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Leo Grosso: “No hay políticas de Estado contra la violencia institucional”

Escrito por el octubre 24, 2015


A propósito de la lucha contra el gatillo fácil y del año del hallazgo del cuerpo de Luciano Arruga, los familiares y amigos del joven entrevistaron en su programa Desde afuera, que se emite por Radio La Retaguardia, a Leonardo Grosso, diputado nacional por el Frente para la Victoria, dirigente a nivel nacional de la JP Evita y uno de los principales impulsores de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, integrada por organizaciones, movimientos sociales y organismos de derechos humanos cercanos al gobierno.  (Por La Retaguardia)

“Nosotros hacemos una lectura nacional de la realidad política. En la Argentina, la perspectiva que viene para este domingo está ligada a dos posibilidades. Una es que continúe el Frente para la Victoria y que sea Scioli quien gane las elecciones, o que vuelvan candidatos que denostadamente dicen que son neoliberales. Tipos que plantean que el ejército tiene que rodear las villas o ir con topadoras”, planteó Grosso en relación a la inserción de su movimiento, la JP Evita, en la nueva gestión de gobierno. “Trabajamos fuertemente para que el Frente para la Victoria continúe con la posibilidad de ir viendo y avanzando en esta perspectiva que tiene que ver con la violencia institucional, la violencia policial, los problemas que todavía no hemos resuelto”, manifestó. El dirigente expresó que para resolver la problemática de violencia institucional “necesitamos mucho más tiempo de proyecto nacional. No es un problema que surge hace diez o veinte años sino que atraviesa toda la historia argentina y para resolverla necesitamos seguir articulando fuerza, poder popular, organización popular. La única perspectiva que hay de seguir trabajando este tema es que haya continuidad del FpV”.

La violencia institucional 

Grosso entiende por violencia institucional a aquella que “por acción u omisión se ejerce desde el Estado hacia individuos o grupos de personas. Desde la Campaña hemos hecho un recorte de esa violencia para poder abordarla, porque si no es toda la violencia que se ejerce desde las instituciones, que es mucha y no está resuelta, y decidimos tomar la violencia policial y judicial”. La Campaña Nacional contra la Violencia institucional eligió uno de todos los abordajes sobre la problemática porque “es una perspectiva que nos atraviesa por la militancia barrial, en las villas, en las barriadas populares. Es esa violencia que ejercen las fuerzas de seguridad, las policías provincial, federal y la justicia provincial y federal contra los pibes de los barrios. Eso trabajamos nosotros”. El fenómeno tiene muy diferentes visiones, Grosso analizó una de ellas: “Hay compañeros que plantean que es una forma de ejercer el control social que tiene el Estado con los sectores excluidos. Nosotros creemos que eso es una parte de la realidad de la violencia institucional y de cómo se puede ir perfilando o pergeñando la construcción de un Estado en la Argentina que tenemos por ser un país autónomo o seguir siendo una colonia”.
El diputado aseguró, ante las perspectivas de la nueva gestión presidencial del actual gobernador de Buenos Aires: “No sé si Scioli ha hecho algo en contra de la violencia institucional, sí es parte de un proyecto de país que ha resuelto un montón de problemas que eran parte de la urgencia. Cuando yo empecé a militar en el ’99 también había violencia institucional, lo que pasaba es que como había tanta hambre y desocupación nuestra tarea principal era armar los comedores y merenderos”. Así se metió Grosso en la problemática de la violencia del Estado en sus inicios como militante en los ’90: “No teníamos tiempo, primero porque éramos menos, porque la militancia en general era menos, de cualquier partido político. Se venía toda la crisis del 2001, era un panorama horrible, los pibes venían a morfar adonde nosotros hacíamos clases de apoyo, clases de circo”. El dirigente de la JP Evita aseguró que los casos de violencia institucional en ese entonces se suscitaban con la misma frecuencia, pero resultaba imposible organizarse para discutir esa cuestión. “El avance de los sectores populares en conquista de derechos, en niveles de conciencia y organización popular en estos últimos doce años permite que nosotros discutamos violencia institucional. Los genocidas andaban sueltos por la calle así nomás y la sociedad ni siquiera los cuestionaba, la teoría de los dos demonios…”, rememoró.

¿Campaña de gobierno o campaña militante?

En sintonía con la discusión sobre los ministros anunciados por el gobernador, Grosso aseguró que “no se trata de las personas sino de la relación de fuerzas entre el pueblo y los enemigos del pueblo, que se puede ir construyendo con mucha más agilidad en la medida en que haya un gobierno popular, sea quien sea el presidente. No podrían ser palos en la rueda Casal, Berni o Granados en el gabinete, porque de hecho son los mismos que están ahora, esa es la realidad”, reflexionó. Según el militante, en la próxima gestión no habrá condicionamientos para desarrollar y seguir haciendo la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional a pesar de los funcionarios denunciados en materia de derechos humanos, ni para seguir sosteniendo públicamente las críticas a su accionar. “Tenemos claro qué intereses representamos, cuál es nuestra tarea y cuáles son los objetivos que buscamos, no hay duda. Salvo cuando Nilda Garré fue ministra -en ese tiempo que pudimos coordinar fuertemente las cuestiones de seguridad-, nosotros nunca pudimos coordinar fuertemente con el ministerio de Seguridad, ni de la Provincia, ni de la Nación, ni con el ministerio de Justicia ni de la Provincia ni de la Nación, con las diferencias de cada uno de esos ministerios y sus realidades”, aseguró. Grosso diferenció la gestión de gobierno de la Campaña: “Es una campaña militante que plantea construir organización, instalar el tema y empujar y empujar y empujar hasta que alguna vez los sectores de la política, de la realidad judicial, de la realidad policial, se hagan cargo de que no pueden hacerlo más”.
Grosso también se pronunció acerca de las opiniones en el sentido que habrá más dificultades para emprender la militancia barrial y popular en los próximos cuatro años: “No veo peores perspectivas, lo que veo son mejores perspectivas porque nuestro pueblo ha avanzado. Porque el piso que tiene cualquier gobierno el domingo es mucho más alto que el que teníamos hace doce años. Ese es un piso nuestro, no de los gobernantes, es de los sectores populares. Desde ahí nos tenemos que preparar a construir lo que falta”. Sobre el desarrollo de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional ante los nuevos casos de gatillo fácil, el militante sostuvo que “se han visibilizado mucho más los casos de violencia institucional. Se ha creado el mecanismo de prevención de la tortura en el Congreso nacional y distintos organismos, que no alcanzan, lo sabemos bien. Tenemos que profundizar en la reforma de las policías provinciales, de la justicia provincial y de la Policía Federal y la justicia federal”.

Llegaron los pitufos

Grosso sostuvo que hay que abrir un proceso de discusión sobre las policías locales, a las que en los barrios populares comienzan a llamar pitufos: “Estoy convencido de que si hay varias fuerzas policiales en un territorio eso es mejor porque cuando hay una sola hay monopolio del control territorial. El monopolio que ejerce la policía bonaerense o cualquier otra es malo en sí mismo porque genera mucha discreción, porque no hay nadie que los controle. Cuando combinás fuerzas empiezan a competirse entre ellas y a controlarse”. Hizo, sin embargo, la salvedad de que no hay control posible sin participación comunitaria,  sin jefe civil de la policía, sin una depuración de las fuerzas de seguridad y “planteando la necesidad de separar a cualquier agente que haya participado o esté sospechado de haber participado en alguna cuestión. Es una reforma integral, pero hay que encarar el proceso. Tenemos que hacernos cargo las comunidades, ahí está la discusión. La Policía Federal tiene una incidencia ínfima, en la Capital y en algunos lugares, el problema está en nuestras policías provinciales”.
En México se probó el modelo de dar jurisdicción a numerosas fuerzas en un mismo territorio pero el resultado fue catastrófico, Grosso desarrolló un análisis sobre ese asunto para diferenciar el contexto de la Argentina: “México está en el medio de la ruta de la cocaína. La hoja de coca está sólo en las alturas de nuestro altiplano latinoamericano, y los principales consumidores de cocaína son los Estados Unidos de Norteamérica. México está en el medio de la ruta. Los yankis dicen que tienen la frontera más segura y es donde más merca pasa en el mundo”. El dirigente planteó que el movimiento de dinero que genera el narcotráfico en ese país provocó que se terminara involucrando el propio ejército y señaló que en los últimos diez años hubo 70.000 muertos. “La ventaja que tenemos nosotros es que estamos abajo, entonces nosotros tendríamos que controlar nuestra frontera para no ser un país de tránsito hacia Europa y no tenemos muchas más complicaciones. Entonces sí se puede laburar el tema de la connivencia de la cana con los pequeños narcos, o de los exportadores y por dónde lavan guita”, caracterizó y señaló que hay que seguir la ruta del dinero y no la de la droga, que termina en los sectores más empobrecidos que la producen o la consumen. “El dinero va para los poderosos que construyen torres en las grandes ciudades de este país, para los que exportan soja y otras cosas. Son esas las discusiones. Sacarse la careta y decir dónde está el negocio. Es como el tema de las armas, ¿quién vende las armas?”, se preguntó.
Grosso reconoció que “no hay iniciativa gubernamental ni política de Estado respecto a la violencia institucional, eso es lo que venimos reclamando hace un tiempo largo. Hubo iniciativas legislativas que impulsamos nosotros, de algunos sectores de la justicia, hubo iniciativa de Nilda Garré que después fue desarticulada o dejada de lado. Hay que desarrollar las iniciativas y es el momento político”. El dirigente asegura que los familiares deben encontrarse en sus coincidencias para “marcarle la agenda al Estado, no el Estado a nosotros. No vemos que sirva plantear cosas sobre algún funcionario en particular, yo he dicho cosas y he tenido grandes discusiones que son públicas, pero más allá de eso tenemos que pensar cómo nos preparamos para construir los puntos de encuentro necesarios para marcarle nosotros la agenda al Estado. Pero no al que viene, a cualquier Estado”. Grosso planteó que nunca podrían resolverse los problemas del pueblo exclusivamente a través del Estado sin iniciativa popular: “Es como los gremios: no votamos lo mismo, no tenemos la misma mirada de lo que pasa en Argentina, pero estamos en contra del gatillo fácil; vamos todos juntos, nos juntamos una vez cada tanto, nos sentamos en una mesa y decimos cosas distintas pero estamos del mismo lado, que ellos nos vean. Ese es un gran aprendizaje que tenemos que hacer”.

¿Scioli es la continuidad del kirchnerismo?

“Soy militante de este proyecto político y estoy absolutamente convencido de que lo mejor que le pasó a la Argentina es el kirchnerismo y estoy absolutamente convencido de que es necesario que gane Scioli para no volver a los ’90. Tenemos la oportunidad de seguir en la escalera en que avanzamos en estos doce años, por ahí no con la misma intensidad, ni con la misma fuerza, pero sí seguir”, sentenció. El militante considera que los sectores populares necesitan estabilidad y que, a pesar de tener falencias, “nosotros tomamos la decisión de intentar expresar todo el tiempo a los sectores populares y después llevar esas discusiones adelante en cualquier ámbito donde estemos. Cuando tuve la posibilidad de acceder al Congreso, con nuestros compañeros discutimos: ‘bueno, vamos a tratar de darle una perspectiva que exprese la voz de los pibes’, y así armamos la Campaña –recordó y reflexionó- hoy los diputados y diputadas tienen que cruzarse con una realidad a la que ellos le huyen. Hay que entender a los espacios políticos no como una cosa monopólica, hay que ver los procesos, las discusiones y el componente social que atraviesan”.

El gatillo fácil durante el kirchnerismo

La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) acredita en sus informes anuales que el 65% de los casos de gatillo fácil desde el retorno de la democracia sucedieron en los últimos doce años. Durante la larga charla con los Familiares y Amigos de Luciano Arruga, le recordaron estos datos y Grosso ofreció su análisis: “Creo que seguramente son datos ciertos pero que tienen que ver con otras cosas. La violencia institucional existe hace muchísimo y tiene muchas características. La actual es distinta de la de la dictadura, el foco del conflicto no es el subversivo sino el pibe pobre. La Correpi la define como represión preventiva, no sé si estoy tan de acuerdo”. El diputado planteó que el análisis de Correpi oculta la relevancia de las denuncias realizadas por familiares y la instalación de la problemática en la agenda pública: “Ya se habla de violencia institucional hasta en los grandes diarios nacionales. El primer caso de gatillo fácil fue el 8 de mayo de 1987, la Masacre de Budge. Fue el primer caso que salió en un diario de llegada nacional y después el abogado (León “Toto” Zimerman, fundador de Correpi) esbozó, retomando a Rodolfo Walsh con la secta del gatillo alegre, ‘éstos son la secta del gatillo fácil’ por la cantidad de disparos que había”, relató. Grosso aseguró que los datos de Correpi se explican porque “el movimiento de familiares ha logrado instalar más y se denuncia más, entonces se puede registrar más. Desde que tengo uso de razón que la policía mata pibes, y no creo que en los ’90 hayan matado menos pibes que en esta época. Ahí hay una lectura o una intencionalidad más política que reconocer qué es lo que bajado. Yo no veo que haya un incremento de los casos, sí de las denuncias y de la visibilización”. Por otra parte, Grosso reconoció que en democracia, los casos de gatillo fácil superan a la cifra relevada por Correpi, y aportó ejemplos: “Compañeros míos de la primaria que si vas a los expedientes se murieron en un tiroteo y todos sabíamos que los había matado la policía o se suicidaron en las comisarías, y todos sabíamos que los había matado la policía. Todos tenemos nuestras miradas, pero hilemos más finito para poder construir una presión al Estado en cualquier gobierno”. Por último, el militante reflexionó acerca de la figura del pibe chorro: “No la inventan las instituciones y los medios sino la sociedad. Hay una batalla integral que dar, tendríamos que ver cómo profundizamos para poder avanzar. Si estamos fragmentados la justicia y las fuerzas se nos ríen en la cara”.

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