“Un genocidio es un rasgamiento en el entramado social irreparable”
Por LR oficial en CABA, Derechos Humanos, Nacionales, Violencia institucional
En el tercer tramo del juicio de lesa humanidad ‘Atlético Banco Olimpo’ (ABO), la fiscal Gabriela Sosti dejó sus opiniones acerca del significado de los juicios y el paradigma actual de los derechos humanos. Finalizado el alegato de la fiscalía, en Oral y Público por Radio La Retaguardia, dialogó con Fernando Tebele. Transcribimos un recorte de su alegato, que mencionó la desaparición de Santiago Maldonado. (Por La Retaguardia)
Foto: El Atlético (Foto: memoriaexatletico.blogspot.com)
“Debemos tener siempre presente que esa violencia nunca habrá de tener límite temporal ni espacial para ser juzgada y no admite ninguna forma de perdón institucional porque es el mayor crimen. El que comete el Estado sobre su pueblo. Hacer sufrir, producir dolor, es sin duda una fórmula atávica de efectividad para la servidumbre. Para transformar a un sujeto en súbdito sumiso. Estos nueve imputados fueron piezas esenciales en el engranaje de esta aceitada máquina asesina puesta en marcha a todo vapor para beneficio de los sectores sociales que produjeron un fabuloso despojo. Una formidable transferencia de recursos de la mayoría de la sociedad hacia los sectores concentrados de la economía. Todas las fuerzas represivas se desempeñaron en función de la aplicación directa de la máxima violencia. Pero otras instituciones también dieron su voluntario esfuerzo para facilitar el ocultamiento, para diseminar el terror y su operatoria, para justificar la masacre. En definitiva, para dar contribución directa a la alimentación de los centros clandestinos y su rol criminal. Sectores centrales encumbrados de la Iglesia, el sindicalismo, escuelas y universidades, el poder judicial. Lo demuestra la reciente condena de los jueces Romano, Miret, Recabarren y Carrizo. Por supuesto, también los medios de comunicación más emblemáticos. Es imperioso detenernos para intentar tomar dimensión de la extrema gravedad y del irreparable daño que implica semejante agresión planificada. La bestialidad del poder del Estado se orifica cada tanto a lo largo de la historia y la geografía y sólo la conciencia lúcida de la humanidad puede oponerle resistencia impidiendo su avance y su reproducción, denunciando esas abominables tecnologías como lo más abyecto. La comunidad se repugna y debe rebelarse frente a esa atrocidad. La indefensión frente al poder que implementa prácticas específicas para masacrar y desaparecer personas sólo se puede conjugar con el relato, la búsqueda de verdad y la simbólica reparación que significa el castigo. Ese es el lugar de la institucionalidad, ese es el deber irrenunciable de la justicia. Hoy más que nunca se impone esta interpelación sobre este alegato. Hoy se cumplen quince días de la desaparición de Santiago Maldonado. Todo lleva a pensar en una desaparición forzada y resulta intolerable la inacción, la desidia de las autoridades responsables de esclarecer este hecho que nuevamente pone en vilo a la sociedad. Nuevamente la sospecha recae sobre una de las fuerzas responsables de la masacre que hoy estamos juzgando: la Gendarmería. Uno de cuyos miembros está sentado en esta sala para ser juzgado y otro recientemente habló de estas atrocidades en calidad de testigo”.
Este es parte del alegato con el que la fiscal ad hoc Gabriela Sosti junto a Alejandro Alagia, pidieron siete condenas a perpetua y dos a 25 años de prisión por el delito internacional de Genocidio.
Sosti participó de Oral Y Público, el programa de los juicios a los genocidas que se emite por Radio La Retaguardia. “Estos juicios no son juicios al pasado, son juicios a la historia. A una historia sin presente. Hay que tener una lectura histórica e ideológica de lo que pasó. Si no, en general, uno en estos juicios queda anclado en el relato del dolor que es apabullante y abrumador. Si uno sigue escuchando lo que sigue en el alegato es cómo cada uno de los hombres y las mujeres que formaban parte de distintos colectivos políticos y lo único que querían era evitar esto que finalmente pasó. Ese despojo, ese estado de apropiación extrema que vivimos cotidianamente los pueblos en estado de vulneración. Yo suelo decir que cuando los pueblos se empoderan, el Estado se pone a disposición de ciertos sectores de poder y empieza a devorar a sus hijos”, definió Sosti. “Hay una parte del alegato que es algo de lo que rescataron: hacer sufrir es fácil, para domesticar es muy fácil producir dolor. Hoy lo vemos. Lo que sucede en estos juicios, que da cuenta de lo que pasó en los setenta tiene una dimensión especular. Con este presente, escandalosa. A mí me pasó esto, yo empecé a alegar a quince días de la desaparición de Santiago Maldonado. Esto es revulsivo, porque pareciera que no aprendimos demasiado o que tal vez determinados sectores no construimos los espacios simbólicos con suficiente solidez como para que esto no vuelva a pasar. Y pasó. Es un momento particular, me parece que es importantísimo difundir, resignificar. Sobre todo en los territorios que nosotros creemos ya consolidados y que evidentemente no están tan consolidados. Hay que volver a reclamarlos. La difusión es fundamental”, señaló la fiscal.
Consultada por casos previos de desaparición en democracia, Sosti se posicionó: “Me parece importante establecer las diferencias. No es lo mismo la desaparición de Julio López que la de Luciano Arruga, ni que la de Santiago Maldonado. Francamente no. Sobre todo por cómo se construye el discurso desde el Estado en este momento. No solamente está desconociendo la desaparición, que es uno de los aspectos fundamentales para que una desaparición sea forzada, que no se brinde información y se niegue a investigar. También el Estado está construyendo nuevamente un enemigo a demonizar. En este sentido, es más empático con lo que pasó en la dictadura. Está construyendo un enemigo que es el pueblo mapuche: guerrilleros, terroristas. Es mucho más parecida esa textura discursiva a la de los setenta que las otras. La responsabilidad del Estado está en Arruga, en tantas otras, pero esta tiene un tenor bastante preocupante”.
-Fernando Tebele: En el de López, es subjetivo. Pero en el caso de Luciano Arruga sí, claramente hubo también durante mucho tiempo una negación de la desaparición forzada. De hecho el expediente estuvo casi cuatro años como búsqueda de paradero.
-Gabriela Sosti: Lo que pasa es que ahora, a uno lo lleva a pensar que hay una orden. Hay un embate diferente. Hay una persecución directa a un enemigo que es el pueblo mapuche y en ese contexto sucede esto. Tiene un tenor muchísimo más grave. No estoy quitándole gravedad a lo otro, pero me parece que esto tiene una instancia muchísimo más severa, sobre todo por la actitud que están teniendo las autoridades tanto judiciales como del poder ejecutivo. Es escandaloso. Realmente es escandaloso.
Expectativas para la sentencia ABO
“Se cumplió el objetivo de conseguir pruebas para estos imputados. El alegato es a partir de lo que considero que son elementos útiles y virtuosos para condena. Espero que sí. De mi trabajo en el alegato vamos a ver qué resulta finalmente en la sentencia. Todos los juicios develan en la medida de lo posible a determinadas realidades y construyen verdades. En este juicio, una de las particularidades es que, más allá de que el objetivo no es sólo condenar a los verdugos, hay muchos otros responsables, quedó muy claro el registro del daño. Un genocidio es un rasgamiento en el entramado social irreparable. De eso no se da cuenta en la justicia, que se ocupa solamente de condenar o no condenar pero no hay un registro de este otro abordaje que es fundamental, que es muy importante y tiene que ver con la función social que tiene la sentencia judicial. Retramar algunas verdades”, definió Sosti. “El daño que produjo el genocidio en este juicio se notó en los relatos de los familiares de una manera muy particular y lacerante por otro lado. Esas son cosas para tener en cuenta: qué significa un genocidio en una sociedad. No es solamente gente masacrada en un centro clandestino, es una herida que permanece y que sutura en la medida en que la sociedad no recoja ese discurso y lo reivindique de determinada manera”, consideró sobre las salidas colectivas.
“Este año pasaron cosas terribles. Volver a reivindicar la teoría de los dos demonios. Yo decía al principio que creía que había territorios simbólicos consolidados y la verdad que no. Lo que abren estos juicios es la puerta a la perspectiva de seguir levantando banderas y poniéndolas a enunciar. Ayer hablé en un homenaje que se hace los 16 de agosto en el Olimpo y decía que en general la tendencia de los colectivos políticos es a anclar los homenajes y dejarlos quietos en estado de reposo. Yo creo que todos los sectores vulnerables tenemos que estar en una lucha simbólica permanente. Uno engorda: se tranquiliza, se aburguesa, cree que algo ya está obetenido y no es así. Los sectores vulnerados siempre estamos a punto de perder los derechos”, consideró Sosti. “Creo que se generaron muchas banderas y muchos eslogans que no tenían atrás una capacidad de defensa. Por ejemplo, es increíble que hoy la secretaría de Derechos Humanos esté en la dirección en la que está, y uno se pregunta qué pasó durante todos estos años ¿Se institucionalizó el reclamo? Esto tiene su aspecto virtuoso y no tanto: cuando algo se institucionaliza, se empieza a poner rígido. Por otro lado, creo que no se construyó el discurso social con las expresiones de dignidad como debió haber sido. Tal vez, uno se quedó anclado en el relato del horror y no en lo que yo suelo llamar la etiología del exterminio. Lo que pasó adentro de los centros clandestinos es horroroso y es muy difícil hablar de eso. Pero lo que hay que pensar es a beneficio de quién. Yo suelo decir que esa masacre, ese sacrificio alimentó arcas y privilegios”, expresó.
Políticas de Estado con respecto al genocidio
Para la fiscal, “en este gobierno, la política es clara. No solamente tienen una lectura diferente a la que veníamos teniendo, sino a una práctica muy diferente. Insisto en esto: hoy día tenemos una desaparición forzada. Claramente es una desaparición forzada y habría que explicarle a la señora Bullrich técnicamente qué significa una desaparición forzada. Además tenemos una condición de cautiverio que implica tormento, que es lo que pasaba en los centros clandestinos y lo que está haciendo este gobierno con Milagro Sala. Tenemos determinados personajes emblemáticos del gobierno que rechazan los diagnósticos y las posiciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Es muy clara la política que tiene este gobierno”, insistió. “El corrimiento de discursos y el aligeramiento de controles que implican la violación de todos los derechos. En la Ciudad de Buenos Aires en las marchas se reprime de una manera escandalosa, violando todos los derechos humanos y en este momento, es algo simbólico muy poderoso, hay una desaparición a partir de una represión de un organismo central represivo como es la Gendarmería por orden del Estado. Esto no movió niguna aguja en el gobierno”, señaló. “Marca una tendencia, claramente una posición. El sujeto que estaba dirigiendo el operativo, Pablo Noceti, ya sabemos cómo piensa, basta con googlearlo, sabemos qué es lo que ha dicho cuando defendió a los genocidas. Es un enfrentamiento ideológico muy severo que se está develando. Estaba aletargado, estuvo agazapado durante todos estos años pero es así como piensan las personas”, consideró.