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Vanesa Orieta


En un nuevo aniversario de la desaparición seguida de muerte del joven de 16 años de Lomas del Mirador, se realizaron este fin de semana varias actividades para recordarlo, denunciar la impunidad y exigir verdad y justicia. El sábado por la noche La Colectiva Radio proyecto la película “¿Quién mató a mi hermano?” en una plaza. Este domingo, se llevó adelante la habitual marcha en el barrio de La Matanza donde todavía vive parte de la familia de Luciano. Las voces de Vanesa Orieta, su hermana, y Mónica Alegre, su mamá, protagonizaron la intensa jornada transmitida en vivo por medios populares. (Por La Retaguardia) ✍️ Redacción: Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner 📷 Foto de portada: Bárbara Barros/La Retaguardia 📺 Cobertura en la marcha: María Eugenia Otero/Fernando Tebele (La Retaguardia junto a Radio Zona Libre/Antena Negra TV/FM La Tribu/Posdata/Radio Sur) La luz todavía cae desde el cielo. La Plazoleta Raymundo Gleyzer del barrio de la Paternal se ha convertido en un pequeño cine. Una pantalla cuadrada irradia su propia luz. Son las primeras imágenes de ¿Quién mató a mi hermano?, la película con la que Ana Fraile y Lucas Scavino dieron cuenta de la vida y muerte de Luciano Arruga, historia tan tenebrosa como real, tan amarga y triste como la penosa costumbre social que tenemos que asumir socialmente de una buena vez: cada tanto, en el país del genocidio reciente, de la dictadura desaparecedora, las fuerzas de seguridad continúan utilizando esa metodología para desaparecer personas. Es el mismo país. Aunque sea en escala menor a la de aquellos años, la desaparición forzada sigue ahí, no se va. Una vecina camina en rol paseando al perro. Se sorprende por lo que ve: gente parada formando un semicírculo. Personas sentadas en el banco de la plaza que mejor se ubica ante la pantalla. Otras en las sillas apilables dispuestas para la ocasión. Mientras su mascota juguetea con otro animal, la señora mira. Difícil saber qué piensa. Amaga irse. Vuelve. Finalmente se va. Después de los 89 minutos de cine, las compañeras y compañeros de La Colectiva, que organizaron la jornada, mezclan alguna lágrima por lo que acaban de ver, con sonrisas satisfechas por la actividad. La radio comunitaria, que sale al aire desde un local a la calle en San Martín y Donato Álvarez, apenas a una cuadra de allí, es una de las que ha acompañado sostenidamente a la familia de Luciano. Faltan apenas horas para la marcha del domingo. Son 13 años sin Luciano Arruga. Se puede esperar una noche más por la verdad, que tampoco llegará mañana, pero nos quedará más cerca de tanto grito. *** Los bombos golpean recuperando en muchos oídos un sonido que había permanecido durante la pandemia encerrado entre los recuerdos. Estamos en la esquina de General Paz y Mosconi, en Lomas del Mirador. “La Matanza Avanza”, dice un cartel por allí. Atrapa la cana, podría ser una buena respuesta tan cacofónica como real. Esa esquina se transforma, por unos instantes, en un gran encuentro de personas perdidas. Abrazos cuidados, duraderos, con barbijos en general, reflejan la necesidad de verse en algunos casos después de casi dos años. El calor agobiante de otros eneros se tornó piadoso esta vez. Minutos después de las 18 estamos arrancando. Se sabe que es el comienzo porque Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, toma el micrófono para anunciarlo. Puede suponerse que solo hará ese anuncio, pero no. Comenzamos a caminar por Mosconi hacia la Villa 12 de octubre, donde creció Luciano hasta cuando lo dejaron; todavía vive allí parte de su familia. Detrás, cada vez más lejos, va quedando el otro lado de la General Paz. Es Mataderos, pero una zona tan cheta que ya merece ser llamada Mataderos Hollywood. Se aleja en la medida que se acerca el barrio popular.  Vanesa tiene una remera de Tehuel de la Torre, el joven trans de San Vicente desaparecido desde el año pasado en Alejandro Korn, todo en la Provincia de Buenos Aires. Le ha impactado mucho a Vane la desaparición de Tehuel. Como la de Facundo Astudillo Castro. Como cada una. Aunque las ocurridas en la Provincia le pegan peor, porque tienen el mismo sello que la de Luciano. ¡Hola maldita Bonaerense! Pide por Tehuel, grita. Pedirá, gritará varias veces más. “Lo queremos con vida”, dirá en el cierre desde el escenario. Vanesa va caminando a la par del camión/escenario. A veces mira hacia la manifestación que la sigue, de más de seis cuadras. También mira para el barrio, camina para adelante y para atrás. Cada tanto mira a vecinos y vecinas que se asoman en sus balcones o ventanas. Siempre le habla al vecindario. Interpela a ese barrio que dio pie a que se abriera el destacamento policial desde el que hostigaron hasta el final a Luciano. Lo pusieron en funcionamiento después de dos asesinatos semifaranduleros: el florista de Susana Giménez y el entrenador de Guillermo Cóppola fueron asesinados en intentos de robos. El destacamento de la calle Indart 106 se constituyó en un delineador de límites para los pibes de las villas de la zona. Sobre todo de la 12 de Octubre y la Santos Vega. Ya sabemos cómo terminó, aunque no sepamos aún exactamente cómo. Pero el 31 de enero de 2009 Luciano desapareció. De eso no hay dudas. Y tuvieron que pasar 5 años y 8 meses para que su familia lo hallara enterrado como NN en el Cementerio municipal porteño en Chacarita, después de haber pasado por el Hospital Santojanni —tras haber sido atropellado involuntariamente por un automovilista en la Gral Paz— y por la morgue judicial. Todo como NN, en una maniobra de ocultamiento que extiende las responsabilidades ya no solo a La Bonaerense, sino también a la Policía Federal y a una gruesa trama administrativa de la Ciudad de Buenos Aires.  Todo eso vuelve a contar Vanesa a cada paso. Hasta que se acerca su mamá, Mónica Alegre. La abraza. Caminan juntas. Es probablemente la imagen de la jornada. Ambas entrando al

Este 31 de enero se cumple un nuevo aniversario de la ausencia siempre presente de Luciano Nahuel Arruga, el joven de Lomas del Mirador que fue desaparecido y asesinado en 2009. Hablar de Luciano es hablar de una problemática latente; de hace 13 años, de la dictadura y de hoy. Vanesa Orieta, su hermana, recorrió la lucha, desde la impunidad hasta los logros. Como cada vez, interpeló a la justicia, al poder político y a los medios de comunicación tradicionales. Diferenció la violencia institucional que se sufre todos los días en los sectores empobrecidos, de la represión estatal que tiene como protagonista a las fuerzas de seguridad y a los y las jóvenes como sujetos de persecución. El domingo habrá una marcha. Hoy se proyectará la peli ¿Quién mató a mi hermano? en una plaza de Paternal. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero ✍️ Redacción: Agustina Sandoval Lerner/Marly Contreras/Fernando Tebele 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia —Venimos charlando en las previas de los 31 de enero desde hace muchos años y pensábamos: ¿cómo no repetirnos? Y la primera pregunta que se nos ocurre todos los años al comenzar es ¿qué sensaciones tenés hoy acerca de la cercanía de un nuevo aniversario de Luciano? Y tu respuesta no necesariamente es siempre la misma, porque obviamente con el transcurrir del tiempo te van pasando diferentes cosas.  —Sí, y en esta oportunidad, y habiendo tenido muchos años para poder pensar y analizar todo lo que fue sucediendo, hay mucha historia en 13 años. Hay muchas vivencias. Por un lado, creo que la conclusión sigue siendo la misma: que la impunidad nos va deteriorando no solamente a los familiares de Luciano, sino también a todos los miembros de las familias que son tocadas por esta problemática. Nuestro físico, nuestra psiquis, nuestras emociones van atravesando por lugares diferentes que terminan generando un daño con el correr del tiempo. Y esto tiene que ver con la impunidad, con la falta de justicia y al mismo tiempo, en mi caso y en el caso de este grupo de familiares y amigues, también pensar la justicia a 13 años es algo muy difícil de pensar y de exigir. ¿A quién le exigimos justicia? Si, en definitiva, a quienes estamos denunciando por el largo proceso de impunidad es a la justicia. Estamos llevando a un jury de enjuiciamiento a tres funcionarios del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires por haber delegado la investigación en la Policía denunciada (La Bonaerense) y por haber investigado a la familia durante un año y seis meses. Entonces, ¿qué justicia pedimos, a quién le exigimos esa justicia, qué tenemos para pelear en el ámbito del Poder Judicial? Y bueno, eso también genera un montón de sentimientos y contradicciones. Sí, nos lleva a hacer mucho balance, creo que a todas las personas que nos organizamos y luchamos. Y también la conclusión más feliz que se puede hacer es que la organización, la lucha y poder salir del estado de aislamiento y de silenciamiento que nos quieren imponer, es la forma más saludable de poder resignificar tanto dolor.  —En este sentido, de esta justicia y de esta constante impunidad de hace tantos años recordamos que la única justicia parcial que tuvieron, que tuvo Luciano, fue por la condena por torturas a Diego Torales, y por un hecho ocurrido unos meses antes del episodio de la desaparición. Y en este caso no es solamente la familia, amigos, amigas de Luciano quienes esperan justicia, sino que hay tantísimos casos que se repiten y que todos los días se asesinan pibes.  —Sí, antes mencionaba lo que nos generaban 13 años, el proceso de impunidad y una de las principales situaciones que los familiares nos empeñamos en visibilizar, es que se entienda que en la medida en que las causas no llegan a la verdad y por lo tanto no se puede condenar a los responsables materiales, políticos y judiciales de estos hechos, lo que se va generando es un proceso de repetición de estos crímenes horrorosos. En ese sentido, el rol de la justicia es criminal. También pensar que no se da esa independencia que se necesitaría en el ámbito del Poder Judicial para poder llegar a estos procesos de verdad y de justicia, y que cuando se trata de crímenes que comprometen las responsabilidades del Estado, ahí se presenta una asociación bien clara entre el Poder Judicial, el poder político y el poder mediático. Y la verdad que las familias tenemos que enfrentar a todo el aparato estatal que quiere todo lo contrario a lo que nosotros venimos insistiendo a través de la organización y la lucha, que es visibilizar estas cuestiones, sensibilizar, y por lo tanto poder cambiar la “normalidad” de lo que sucede, que es que tantos casos queden en la impunidad, sino todo lo contrario, que se empiecen a generar casos que puedan dar cuenta de esto, de que se llega al meollo del asunto, de que se condena tanto a las responsabilidades materiales como políticas y judiciales y que es un claro indicador de que realmente se está empezando a generar condenas que intenten torcer el rumbo de lo que hasta ahora vemos como resultado, que son muchos años de organización y de lucha en medio de procesos de impunidad, pero que aparte da lugar a que la familia la pasemos muy mal. Porque no es que en esos largos años que sucede nada, suceden un montón de cosas. Familias que se ven amenazadas. Nosotros mismos hemos sido amenazados, perseguidos, hemos pasado por situaciones muy dolorosas, muy violentas. Bueno, esto pasa con el resto de las familias también. Es esta justicia a cuentagotas de la que estás hablando. ¿Cómo puede ser que en una situación clara de tortura sufrida por un joven de 16 años, solamente haya un solo responsable condenado? Cuando todos los que testificaron y estuvieron presentes ese día pudieron dar cuenta de que estaban ubicados en ese tiempo,

El pasado domingo se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición forzada y asesinato de Luciano Arruga en manos de la policía y otros actores del Estado, el 31 de enero de 2009. Su cuerpo apareció cinco años después enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Compartimos la crónica de una jornada sin marcha, pero con muchos abrazos a través de la transmisión de radio y tv que realizaron Familiares y Amigos de Luciano Arruga desde el exdestacamento de Lomas del Mirador donde el joven fue torturado, ahora convertido en espacio de memoria y acción. (Por La Retaguardia) ✍️ Crónica: Rodrigo Ferreiro 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero 📷 Fotos: Daniel Calabrese Por primera vez en mucho tiempo, el 31 de enero llueve. El cielo está gris, plomizo, hace frío. Un peque corre por el pasto, desafiando a la garúa que comienza a caer. Tiene una remera blanca, mangas cortas, y una sonrisa de oreja a oreja. Va y viene por el jardín plagado de paltas, bananas y árboles. Un adulto lo mira a los ojos, se lleva el dedo índice de la mano izquierda a sus labios y pide silencio, en el cuarto donde finaliza la huerta hay radio. El pibe lo mira, cambia el rumbo pero no la canción que entona, a viva voz: “Nunca seré policía, de provincia y de capitaaaal”.  Luciano Arruga desapareció hace 12 años, pero en ese gesto irreverente del niño vuelve, se hace carne, es eterno en el Espacio recuperado del oeste que lleva su nombre. Es presente. Es futuro, también, por prepotencia y provocación.  La radio comienza puntual como cita inglesa. A las 15, la voz de Rosaura Barletta comanda la actividad principal de un domingo extraño, donde sobran barbijos y falta pavimento. El Espacio Luciano Arruga, exdestacamento de Lomas del Mirador donde Luciano Arruga fue torturado en 2008, acoge la primera entrevista de la tarde, a Martina Noailles y Antonella Álvarez, periodistas de los medios alternativos Sur Capitalino y Revoluciones.Net. Ambas resaltan la importancia de los medios no tradicionales en la cobertura de casos de represión estatal. Tienen experiencia reciente: Martina en el caso Chocobar y Antonella en la Masacre de Pergamino. Minutos más tarde, y luego de escuchar la voz grabada de Cristina Castro y Leandro Aparicio sobre la desaparición y el asesinato a manos de la Policía bonaerense de Facundo Astudillo Castro; Fermín Martínez y Nadia París copan la escena para contar lo que sucede en el sur del país, en el juicio Escuelita 2, sobre Centros Clandestinos en la última dictadura. La dureza del tema se endulza al final, arrancando las primeras carcajadas de la jornada: se cuela Lifko, el hijo de Nadia y Fermín, y el meet que conecta Buenos Aires con Neuquén se convierte en un analgésico para lo que resta de la transmisión.  Mientras afuera del improvisado estudio radial se cuelgan banderas que recuerdan momentos pasados y banners rememorando diferentes casos de represión estatal, los audios sobre Santiago Almirón, víctima de una causa armada por la policía, y la China Cuellar, mujer asesinada en prisión y recordada por su padre, Alberto, Oscar Castelnovo, Adolfo Pérez Esquivel y compañeras del penal, ocupan la escena. Finalizado este difícil momento, Matías Bregante, uno de los integrantes de Familiares y Amigos de Luciano Arruga y co conductor de la radio, prepara la técnica para que Flavia Piraino dedique una adaptación del tango Naranjo en Flor a Luciano. Flavia protagoniza uno de los momentos más emotivos de la jornada, provocando lágrimas en los ojos y el abrazo profundo y sentido de Vanesa, la hermana de Luciano. Todo queda registrado en la transmisión audiovisual, supervisada hasta el mínimo detalle por Camilo Romano, otro integrante del colectivo.  Llegando a las cuatro de la tarde, y con una hora de transmisión encima, la pieza radial preparada para recordar el caso de la desaparición de Johana Ramallo se hace presente en el éter, en la voz de su mamá, Marta. Es el preludio para una de las entrevistas más extensas de la transmisión: al abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Tomás Griffa. Vanesa y Mónica, hermana y madre de Luciano, participan de una entrevista que, pese a contar con algunos inconvenientes técnicos surfeados impecablemente por Natacha Bianchi, la operadora radial y también integrante de Familiares y Amigos de Luciano Arruga, deja en claro el proceso de Jury de Enjuiciamiento hacia el juez Gustavo Banco y las fiscales Roxana Castelli y Celia Cejas Martín.  Afuera, el sol se asoma, para luego dar paso a la lluvia. Así, una y otra vez. Hay empanadas y tortas para hacerle frente a un estómago que poco a poco comienza a pasar factura del tiempo transcurrido. No hay muchas personas en el Espacio, lo que da cuenta de que el mensaje de cuidado de la familia, replicado en redes sociales, surtió efecto. Los vasos de vidrio tallados preparados especialmente por Celeste, otra integrante del colectivo, se van llenando de agua, y la transmisión prosigue. Llega el momento para Karina Olivares, maestra y secretaria de Derechos Humanos del gremio Ademys. Karina habla acerca de la importancia de tratar el tema de represión estatal en las escuelas, las resistencias que aparecen y el trabajo que tienen los sindicatos para preparar material. Promedian las siete de la tarde. El tiempo se ajusta, y solo restan dos temas antes del cierre: Pandemia en los barrios, un completo informe preparado por Nazareno Roviello, periodista del portal Posdata; y la entrevista con las fotoperiodistas Lidia Barán, de Ancap y La obrera, y Agustina Salinas, de Cítrica, acerca de la cobertura en la represión en Guernica. Alrededor de las siete y media todo está preparado para el bloque final: Vanesa, Mónica y Pablo Pimentel, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH).  Pablo Pimentel fue el primer referente de derechos humanos en hacerle un lugar al reclamo de la familia de Luciano. Y comienza con ese dato, el recuerdo de la llegada de Vanesa a la APDH La Matanza, poco más de

Este domingo 31 de enero se cumplen 12 años de la desaparición forzada seguida de muerte de Luciano Arruga, cuyo cuerpo fue encontrado 5 años y 8 meses después en el cementerio de la Chacarita, enterrado como NN. Como dice su mamá, Mónica Alegre, Luciano fue un negrito villero que se negó a robar para la policía. Tenía 16 años cuando lo desaparecieron. Meses antes, había sido torturado en el destacamento de Lomas del Mirador —hoy el Espacio Luciano Arruga—, hecho por el que el policía Diego Torales, es el único condenado. Los policías que estaban el día de su desaparición ni siquiera están procesados. Tampoco parece haber responsables políticos. En el programa radial La Retaguardia, Mónica Alegre contó cómo espera este nuevo aniversario, con jornada virtual y transmisión de Radio Zona Libre a las 15 desde el Espacio, y compartió algunas de las anécdotas con su hijo. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Pedro Ramírez Otero/Agustina Sandoval Lerner ✍️ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades/La Retaguardia —Si un día yo no estoy, te pido por favor que me cuides a mi hermana. Prometeme que lo vas a hacer y que nunca la vas a dejar sola —le dijo Luciano Arruga a su madre. —Dejá de hablar, ¿a dónde te vas a ir? —No sé, mamá. Un día me voy a otro país, no puedo venir más y no la voy a poder cuidar. Te pido que la cuides. Cuidame a mi hermana, por favor. Entonces yo me voy a poder ir tranquilo. Mónica recreó así cómo fue la última conversación que tuvo con su hijo. Su voz es inconfundible. Casi que no haría falta presentación. Mónica Alegre habla de su hijo, Luciano Arruga, e inmediatamente se la nota llena de orgullo, de fuerza. Esa fortaleza que, admite, no siempre tuvo, pero que transmite cada vez que presta su voz para hablar de Luciano y de los pibes y las pibas asesinadas por la policía. Porque estas Madres que se unen en el dolor, en la pérdida, pero también en la lucha constante y en el grito incansable de justicia, no lo hacen solo por sus historias. Lo hacen por todos los pibes y las pibas víctimas del gatillo fácil, asesinadas en comisarías o desaparecidas por el Estado. Mónica es un claro ejemplo de esa solidaridad contagiosa que tienen estas madres compañeras. Por eso, dice que este 31 de enero, en medio de la pandemia, quien quiera recordar a Luciano lo haga de la manera que pueda y reivindicando a cada uno y cada una de esos jóvenes: “Este año es atípico por el contexto de pandemia. Se decidió no hacer marcha ni festival para cuidar y preservar la vida de los que vienen de tan lejos, de todas las provincias. Tampoco vamos a arriesgarlos a que se lleven una enfermedad de acá. Se va a recordar a Luciano con una radio abierta, se harán pintadas. No estamos convocando a la gente, pero sí yo les invito que el que quiera recordar a Luciano, cada uno desde su lugar, haga una actividad con sus precauciones, recordando a sus pibes porque lamentablemente en todas las provincias y en todos los lugares hay un pibe desaparecido, un pibe víctima de gatillo fácil, una piba desaparecida. El mejor homenaje que se le puede hacer a Luciano el 31 es recordar a sus pibes: recordar a Santiago (Maldonado), recordar a Facundo (Rivera Alegre), a Rafita (Nahuel), a Daniel Solano, recordar a todos y todas”, pidió.   Un pibe soñador y fánatico de River Es inevitable que el corazón de Moni no se estruje un poco cuando habla de su hijo. Sin embargo, comparte esas sensaciones con una calidez entrañable: “Yo lo recuerdo como era: un pibe de barrio, común. Un pibe que tenía sueños, tenía ilusiones. No le gustaba el estudio. Él simplemente quería terminar el secundario y regalarle el título a su hermana. Le gustaba tener amigos, jugar al fútbol en la plaza, descalzo, por el pancho y la coca. Soñaba con conocer lugares. Decía que me iba a llevar a muchos lados. Soñaba con conocer el mar. Decía que cuando sea grande iba a trabajar piola y me iba a hacer la casa linda, que no me iba a faltar nada. Era muy compañero conmigo. Soñaba con tener hijos y un sobrino. Amaba tener un sobrino. Se enojaba con su hermana, le decía ‘todos mis amigos tienen sobrinos y yo soy el único que no tengo, no sé qué estás esperando’. Vanesa se reía. Soñaba con ese sobrino que ahora está. Él decía que iba a tener hijos. Su primer hijo iba a ser varón y se iba a llamar Enzo Ramón. Soñaba con conocer la cancha y a sus idolos, Enzo Francescoli y Ramón Díaz. Soñaba con estar en esa tribuna”, ilustró Móni los deseos de un pibe de 16 años. “Blanco fácil” Como a muchos pibes y pibas del barrio, a Luciano lo fue a buscar la policía para que robara para ellos, en el intento por aprovechar su vulnerabilidad social. Él se negó, lo compartió con su familia y desde ese momento fue perseguido, hostigado y amedrentado por quienes después terminaron por desaparecerlo: “En ese momento nuestra situación no era la mejor. Yo recién venía al barrio. No tenía trabajo y no estábamos bien. Luciano era un blanco fácil. Era el momento del auge de la policía regenteando a los pibes. La mayoría de los pibes trabajaban para la policía. Tenía 16 años, era inimputable. Le ofrecieron el trabajo, pero gracias a que Luciano siempre tuvo la palabra sensata de su hermana, dijo que no. Siempre demostró otras cosas por qué luchar. Él dijo que no y eso fue marcar su sentencia de muerte. Poco tiempo después lo llevaron detenido, lo amenazaron, lo hostigaron. Lo golpearon y lastimaron física y psicológicamente. Cuando yo lo saqué a Luciano ya no fue el mismo. Sabía que tenía los días contados y yo no me di cuenta. Esto fue

Lo dijo Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga, en el programa Hasta que vuelvan los abrazos por Radio La Retaguardia. La referenta de derechos humanos habló acerca de la situación represiva actual, reivindicó la lucha de las familias que buscan justicia por los pibes y las pibas víctimas de gatillo fácil y pidió la aparición con vida de Facundo Astudillo Castro. “Cualquier paso adelante que quieran dar, lo tienen que hacer con las familias adentro”, dijo sobre el anuncio del trabajo en una ley contra la problemática. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista: Fernando Tebele/Giselle Ribaloff ✏ Redacción: Diego Adur 💻 Edición: Pedro Ramírez Otero/Fernando Tebele 📷 Foto de portada: Archivo Natalia Bernades La Retaguardia Cuando Vanesa Orieta habla, lo hace desde el lugar de una persona que sufrió en carne propia algo tan terrible como la desaparición forzada seguida de muerte de su hermano Luciano Arruga. Una víctima que debió soportar todo tipo de maniobras encubridoras por parte de la justicia y el poder político, las mentiras y difamaciones de los medios tradicionales de comunicación, y la violencia constante de la Policía Bonaerense. Con esa experiencia, contó las sensaciones que le produce este nuevo caso de desaparición forzada en democracia y la escalada de violencia represiva que se viene acentuando desde el comienzo de la cuarentena, con 71 asesinatos a manos del Estado, según un informe de CORREPI. ”En este contexto se dieron situaciones represivas que fueron significativamente violentas. Estoy muy atenta a todo lo que pasa. Cuando se empezó a preguntar por un joven que hasta el día de hoy está desaparecido, es inevitable que no me ponga a difundir en las redes la situación. Lo primero que aparece es el dolor por estar nuevamente haciéndonos esta pregunta, buscando una persona que está desaparecida. Es inevitable que cuando esas preguntas aparecen o cuando afirmamos la consigna de Aparición con vida de Facundo, no me remonte a los que nos tocó vivir, a los primeros tiempos de la desaparición (de Luciano). Son momentos muy fuertes y muy duros. Aparecen las presiones y las amenazas. Pienso en cómo se extiende ese horror en la vida de las familias que buscan desesperadamente”, expresó. Acerca de la acción de la justicia, la hermana de Luciano opinó: “Después de 11 años de pedir verdad y justicia, estamos descreídos de que la justicia pueda venir de la mano del Poder Judicial. Son los responsables de generar impunidad”. También criticó a la clase política: “Estamos descreídos de pensar que sea el sector político el que genere cambios. Los diferentes gobiernos constitucionales vienen generando esta sintonía violenta que se refleja en las muertes y desapariciones de pibes y pibas en las barriadas. Me genera una sensación de profunda tristeza no poder sensibilizar entre todas las familias a esta sociedad para que entienda el horror que se vive cuando se está buscando a un familiar desaparecido o cuando una madre denuncia el fusilamiento o la tortura de su hijo. Desde los lugares que tienen el poder para poner palabras se utilizan conceptos súper blandos para describir esta situación. No están contemplando el horror que nos toca vivir a las familias”, manifestó. Las declaraciones de funcionarios Vanesa se refirió también a un comentario que realizó el presidente Alberto Fernández cuando le preguntaron por Facundo y respondió que no quería vivir en un país donde pasaran estas cosas: “Bienvenido al país que tenemos -sugirió como respuesta-. Le haría una lista de todas las personas desaparecidas en democracia y muertas por gatillo fácil. Son mensajes que generan mucha bronca. Tienen que ver con la vida de muchas familias que no se merecen escuchar estos discursos. En todo caso, reconozcan que esto está pasando. Dejen de hablar de violencia institucional, porque esa denominación le queda muy chica a esto que está pasando. Si al pueblo se le dice que esto está pasando podemos generar otro imaginario. Estos discursos se suman al de los medios de comunicación que incitan al odio y desinforman. Los medios tradicionales están generando el espanto continuo en la vida de las familias que denuncian esta problemática. Entendemos que es sistemático y hay una lógica de la impunidad. Cuando hablamos que existen responsabilidades políticas nos referimos a estos discursos. Las frases de las personas que están en lo más alto del poder generan un imaginario para todo el país. Eso también tiene que ver con la impunidad. Parece que la vida de los pibes y las pibas no vale un carajo”, expresó Orieta. Para Vanesa, vale la pena preguntarse por qué un caso de desaparición forzada puede lograr conmover más a la sociedad que otro: “Se debe analizar el impacto que tienen los casos. Hay algo ahí que tiene que ver con la cuestión de clase que hace que algunas causas puedan sensibilizar más que otras. La visibilidad de muchas causas de los últimos años tiene que ver con la lucha de otras familias en otros contextos, por ejemplo Rosa Bru con el caso de Miguel (Bru, el estudiante de periodismo desaparecido en 1993). Las familias dejamos nuestros cuerpos y nuestra vida en esta lucha. Tenemos que seguir indagándonos sobre cómo nos repercute un caso y otro”, se cuestionó. ¿Por qué hoy se habla de Facundo?Hay claras similitudes en cómo operan los diferentes aparatos estatales para llevar a cabo su maquinaria de desaparición. Pero aparecen algunas diferencias,por ahora sólo desde lo discursivo. Vanesa recordó que desde la desaparición de su hermano, ocurrida el 31 de enero de 2009 y durante los 5 años y 8 meses de búsqueda de Luciano, poco se hablaba de él. Poco se preguntaban los medios tradicionales de comunicación y nada respondían los responsables políticos, los encubridores judiciales ni los autores materiales de la desaparición. Hoy sí se habla de la desaparición forzada de Facundo. Los medios preguntan y los políticos responden.  Para Vanesa eso se debe a la lucha de las familias y a la búsqueda desesperada de las madres: “Algunos de los funcionarios que hoy dan respuestas sobre Facundo ocupaban un cargo

El sábado pasado se realizó en La Tablada un homenaje a Gastón Tonchi Flores, asesinado hace 18 años por la Policía Bonaerense. Durante la jornada se pintó un mural, hubo música en vivo y se escucharon las voces de familiares, amigos y amigas del joven. (Por La Retaguardia) ✍ Texto 👉 Julián Bouvier🎤 Testimonios 👉 Pedro Tato💻 Edición 👉 Pedro Ramírez Otero📷 Foto de Portada 👉 Florencia PropatoEs sábado al mediodía y La Tablada comienza a pintarse de protesta. También de alegría y de encuentro. Se cumplen 18 de años de que la Policía Bonaerense mató a un joven allí, en donde se entrelazan dos importantes calles matanceras: Avenida Crovara y Arieta.El asesinato de Gastón Tonchi Flores fue en la madrugada del 3 de marzo del 2002, cuando el cabo primero Gómez decidió fulminarlo con un itakazo en el estómago, luego de que otro Policía -vestido de civil- le diera varios disparos de balas de goma. El cabo Gómez, quien terminó con la vida del joven, fue condenado a 20 años de prisión. Luego, por decisión de la Cámara de Casación, la condena bajó a 18 y finalmente, alegando “buena conducta”, la justicia determinó liberarlo al haber cumplido 14 años de prisión, las dos terceras partes de la pena. Los demás responsables policiales del asesinato del Tonchi nunca fueron juzgados.La soleada y calurosa tarde matancera va tomando color: el Frente de Artistas del Oeste, junto con artistas autoconvocados/as desde temprano, pintan un mural. La cara de Tonchi, acompañada por unos cálidos colores pastel, se apropian de una pared en la que alguna vez hubo inscripciones que recordaban a los militares que murieron en el Regimiento de la Tablada, cuando en enero del ’89 militantes del MTP (Movimiento Todos por la Patria) intentaron tomar el cuartel. Cuatro de ellos aún permanecen desaparecidos. La madre de Tonchi, que de a poco empieza a hablar más y a sacarse de adentro el dolor con algunas palabras (si se pudiera), pide que en el muro se vea una frase de Diego Torres que ella siente como propia: “Siempre te recuerdo para no extrañarte”.Amigos y amigas de Tonchivan llegando desde temprano y acercan el sonido para el festival, cuelgan algunas banderas que ya convocan a la jornada que dará comienzo al atardecer con una murga. Niños y niñas con la cara del Tonchi en sus remeras, familiares, más amistades, artistas, llegan para ir armando lo que será esta amena tarde/noche de música, encuentro y lucha.Hacia la noche, entre las bandas que van ambientando la Avenida Crovara, se acerca al micrófono alguien que bien sabe de estas injusticias: Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga, que parada junto al padre de Tonchi, reflexiona y nos invita a pensar: “Es importante recordar a las personas que fueron víctimas de la represión estatal en actividades como esta, porque tenemos que aferrarnos a la vida, porque la vida tiene que ver también con la alegría, pero es necesario en un momento hacer un silencio, poder pensar y tomar conciencia de lo que significa hablar de represión estatal. Hablar de represión estatal en nuestro país es hablar de la muerte sistemática de un montón de pibes y pibas de nuestros barrios. Y a su vez es pensar cómo se empiezan a generar estas políticas represivas”. Recordó, entre otras cosas, la responsabilidad política de quien es hoy otra vez intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, en la desaparición de su hermano.Después escuchamos las palabras de Ramón Guaro Flores, el padre del joven, que no son más que de agradecimiento, sobre todo hacia Abel Giménez, amigo de Tonchi ,que desde el día uno se encarga de recordarlo organizando cada actividad y convocando para que sean verdaderos homenajes. Además, recuera a amigos de su hijo que perdieron la vida, pero que siempre estuvieron acompañando en estas jornadas.Por último, su amigo Abel -organizador de este festival-  cierra con unas palabras y con una propuesta a todas las personas que estamos allí. “Les vamos a pedir el apoyo a todos ustedes porque queremos armar acá una Plaza de la Memoria, que tenga la cara del Tonchi en el piso. Porque sabemos que Tonchi no va a volver con nosotros, pero no queremos que a ningún otro pibe le vuelva a pasar lo que le pasó a él. Sabemos que el aparato represivo está más vigente que nunca, aunque lo tapen. Tenemos que combatir eso. Y lo vamos a hacer con esa Plaza para seguir gritando Memoria, Verdad y Justicia”.

En Quién mató a mi hermano, la  película de Ana Fraile y Lucas Scavino estrenada el año pasado sobre Luciano Arruga, aparece la perito médica Virginia Creimer afirmando que el joven de 16 años podría haber sido víctima de abuso sexual por parte de la Policía Bonaerense. Fue luego de observar una serie de fotografías de Luciano al momento de su asesinato en la General Paz y al analizar resultados de la segunda autopsia, Esta declaración fue sorprendente: no se conocía públicamente el informe que Creimer había elaborado cuando se encontró el cuerpo de Luciano. La semana pasada, y a horas de cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición, Vanesa Orieta, su hermana, habló con La Retaguardia, por primera vez, de la valiente decisión de permitir que estos datos salieran a la luz. Afirmó que junto a su madre, Mónica Alegre, están fortalecidas, y que se tomó esta decisión, difícil y dolorosa, porque la sociedad debe saberlo, y que las palabras de Creimer acompañan la denuncia de la familia contra la Policía Bonaerense. Vanesa concluyó, además, que la perito forense es clara y deja en evidencia la perversidad de la Policía Bonaerense en los barrios populares. En diálogo con La Retaguardia, Creimer aportó más detalles sobre su informe, y también explicó por qué cree que aún no fue incorporado a la causa. (Por La Retaguardia) 🎤 Entrevista 👉 Fernando Tebele 📝 Texto 👉 Rodrigo Ferreiro💻 Edición 👉 Rosaura Barletta/Fernando Tebele📷 Fotos 📽️ Video de la película ¿Quién mato a mi hermano? de Ana Fraile y Lucas Scavino Al momento de la identificación de los restos de Luciano Arruga, enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita hasta octubre de 2014, Virginia Creimer trabajaba en el Ministerio Público Fiscal. Es una médica forense de extensa trayectoria, que luego de trabajar para el sector público durante un período prolongado, tuvo que cambiar al ámbito privado. No fue una elección. Sufrió amenazas graves, como la aparición de un cuchillo ensangrentado clavado en la puerta de su casa, o acciones aún más directas y tenebrosas, como el descuartizamiento de una de sus mascotas. Ante la ausencia de protección desde el Estado, decidió salirse para poder seguir parada en el mismo lugar. Su participación en juicios como el que condenó por los crímenes de los dirigentes montoneros Osvaldo Cambiaso y Eduardo Daniel Pereyra Rossi, a Luis Abelardo Patti, ex policía y político estrella de la ultraderecha noventosa; o el peritaje que imposibilitó uno de los intentos del genocida Etchecolatz de conseguir la domiciliaria, entre otras causas en las tuvo un rol relevante, pudieron haber ocasionado las amenazas, porque sus revelaciones ayudaron a volcar causas contra gente poderosa, en general integrantes de las fuerzas de seguridad. El caso de Luciano no es la excepción. Creimer hizo un informe exhaustivo de la segunda autopsia realizada sobre los restos de Luciano y sobre las fotos que muestran cómo se encontraba al momento de ser atropellado en General Paz. En ambos aspectos, su aporte fue revelador. Esta entrevista es un diálogo fuerte, que golpea. Sin embargo, es necesario y clave, no sólo para descubrir la verdad acerca de lo que pasó con Luciano, sino para entender la capacidad cínica de la Bonaerense. —La Retaguardia: ¿Qué implica para una perito que se involucra como vos que las familias puedan poner en palabras ese sufrimiento de Luciano? —Virginia Creimer: En principio, dejar en claro que es un proceso complejo, las pruebas no aparecen de inmediato o mágicamente como en las películas. En mi caso, cuando tomo una causa la sigo hasta el final, hasta las últimas consecuencias, y a veces así son las consecuencias. La verdad repara, y a veces la justicia no repara el daño causado por otros, pero la verdad repara, y muchas veces es tan dolorosa que lleva un tiempo de duelo aceptar esa verdad. Con Vanesa hemos hablado de esto, lo duro de aceptar que ese testimonio aparezca en la película, y la valentía que tuvieron ellas dos, Vanesa y su mamá (Mónica Alegre), tanto en encontrar a Luciano como en romper esa coraza, romper tantos dolores, y decir “sí, a Luciano le pudo pasar eso, hay alguien que trabaja hace años investigando esas cosas, a estudiar cómo las fuerzas de seguridad violentan a las personas, que está pensando que además de todo lo que sufrió, además de todas las otras torturas, fue víctima de abuso sexual”. Y eso fue muy duro en la investigación, porque cuando yo tomo conocimiento de que existen las fotografías, y ya trabajando para el Ministerio Público Fiscal, el fiscal (Sebastián Basso, actualmente a cargo de la Unidad AMIA) es reacio a mostrármelas, yo no quería instistir, pero la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza planteó que tenía que verlas. Hasta ese momento yo sólo tenía objetivamente las lesiones que se habían encontrado en la primera autopsia (realizada al cuerpo NN al momento del atropellamiento en la Gral. Paz), bastante deficiente, y las lesiones que habíamos empezado a encontrar en la reautopsia, muy importantes porque daban cuenta de las torturas que había sufrido anteriormente Luciano. Pero cuando me abren la carpeta de la autopista con las fotos y yo veo el cuerpo de Luciano en el asfalto, y veo la ropa que tenía puesta (hasta ese momento sólo sabía, yo, de las lesiones desde el punto de vista médico legal). No es que mi juicio cambia, pero la realidad me pegó un cachetazo en la cara, porque después de haber trabajado durante tantos años investigando el accionar de personas perversas, cuando veo el cuerpo de Luciano, tenía puesto una tolerita, un pañuelo en el cuello, unas medibachas mal puestas, porque evidentemente Luciano no sabía cómo ponérselas, con una vedetina rosa por encima de las medibachas, un jean de mujer enrollado hasta las rodillas, y esto es un dato muy importante, porque quiere decir que Luciano corrió con los pantalones hasta la rodilla, y de ese modo es imposible cruzar la General Paz, es ir hacia la muerte. —LR: Ese dato

A propósito de cumplirse 11 años de la desaparición forzada de Luciano Arruga, su hermana, visitó el programa La Retaguardia. Orieta se refirió, por primera vez, al informe de la perito Virginia Creimer, que se conoció en la película sobre el caso estrenada en 2019, y que dan cuenta de que el niño de 16 años pudo haber sido sometido a delitos sexuales, según revelan las prendas con las que estaba vestido y algunas lesiones que se encontraron en su autopsia y que no serían producto del arrollamiento en la Gral. Paz.  Hoy viernes, a partir de las 18, Familiares y amigos de Luciano convocaron a una radio abierta frente al Municipio de La Matanza y mañana sábado, como cada año, se hará una marcha desde General Paz y Mosconi (donde Luciano fue atropellado por un auto cuando escapaba de la Policía) hasta la plaza Luciano Arruga. En la plaza, a las 20, será la proyección de la película ¿Quién mató a mi hermano? (Por La Retaguardia)🎤 Entrevista 👇Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero📝 Redacción 👇Rosaura Barletta y Diego Adur💻 Edición 👇Rosaura Barletta📷 Fotos 👇Archivo La Retaguardia/Natalia Bernades📷 Fotos de portada ☝ Vanesa Orieta en una actividad, con una remera con la foto de su amigo Alejandro Cabrera Britos, que falleció el año pasado en un accidente automovilístico 👇Archivo La Retaguardia/Natalia Bernades A partir del estreno del documental dirigido por Ana Fraile y Lucas Scavino, trascendieron detalles sobre el hallazgo del cuerpo de Luciano que no se habían dado a conocer antes. Más allá de la información que se precisará a lo largo de esta nota, lo que estos detalles denotan es que las últimas horas de Luciano fueron, indefectiblemente, horas de sufrimiento, de dolor, de tortura. Que, como alguna vez explicó su mamá, Mónica Alegre, para alivianar la carga del joven que lo atropelló -sin intenciones ni haber cometido falta alguna-, ese impacto fue, paradójicamente, el final del padecimiento. La magnitud de la violencia descargada sobre ese niño es, aunque apliquemos la mayor creatividad, imposible de prefigurar. “Inimaginable todo lo que pasó después de la desaparición de Luciano. Inimaginable pensar que lo íbamos a encontrar después de cinco años y ocho meses en esa situación”, define Vanesa en algún momento de esta charla.“Todo lo que pasó después de la desaparición de Luciano fue inimaginable. Que lo íbamos a encontrar en la situación en la que se lo encontró. Hay pequeñas cuestiones que tenía claro, y tengo claro, que mi hermano sufrió mucho. En esas 3 horas en las que él estuvo dando vueltas en esa patrulla, con esos policías, entiendo que Luciano sufrió mucho. En las primeras horas en las que desapareció Luciano, no tenía esperanzas de encontrarlo con vida. Eso me surge de haber transitado un camino previo con Luciano y que tuvo que ver con el hostigamiento. Yo tenía charlas con mi hermano, le veía los ojos, le sentía el temor, lo iba a buscar a las comisarías a donde lo llevaban después de hostigarlo en la vía pública y llevárselo por cualquier cuestión como averiguación de antecedentes. Luciano era golpeado y maltratado. Cuando salía teníamos charlas sobre eso. Entendía lo que estaba pasando con Luciano”, aseguró con contundencia. “No podía imaginarme que lo iban a desaparecer. Ya había vivenciado como lo golpeaban estando presente en una comisaría. Ya venía experimentando la violencia de la policía con mi mamá, conmigo. Ya empezábamos a tener miedo entre nosotras, entre nosotros. Habíamos intentado activar algunos mecanismos de defensa con Lu, diciéndole que si lo volvían a parar no hiciera ciertas cosas viendo de qué forma poder ir zafando de eso. Al mismo tiempo teníamos claro que denunciar iba a ser peor, se la iban a agarrar peor con Luciano, iban a terminar molestando a mi vieja y a mis hermanos. En ese momento, la realidad de mi familia era muy triste. Estamos hablando de una familia que vivía hacinada en un cuartito muy pequeño, con sus tres hijos, haciendo lo que se podía, sin un acompañamiento del padre de sus hijos”, recordó Vanesa sobre el contexto vulnerable de Luciano, contexto que la policía consideró favorable para comenzar el hostigamiento. “Todo a pulmón y con mucha desesperación. Una familia que está sufriendo la falta de derechos, sin un mango, faltaba la plata para comprar comida y encima está sufriendo la persecución y el hostigamiento de la cana. Cuando Luciano no aparecía y mi vieja me llamó al laburo diciéndome lo que estaba pasando, en ese momento entendí. Entendí que lo que había que hacer había que hacerlo rápido. Entendía que iba a tener que ir todos los días a la Fiscalía. Todos los días a presionar e hinchar los ovarios para que nos escucharan porque cada minuto que se perdía era alejarnos más de Luciano”, recordó.Aunque, como expresó, supo desde el primer momento que no lo volvería a ver, Vanesa plantea: “En ese momento no podía poner en palabras lo que pasaba, pero lo demostraba con mi insistencia. Yo no descansaba. Era levantarme todos los días pensando a quién ir a ver, con qué medio comunicarme. Tenía que ver con esto, saber que las cosas estaban mal. A los pocos días de empezar a mover la información y denunciar empecé a sentir la presión de la policía. La empecé a sentir en carne propia. Estábamos en un buen camino de denuncia, pero también estábamos corriendo riesgo. Eso era también algo que tenía claro. Yo tenía una mamá que estaba sufriendo mucho, que estaba esperando a su hijo, sentada, afuera de su casa y que pensaba que su hijo iba a llegar caminando a su casa”, recordó sobre la situación en la que se encontraba Mónica Alegre en las primeras semanas. “Tenía dos hermanos muy chicos. Siempre fui una hermana y una hija muy presente. Fue un momento de mi vida en el que tuve que desapegarme de todo lo que venía haciendo y acompañar el proceso de mi familia. Sabía que había que buscar acompañamiento porque estábamos corriendo riesgo”, aseguró Vanesa. No alcanza con imaginar Si, antes del hallazgo

Para conocer detalles de la causa judicial ante un nuevo aniversario del secuestro, asesinato y posterior desaparición de Luciano Arruga, los medios comunitarios, alternativos y populares* que acompañamos a la familia, dialogamos con Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Durante la charla destacó el rol activo del grupo de Familiares y Amigos, y resaltó que la impunidad se construyó desde la justicia. Este viernes a las 18 se realizará una radio abierta frente a la Municipalidad de San Justo. El sábado, desde las 17, será la marcha desde Gral. Paz y Mosconi (Lomas del Mirador), hasta la Plaza Luciano Arruga en el Barrio 12 de octubre, donde a las 20:30 se proyectará la película ¿Quién mató a mi hermano? (Por Medios comunitarios, alternativos y populares) 🎤 Entrevista 👇Natacha Bianchi (La Retaguardia/Radio Zona Libre)Daniel Giovannini y Graciela Gurvitz (La Colectiva)Paulo Giacobbe (La Retaguardia)Paula Lorenzo (La Tribu)Nicolás Carral 💻 Edición 👇Daniel GiovanniniFernando Tebele (La Retaguardia)Giselle RibaloffNicolás Carral 📷 Fotos y 📹 Videos 👇Daniel Calabrese La trama de la represión estatal, deja golpes, pérdidas y también preguntas. La causa judicial de Luciano, a 11 años de su desaparición, secuestro y muerte, sigue teniendo en vilo a la familia con una respuesta en deuda. La verdad no cuenta como moneda corriente en los pasillos de la justicia. Quien acompaña la causa judicialmente hace más de 6 años es el CELS. Es una tarde de mucho calor, típica de enero, y acordamos encontrarnos con Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), en el edificio de la calle Piedras, en los bordes del centro porteño. Somos siete periodistas en total. Nos consultan si todos y todas preguntaríamos; respondimos que sí.  En el segundo piso del Centro de Estudios legales y Sociales, a salvo del sol y de las calles angostas de San Telmo,  prendimos los grabadores, acomodamos la cámara, y luego de casi una hora de entrevista colectiva, salió un relato con la información necesaria para dejar en claro que la lucha por verdad y justicia por Luciano no va a cesar. La primera pregunta aparecía como obvia, ¿qué pasa con la causa judicial? Paula Litvachky, a cargo del área de Justicia y seguridad del CELS, respondió: “se están haciendo algunas medidas de prueba que estaban pendientes y en un marco de grandes dificultades para conseguir líneas de investigación que tengan alguna perspectiva de encontrar verdad y justicia. Estamos tratando de impulsar que se tomen medidas de prueba, hay que revisar lo que se hizo para encontrar líneas. Es una situación difícil y es una causa judicial difícil y muy trabada. Sobre todo por la pésima investigación, para ponerle un título que no hable del juez y las fiscales. Lo que pasó con la investigación en los primeros momentos de la desaparición de Luciano construyó las condiciones para la impunidad y para que todos estos años sea muy difícil”, indica, responsabilizando por primera vez en la charla al juez Gustavo Banco y a las fiscales Roxana Cejas y Celia Castelli. “Lo que uno puede plantear en el marco de una causa judicial siempre está muy condicionado por cómo se hicieron las cosas en su momento y cómo uno puede lograr timonear y mover las cosas dentro de la causa judicial como para que se abra un escenario que despliegue alguna posibilidad de darle respuesta a las familias y construir verdad y algún tipo de justicia y reparación”, refuerza. “Lamentablemente no tengo para decir ahora que la causa tiene una perspectiva súper optimista”. El jury, una historia de nunca empezar En el último tiempo, Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, mostró su preocupación por el estado de los pedidos de enjuiciamiento contra Banco, Cejas y Castelli. Litvachky detalla cómo está esa parte de la batalla contra la justicia, un trámite que comenzó en 2012. “En paralelo a eso hay otro proceso, que no es una causa judicial sino que es el Jury de enjuiciamiento a quienes estuvieron a cargo de la investigación en los primeros momentos, en la Provincia de Buenos Aires. Eso también se viene promoviendo y es muy dificultoso. Ahí lo que tenemos es algún avance por el esfuerzo, básicamente, de la familia, de la red de amigos y colaboradores de la familia de Luciano. Y la expectativa es que durante este año podamos hacer que se abra el Jury para poder llevar a la discusión pública cómo fue la investigación de Banco, de Castelli y de Cejas. En eso sí tenemos alguna expectativa de que avance porque, con mucha dificultad y después de muchos años, logramos llegar al punto que podemos llegar a tener lo que sería un juicio, no es un juicio criminal sino que es un juicio disciplinario”. Sin embargo da cuenta también de las dificultades que se presentan: “viene un poco trabado también por otro tipo de dificultades. Por un lado, que el sistema político de la provincia de Buenos Aires en su totalidad no acompañó nunca la promoción de ese juicio político y evaluar las responsabilidades de quienes estuvieron a cargo de una investigación que llevaron directamente al fracaso. Por distintas razones, por impericia, por connivencia, por clasismo. Me parece que eso es lo que podría definir más que nada la razón por la que en su momento hicieron lo que hicieron. Y por vínculos y, bueno, relaciones con la propia policía que era el objetivo principal de la investigación”. La referente del CELS subraya responsabilidades políticas en el encubrimiento, aunque las limita a la órbita provincial. “El sistema político de la provincia de Buenos Aires puso muchos obstáculos y muchas trabas a que ese Jury avance. Con mucho esfuerzo se logró llegar hasta este momento. Y sólo acusamos nosotros: la familia con el acompañamiento del CELS. No hubo acusación ni de la Procuración ni de la Comisión de acusación de la Legislatura provincial. Eso me parece que es todo un dato del sistema político provincial. Y además no

Mónica Alegre, mamá de Luciano Arruga, visitó el estudio Víctor Basterra para compartir la última emisión en vivo del Enredando Las Mañanas en el piso de Radio La Retaguardia. En una entrevista que se extendió por poco más de una hora, habló de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil que se aproxima, y opinó -entre muchos temas- del rol de los medios tradicionales de comunicación, de las elecciones 2019, de Patricia Bullrich y del documental ¿Quién mató a mi hermano?, sobre su hijo Luciano. (Por RNMA)“Parece que está lejos pero no, es el 27 de agosto, y la fecha se viene encima y hay muchas cosas por preparar, por afinar. Lamentablemente hay nombres, fotos para sumar, y cada vez son más los pibes, las pibas. Ya no son solo pibes de 14 o 15 años, ahora la policía arremete su furia contra cualquier persona, padre de familia, madre. Ya no hay un estándar de edad. Arremete contra la sociedad más vulnerable que somos, como ellos dicen,  los marginados”. Así comenzó la charla Mónica Alegre, la mamá de Luciano Arruga, entre mates dulces (así los toma ella) en el estudio de La Retaguardia.Mónica también hizo referencia a las últimas reacciones espontáneas traducidas en movilizaciones por parte de quienes integran la organización de la Marcha contra el Gatillo Fácil: “Con lo de Monte (La masacre de San Miguel del Monte, provincia de Buenos Aires) se visibilizó demasiado rápido, los grandes medios lo han tomado porque era un tema amarillista. Mediante un documento que mandó un compañero, que pensé que con un documento en las redes iba a morir todo, yo dije como siempre boca suelta que teníamos que salir a la calle. Nos estaban metiendo el dedo y cada vez más hondo, y que esto se tenía que terminar. Teníamos que salir a repudiar. No teníamos que dejar pasar como dejamos pasar lo de Maldonado. Y tengo una leona al lado mío, que como siempre lo digo es mi par, mi compañera de lucha, Emilia Vasallo. Junto a ella movilizamos a una marcha en 30 horas, que gracias a tu ayuda también (en referencia al periodista Fernando Tebele) se llevó a cabo y fue multitudinaria. Lamentablemente, tengo que decirlo, la gente fue y activó porque era una marcha visible. No paso lo mismo con lo de Silvia Maldonado (una joven asesinada víctima del gatillo fácil en Santiago del Estero). Eso me dolió mucho, de mis mismas compañeras, no tuvimos la adhesión que teníamos que haber tenido, todos nuestros pibes merecen el respeto y el mismo apoyo”. Los medios y las fuerzasEn relación a las fuerzas de seguridad y el rol de los medios hegemónicos expresó: “Hoy le tenemos miedo a quienes deberían preservar nuestro bienestar, nuestra vida. Gendarmería, Prefectura, la Federal, la fuerzas de seguridad en sí. Están arremetiendo contra nosotros. Ahora se está instalando el gatillo fácil en los medios hegemónicos, les tiembla el labio cuando dicen: ‘otro caso de gatillo fácil’. Pero lo dicen, porque le está pasando no solo a la sociedad baja, a la media también”.“Los medios hegemónicos también son culpables”, en particular se refirió al espacio y tiempos televisivos que tuvo Patricia Bullrich al referirse al accionar de la policía en el caso de Monte y a otros casos como el caso de Santiago Maldonado.Mónica, un poco más suelta en sus opiniones respecto a la política dijo: “al lado de la lucha de Luciano no estuvo nadie. Hace muchos años que no voto porque no voy a ser cómplice de la destrucción de un país. No creo en nadie, creo en mí, en Emilia Vasallo, no creo en los políticos. Tengo miedo por el futuro de nuestros nietos, lo tenemos hipotecado, con una deuda de por vida. Lo que me pasó me abrió los ojos.  Hoy por hoy mi lucha es más amplia”. También destacó la importancia de la educación por los pibes y las pibas. Un viaje de aprendizajesMónica y Emilia compartieron un viaje hacia el norte del país para hablar con familiares víctimas de gatillo fácil en representación de la marcha que se aproxima. “Al principio me dio temor pero Emilia tiene una amplia experiencia. Fuimos a Jujuy, allá nos encontramos con Amalia Ortega, madre de Luz y Diego, víctimas de una causa armada”. Mencionó el trabajo que vienen haciendo algunas organizaciones sociales para contener a los y las jóvenes para que no estén en la calle o no caigan en las drogas. Remarcó la participación de la gente en las convocatorias  de las actividades que hicieron por esos lados. “La idea es concentrar en Buenos Aires y que las familias de las víctimas también concentren en sus provincias”.Puso en palabras las sensaciones que se viven con los diferentes casos a diferencia de cómo se relatan en los medios y de cómo es escucharlos cara a cara.  De la impunidad que se vive en el norte con la complicidad policial y el poder.  Y agregó: “Es triste ver como las ‘orgas’ políticas usan los casos, como se ponen las fotos (en carteles) y no acompañan a las familias. Estuvimos en Tucumán también, con la abuela del nene de 11 años, Facundo Ferreyra. Dolor tras dolor. Este año se suman tres provincias más.  Hay que visibilizar las problemáticas de cada provincia y que los que gobiernan se hacen cargo. Tenemos que ser muchísimos en la calles para decir ni un pibe menos ni una bala más”Hacia el cierre de la entrevista, Mónica también dejó su opinión acerca del documental ¿Quién mató a mi hermano?: “Felicito a Ana (Fraile) y Lucas (Scavino) han hecho un trabajo magnífico, han sabido respetar a la familia. Han sido cuidadosos en los detalles. Agradezco porque en la lucha del negro (Luciano) hay más de 2000 luchas, más de 2000 familias. En la lucha de Vane (Vanesa Orieta, hermana de Luciano) hay un montón de luchas, de hermanas. Se refleja el dolor de muchísimas madres. Es la película que refleja la problemática de más de 2000 pibes. No quiero hablar de mi hijo,