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Dudas en torno a la supuesta muerte de Vildoza, uno de los jefes de la ESMA

Escrito por el octubre 19, 2016


El jueves 13 de octubre el departamento Interpol de la Policía Federal notificó al juez Sergio Torres, a cargo de la instrucción de la Megacausa ESMA, que había identificado vía huellas digitales el cuerpo del ex capitán de navío y jefe del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada, Jorge Raúl Vildoza. De todos modos, las dudas respecto a su fallecimiento continúan dentro de los organismos de derechos humanos. La opinión de Víctor Basterra, sobreviviente de ese centro clandestino de detención, quien fue uno de los primeros en señalar a Vildoza apenas reiniciada la democracia. Como siempre con Basterra, recorrimos otras historias, como el robo de bienes de los secuestrados y los sellos para tráfico de armas que le hicieron falsificar durante su cautiverio. (Por La Retaguardia)

Jorge Raúl Vildoza fue uno de los jefes de la ESMA. Apenas iniciada la democracia, fue citado junto a su mujer, Ana María Grimaldos, en una causa por la apropiación de Javier, hijo de Cecilia Viñas, quien se encuentra desaparecida. Sin embargo, antes de presentarse a la justicia, el matrimonio dejó el país y durante 25 años no se supo nada de ellos.
Grimaldos fue arrestada en 2012 y en su declaración aseguró que su marido había muerto el 27 de mayo de 2005 en Sudáfrica, donde se encontraba viviendo prófugo de la justicia argentina. Desde un comienzo hubo sospechas respecto a la veracidad del fallecimiento del represor. El 13 de octubre pasado, el departamento Interpol de la Policía Federal aseguró haber identificado el cuerpo de Vildoza a través de sus huellas dactilares. Sin embargo, las dudas continúan.
En su cuenta de Facebook, Carlos Viñas, hermano de Javier, señaló que su familia viene denunciando hace tiempo que el documento falso con el que Vildoza se manejó durante todos estos años tiene las mismas huellas digitales que aparecen en el prontuario que la Policía Federal tiene del represor, por lo que esta aseveración de Interpol no les aporta información. Agregó a su vez que la partida de defunción de Vildoza, expedida por una empresa privada indica que su cuerpo había sido cremado: “no se puede obtener de las cenizas ni una huella digital, ni el ADN”, concluyó Viñas.
Durante una emisión del programa radial Oral y Público, Víctor Basterra, sobreviviente de la ESMA y uno de los primeros que identificó a Vildoza como uno de los jefes de ese centro clandestino, también dudó ante la noticia (no es la primera que duda de la muerte de un represor), pero de todos modos elaboró un perfil del posible muerto: “Lo conocí en la ESMA en los años ’80, ’81, ’82, de vez en cuando aparecía por ahí, era como si alguien visitara la casa del primo de vez en cuando; sé que él había actuado en los años anteriores a mi caída, yo fui secuestrado en agosto del ’79. Él había sido jefe del grupo de tareas antes de (Luis) D’Imperio. Había sido un tipo sumamente peligroso, había estado desde los principios en el Grupo de Tareas, tenía una presencia ahí y después se perdió su huella. Casi todos los oficiales que no eran subalternos sino que tenían relevancia, en algún momento recalaban en Sudáfrica. Luego, seguramente él estuvo vinculado al tráfico de armas, todos estaban vinculados, alguna vez relaté que hice sellos extraños donde decía cargamento de miles y miles de armas de fuego, fusiles automáticos livianos. Un día (Adolfo) Donda me trajo una especie de boleta de un papel muy liviano, con una impresión muy particular que venía del Puerto del Callao, de Perú, y ahí había un sello de entrada, se ve que era una especie de entrada/salida del puerto, un sello rojo, rectangular, con unas inscripciones muy particulares y me dijeron que yo tenía que hacer ese sello, falsificarlo; lo hice, se hacía con un procedimiento muy particular que era el fotopolímero, que además de tener cierta complejidad era desagradable porque luego se limpiaba y cepillaba con un líquido que se llamaba percloroetileno, que era como tomarse dos botellas de ginebra a las 12 del mediodía, uno quedaba medio en pedo, te dolía la cabeza todo el día, con eso se limpiaban los sellos, y Vildoza andaba justamente en esa historia. Después lo vi de refilón y después lo perdí”, recordó Basterra, obligado a realizar tareas como esclavo en su cautiverio de la ESMA. 
Tras ser liberado, Víctor recibió un llamado de Abuelas de Plaza de Mayo en el que le pedían que realizara un reconocimiento: “era en la casa de una persona que nos prestaba su aparato de televisión para poder mirar unos videos, y ese alguien era Magdalena Ruiz Guiñazú. Así que fuimos a su casa y ahí me mostraron un video y yo fui reconociendo a todos los tipos que aparecían. Era una filmación que estaba hecha en el Centro Piloto París, y ahí lo reconozco a Gastón”. Gastón era el nombre de guerra de Vildoza y el Centro Piloto de París era un espacio de inteligencia que los Marinos habían abierto en Francia para seguir los movimientos de los compañeros y compañeras que estaban exiliados allí: “además, el Centro llevaba adelante la campaña para luchas contra la ‘campaña antiargentina’, como le decían a las denuncias que se hacían sobre datos de la realidad (respecto a las violaciones a derechos humanos que llevaba adelante el Terrorismo de Estado). El Centro estaba casi todo cubierto con personal de la Armada, oficiales superiores que habían pasado por la ESMA muchos de ellos, y que después volvieron a recalar en la ESMA en junio del año ’83 para limpiar todos los archivos que había. Y yo algunos se los saboteé”, agregó Basterra.
“Ahí lo identificamos a Vildoza –retomó el relato el sobreviviente de ESMA–, que hasta ese momento no había llegado al conocimiento de mucha gente. Era medio un misterio quién era ese tipo. No sé si soy el primero que lo identifica, pero sí recuerdo que fue bastante sorprendente porque dije ‘yo a este tipo lo conozco, estaba en la ESMA, le dicen Gastón y fue uno de los jefes’. Así quedó, después se siguió profundizando, y todo lo que pasó después, las leyes de obediencia debida y punto final dejaron libres a todos estos hijos de puta. Todo esto fue una pelea que duró mucho, se peleó mucho por esta causa porque tuvieron jueces muy benévolos con ellos y más que era un tipo que tenía mucha guita, un alto jefe de la Armada y acogido por un país. Era todo un tema”.

El robo de bienes de los secuestrados

Como es habitual, las charlas con Víctor Basterra devienen en varios temas. En la última emisión de Oral y Público se le consultó acerca de la apropiación de su casa por parte del Terrorismo de Estado.
“A mí me robaron la casa –afirmó Basterra–. Estaba a nombre de mi vieja y diríamos que la secuestraron, no precisamente un secuestro con capucha y esposas pero sí un secuestro diciéndole ‘mire que tenemos a su hijo, si usted se aviene va a ser mucho más rápida su libertad’, todas esas cosas que decían los tipos. Se la llevan a mi vieja a una escribanía, le hacen firmar un poder especial, y el escribano resulta que era de la Prefectura pero trabajaba para la Armada, un auditor de apellido Molinari, y con ese poder especial se vende la casa. Lo que ellos querían era vender la casa, cosa que hicieron y se la vendieron al padre de un policía que nunca supe si era un tipo que tenía que ver con algo entre ellos, pero así fue la historia. Así se perdió la casa”.
Para Basterra recuperar esa casa sería importante, pero hay otras cuestiones que le resultaron primordiales hasta aquí: “Yo declaro en el juicio por la verdad a principios del 2000 y (el fiscal) Félix Crous hace directamente un pedido de informes y radica una denuncia a la Armada por apropiación de bienes, tomando como referencia mi hogar. Eso está en el juzgado de Torres todavía, dentro del marco de la imprescriptibilidad que significa que forma parte de los delitos de lesa humanidad”, agregó Basterra, quien aclaró que se trata de una pelea que nunca dio de manera directa: “siempre puse más la importancia en lo sucedido objetivamente con los compañeros. Después de todo lo que nos pasó a tantos, lo que uno toma como referencia es la mirada sobre ese objetivo que podía ser algo primordial para alguien pero que para nosotros es algo secundario al lado de todo lo que significa la vida de miles y miles de compañeros. Además de tratar de descubrir y saber cómo fue, quiénes fueron los que ejecutaron, dónde están los compañeros; si después como aspecto adyacente uno obtiene el resarcimiento o la recuperación de un bien perdido, apropiado, robado, será interesante tenerlo, pero primero está lo primero”.

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