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Atlanta, de la quiebra a la discusión por el estadio cubierto

Escrito por el febrero 5, 2019


La construcción de un estadio cubierto en los terrenos de la sede del Club Atlanta, en Villa Crespo, preocupa a un grupo de vecinos y vecinas que piensan que el barrio no está preparado para ese tipo de emprendimiento y temen por las consecuencias que pudiera traer aparejadas. Desde el club aseguran que el “miniestadio” cumple con todas las normas legales e impactos ambientales, además de traer beneficios para Atlanta y para el barrio. En Radio La Retaguardia decidimos escuchar a una de las vecinas, Leila, en el programa Otras Voces Otras Propuestas; y también al actual vicepresidente de Atlanta, Alejandro Korz, en el programa La Retaguardia. (Por La Retaguardia)

Fotos: la obra avanza a toda velocidad (Fotos de Luis Angió)

Las noticias acerca de la construcción de un estadio cubierto en terrenos en desuso de la vieja sede social del Club Atlanta, dan cuenta de que esta historia comenzó en 2014. En realidad, conviene irse a los ’90.
El 25 de septiembre de 1991 es una fecha que nadie que quiera a ese club olvidará jamás. Ese día, la justicia declaró la quiebra. La sede fue inmediatamente clausurada. Un club social que en los ’80 debatía acerca de si estaba bien que en ese lugar hubiera canchas de tenis en lugar de canchas de fútbol, ya no tenía debate posible. Fue la muerte. Con el correr del tiempo, y gracias a una Comisión de Apoyo que se conformó para intentar salvar al club, pudieron reabrir el Estadio de la calle Humboldt. En las sombras, había una figura tan oscura que costó bastante tiempo divisar: Miguel Ángel Broda, operador financiero encumbrado; la persona a la que Carlos Menem iría a buscar poco tiempo después para remplazar a Domingo Cavallo. Broda, con especial apego por construir poder desde el perfil bajo, diría que no. Volvamos a Atlanta. A cambio de seguir funcionando, Atlanta entregó su sede a una empresa llamada Consucont, perteneciente mayoritariamente a la familia Peirano, por entonces dueña de Su Supermercados, que luego se convertiría en la cadena Disco. La empresa se encargó de negociar con los deudores el pago de las deudas. Durante años la vieja sede permaneció cerrada, a la espera de que pudiera cambiarse el código urbanístico que impedía allí levantar un complejo de torres de departamentos.
Con el nuevo siglo ya instalado, un grupo de socios organizados, y también los directivos a cargo, consiguieron reabrir la sede. No fue tan fácil. Debieron movilizarse varias veces a la legislatura porteña, hasta que consiguieron que el Gobierno de la Ciudad expropiara los terrenos y se los entregara al club en comodato. La misma gente que lloraba en 1991 sobre la calle Humboldt, desconsolada por el diágnostico de agonía para el club, volvió a llorar, pero esta vez de alegría, el 27 de mayo de 2007. Entre los escombros, el efímero jefe de gobierno porteño Jorge Telerman, dio un discurso de reapertura del lugar. Había también una nueva generación que no vivió la quiebra y que se esperanzaba con la nueva vieja sede. Allí también estaba, como presidente, Alejandro Korz, un joven trabajador bancario, alto y flaco, con mucha capacidad discursiva y evidentemente hábil para la política.
¿Qué tiene que ver todo esto con el estadio cubierto que hoy enfrenta al club con un grupo de vecinos y vecinas? Todo. Porque hace 30 años, esas puertas parecían cerradas para siempre. Hoy, la discusión pasa por si es poco o mucho lo que la empresa pagará, y si el barrio está dispuesto a cambiar su fisonomía y seguramente alguna costumbre. Es una discusión que merece ser dada, pero al menos hay sobre qué discutir futuro.
La obra de construcción de un estadio cubierto en parte de los terrenos de la sede del Club Atlanta comenzó en el año 2014 y avanzó hasta su detención en 2015 debido a falta de financiamiento de la empresa constructora y un accidente en la obra. Se vino abajo una parte de lo que intentaba ser un techo, por suerte sin consecuencias para las personas que estaban allí, más allá del enorme susto. Originalmente, el proyecto hablaba de un microestadio para eventos deportivos y artísticos con capacidad para 10 mil personas. Cuando se retomó el proyecto en 2017, se incrementó la capacidad a 11.500 sentadas y un total de 16 mil ocupando el campo. También se aumentó el tamaño de 17 mil metros cuadrados a 28 mil. Tras una votación en la Legislatura porteña, el terreno fue cedido al Club Altanta en comodato, y este decidió rentarlo a un concesionario para la construcción del Estado, con capacidad mayor a la del Luna Park. El financiamiento está a cargo de capitales norteamericanos -la empresa AEG Worldwide- y el diario La Nación, que firmaron con el club un contrato por 40 años. Ya están pagando un canon mensual de 30 mil dólares mensuales al club, que se incrementarían a 50 mil cuando comience la explotación. Algunos vecinos y vecinas de Villa Crespo temen que la construcción de esta obra pueda impactar ambientalmente en el barrio, trayendo problemas como falta de luz, ruidos molestos, un mayor caudal de tránsito y la contaminación que deviene de tener más autos circulando por las calles. También presienten que podría ser el inicio de una oleada de negocios gastronómicos que lleguen a asentarse en la zona y otros negocios inmobiliarios que traerían mayores complicaciones al barrio, que ya no está tan tranquilo como antes.
Lo cierto es que la obra está en marcha –supuestamente se terminaría en abril de este año- y para el Club Atlanta es la solución económica a los problemas financieros que tiene, pero también la oportunidad de generar más y nuevos espacios para que vecinos y vecinas del barrio puedan disfrutar.

Los miedos del vecindario

Leila es una vecina del barrio. Está preocupada y comenzó a juntarse con más gente. Arrancó relatando la historia de esta obra que para ella traerá muchos problemas al barrio: “Había un esqueleto de ese estadio que hizo la empresa Lugones Center SA, pero se frenó la construcción hace cuatro años. La constructora había pedido un préstamo de 180 millones al Banco Ciudad y se fue sin pagar y se les cayó el techo del estadio. Atlanta es un club con muchos problemas financieros. Sus dirigentes presionaron muchísimo en la Legislatura para que se revisara la ley que les había cedido el predio del gobierno de la Ciudad a ellos y se habilitara para la construcción de un espacio más grande y que les dieran el comodato durante más tiempo. Todo eso terminó en una ley votada el 28 de septiembre de 2017 por la cual la Legislatura le cedió al club Atlanta, por 40 años y exento de pago de impuestos por todo ese tiempo (ABL, mantenimiento, etc.), un predio ubicado entre la sede social y el estadio. El fin era que Atlanta hiciera allí un estadio polideportivo, cediéndoselo a quien quiera encarar esa construcción. Esto terminó con Atlanta cediéndole el predio en alquiler al diario La Nación y a la empresa AEG Worldwide. Tienen 40 años de concesión, 40 años sin pagar impuestos. La ley aumentó la cantidad de metros cuadrados a casi el triple de lo que era en un principio, y en lugar de hacer un estadio polideportivo cubierto, harán cien espectáculos musicales por año (todos los fines de semana más otro día), con una capacidad para 16 mil personas. Nos enteramos por el diario. Los vecinos nunca fuimos convocados a ninguna audiencia por un truquito legal por el cual se puede no llamar a audiencia pública”, expresó la vecina en el programa Otras Voces Otras Propuestas, de Radio La Retaguardia.
En tanto, el vicepresidente de Atlanta, Alejandro Korz, aseguró que la ley del traspaso del terreno al club fue votada por la mayoría de los legisladores, tanto de la oposición como del oficialismo, y habló de los beneficios que el estadio cubierto traerá al barrio: “Después de más de 15 años de que ese predio estuviera abandonado, logramos con movilización de los socios y vecinos recuperarlo. Eso se consiguió en la legislatura y después hubo sucesivas leyes. Todas pasaron por audiencia pública y superaron la famosa grieta de la que se habla, de oficialismo y oposición. Estos proyectos fueron aprobados por unanimidad o, como en la última vuelta, por todos los bloques menos uno. Es una votación que sumó desde el peronismo en sus diversas variantes, K, no K, Frente Renovador, el Pro, el Socialismo, porque los proyectos no sólo tienen que ver con el espacio que se fija para el estadio cubierto sino también con la recuperación de la sede social que fue expropiada por la Ciudad y se entrega al club por 40 años. Además del sitio del estadio, se incluyen tres manzanas. Una es la sede social, donde ahora se levantó un nuevo gimnasio cubierto, donde están las piletas de natación, donde se puede ver la confitería, la tienda del club, y también el espacio que ocupa este miniespacio cubierto. Con relación a lo que hay en la Ciudad, es un estadio pensado para 11.500 personas. El proyecto que tenía la primera sociedad estaba pensado para 10 mil y había empezado con esto hace cuatro o cinco años. Después, estuvo dos años detenido porque la empresa que había empezado la obra tuvo un accidente y se quedó sin capitales para seguir invirtiendo hasta que lo tomó esta nueva empresa en donde es accionista mayoritario el diario La Nación y que se encargó de pagarle al Banco Ciudad, al antiguo concesionario y le paga todo los meses al club. Ese canon es de 30 mil dólares y se pagará durante los 40 años que dure la relación. A medida que van pasando los años, con la inauguración, va a ir subiendo el monto”, aseguró Korz en La Retaguardia.
Leila dijo que trató de contactarse con los legisladores que formaron parte de la votación para aprobar la construcción del estadio cubierto y hasta le pidió explicaciones personalmente a Horacio Rodríguez Larreta, quien la despachó derivándola con algún otro funcionario de la Ciudad: “Durante todo el año intentamos contactarnos con legisladores, tanto los que votaron a favor como los que votaron en contra. Como ciudadanos queremos entender cuáles son los motivos por los cuales 46 legisladores votaron a favor y sólo 11 en contra en un proyecto que va a modificar la vida de miles de personas que no fueron consultadas. No tuvimos ningún tipo de respuesta. El jueves vamos a tener una reunión con un funcionario de gobierno al que nos derivó Rodríguez Larreta la vez pasada. Nos enteramos de que vendría al barrio a inaugurar la apertura de una calle y con un vecino dijimos ‘vamos’. Estaba solo, nos acercamos, le explicamos y nos derivó con el secretario de Gestión Ciudadana. No sabemos qué puede resultar de esa reunión”, manifestó.

Impacto Ambiental

Para la vecina, uno de los mayores problemas que trae aparejado la construcción del estadio que se llamará Arena, tiene que ver con el impacto ambiental que la obra generará en el barrio. Si bien la Agencia Ambiental aseguró que el proyecto es seguro, para Leila hay serios riesgos de que muchos vecinos y vecinas abandonen el barrio por los ruidos, el caos de tránsito y la probabilidad de futuros negocios en Villa Crespo: “Lo que estamos cuestionando es que la Agencia Ambiental le otorgó a esta obra una clasificación con impacto ambiental sin relevante de efecto. Los vecinos creemos que esto es un disparate porque el impacto ambiental va a ser gigantesco en el barrio. Solo con el estacionamiento, con que usen auto el 10% de las 16 mil personas, son 1600 autos llegando tres veces por semana. En el estadio no es obligatorio ni está previsto que se construyan estacionamientos. Todo lo que se produce en torno a una construcción como esta también es un negocio inmobiliario y gastronómico gigantesco. Lo que termina pasando con estas cosas es que los habitantes tradicionales del barrio tienen que terminar abandonándolo porque se pone imposible en términos de alquileres, de ruido, de modificación de la morfología del barrio. Creemos que el impacto ambiental no sólo no va a ser sin relevante efecto sino que va a ser uno de los impactos más grandes en la Ciudad de Buenos Aires en las últimas décadas”, opinó la vecina.
Al respecto, el vicepresidente de Atlanta confirmó que el club maneja la posibilidad de generar un estacionamiento dentro del actual estadio y continuó enumerando los grandes beneficios que la obra generará para socios y vecinos que quieran utilizar las nuevas instalaciones: “El club ahora tiene propuestas que tienen que ver con el estacionamiento para 300 autos que se haría del lado de una de las tribunas (sobre la calle Dorrego). Le sigue generando al club más posibilidades de ingresos. Los clubes que planteamos que sean asociaciones civiles, que sean viables, que presten todos estos servicios a los vecinos con una cuota no excluyente y que la gente pueda practicar un deporte y tenga un lugar como el solarium de Atlanta como teníamos antes y se volvió a inaugurar ahora, que tengan la pileta explotada de gente estos días de calor. Es un club que está vivo y que pudo levantarse a pesar de todo lo que pasó. Para ser un club viable y no depender del aporte de un privado y convertirnos en un Megatlón, este tipo de alianzas estratégicas son necesarias para que el club cuente con los ingresos. No tiene más deudas con AFA, no tiene deudas que puedan hacerlo caer en una quiebra, puede tener los sueldos al día, puede pensar en lo deportivo más allá de estar peleando por ascender. Todas esas cosas no se dan de casualidad”, justificó Korz al argumentar la decisión de ceder el terreno a un privado.
Para Leila, las complicaciones están a la vista. La obra en construcción ya está generando que vecinos y vecinas se sientan inseguros en algunas calles del barrio. También les preocupan los cortes de luz, las inundaciones y el rumor de un proyecto para seguir haciendo negociados cerca de Atlanta: “Hay un grupo de legisladores del oficialismo que quieren presentar un proyecto para que en el terreno lindero se construya un hotel cinco estrellas y un polo gastronómico. Eso ya sería el empezose del acabose, como decía Mafalda. Toda la calle Humboldt está abandonada, en penumbras y con apariencia peligrosa. Lo que está reclamando la gente, en todo caso, es luz y seguridad. Con un consumo habitual en el barrio, ya llevamos 24 horas sin luz. Si construyen el estadio y chupa más energía, imaginemos cómo vamos a estar. Eso es ausencia del Estado, que no puede hacerse presente de esta manera. En los barrios hay una cierta capacidad para todo, la electricidad, las cloacas, el agua. La red eléctrica del barrio es un triángulo de las bermudas de verdad. Llegamos a estar cuatro meses sin luz en Corrientes y Juan B. Justo, fue una experiencia espantosa. Todos los veranos nos quedamos una o dos semanas sin luz. Esto va a ser un desastre. Desde el punto de vista ambiental, todo lo que significa esa superficie gigantesca de hormigón sobre lo que antes era tierra por la cual podía permear el agua de lluvia. Al cubrir toda esa superficie de hormigón impedís que el agua drene. Esto va a tener muchísimas complicaciones”, afirmó la vecina.

Audiencias públicas

Leila entiende las urgencias económicas que puede tener un club como Atlanta, pero está convencida que no por eso se debe entregar el bienestar de su barrio. La vecina contó que se enteraron de la ley cuando ya había sido sancionada y todavía están esperando una respuesta a la presentación de su amparo, demorada por la feria judicial: “Todos queremos al club. Hace una tarea social importante. Eso está fuera de discusión. Nadie quiere que se vaya. Si nos ponemos a pensar quiénes son los beneficiados de todo esto, ni siquiera lo es Atlanta. Les pagan por mes 30 mil dólares y hacen un negocio millonario. Van a explotar el estadio por cuarenta años y ¿quién es el beneficiado? Los vecinos, claramente, no; Atlanta, más o menos, porque tampoco hicieron un negocio redondo. Si para salvar a un club entrañable que todo el mundo quiere y nadie quiere que quiebre, la solución va a ser regalar tierras públicas a privados, construir un estadio para 16 mil personas, hay algo de la tarea de los gobernantes que no estoy entendiendo. Todo esto es una muy mala noticia y sobre todo una idea de Ciudad que los vecinos autoconvocados no compartimos. Nosotros nos enteramos ya cuando la ley estaba votada hacía seis meses, cuando la empresa había empezado a trabajar sigilosamente sin el cartel de obra. Lo que nos quedó, entonces, fue proponer la utilización de este estadio para menos gente y para fines deportivos. Estamos pidiendo planos para ver si eso es viable y si no proponer otra cosa distinta. Nosotros nos enteramos, empezamos a reunirnos, y con la Fundación Ciudad, presentamos un amparo hace unos meses con el auspicio del Observatorio del Derecho a la Ciudad y el patrocinio de Jonatan Baldiviezo. El amparo fue yendo y viniendo de un juez al otro y tendrán que expedirse en febrero porque la feria judicial detuvo absolutamente todo”, explicó.
Korz, en cambio, entiende que el estadio cubierto asegurará mejores condiciones al barrio. Insistió en que todo el proceso de votación pasó por audiencias públicas y que la obra cuenta con todos los avales legales necesarios para su concreción. Además, invitó a vecinos y vecinas a recorrer el club para explicarles en qué se invertirá el dinero que ya están recibiendo por la renta del terreno: “En mi caso personal, vivo de toda la vida en el mismo barrio, puedo explicar dónde trabajo y que no me enriquecí con el club. Es una base como para arrancar, sentarse con alguien del otro lado que es honesto, idóneo y que puede dialogar. (Los vecinos y vecinas con dudas) Pueden venir a recorrer el club y les mostramos las obras que hacemos. Las mismas preocupaciones que tienen ellos, las tenemos porque también somos gente laburante y vecina del barrio. No hacemos locuras, somos responsables con el patrimonio del club como si fuera nuestro, porque lo tomamos con esa seriedad. Este tipo de proyectos pasó por audiencia pública. El abogado que representa a la gente que presentó el amparo, Jonatan Baldiviezo, se anotó para la audiencia pública y no vino ese día. No tenemos problemas para dialogar con nadie, al contrario, tenemos la predisposición de mostrar en dónde se coloca cada centavo que entra al club. Con respecto a la preocupación que tienen los vecinos, si ellos nos lo plantean y nos dicen los motivos por los cuales les preocupa, lo que les podemos decir es que nosotros también trabajamos en averiguar las mismas cosas, que tenemos seguramente algunas respuestas para darles y que estamos para dar la cara”, propuso el vicepresidente de Atlanta.
Hay opiniones divididas y claros intereses contrapuestos. Desde Atlanta auguran beneficios para el barrio, mientras que vecinos y vecinas tienen serias y lógicas preocupaciones por el impacto que esta construcción podrá generar en Villa Crespo. También dicen que los ingresos les permitirán no solo sostener al equipo de fútbol profesional sino también las actividades sociales que revivieron la sede, entre las que se cuentan orquestas infantiles gratuitas, escuela de fútbol para chicos con síndrome de down, y actividades sociales abiertas al barrio. En el club estima que el estadio cubierto -al que se empecina en llamar “miniestadio” cuando está a la vista que no lo es- será terminado en abril de este año. En el barrio esperan la resolución judicial al amparo presentado para frenar o modificar la obra que comenzó originariamente en 2014, mientras continúan organizándose y sin diálogo con directivos ni gobierno. Aseguran que no tienen nada contra el club y su finalidad social, y apuntan más al gobierno de la ciudad, que sigue siendo el dueño de las tierras, aunque el comodato beneficie a Atlanta.
Todo indica que el conflicto alrededor de este Luna Park bohemio, apenas está comenzando.


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