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“Los genocidas no están para ser reinsertados en la sociedad”

Por LR oficial en CABA, Derechos Humanos, ESMA, Justicia, Lesa Humanidad

El nieto recuperado Guillermo Pérez Roisinblit vio el nombre de su apropiador, Francisco Gómez, en el listado de genocidas recomendados por el Servicio Penitenciario Federal para que se les otorgue la prisión domiciliaria, que publicó La Retaguardia en diciembre. Casi al mismo tiempo se enteró de que Gómez había solicitado el beneficio. Allí escribió una catarsis vía Twitter que se viralizó de manera impensada. En tanto víctima, tendrá audiencia con el Tribunal Oral y Federal N°5 de San Martín para dar su posición al respecto. Roisinblit habló con Fernando Tebele en el programa Oral y Público de Radio La Retaguardia y contó las sensaciones que le generó la posibilidad de que su apropiador se calce la tobillera electrónica y vaya para su casa. (Por La Retaguardia)

Foto: Uno tuit de la serie de Pérez Roisinblit. En la foto, el genocida Francisco Gómez.


Guillermo Pérez Roisinblit es uno de los nietos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo. Es hijo de Patricia Roisinblit y José Manuel Pérez Rojo, militantes de la columna oeste de Montoneros. Sus padres fueron secuestrados y desaparecidos. Guillermo nació en cautiverio, en la ESMA, en noviembre de 1978. Desde ese momento fue apropiado por Francisco Gómez, personal civil de un grupo de inteligencia de la Fuerza Aérea que operó en la zona oeste del gran Buenos Aires. La identidad de Guillermo fue restituida en el 2000. Cuando se encontró con que el nombre de su apropiador estaba en el listado de genocidas propuestos por el SPF para acceder al beneficio de la prisión domiciliaria publicado por La Retaguardia en diciembre del año pasado, sintió miedo y enojo, “una mezcla de sensaciones que no me va alcanzar el tiempo para contar”. Lo que si contó fueron los juicios que condenaron a su apropiador y su participación en ellos: “Lo peor de todo es que el listado lo vi en conjunto con la ratificación del pedido del beneficio del arresto domiciliario. Francisco Gómez afrontó dos procesos judiciales. El primero tuvo condena en el año 2005, por mi apropiación. Solamente le dieron 7 años y medio. Todavía las penas no se habían endurecido. Todavía los derechos humanos no eran políticas de Estado del gobierno. El segundo fue en el año 2013. A mí me citó a declarar el juez (Daniel) Rafecas en Instrucción. Yo declaré todo lo que él me contó de su boca con respecto al cautiverio de mis padres. A los tres días quedó detenido. El juicio se desarrolló en el año 2016. Se conoció como juicio RIBA, la Regional de Inteligencia Buenos Aires que tuvo el epicentro represivo en zona oeste y estuvo a cargo de la Fuerza Aérea. Gómez era personal civil de la Fuerza Aérea, de inteligencia”, explicó Guillermo, que no se quedó de brazos cruzados esperando que su apropiador reciba el beneficio sino que dio a conocer la situación a través de las redes sociales: “Mis amigos me comentaron del listado. Lo empecé a buscar y encontré la nota. Me empecé a llenar de bronca y de miedo. Más tranquilo me senté a escribir el tuit que jamás pensé que iba a tener la trascendencia y que se iba a viralizar como se hizo”, expresó. El mensaje de Twitter al que hace referencia Pérez Roisinblit es, en realidad, una serie de tuits donde cuenta sobre su infancia bajo la apropiación de Gómez, la violencia y las amenazas del genocida y la restitución de su libertad en el año 2000. Allí hace referencia al listado del SPF y a la posibilidad de que el represor accediera al beneficio de la prisión domiciliaria: “¿A qué viene esto? Hace un par de días me notificaron que Gómez está solicitando su detención domiciliaria, y ¡caramba! es uno de los 110 genocidas que el Servicio Penitenciario intenta dejar en libertad”. “Es un criminal peligroso, sin ningún respeto por la vida humana que no dudó siquiera en robarse al hijo de sus víctimas. ¿Lo van a dejar en libertad?”, escribió en la red social hace casi un mes.

Los oídos de la justicia

Guillermo visitará el TOF 5 de San Martín para expresar su desacuerdo con el otorgamiento de la prisión domiciliaria a Gómez. El Tribunal, que está obligado a escucharlo en una audiencia, decidirá si le otorgan el beneficio al genocida: “Gracias a lo que se conoce como Ley de (Protección a) Víctimas (de Delitos), una ley sumamente positiva de lo que se ha legislado en este gobierno, me tuvieron que ratificar (la audiencia). Además me asiste el derecho de ser escuchado en una audiencia por el Tribunal antes de decidir. Más allá de lo que yo pida, el Tribunal termina decidiendo de manera independiente. Tiene la obligación de escucharme. Yo ya solicité ese derecho. También, con Abuelas, pusimos a disposición como parte a dos peritos; un médico clínico y un psicólogo, para que evalúen el estado de salud de Gómez. No es el único requisito, más allá de que algunos jueces así lo entienden. Tiene que haber algo más que el tema de la edad. Tiene que haber alguna patología, algún estado de salud agravado como para que se lo otorguen. Aun así tampoco tiene ninguna obligación ni el juzgado ni el Tribunal. En el común de la gente está instalado que pasando los 70 años les corresponde el beneficio del arresto domiciliario. La verdad que 70 no es tanto. Después de la última reforma previsional, 70 años es la edad a la que se va a jubilar un varón. ¿Voy a dejar de tener miedo porque es un viejito Francisco Gómez? No, la verdad que me sigue aterrorizando. Yo tengo mi cabeza llena de los recuerdos de las cosas que me hizo vivir. A mí directamente nunca me aplicó ningún tipo de violencia física. Yo tuve que ser testigo de cómo le propinaba golpizas brutales a su ex esposa, a mi apropiadora, al punto de dejarla en el hospital en más de una oportunidad. También la amenazaba con armas blancas y con escopetas. Es un ser sumamente violento”, definió Pérez Roisinblit en conversación con Oral Y Público.

Las amenazas y los miedos

El peligro de la concesión del arresto domiciliario no reside solamente en dejar en manos de un dispositivo electrónico el accionar de un genocida. Aun con un funcionamiento correcto de la tobillera, el represor puede mantener reuniones telefónicas y presenciales de las que no queda ninguna constancia; eso sería una desmejoría clave en la seguridad, siempre partiendo de la base de que las visitas a la cárcel quedan registradas. En definitiva, puede seguir operando y ese es uno de los mayores temores de Guillermo, que ya fue amenazado de muerte por su apropiador: “En el juicio RIBA, después de todo el material probatorio que se incluyó en la Instrucción y después en el juicio oral y público, quedó determinado que eran entre 30 y 33 agentes que estaban en la RIBA. Sin embargo, solo fueron juzgados 2: mi apropiador y el jefe de la RIBA. Quedan 28 agentes de inteligencia de la Fuerza Aérea que tranquilamente pueden realizar el trabajo de Gómez. No son investigados ni nada. Incluso algunos de esos agentes fueron sugeridos por la defensa en el juicio RIBA”, contó.
Por último, Guillermo Pérez Roisinblit, Guillo para sus amigos y para la familia que tanto lo buscó, reflexionó acerca de este peligro que representa sacar de las cárceles a los genocidas, que por la gravedad de sus crímenes y por su silencio respecto a las víctimas continúan perpetuándolos: “Es necesario que nos escuchen a las víctimas. Es necesario que sepan que (los genocidas) no son personas que están adaptadas ni listas para ser reinsertadas en la sociedad porque en ningún momento se arrepintieron de lo que hicieron y nunca aportaron ningún tipo de datos. Estamos hablando de los crímenes más aberrantes que repudia toda la humanidad. Nunca aportaron ningún tipo de datos e incluso, algunos como Astiz han reivindicado lo que hicieron y juraron que lo volverían a hacer. Estamos desprotegidos y me da a pensar en qué punto repara o no la justicia. Yo fui víctima desde antes de haber nacido. Fui secuestrado desde el octavo mes de gestación. Conmigo cometieron un delito de 21 años hasta que me encontraron y me devolvieron la identidad. Ahora tengo que ser víctima de nuevo. Tengo miedo. La justicia así no me repara en nada”, cerró.

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