qué le decía doctor y sobre todo por qué lo modificó para dejarlo en señor?    Fue entonces que el Presidente del Tribunal volvió a preguntar:  “¿Tiene algo para decirnos? Apa realizó una pausa, movió negativamente la cabeza y dijo: “no, repito, no le entendí nada de lo que dijo, no puedo hablar nada porque no entendí nada eso”.  —¿Tiene algo para decirle al tribunal además de que no entendió?  —No —clarificó el genocida.   —Bien, entonces entendemos que no quiere decirnos nada mas, muchas gracias señor Apa —intentaba concluir Rodríguez Egger cuando la voz femenina se interpuso con mas energía que cuando le susurraba a Apa. Ahora también se podía ver la palma de de su mano abierta en la pantalla. —Perdón doctor, perdón doctor —dijo la voz— ¡no es que tiene una negativa, no entiende lo que usted está diciendo!  —Señora, yo no sé quién es usted, no sé quién es usted, así que por favor…  —Soy la hija, soy la hija —dijo la voz.  —Está bien, por favor… —repitió el Presidente del Tribunal.  —No entiende oraciones largas,  hágasela corta así la entiende. Cortita por favor, en serio le digo. Rodríguez Eggers, dijo que más allá de la intromisión de la persona que había dicho ser la hija y que desconocía el nombre, aceptaba hacerle preguntas cortas: “¿Señor Apa tiene algo para decirnos?”. Luego de un silencio prolongado, Apa repreguntó: “¿de qué?”. —Del juicio que se le lleva

El genocida demoró este momento todo lo que pudo pero el tiempo es hoy. El TOF N°4 de San Martín, dará a conocer la parte final del veredicto por la represión a la Contraofensiva montonera esta tarde a las 14 horas. Por la mañana, el acusado podrá decir sus últimas palabras. Ambas instancias serán trasmitidas en directo por el canal de YouTube de La Retaguardia. (Por El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele El 10 de junio pasado, este mismo Tribunal, conformado por Esteban Carlos Rodríguez Eggers, Matías Alejandro Mancini y María Claudia Morgese Martín, condenó a prisión perpetua por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos durante la represión a la Contraofensiva Montonera, a 5 genocidas, todos integrantes de la estructura de  Inteligencia del Batallón 601 del Ejército. A 2 de los 3 que gozaban del beneficio de la prisión domiciliaria, se las revocó y  ordenó su traslado a cárceles del Servicio Penitenciario Federal. El 13 de julio, dos de esos tres condenados fueron trasladados a la Unidad Penal Federal N°34 de Campo de Mayo y familiares de los represores agredieron al equipo periodístico de La Retaguardia que fue a retratar la partida.   De este modo, los genocidas Luis Firpo, Marcelo Cinto Courtaux, Eduardo Ascheri y Jorge Bano se encuentran cumpliendo su condena en la cárcel; en cambio Roberto Dambrosi pudo conservar el beneficio de la prisión domiciliaria por haber tenido un ACV.  Jorge Norberto Apa había logrado quedar momentáneamente afuera de ese grupo reducido de genocidas el mismo día del veredicto mediante una presentación realizada por su abogado defensor, Hernán Corigliano. El letrado interpuso un certificado médico y dijo que su cliente no comprendía los hechos por estar atravesando un proceso demencial. Desde el sitio de noticias del Ministerio Público Fiscal, informaron que una junta médica integrada por profesionales del Cuerpo Médico Forense indicó que Apa “responde de forma parca, con evasivas, expresando desconocimiento ante las preguntas simples que esta junta le formula. Se interpreta tal actitud como de reticencia, oposición y refractariedad activa a nuestras intervenciones de evaluación psicosemiológica”. El Cuerpo Médico Forense agregó en su informe que “se observó a todo lo largo de la evaluación psicosemiológica una discordancia e inconsistencia en la actitud del examinado que activamente simula y sobresimula un cuadro psicopatológico sin consistencia clínico semiológica enmascarando su realidad psíquica, que impide a esta junta estimar correctamente el estado mental del causante conforme a las prácticas habituales de las evaluaciones que rutinariamente realizamos sin estos inconvenientes”. Y concluye: “dado el vigor psíquico necesario para mantener la actitud descripta ‘ut supra’ inferimos que la oposición del examinado refleja su aptitud psíquica para ajustarse al proceso penal en curso”. Jorge Norberto Apa, quien fuera Jefe de la División Inteligencia “Subversiva Terrorista”, dependiente del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército Argentino, entre el 15 de enero de 1979 y el 14 de noviembre de 1980, ya tiene otra condena por crímenes de Lesa Humanidad, y deberá ahora escuchar la sentencia que, seguramente, será condenatoria. Restará saber si conserva el beneficio de la prisión domiciliaria o si será enviado a las manos del Servicio Penitenciario Federal, examen médico mediante.  El 15 de noviembre de 2020,  Apa amplió su indagatoria y aceptó preguntas. Reconoció que en Campo de Mayo ocurrieron cosas “que no eran legales”, pero también discutió la cifra de 30 mil y, de manual de inteligencia, se ubicó ajeno a la represión. “En esta división el último lugar donde está la situación subversiva, en el último escalón estaba yo, acá, en la situación subversiva. Todo esto tenía como misión asesorar y asistir al Comandante por medio del Estado Mayor, en este caso también por medio del J II,” fue su intento, al tiempo que aseguró que su legajo era incorrecto. Luego de esa declaración fue operado por un tumor en la zona abdominal y no se volvió a presentar ante el TOF 4. Hernán Corigliano continuó el debate sin mencionar los problemas mentales, pero aportó fotos de la zona suturada y del tumor en lo que fue un acto innecesario. Apa, que además se repuso de Covid-19, desde las 9:30 de la mañana del 15 de julio de 2021, sin más dilaciones, podrá tener nuevamente la palabra en este tramo de la represión a la Contraofensiva Montonera.  Será el sexto represor juzgado, pero hay un séptimo. El ex integrante del Destacamento de Inteligencia 201 del Ejército de Campo de Mayo, Mario Guillermo Ocampo, quien estuvo prófugo más de seis años y goza del privilegio de la prisión domiciliaria, es el único protagonista de otro juicio que se desarrolla en paralelo ante este mismo tribunal.  *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. 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En el juicio que investiga los vuelos de la muerte realizados desde Campo de Mayo continúan las sorpresas. En este caso, no fue por algún dato o una mención específica sino por una extraña situación con un testigo que estaba declarando desde la virtualidad. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*) ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia   Rubén Agustín Stábile no era un testigo de los mas esperados por las partes acusadoras. Su aporte en la instrucción del juicio no había sido fundamental, aunque como cada uno que se sienta a declarar en este proceso judicial, algún aporte resulta relevante. Sin embargo, esa información que Stábile contó en la etapa de Instrucción no estaba siendo refrendada. Cuando esto sucede, el presidente del TOF N°2 de San Martín, Walter Venditti, procede a dar lectura a aquellos puntos donde no hay coincidencia respecto a la declaración del testigo, en general a pedido del Fiscal Marcelo García Berro. En la gran mayoría de los casos, vueltas más o menos, estas cuestiones quedan zanjadas; muchos de los excolimbas recuerdan los detalles mencionados cuando se les refresca su memoria. En este caso, fue distinto:  —Fiscal, ¿quiere ir punto por punto con las contradicciones que usted tiene advertidas? —preguntó Venditti, cuando se interrumpió a sí mismo y se dirigió al testigo— A ver, señor Stábile, ¿con quién está usted en la sala?  El presidente del Tribunal había visto por la cámara a una persona de saco y corbata que pasaba por detrás del testigo. Todas y todos lo vimos allí. —Estoy acá en la casa de un amigo —respondió Rubén Agustín Stábile. Después de recordarle que debía estar solo en la sala, el Presidente del Tribunal le solicitó al testigo que le mostrara con la cámara del celular el lugar desde donde estaba realizando su declaración, la habitación en la que se encontraba… —¿Qué hace su amigo? ¿Dónde está usted? —insistió Venditti. —Es un comercio, la oficina de un amigo —titubeó Stábile. —¿De qué es esa oficina? —Un abogado, señor. Cuando el presidente quiso saber el nombre del abogado, Stábile miró para el costado, escuchó a su “amigo” y respondió: ”Lencina, Juan Rubén”. Pero inmediatamente se escuchó la corrección del abogado, que el testigo repitió: “Encina, Juan Rubén”. Trastabillando, Stábile explicó que su “amigo”, el abogado, lo invitó a declarar en su oficina. “Soy una persona grande y no soy muy ducho con el Zoom”, dijo. “Para eso, nada más, señor”, quiso concluir Stábile. —Por qué dice que está solo si hay un abogado ahí con usted y hasta escuchamos sus respuestas —intervino Matías Mancini, otro de los jueces del Tribunal Después de esta extraña situación, Venditti dispuso que el testigo se trasladara desde Moreno, donde estaba prestando declaración, hacia el TOF 2 de San Martín, ubicado en Olivos. Ya antes de esto, la declaración del excolimba Rubén Agustín Stábile venía complicada. Iba a ser el segundo testigo de la jornada, pero por problemas con el audio de su dispositivo pasó al tercer lugar. Una vez conectado, su testimonio tampoco fue muy preciso. Muchos olvidos, muchos ”No lo sé” y ”No lo recuerdo”. Es bastante probable que algunos sucesos ocurridos hace 45 años no sean recordados con el lujo de detalle que a veces se pretende en juicios como estos, pero, además, Stábile había declarado en la etapa de Instrucción, hace no tantos años. Las contradicciones respecto a lo que dijo en aquella oportunidad con lo que estaba declarando en la presente audiencia eran muchas y muy notorias. Por eso el juez dispuso que se advirtieran dichas contradicciones dando lectura a ese testimonio de la Instrucción. Ahí fue cuando pasó por detrás el abogado que, después, conocimos como Encina, quien invitó a Stábile a su oficina. Una hora y media después, ya desde la sede del tribunal, Stábile gambeteó las preguntas con un concierto de “No me acuerdo”. El juicio por los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo puso en la escena central a los excolimbas que realizaron el Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de Aviación 601 del Ejército entre los años 1976 y 1978. Son ellos quienes, a partir de la tercera audiencia en adelante, declaran lunes a lunes y cuentan lo que han visto, escuchado y sabido respecto a esta siniestra operatoria para desaparecer personas. El nerviosismo e incluso algún temor a la hora de declarar, parece lógico en personas no habituadas a participar de juicios de lesa humanidad, como ocurre con sobrevivientes y familiares. El material testimonial en este juicio, que aún no ha cumplido su audiencia número 20, ya parece suficiente para probar los vuelos de la muerte y condenar a sus responsables. Sin embargo, es fundamental que todos los exconscriptos que son citados cada semana brinden su mayor esfuerzo, hagan memoria y puedan contar la verdad de todo lo que supieron de aquellos tiempos. Los detalles, muchas veces, pueden ser fundamentales para las familias, que exigen saber qué pasó con sus desaparecidos y desaparecidas. Sabemos que muchos de los excolimbas que forman parte del grueso testimonial de esta causa eran jóvenes de 18, 19 o 20 años al momento de los hechos que se investigan. Muchos de ellos no tenían una militancia política en aquel momento. Incluso al día de hoy no se han interesado en reconstruir la memoria de aquellos tiempos. Es entendible que los testigos puedan sentir algún temor por estar declarando ante la justicia o incluso que se sientan ofuscados y molestos por tener que hacerlo. Por ello, el Presidente del Tribunal siempre les aclara: declarar en este juicio es una carga pública; es decir, es obligatorio, y cada uno de ellos lo hace en calidad de testigo, no como imputado, por lo tanto están obligados a decir la verdad. El contexto represivo en Campo de Mayo en esos años era extremo y, como muchos reconocieron durante este juicio, ellos mismos fueron torturados, o bien podrían haber sido víctimas también de los

De cuatro testigos anunciados para esta audiencia nos quedamos sin nada. Después del cuarto intermedio de quince días, eran más de las 9.30 del lunes 1 de febrero de 2021 y la jornada no comenzaba. El abogado defensor Eduardo San Emeterio no podía conectarse y el Boletín Oficial traía una noticia que atravesaba el juicio. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  ✍️ Redacción: Paulo Giacobbe 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Eduardo Farah mientras se resuelve la incómoda situación generada por su idea de permanecer en el juicio a pesar de su reposición como integrante de la Cámara Federal porteña. (Captura de pantalla transmisión de La Retaguardia) Una vez resuelto el inconveniente técnico, el Presidente del Tribunal, Walter Venditti, anunció que tenían “previstos dos testimonios presenciales en el tribunal, pero la dinámica de la administración de la justicia nos lleva a que en el día de la fecha tenemos la certeza de que el Boletín Oficial ha publicado un decreto presidencial en relación a la nueva función del doctor Eduardo Farah, vocal del tribunal, en la Cámara Federal porteña”.   Venditti le pidió al secretario que leyera el decreto presidencial que había salido en el Boletín Oficial esa misma mañana. No quedaban dudas, el juez Eduardo Farah actual integrante del tribunal de los vuelos de la muerte, debía volver a la “Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, Sala II”, como él mismo lo había solicitado. Parecía llegar a su fin ese culebrón judicial pero entonces ocurrió un giro en la trama: “En virtud del conocimiento que tome acerca de esta circunstancia que se concretó hoy y luego de haberlo pensado”, comenzó explicando Farah, “someto a consideración del tribunal mi voluntad de continuar integrando el tribunal hasta la finalización del juicio en esta causa, para lo cual pido al tribunal que considere la solicitud de autorización a la cámara  federal de casación penal para proceder de esa manera”, solicitó el juez, sorprendiendo a la sorprendida audiencia, solo faltaban los títulos anunciando el final del capítulo.  “Tengo en cuenta especialmente para esto que se trata de un juicio de lesa humanidad con las características y circunstancias que este proceso sabemos que tiene y el hecho que se han llevado a cabo 14 audiencias y restan otras tantas en realizarse”, y entendió que por tratarse de audiencias de los días lunes no interferían en la función de juez de la Cámara Federal.  Walter Venditti anunció que elevarían la consulta y dio paso a un cuarto intermedio hasta el lunes siguiente sin cumplir las declaraciones testimoniales previstas para el día de la fecha. El abogado Ciro Annicchiarico planteó algunas dudas: “El doctor Farah dejaría de tener esta competencia para pasar a tener otra, de continuar en este juicio, podría en primer lugar dar lugar a una cuestión de nulidad del proceso”, al tiempo que consideró una “sumatoria de labor para el doctor Farah”, que podía incidir “en la buena marcha del proceso y por último lugar este juicio tiene un cuarto juez designado”. El cuarto juez es Matías Mancini, que incluso asistió a la visita ocular en Campo de Mayo.  La doctora Verónica Bogliano de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, se manifestó en los mismos términos que Annicchiarico, agregando que estos procesos de Memoria Verdad y Justicia llevan ya demasiado tiempo sin resolverse y pidió continuidad lo más pronto posible para llegar a una sentencia. Pablo Llonto, abogado querellante de las familias de las cuatro víctimas de este juicio, también adelantó su posición: “Como siempre hemos defendido que cada juez debe estar en el lugar que corresponde, que no creemos en esta existencia del doble juez, que va a estar en dos lugares. Que se dé cumplimiento a este decreto, fue lo que pidió el juez Farah por lo tanto debe volver a la Cámara Federal y el lugar de él debe ser ocupado por el cuarto juez”. La fiscalía,, en la voz de Marcelo García Berro siguió la misma línea que Annicchiarico. A todo esto, a Farah se le había caído la conectividad así que probablemente no escuchó las observaciones.    Al cierre de la transmisión, Diego Adur y Fernando Tebele entrevistaron a Pablo Llonto quien desarrolló su posición: “Está mal como trabajo. Los jueces trabajan de jueces, ese es su trabajo, por lo tanto que un juez quiera trabajar en dos lados nos parece mal porque significa que, o va a trabajar mal en la Cámara, o va a trabajar mal acá”, graficó. “No es una discusión que debería tomar demasiado tiempo. Es una cuestión tan sencilla si se las explicás a cualquier humano que transita por este mundo: un juez pidió volver, se terminó esta discusión en el Consejo de la Magistratura que llevó meses y meses, sale el decreto que dice vuelve y quedan sin efecto los decretos anteriores ¿Qué estamos discutiendo?”, se preguntó el abogado. “Ahora resulta que Farah hoy a la mañana aparece, desayunó y dijo: “yo me quedo”. Es de locos”,  calificó lo ocurrido Llonto.  “Si no hubiera cuarto juez la discusión sería distinta”, pero enseguida aclaró que esa situación no es esta: “Es el caso de un juez que tiene suplente, es el juez Mancini, por lo tanto si Farah pidió irse y el Consejo de la Magistratura dijo que sí, se tiene que ir, ya, hoy, en cinco minutos”, concluyó Llonto, resaltando que, justamente, el rol del cuarto juez es para casos como este.   *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

El TOFC Nº2 de San Martín dispuso la medida cautelar con la intención de conservar las posibles pruebas que pudieran hallarse en los aviones Fiat G-222 y Twin Otter que se encuentran todavía en el Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo, según se constató en la visita ocular del lunes. También ordenó demarcar una cabecera de la pista de aterrizaje en la que un testigo aseguró que levantaban ampollas de la droga que se usaba para adormecer a las víctimas de los vuelos. El EAAF peritará ese lugar.  (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*)  📷 Fotos: Gustavo Molfino/La Retaguardia 💻 Texto: Paulo Giacobbe ✍️ Edición: Fernando Tebele Los campos de concentración y exterminio de la dictadura militar cívico eclesiástica empresarial todavía son prueba del plan genocida a fines del 2020. Después de la última inspección ocular realizada en Campo de Mayo, en el marco del juicio a cargo del Tribunal Oral Federal Nº2 de San Martín, se constató que los aviones de los vuelos de la muerte estaban en el lugar de donde despegaron y aterrizaron. El Tribunal presidido por Walter Venditti, junto a Esteban Rodríguez Eggers, Eduardo Farah y Matías Mancini (como cuarto juez que se sumará cuando Farah vuelva a ser camarista), actuó a pedido del Fiscal General Marcelo García Berro y ordenó al “Sr. Jefe del Estado Mayor General del Ejército, General de Brigada Agustín Humberto Cejas, que adopte los recaudos necesarios para que no se modifique el estado actual ni la situación jurídica de los aviones: Twin Otter matrícula AE-106 y Fiat G-222 matrículas AE-260, AE261 y AE-262”. Al Ministerio de Defensa se le requirió “que obtenga del Ejército Argentino y remita al tribunal, en forma urgente” el historial de vuelo y mantenimiento.     La medida fue confirmada por la Dra. Mercedes Soiza Reilly, quien trabaja en el equipo de García Berro. Lo hizo durante su columna en el programa radial Oral y Público de La Retaguardia: “Se acaba de disponer una medida cautelar por parte del tribunal. Lo notificaron hoy y enviaron esa comunicación al Ministerio de Defensa”, anunció Soiza Reilly. La justicia había realizado una inspección ocular en 2012. El militar que había oficiado de guía hace 8 años ya había indicado “que los aviones iban a ser vendidos a Italia”, contó Soiza Reilly. La venta fue frenada aquella vez por una medida cautelar. Pero la noticia de que tres de los aviones Fiat G-222 permanecían en el lugar se tuvo el año pasado: “Lo que ocurrió el año pasado, fue que el EAAF se acercó al lugar y Maco Somigliana ve los tres aviones Fiat y los fotografían. Por eso el pedido que realizamos para que se inspeccionaran”, dijo Soiza Reilly. Otro integrante del EAAF, Marcelo Castillo, quien declaró en la audiencia anterior, fue el encargado de anunciarlo en el juicio. El fiscal García Berro pidió también que se secuestren “las planillas de vuelos. Ese es otro dato que no teníamos y que nos va a servir por las fechas para hacer un trabajo más exhaustivo como el que ya hicimos en ESMA”, agregó Soiza Reilly en referencia a su actuación como fiscal en ESMA III. De acuerdo a lo informado por el Coronel Bennardi durante la recorrida del lunes, el Twin Otter estuvo en funcionamiento desde 1976 a 1983. Los aviones estaban en el sector del aeródromo y la justicia pidió su preservación por tratarse “de prueba que podría estar vinculada directamente con la comisión de los delitos allí ventilados”.  A pedido del abogado querellante, Pablo Llonto, se realizará a cargo del Equipo Argentino de Antropología Forense “la excavación del triángulo de pasto que se forma en la intersección de la cabecera norte de la pista de despegue y aterrizaje con la de corretaje de aeródromo en la búsqueda de las ampollas que el testigo Escobar Fernández dijo haber observado en ese sector”. En el momento de los hechos, Escobar cumplía  el Servicio Militar Obligatorio en Campo de Mayo, era CoLimBa, y en ese sector vio montañitas de ampollas de Ketalar, una de las drogas que usaban para adormecer personas antes de trasladarlas en los vuelos de exterminio.  Durante la visita, el Coronel Bennardi le había comentado a los jueces que los aviones estaban por ser subastados. Esta decisión del tribunal deja sin efecto cualquier movimiento u operación con esos aviones, que esta vez, puede esperarse, serán peritados en búsqueda de pruebas. *Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia,  medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/

En una extensa jornada, se escucharon testimonios que aportan a abrir nuevas historias en el juicio. Las dos primeras fueron Alicia Ruszkowski y Ana Pecoraro, esposa e hija de Enrique Pecoraro. Ruszkowski relató además su secuestro en la ESMA. Luego testimoniaron Arturo Helman y Dalia Canteloro, una pareja de sobrevivientes que repasaron la convocatoria y la preparación para la Contraofensiva. El cierre estuvo marcado por la interrupción que sufrió la testigo Ana María Lazarini. Especialmente llegada desde Barcelona para declarar, en el medio de su declaración el juez Alejandro de Korvez abandonó la sala para asistir al médico. Luego de estudiar variantes legales, los jueces Rodríguez Eggers y Matías Mancini repararon el desplante y continuaron la audiencia con el acuerdo de todas las partes y el aporte de la cuarta jueza. Cuando pudo, Lazarini se refirió al secuestro de Antonio Luis Tovo, ocurrido el 4 de junio de 1980 en Rosario. (Por Gustavo Molfino/Julieta Colomer/ Fabiana Montenegro/Fernando Tebele para El Diario del Juicio*)  Los imputados se retiran de la sala de audiencia. Como la semana anterior, la primera testigo, Alicia Ruszkowski, los mira.La respuesta es la mirada al suelo. Lo mismo ocurre con las fotografías de las víctimas en esta causa.(Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Ruszkowski dio testimonio por su compañero, Enrique Pecoraro, que fue asesinado, y por su propia situación, ya que fuesecuestrada y llevada a la ESMA.  La sobreviviente narró su secuestro en Mar del Plata, su traslado a la ESMA y la posterior libertad vigilada a la que fuesometida durante dos años. (Gustavo Molfino/DDJ) En primera fila la observan su hija, Ana, junto s sus hijos. La nieta de Ruszkowski lleva la pancarta de su abuelo asesinado,Quique Pecoraro. (Gustavo Molfino/DDJ) Al finalizar, recibió el abrazo de su hija, Ana Pecoraro, que declaró inmediatamente después. Cuando finalizó su testimonio, su mamá le devolvió el abrazo anterior. Ambas estaban muy emocionadas. Quique Pecoraro apretado por la rosa roja tejida (un símbolo que llegó a los juicios lesa humanidad para quedarse).La foto cuelga del cuello de uno de sus nietos. Una de las nietas de Enrique Pecoraro, esbozando la misma sonrisa que su abueloen la foto inmortal. (Fabiana Montenegro/DDJ) Arturo Helman participó de la Contraofensiva. En su testimonio dio cuenta de cómo fue la convocatoria y la preparación.(Gustavo Molfino/DDJ) Aquí Helman responde una de las preguntas de la defensa oficial, mucho menos activa que en las primeras audiencias.  El cuarto turno fue para Dalia Canteloro, también militante de Montoneros. Es la compañera de Helman. Su hermana, GloraCanteloro, ya fue testigo en el juicio. (Gustavo Molfino/DDJ) La familia de Dalia Canteloro en la primera fila, que siempre es ocupada por los afectos de la persona que testifica.(Gustavo Molfino/DDJ) Ellos y ellas, que no han podido, entre otras cosas, ser testigos en este juicio,están presentes en todas las jornadas a través de las fotos, de los testimonios yde cada recuerdo silencioso. (Gustavo Molfino/DDJ) El último testimonio, ya pasando las 15 horas, fue el de Ana María Lazarini, que llegó especialmente desde Barcelona. Elesfuerzo de quienes viajan y no utilizan la videoconferencia, tiene que ver con que claramente no es lo mismo estar allí quea través de la fría imagen de una tv. Pero el testimonio de Lazarini fue interrumpido por un imprevisto insólito: uno de losjueces se tuvo que ir. (Grupo de Familiares/DDJ) El juez Alejandro de Korvez dijo que se tenía que ir al médico, ya que arrasta un problema en la vista: “de hecho renuncié aljuzgado”, anunció para sorpresa de todos y todas allí, mientras caminaba hacia la salida. (Gustavo Molfino/DDJ) El presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers y el otro juez, Matías Mancini, intentaron reparar la situación. Luegode buscar otras variantes de días (la testigo regresa el lunes a Barcelona), le ofrecieron a Lazarini y a las partes que continuara con el relato, sumando a la cuarta jueza para la ocasión. Todas las partes estuvieron de acuerdo en continuar deesa manera. (Grupo de Familiares/DDJ) Lazarini continuó con su testimonio, con la particularidad de la silla del juez vacía. Se refirio al secuestro de Antonio Luis Tovo, padre de sus dos hijas, que también viven fuera del país y son querellantes en la causa.(Fernando Tebele/DDJ) Sobre la mesa, los cuerpos del expediente instruido para llegar a este juicio oral. La fiscal Gabriela Sosti le pregunta aAna María Lazarini. (Fernando Tebele/DDJ) Al cierre de la jornada, la primera testigo, Alicia Ruszkowski, y la última, Ana María Lazarini,se dieron un emotivo abrazo. Dar testimonio, además de aportar datos para la causa judicial,implica para quienes han sobrevivido una reparación histórica difícil de explicar, pero queresulta notoria en cada final. (Grupo de Familiares(DDJ) *Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguimos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com

De los cuatro testimonios de la jornada, tres tuvieron que ver con la redada genocida contra la familia Amarilla/Molfino. El nieto recuperado Guillermo Amarilla Molfino; su hermano mayor, Mauricio, testigo con casi 5 años de edad del secuestro de su mamá y su tío, y a la vez también secuestrado por unos días; y Susana Hedman, la única mayor sobreviviente del operativo criminal, dieron cuenta de la secuencia genocida que tuvo como acto reparador la recuperación de la identidad en 2009 de Guillermo, a quién no buscaban, porque desconocían el embarazo de Marcela. Dolor, muerte y la esperanza de saber que la verdad siempre aparece, y que se es más feliz con ella. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Fotos: Gustavo Molfino/DDJ Ilustración de portada: Gustavo Molfino tomando fotografías durante el testimonio de su sobrino, Guillermo Amarilla Molfino (Antonella di Vruno/DDJ) El cierre de la campera de jean muerde hasta el último diente. Por encima caen los flecos de la bufanda multicolor. En una mano se lleva de nuevo consigo fotos y algunos documentos como su partida de nacimiento que dice, como único dato veraz, que nació en Campo de Mayo. También tiene una vieja agenda telefónica, con hojas amarronadas por el paso del tiempo, que le robó a su apropiador: “Esto es una agenda, muy muy larga. Esta agenda me la robé… Me robaron a mí, yo me puedo robar una agenda”, dijo. El público lo interrumpió con aplausos y risas cómplices que el tribunal esta vez no reprendió, quizá también valorando la ocurrencia, que no puede hacerle a nadie el daño que le hicieron a él y a su familia. La picardía de Guillermo Amarilla Molfino dejó en evidencia, en pocas palabras, el eje de su historia: el secuestro y la desaparición de su padre, Guillermo Amarilla, y de su madre, Marcela Molfino, más su posterior apropiación.Durante la misma mañana, un rato antes, dos testimonios presenciales de sus secuestros rearmaron aquella instancia dolorosa. *** Marcela Susana Hedman respondió segura cuando el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers, le consultó si tenía algún interés especial en la causa: “Que se haga justicia”, dijo. “Militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), en Chaco. Ahí conocí a Rubén Darío Amarilla, en las peñas, él cantaba folclore y muy bien. Ahí comenzamos una relación y también conozco a Marcela Molfino”, arrancó. “Estoy acá por el secuestro de mi familia: mi cuñada, mi cuñado, mi marido y los cinco niños que estaban con nosotros”. Se refería a la casa de Los Aromos 350 en San Antonio de Padua, que fue invadida por un nutrido grupo de hombres armados el 17 de octubre de 1979. Hedman fue la única que pudo escapar. Guillermo Amarilla -el padre del nieto recuperado y cuñado de Hedman- había sido secuestrado un rato antes porque había salido. El resto de las personas que habitaban la casa, incluyendo a los cinco hijos e hijas de las dos parejas, fueron secuestradas, aunque corrieron luego destinos diferentes.Hedman tiene un larguísimo pelo castaño claro que se apoya con comodidad sobre su espalda. Le dejó su campera abrigada a alguien por allí, por lo que su bufanda roja sobresalía entre sus ropas oscuras. También colgaba otro pañuelo de colores. Sus anteojos de armazón negro contrastan con su tez blanca. Recordó durante su testimonio parte de su militancia en Resistencia. Nombró a diferentes compañeros y compañeras. “Algunos están presentes en la sala, como Ana Testa”, señaló.“Mi compañero tenía un laboratorio fotográfico y lo que hacíamos era revelar los negativos que nos mandaban desde el exterior. Documentos de la organización o la revista Evita Montonera. Venían todas las fotografías sin revelar, entonces lo que hacía mi compañero era revelarlas y pasarlas a papel”, detalló acerca de las actividades que desarrollaban en la casa de San Antonio de Padua. “Vivíamos ahí con Rubén y mis dos hijos (Mariano y Valeria). Más o menos por marzo/abril (de 1979), llegaron Guillermo y Marcela con sus tres hijos (Mauricio, Joaquín e Ignacio). Creo que venían de España y Francia, y entraron para participar de la Contraofensiva”, precisó. Los niños/as tenían entre nueve meses y cinco años. 17 de octubre de 1979 —Bueno, ¿y qué pasó? —le consultó la fiscal Gabriela Sosti.—¿Vos querés saber sobre el día del secuestro? —constestó Hedman. Sabía que estaba allí sobre todo para narrar aquel día fatídico— Bueno. El 17 de octubre de 1979, a eso de las siete de la tarde, ya estaba bajando el sol. Mi cuñada (Marcela Molfino) y yo estábamos preocupadas porque no volvía Guillermo. Mi compañero estaba afuera haciendo trabajos de carpintería y los chicos jugando alrededor. En un momento viene Mauricio (no llegaba a los 5 años), que era el mayor, junto con mi hijo Mariano (4 años). Mauricio dice: “Mami, mami, hay unos tipos con pistolas”. Yo salgo afuera y mi compañero me dice “rajá”. En el fondo, en el muro, habíamos apilado escombros para en un caso de emergencia salir saltando el muro. Lo único que atino hacer es lo que él me ordena. Me dijó rajá y yo salí directamente al muro. Justo veo a un tipo asomado en el muro, que primero pensé que era un policía, pero me doy cuenta de que era mi vecino. Le pido ayuda y me ayuda a saltar el muro. Mientras yo corría y escuchaba tiros escucho: “bajen a esa, bajen a esa”. Lo último que veo antes de saltar es a mi cuñada yendo para la parte de adelante de la casa por el costado con Joaquín de la mano. Después de eso no veo más nada. Marcela Susana Hedman relató el operativo del que pudo escapar. El mayor de los niños Mientras Hedman le contaba al tribunal cómo su sobrino de casi 5 años, les advirtió de la presencia de militares armados afuera de la casa, Mauricio Amarilla esperaba en la sala contigua, que habitualmente se utiliza para que cuando la sala principal está completa más gente pueda seguir la audiencia a través de una pantalla. Esta vez

Está claro que la declaración de Pablo Verna, el hijo del genocida Julio Verna, fue histórica. En casi noventa minutos, relató los diálogos que tanto él como otras familiares tuvieron con el médico militar, que participó de los vuelos de la muerte y está libre. El debate previo a su testimonio, que terminó con un fallo dividido del tribunal en favor de tomarle su declaración, también resultó enriquecedor en el camino hacia que otras hijas e hijos de genocidas puedan aportar la información que tienen. (Por Fernando Tebele para El Diario del Juicio*) Foto de portada: Pablo Verna durante su declaración testimonial (Luis Angió/DDJ) Colaboración Valentina Maccarone Pablo Verna ingresa a la sala de audiencias por una puerta no habitual para quienes son testigos. No pasa entre la gente, sino por el pasillo que queda libre entre el estrado de los jueces y la fila que, del otro lado, tiene a los defensores en una parte, y a la fiscal y los abogados querellantes del otro. Deja sus anteojos sobre la mesa para poder quitarse el cuellito de tela que protege especialmente su garganta; nada de quedarse sin voz justo hoy. Se vuelve a poner los lentes y se quita el camperón de paño gris oscuro. Lo va a colgar en la silla, pero se lo pasa a una mano que se estira desde el público, que es la de su compañera, la cantautora Mariela Milstein. Pablo deja una mochila en el piso antes de tomar asiento para disponerse a declarar; a través del cierre entreabierto, se escapa el silencio. “La imposición de guardar silencio implica una complicidad que, por supuesto, no es jurídica pero que sí es emocional. Yo, particularmente, no la pude ni la puedo tolerar”, había expresado algunas horas antes en charla con El Diario del Juicio. Ahora ese silencio perderá su peso en la mochila sobre el piso, y se transformará en palabras dolorosas pero cargadas de alivio. Pablo Verna está por declarar.Hay dos cuestiones que saltan a la vista y le dan contenido también a su testimonio. La primera es que su declaración no comenzó precisamente ahora, que está por hablar, sino que arrancó hace minutos, con un debate entre las partes. La segunda es que no declaró él, individualmente, aunque así haya sido para la justicia. *** El presidente del tribunal confirma que Verna podrá declarar. El debate previo El defensor oficial, Lisandro Sevillano, toma la palabra. Todas las personas que estamos allí sabemos lo que va a decir. Intentará que el tribunal impida el testimonio de Verna. “En lo que circula en los medios de internet, se sabe que su declaración será en contra de su progenitor Julio Verna. Lo que lo coloca dentro del artículo 242 del Código Penal. Ese artículo no es un capricho del legislador, sino que es la garantía de una protección fundamental en el Estado argentino, que es la protección de la familia”. Por un instante, no se entiende bien si es un debate sobre el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, o está argumentando sobre la posible declaración de Verna. Los argumentos parecen similares. Lo primero es la familia, pase lo que pase allí adentro. Lo apoyaron los dos defensores privados sin aportar demasiado.Del otro lado, la fiscal Gabriela Sosti, y los abogados querellantes Pablo Llonto, Ciro Annicchiarico y Maximiliano Chichizola, los enfrentarán con sólidos argumentos y unos pocos antecedentes. Sosti se opone apuntando que el padre de Verna no está imputado en esta causa, por lo que Pablo no va a declarar contra su padre, y también muestra cierta ironía cuando se refiere a la familia: “¿a qué familia quiere proteger la defensa?”, se pregunta. “Muchos de los hijos de estos padres no es que los han confrontado, como dice la defensa, sino que se han encontrado con una verdad de su historia que los ha puesto en el dilema ético: asumir esta historia, cargando con la responsabilidad ética de lo que cometieron sus padres; o no. Ser sujetos libres, dignos para su humanidad y asumir esta historia desde otra perspectiva”, define.Luego de Sosti, aparece en escena Pablo Llonto. Una frondosa cabellera grisácea cae sobre su saco. Su actitud durante el juicio es siempre la misma: teclea sin descanso sobre su computadora portátil. Mezcla con habilidad sus tres condiciones distintivas: abogado, periodista y militante. En este juicio, su rol no es tan protagónico durante las audiencias, como sí lo fue en La Tablada o en otros tramos de Campo de Mayo, por citar sólo algunos de los juicios por violaciones a los derechos humanos en los que participó. Ese espacio lo ocupa esta vez la fiscal Gabriela Sosti. Pero su acción como abogado de la querella es fundamental durante todos los días de la semana. Escucha a las familias. Piensa estrategias. Lo acompaña habitualmente Ernesto Coco Lombardi, ausente por algún problema de salud que no podrá hacer que se despegue del todo de esta causa. Llonto habla siempre a la distancia justa del micrófono (oficio de periodista). Suelta un alegato contundente; es difícil no escucharlo con atención completa: “Con todo respeto al tribunal, quiero señalar que ha llegado el momento para la justicia argentina de resolver el caso Verna. Y este caso pasa a tener una importancia histórica en los juicios por delitos de lesa humanidad. Lo que se resuelva hoy aquí, para permitir o no que el hijo de un genocida declare, marcará de aquí en adelante el camino en una enorme cantidad de juicios en la Argentina. Lo explicado por el defensor, cuando dijo ‘Uh, me olvidé de algo’, que era remarcar que Pablo Verna integra un colectivo que ha tenido enorme repercusión en los medios desde el fallo de la Corte contra el genocida Muiña. Desde entonces se conforma este organismo de familiares de genocidas que repudian el genocidio y la actitud de sus padres, hermanos, abuelos, tíos, ex esposos, y que hoy están presentes. Hoy aquí, entre el público, hay una gran cantidad de familiares de genocidas que vienen a escuchar lo que

El Tribunal Oral 4 de San Martín permitió que Pablo Verna, el hijo de un médico genocida, declare sobre las atrocidades que cometió su progenitor durante la última dictadura. Ocurrió este mediodía en el juicio oral que juzga los crímenes que se cometieron entre 1979 y 1980 contra quienes integraron la Contraofensiva Montonera. Verna ratificó lo que había adelantado en la entrevista concedida a el Diario del Juicio. (Por Martina Noailles para El Diario del Juicio*) Foto de portada: Verna antes de declarar, en la sala de espera de quienes dan testimonio. (Fabiana Montenegro) En una decisión dividida, los jueces Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, con la disidencia de Alejandro de Korvez, aceptaron por mayoría que Pablo Verna rompa el silencio que durante décadas le impusieron en su casa y cuente, ante la Justicia y a otros hijos e hijas de represores que estaban en la sala, la participación del médico militar Julio Alejandro Verna en vuelos de la muerte y otros episodios donde se tiraron vivas al mar y al río a personas secuestradas en Campo de Mayo.“Hoy, acá, se va a resolver la suerte de los hijos e hijas que quieren declarar contra sus padres. Una decisión en contra lo hará sufrir a Verna tres cosas: los delitos de su padre; lo obligará a traicionar su conciencia y le impedirá decir la verdad. ¿Y quiénes van a ser los beneficiados si se le impide declarar a Pablo Verna? Los imputados de los peores delitos de la humanidad, es decir que la afectada será la humanidad toda”, argumentó minutos antes el abogado uerellante Pablo Llonto, ante el pedido de las defensas para que se le impidiera dar testimonio “para proteger a la familia”. Los jueces Rodríguez Eggers y Mancini rechazaron el planteo del defensor oficial y explicaron que el Código Penal “dice que un hijo no puede declarar en contra de su padre; no que no puede declarar”. El tercer juez, de Korvez, leyó su voto en disidencia. El presidente del tribunal resaltó, antes de anunciar la medida, el alto nivel del debate que se dio previamente. María Montserrat Suárez Amieva, hija de Julio Suárez, una de las víctimas del padre de Verna (Foto: Gustavo Molfino/DDJ) Cuarenta años después de los hechos y cinco desde que su padre se lo confirmara en una charla en el Hotel Pizarro de Villa Luro, Pablo Verna logró poner su granito de arena en la reconstrucción de una verdad que para muchas víctimas de delitos de lesa humanidad parece inalcanzable. El pacto de silencio que guardan los genocidas les impide a los familiares saber cuál fue el destino de sus padres, madres, hermanos, hijos secuestrados, desaparecidos, asesinados. En la primera final, entre el público, lo acompañaron Bibiana Reibaldi, Viviana Cao, Emilia Cao, Liliana Furio, Stella Duacastella y Analia Kalinec, todas familiares de genocidas; además de su esposa, la cantautora Mariela Milstein.Después del testimonio de Pablo Verna fue el turno de María Montserrat Suárez Amieva, hija de Julio Suárez, una de las víctimas del padre de Verna: “Me provocó una conmoción importante haber visto a Verna en la televisión contar que su padre había inyectado a mi papá y que lo habían tirado vivo. Me pareció de una crueldad enorme enterarme después de tantos años lo que le habían hecho”, dijo en una demostración de la importancia de esa verdad que no llegó de boca del represor pero sí de su hijo.Suárez murió ahogado junto a Susana Solimano, Alfredo Berliner “El Poeta” y Diana Shatz luego de que el auto en el que viajaban cayera al río. La sospecha de que el accidente fue en verdad una puesta en escena fue confirmada por Verna en su testimonio de hoy: ante los jueces contó que su progenitor le admitió a su otra hija haber participado en ese hecho, adormeciendo a las personas que luego serían asesinadas. “Le dijo a mi hermana que hicieron lo mismo (que con las víctimas de los vuelos) con 4 personas en un auto. Lo hicieron de esa manera porque estaba la CIDH y no podía desaparecer más personas. Entonces simularon un accidente”.Verna también dijo que su padre -que no se encuentra imputado en esta causa- admitió haber participado en sesiones de tortura tratando de que la persona secuestrada no muriera “para seguir intentando sacarle información”. Fue el caso de Horacio Mendizábal, miembro de la conducción de Montoneros, a quien vio en la terapia intensiva del Hospital Militar de Campo de Mayo mientras intentaban “salvarlo” de una herida de bala que le perforó un pulmón.Julio Verna era subalterno de Norberto Atilio Bianco, el médico encargado de asistir los partos de las mujeres que parían durante su cautiverio. También cumplía tareas junto a Ricardo “el alemán” Lederer, segundo jefe de la maternidad clandestina, que se suicidó hace algunos años. Erika, su hija, también es parte del movimiento de hijas, hijos y otros parientes que repudian los hechos cometidos por sus familiares durante el genocidio.  Quienes integran Historias Desobedientes, presentaron hace dos años en el Congreso Nacional un proyecto de ley, redactado por Pablo Verna, que busca modificar el Código Penal para permitir que hijos e hijas de genocidas puedan aportar pruebas en juicios de lesa humanidad.“Yo creo que es un debate que hay que dar a nivel social. Los hijos no tenemos que estar impedidos de poder declarar en contra de nuestros padres, en términos generales, no solo en las causas de lesa humanidad. Con esta ola verde que estamos viviendo a nivel internacional, todas estas cosas tienen que ser revisadas. Son cosas que vienen por mandatos y con condicionamientos sociales, mandatos religiosos, que tienen que ver con estructuras jerárquicas que lo que buscan es que una no hable en pos de determinados intereses. En ese sentido, el testimonio de Pablo hoy marca un hito, para quienes tenemos un vínculo filiatorio con genocidas pero también un hito a nivel social en relación a poder ir resquebrajando estos mandatos”, dijo Analía Kalinec, hija de un condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad,