Juicio por Kiki y Ezequiel – Día 2 – Justicia de clase
Por LR oficial en CABA, Justicia, kiki lezcano, Violencia institucional
Sigue el juicio por los asesinatos de Kiki Lezcano y Ezequiel Blanco, por el que está acusado el policía Daniel Santiago Veyga. La próxima audiencia es el 26 de junio en Lavalle 1171 a las 8:30 (puntual). El debate es, hasta ahora, oral pero no público, pues está vedado el ingreso de la prensa al recinto y hasta quedan afuera parte de las familias damnificadas. Aún hay testimoniales pendientes, por lo que los alegatos y la sentencia probablemente serían en una fecha posterior. Además, el Tribunal practicó un explícito destrato a las familias de Kiki Lezcano y Ezequiel Blanco, acusándolos de antidemocráticos y custodiando su ingreso y salida de cada jornada con la policía. En La Retaguardia, Ángelica Urquiza, mamá de Kiki, lo relató. (Por La Retaguardia)
Foto: La Retaguardia (Foto: radio abierta en la vereda de los Tribunales)
“Este último fue un martes muy triste. De entrada no nos dejaban instalar nuestras cosas para una radio abierta y una olla y un gacebo (en la calle peatonal y sin interrumpir el tránsito). Nos dijeron que había una orden del Tribunal, que no podíamos hacerlo porque habían hecho un escrito diciendo que el motivo eran los ruidos molestos. Hablamos con la Policía y dijimos que hagamos un acuerdo. Pusieron vallas de fierro altas y nos pusieron un micro con todos los policías”, denunció Angélica. “Entramos muy nerviosos a la sala. Con el tema de siempre, que al principio había lugar para periodistas, habían tomado las credenciales. Éramos cinco familiares y cinco periodistas. Al rato, el presidente del tribunal llamó a la secretaria, que hizo una cara… y nos dijo que no había lugar. No quieren decir que es contra la prensa”, consideró.
Los forenses
En la segunda jornada, pudo verse el vídeo del operativo policial. A medida que avanza el relato, Angélica se angustia más: “Empezó el debate con los médicos forenses. Todo este tiempo luché para tener justicia, que se aclare lo que pasó, poder tener un panorama que nunca tuve. Yo no sé mucho, creo que los que están ahí saben mucho más que yo. Cuando la médica del SAME dijo que no recordaba nada, cuando le leen (su declaración anterior) puede recordar, cuando le pasan el video puede recordar ciertas cosas, pero no quién hablaba en el video. Ella, en una parte le dice al policía que está al lado de ella ‘¿cuántos tiros tiraste?’ o ‘¿acá también tiraste?'”, aseguró. “La médica está haciendo el recorrido con el cuerpo mirando donde estaba Kiki. Ella insiste en que no recuerda. Estaba mintiendo”, considera Angélica.
“Después se dio otra situación, otro médico forense que declaró también para el caso de Luciano (Arruga). Un médico espectacular que relató cómo había sido el asesinato de Kiki y a qué altura estaba, todo. Habló de que estaba el arma apoyada en la sien de Kiki, y en el caso de Ezequiel, que el disparo fue a muy corta distancia. También dijo que los chicos no habían consumido. Luego, le fueron preguntando y dijo que el corazón cuando uno toma estupefacientes pesa más y que esto pasaba, es decir que habían consumido en la semana u horas antes. Ahí, la jueza preguntó y repreguntó”, destacó.
Maltrato es poco
Es imposible escuchar el relato y no entender el primer factor en juego: la clase. El policía Santiago Veyga, que no tiene plata pero es desclasado, tiene un hijo de la edad de Kiki. Sin embargo, puede disociar perfectamente esa información a la hora de despreciar la vida de un negro de la edad de su hijo.
“Lo que se juzga acá no es si los chicos se fumaron un porro dos horas antes, sino quién los mató. Cada vez que salgo, salgo indignada, porque estas dos juezas y el juez dan esta sensación. Yo creo en la justicia, si no no hubiera llegado hasta acá. Pero lo primero que nos dijo la jueza cuando entramos es que éramos antidemocráticos, como que éramos montoneros, que teníamos que respetar la libre expresión. Eso dicen mientras no dejan entrar a alguien a sacarle una foto a Veyga. Es un día muy triste”, insistió Angélica, ya entre sollozos. “Tengo fe y esperanza de que esto se pueda revertir, pero hay un maltrato hacia la familia, a los que la acompañan. Pedimos la sala más grande, no la dieron. Sin querer sonó un celular, y por eso pararon todo para retarnos. Invitaban a mi familia a que salgan del hall, a decirles que no podían permanecer. Es un lugar público donde tenían que estar mis hijos porque no pueden entrar a la sala”, planteó sobre la humillación a que son sometidos a diario.
“Luego nos acusaron de que cuando él salió sufrió agresiones verbales porque le decían asesino ¿Qué le podemos decir? El tipo tiene chaleco antibalas ahí, come chicle, tiene su Coca light. Mientras, nosotros estamos muertos de sed. Yo la miraba a la jueza y pensaba si no le corre sangre por las venas. Si es abuela, tía, hermana, madre. Cuando salí, le ordenaron al jefe del operativo que me acompañara ¿A mí? Hace siete años y once meses que vengo por los juzgados. Conozco bien la salida, no necesito que me acompañen. Me invitaban a acompañarme porque tenía que salir el Señor Santiago Veyga. Podrán protegerlo mucho ahí, pero nunca lo va a proteger su propia conciencia. Esa conciencia lo va a acusar toda la vida porque es un asesino, y cuando abrace a su hijo de 17 años no se va a olvidar de que mi hijo tenía esa edad. Le dije todo eso al policía que me respondía que no tenía nada que ver. Entonces que no me acompañe”, sugirió desesperada.
“Estamos viviendo lo mismo que hace siete años y once meses con el juez Cubas. Represión, una falta de consideración a la familia, una falta de justicia. Esto sigue en cadena en el mismo Estado. Quieren hacer pasar que los chicos le fueron a robar, pero encima estaban drogados y él se defendió. Están buscando nuestra reacción. Estoy muy indignada y muy triste por todo esto. Porque esperé tanto y encima de todo esto, nosotros los tenemos que cuidar porque cualquier cosita que hagamos”, planteó. No es menor la comparación con el juez Cubas que fue quien, mientras negaba información a las familias sobre el paradero de los chicos, que él debía investigar, enterraba como N.N. a Kiki y mandaba a la morgue como N.N. Ezequiel.
La tortura
“No quieren poner el video, piden que digamos minuto exacto. Sin contar que lo aportó mi abogado, porque el tribunal no lo tenía. No tienen ganas de investigar quién es el que habla ¿Sabés qué dice?: ‘Dale, arrancá ahora hijo de puta, la concha de tu madre'”. Angélica se refiere a la grabación en que, mientras agoniza, Kiki recibe la última tortura y humillación por parte de la Federal. “Ese es Santiago Veyga, el que está filmando seguramente es su hermano, que también es policía Federal. Nos negaron saber si estuvo, también, en la 52. Necesitamos que en la última audiencia estén los medios, personas especializadas en derechos humanos. Pasamos el video completo sólo una vez pero yo me descompuse y me sacaron para afuera. Ahora ya no lo pueden pasar”, dijo, concluyendo, prácticamente sin voz.