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24 de diciembre, a las 9, en la rampa del Garrahan

Escrito por el diciembre 20, 2012


(Por La Retaguardia) Los papás del Garrahan. Así se conoce a este grupo de personas que todos los 24 de diciembre por la mañana, desde hace 18 años, recorren varios hospitales repartiendo juguetes recibidos a través de donaciones, vestidos de Papá Noel y llevando un poco de alegría para los niños internados. No son una agrupación o una organización, simplemente un gurpo de personas que buscan generar sonrisas en chicos y padres que están pasando por una situación de sufrimiento. Hablamos con uno de ellos, el actor Fernando Álvarez, en los estudios de La Retaguardia.

Todo comenzó cuando uno de los papás que hoy forma parte de este grupo mucho más amplio acompañó a su hijo internado un 24 de diciembre y por el hospital no pasó ningún Papá Noel. A partir de esta experiencia, este padre convocó a amigos y conocidos a organizarse, conseguir juguetes y salir a repartirlos vestidos de Papá Noel por distintos hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. “Y allí fuimos, sumando solidaridad, amistades, y juntamos un montón de juguetes. Esto fue en 1994, y lo hicimos solamente en el Hospital Garrahan. Pensábamos que quizás no nos alcanzaban los juguetes, y para nuestra sorpresa sobraron. A partir de ahí, dijimos de hacer lo mismo al año siguiente y así fue sucediendo hasta que al tercer año vimos que había más juguetes y fuimos al Hospital de Niños, y después sumamos Casa Cuna”, relató en los estudios de La Retaguardia el actor Fernando Álvarez.

Con el paso de los años y la experiencia, visitaron también la sala infantil y de infectados del Hospital Muñiz, el Tobar García, la Maternidad Sardá, el Durand, y ahora también hay un grupo que se encarga de la zona oeste del conurbano bonaerense.
“Creemos que esto se puede reproducir perfectamente en cualquier lugar, en cualquier barrio. Para mí es un placer, un orgullo y es la posibilidad de dar amor en situación de sufrimiento, la posibilidad de ayudar, dar esperanza. Alguien a tirarnos un centro, a sonreírnos y decirnos que la vida es dura pero vamos a remarla”, afirmó Álvarez sobre esta experiencia de la que reciben respuestas conmovedoras tanto de los niños como de sus padres: “el chico ve a un Papá Noel, hay bebés que quizás no registran nada, o solo una energía o una cosa roja porque apareció Papá Noel. Lo de los padres es conmovedor. La sonrisa de las madres. En general en los hospitales públicos hay gente de niveles socioeconómicos muy bajos, apareció alguien a traerles un regalito para su hijo, un paquete de pañales para los otros hijos. Uno llega ahí y está el nene internado con su mamá que al lado tiene tres chicos, nosotros le damos a todos”, describió Álvarez.
Muchas de las familias que están en la Casa Cuna o en la Casa Garrahan vienen de otras provincias y deben pasar solas ese día de Navidad allí porque a veces no tienen otro lugar. Al respecto, Álvarez manifestó que disfruta ver la sonrisa y agradecimiento cuando entregan los regalos: “recibimos gracias inmensas. Nosotros tenemos armado un esquema, ya tenemos designados quiénes son los Papá Noel y yo soy uno de ellos, he cedido este lugar algún que otro año y otros han sido Papá Noel. Hay algunas reglas, que tienen que ver con el cuidado de los chicos, con no preguntarles lo que tienen: nosotros vamos a tirar buena onda, un mimo, un poco de amor en una situación de sufrimiento y a que sonrían y esto es lo que logramos”.
Fernando Álvarez considera que el hecho de ser actor le ha jugado a favor en este tipo de situaciones, pero cree que lo más importante es su vocación de servicio, ser solidario, ayudar y estar al lado del otro que necesita: “esto es lo que a mí me nace de corazón. No implica que más de una vez me ha pasado de ver a un chico con una madre y estar a punto de quebrar delante de ellos, pero no, porque me parece que no está bueno. Una vez en Casa Cuna, entré a una salita como Papá Noel, porque es él el que entra a lo sumo acompañado por alguien más. Vi a la mamá emocionada como en muchos casos y la abracé, y se me puso a llorar y le dije ´llorá, está todo bien, es comprensible que llores porque tu hijo está mal y yo te entiendo, pero hay que remarla, no queda otra, y nosotros estamos acá para tirarte buena onda´. Y miraba a la nena enferma que tenía quizás cáncer, leucemia, se la veía pelada, y dije ´y vamos a pelearla, porque está bueno quedarse de este lado, no?´, y salí y me permití quebrarme afuera. Pero uno se va curtiendo y estoy convencido que cuando uno se conecta con el amor, con la entrega absoluta, sin pedir nada a cambio, pero de corazón, pasan cosas extraordinarias. Yo creo y confío en que cuando hago estas cosas a ese chico y esa mamá les da un poco más de potencia para seguir remándola. No importa cómo termine, esa es otra historia. En ese momento sonrieron, vieron que este payaso disfrazado nos dice que la peleemos y vamos a pelearla un poquito más”.
Otra situación que Álvarez recordó especialmente sucedió en el neuropsiquiátrico infanto juvenil Tobar García, al que concurren hace ocho años: “hay chicos internados desde los cuatro, cinco, seis años hasta los 18 años. Es un lugar complejo, duro, difícil y de mucho, mucho abandono porque la locura asusta, y para mí ahí hay que volver a apostar doblemente y volver a poner el cuerpo. Me acuerdo una vez que fuimos y había un chico que tenía una cara de dolor y de tristeza de estar ahí, y no podía esbozar una sola sonrisa. Yo me tomo el trabajo de mirarlos a cada uno a los ojos, de llamarlos por el nombre, y de darle un regalito, y me acuerdo que le dije ´¿no vamos a sonreír hoy? Este Papá Noel viene con buena onda´, y el pibe sonrió y me pudo recibir el abrazo. Misión cumplida. Y si no sonreía estaba todo bien igual, porque son ellos los que la están pasando mal y no tienen la obligación de congraciarse con nadie. Pero como experiencia lo que viví es que cuando uno da amor a corazón abierto, es muy difícil que el otro no tenga ganas hasta de mostrarle al otro que está contento de este mimo”.
Los llamados “papás del Garrahan” son una red de personas, algunos participan desde el inicio, hace 18 años: “lo único que tenemos es cierto orden para organizar la actividad, nada más. Decidimos quiénes son los papás Noel. Los juguetes salen de la gente que dona, son juguetes nuevos, no regalamos usados porque es Papá Noel. Y el que quiere participar, que se acerque cualquier 24 de diciembre a las nueve de la mañana a la rampa del Hospital Garrahan”. Allí habrá un montón de gente, poniéndose los disfraces de Papá Noel, separando los juguetes por edad, repartiéndose las bolsas para salir a los distintos hospitales: “lo importante es estar en ese lugar, esa es la forma de participar. Venir y ser parte, trajiste un juguete, quisiste ver algo, con eso ya estás participando”, cerró Fernando Álvarez el relato de la experiencia de “los papás del Garrahan” durante su presencia en los estudios de La Retaguardia.
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