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María del Carmen Verdú: “Cachito Fukman era un abanderado de la unidad de acción”

Escrito por el julio 24, 2016


Luego del fallecimiento del sobreviviente de la ESMA, hubo decenas de pronunciamientos de personas y grupos cuyas luchas acompañaba. Fue uno de los referentes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (sobre todo tras la también sentida ausencia de Adriana Calvo) y no tardó en conocer a María del Carmen Verdú poco después de la vuelta de la democracia, aunque ella no consigue precisar el momento, Así lo recordó, en diálogo con Sueños Posibles por Radio La Retaguardia, la abogada de la CORREPI. Será la primera de una serie de notas recordándolo, para extrañarlo un poco menos. (Por La Retaguardia)

Recordatorios con poesía

“Se dio una circunstancia que no es nada casual en las muchas cosas que se escribieron en despedidas de Cachito a partir de que emprendiera este nuevo viaje, y es que en muchísimos de los textos que circularon individualmente, de organizaciones, en los discursos, lo que se habló en el velorio cuando los compañeros de Ex Detenidos muy generosamente abrieron el micrófono para que todos pudiéramos decir algo, hubo dos citas que fueron muy repetidas. Por un lado, la muy obvia de los imprescindibles de Brecht, y por el otro lado, la de (Julius) Fucik de la militancia y la alegría, de ‘vivo con alegría, con alegría muero. Que nadie una la tristeza a mi nombre’. Me parece que esas dos citas que han encabezado muchísimas de las semblanzas que circularon, lo pintan al compañero de cuerpo entero, y agrego aquella tercera: ‘El que murió luchando vive en cada compañero'”, definió Verdú sobre los fragmentos representativos de lo que fue el militante. Para la abogada, Cachito cargaba una mochila inmensa “y ahora nos tenemos que repartir un poco entre todos para seguir haciendo lo que él hacía. Escribí algo que publicamos en el lugar de Facebook de Izquierda Revolucionaria y yo decía que he hecho el esfuerzo, desde el momento en que me enteré de la noticia, de tratar de acordarme cuándo fue la primera vez que lo vi a Cachito”. Verdú no puede recordar: “Es como si siempre hubiese estado ahí, en toda mi vida militante, en más de 25 o 30 años de ser el tipo con el que sabías que si compartías un espacio tenías un aliado en dos cuestiones centrales: desde un organismo como Ex Detenidos logró abrirle la cabeza a toda la militancia de nuestro país para tomar la pelea contra la criminalización de la protesta hoy, integrarse en todos los espacios de coordinación contra cualquier forma represiva que se abatiera sobre la clase trabajadora, se tratase de un preso político o de un pibe hostigado por la policía en una barriada. Sin esa selectividad de clase que muchas veces hemos combatido desde CORREPI”, destacó de Cachito. La abogada aseguró que él entendió a la perfección cómo se incorpora esa diferenciación en los propios militantes: “‘A quién le importa si la policía mata a un pibe en el barrio, el problema es cuando se trata de un ataque a una persona organizada’. Al mismo tiempo, en el tema de la represión a los sectores organizados de la clase trabajadora, imponer la defensa de todo compañero o compañera represaliado sin andar contándole las costillas para ver a quién votó, o si no vota o si pertenece a tal o cual otra corriente. Esa universalización de la defensa concreta en el aquí y en el ahora de absolutamente todos los derechos de todos los trabajadores y la defensa irrestricta del perseguido y represaliado es uno de los ejes centrales de la enorme figura del compañero Cachito Fukman”.

Un conciliador

“El otro aspecto que también rescaté en varias oportunidades en que pude hablar de él es la comprensión y la ejecución en la práctica, esa verdadera praxis del revolucionario, de que una cosa son los principios que todos mantenemos junto con nuestra identidad y que son inamovibles y otra cosa es la necesaria flexibilidad táctica que hay que tener para encarar acciones en unidad de acuerdo a lo que la coyuntura nos exige”, consideró Verdú, y mencionó algunos polos de esa unidad: “Es la batalla que se da desde el Encuentro Memoria Verdad y Justicia, desde la Campaña Nacional contra las Detenciones Arbitrarias, desde los distintos comités de defensa de los presos políticos, de los condenados de Las Heras, de la defensa de los trabajadores de Tierra del Fuego, Milagro Sala, etcétera, Cachito enfrentó como abanderado de esa imprescindible unidad de acción. Creo que ese es el otro gran legado que nos deja”.

Un amigo

“En lo personal, por supuesto, la absoluta y total devastación porque, como decía el otro día uno de sus compañeros de trabajo que no es un militante y lo conocía en su faz de laburante decía ‘Cachito era un buen tipo, te daban ganas de abrazarte’ (en referencia a Aníbal, el sonidista durante el velatorio y tantas otras actividades de organizaciones de izquierda). Esa sería la tercera pata de la semblanza. Entender que la memoria sólo sirve si nos permite, bien anclada en el presente, dar las luchas del aquí y ahora, la necesidad de la unidad de acción sin por eso inclinar siquiera las banderas y la bonomía. La buena onda, la capacidad de militar con alegría, con frescura, con fraternidad, con un vinito de vez en cuando, con un buen plato de fideos con tuco, encarar todas estas arduas luchas con toda esa alegría que se nos vio quebrada esta semana con su pérdida”, reflexionó conmocionada.
Cachito, para Verdú, “era un militante de la vida, era un militante que encaraba cada tarea con la urgencia y la importancia al mismo tiempo y siempre buscando el desarrollo en la armonía de las relaciones, en esto que te mencionaba antes de la buena onda. Con la convicción de que uno no milita porque está obligado a hacerlo sino porque quiere más allá de que mil veces nos toquen tareas grises o maratones en las que uno siente que el cuerpo pide un poco de descanso. Por eso lo que destacaba de la cita de Fucik, si no es con alegría, pensando en que estamos construyendo el camino larguísimo y con tantos recovecos hacia un mundo mejor, no tiene nada ningún sentido”.

La construcción sana

La abogada recordó a tantos partidos y organizaciones de izquierda que no miden las repercusiones que puede tener la sobrecarga indiscriminada de tareas sobre los militantes: “En los espacios donde yo participo, tanto en CORREPI como espacio de base antirrepresivo, como partidariamente en Izquierda Revolucionaria, no es casual precisamente que en ambos casos sea prioritario, hasta te diría estatutariamente por una decisión discutida políticamente en instancias de organización, esto del cuidado al compañero. Una cosa es la disciplina, la organicidad, todas esas cosas fundamentales sin las que no hay organización, y otra cosa es el suicidio. Cuando vos quemás a un compañero y lo pasás por la máquina de picar carne, en realidad se está suicidando la organización, no sólo reventándose el caballo de ese compañero o compañera que no puede con su vida”, consideró. La abogada recordó un texto en que el Che hablaba a los militantes: “Les marcaba la diferencia que hay entre ser un revolucionario en tiempos de crisis revolucionaria, en tiempos de guerra revolucionaria y serlo en las etapas chatas de hegemonía del capital, en instancias como la que nosotros atravesamos en este momento. En el momento de la crisis cualquiera es un gran revolucionario porque te lleva la oleada, te lleva la propia dinámica del momento y ningún sacrificio se siente como mucho porque estás ahí a punto de tocar el cielo con las manos; lo difícil, lo complejo, es serlo en los momentos de reflujo, de achatamiento, cuando se dificulta sentir el latido diario de la lucha de clases”, explicó y continuó ejemplificando esa sensación: “Cuando estás remando, remando, remando y avanzaste  25 centímetros en un mes y medio. Ahí es donde es difícil y la gran responsabilidad de las organizaciones, que son en definitiva lo que contiene a los compañeros y por eso es responsabilidad de todos y todas, de cuidar no sólo lo orgánico sino individualmente a cada uno y estar atento”. Verdú retrató la explicación citando a Saint Exupery en El Principito: “Estaba el que le daba la orden al sol de cuándo salir y cuándo esconderse y El Principito le decía ‘bueno, pero decile que salga ahora’, y él le decía ‘no, le puedo decir que salga dentro de ocho horas y cuarenta y cinco minutos’. ‘Ah, qué vivo, esa es la hora en la que sale el sol’, ‘y sí, porque yo le tengo que ordenar que haga lo que puede hacer, no lo que no puede’. Tenemos que hacer una revolución interna, cada uno en sí mismo, si queremos algún día dejar de ser esta mierda que somos y empezar a acercarnos al hombre y a la mujer nuevos”, sentenció.
Cachito era uno de esos que, como dice Verdú que decía el Che, sentía dónde latía la lucha de clases. Un verdadero revolucionario.

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