Verónica Villar, de 22 años, junto a las hermanas Paula González, de 16, y María Emilia González, de 24, estaban paseando por un camino rural cuando fueron vistas por última vez con vida, el 9 de noviembre de 1997. A los 2 días aparecieron sus cuerpos. A este femicidio se lo conoció como el triple crimen de Cipolletti. La autopsia determinó que habían usado diferentes tipos de armas. Verónica estudiaba Agronomía. María Emilia quería ir a Misiones para cursar la Licenciatura de Genética y Paula no había terminado la secundaria, pero le atraía la carrera de Turismo. María Emilia era mamá de Agustina, de dos años en aquel momento de la desaparición. Las sospechas sobre la policía como autora y encubridora fueron fuertes. Sin embargo, la investigación judicial fue en otro sentido y condenó a dos civiles por el presunto secuestro de las adolescentes.
Triple crimen por triple feminicidio
Ofelia Mosconi, mamá de Verónica, destacó el rol de la memoria en el caso del femicidio de su hija, hace ya 24 años: “La memoria hace crecer a los pueblos. Es una denuncia pública. La memoria pasa por el corazón. Y a María Emilia, Paula y Verónica siempre las tenemos presentes. Las chicas salieron a caminar y no volvieron”.
En relación a la ciudad de Cipolletti, donde sucedieron los hechos, expresó: “Era una ciudad casi pueblo en ese momento, donde todos nos conocíamos, donde nunca pasaban cosas tan tremendas como estas. Y bueno, una ciudad de los eslóganes mentirosos: Ciudad de Paz o Ciudad para Vivir. Este hecho mostró la otra cara, la perversidad, y otras irregularidades que se mantenían, que las desconocíamos. Nuestras hijas y nuestros hijos podían salir a la noche y volver. Todos los padres esperaban, pero ese día las chicas no volvieron”.
Durante mucho tiempo a este caso se lo conoció como el triple crimen de Cipolletti, y hoy en día se lo llama femicidio: “Esto se debe a que la lucha de las mujeres en las calles ha logrado estas cosas y nosotros decimos que es femicidio, porque cuando no hay culpables hay un Estado responsable. Porque no solamente es el primer triple femicidio, sino que hubo un segundo y hay más mujeres asesinadas y ninguno de los hechos tiene respuesta, ninguno fue esclarecido”, dijo.
Esperanza y rebeldía
Además, comentó algunos aspectos positivos en referencia a lucha feminista en las calles cipoleñas: “El cambio es que tenemos esperanza y rebeldía, porque la esperanza quieta es cobardía. Rompimos con un silencio cómplice que había en nuestra ciudad, donde han sembrado tanto terror que nadie se animaba a salir. Por eso decimos que lo peor que nos puede pasar es quedarnos en nuestra casa mirando cómo pasan las cosas. Cómo pasan los femicidios que se producen cuando hay machistas, homicidas, Estados patriarcales y también el silencio de la sociedad. Están los que callan porque saben y están los que callan porque no saben, esta es la impunidad que sufrimos nosotros”.
Por otro lado, y respecto al accionar policial agregó: “Desde luego, los policías que hicieron la búsqueda, hicieron una búsqueda errática, mentirosa. Nos decían que a las chicas las habían visto por el norte, por el sur, subiendo a un camión. Bueno, todas esas mentiras que usan ahora también. No cambiaron. Es más de lo mismo. Nosotros conocíamos a nuestra hija, sabíamos que no se había ido. Si ellas no nos volvían a ver, era porque estaban retenidas”.
Ofelia y una lucha sostenida
Se supo que la familia González decidió no hablar más con los medios. Tampoco participan de las movilizaciones que se hacen año tras año. Las primeras marchas fueron masivas en la ciudad de Cipolletti, pero a lo largo de los años han perdido fuerza. Ofelia aclaró: “De la familia González está participando Agustina, que es hija de María Emilia González. Ella cuenta que le costó mucho salir. A los 15 años se enteró por su papá cómo habían sucedido las cosas. Gratamente les puedo decir que ella sí se está movilizando, está participando mucho y le hace muy bien, porque se saca muchas cosas que tenía dentro y no sabía cómo manifestarlas”.
Mosconi también dió las razones que la ayudan a sostener su lucha durante estos 24 años: “Me mantengo de pie porque hay un grupo de mujeres feministas. Yo pertenezco a la Multisectorial (de Mujeres contra la Violencia en Cipolletti)y a organizaciones sociales. Parte de la sociedad, amigos, vecinos siempre nos acompañan. Hace 24 años que nos acompañan, es lo que da fortaleza para seguir de pie y no dejarse convencer por un Estado que lo único que quiere es el resarcimiento económico y que nosotras nos quedemos en la casa”.
El mal accionar policial
La escena del crimen en aquellas primeras horas y primeros días fue completamente adulterada. Fue algo muy significativo. Así lo recordó la mamá de Verónica: “Antes de que aparezcan las chicas ya tenían a los presuntos culpables que eran (Hilario) Sepúlveda y (Horacio) Huenchumil. Cuando la hipótesis de los marginales se cae, aparece este personaje que está preso, (Claudio) Kielmasz. Destruyeron pruebas y huellas. Entonces pisotearon todo el lugar, no se resguardó nada. Eso fue responsabilidad del subcomisario (Luis Erasmo Seguel). El que hizo la búsqueda mentirosa en donde se hizo la denuncia”.
Impunidad judicial
“La causa se eleva a juicio por error y porque buscaban a otras tres chicas que nunca aparecieron. Así que lo único que les interesaba era que el crimen se esclarezca porque acá había un candidato, el intendente (Julio) Arriaga. Habían mandado el perfil a Estados Unidos, que determinó quién era el único asesino serial. Todas esas mentiras querían hacernos creer que el crimen estaba esclarecido, pero nosotros no les creímos. Las madres tenemos muy buen presentimiento, así que seguimos adelante en esta lucha. Hoy la causa está parada, lo único que quedó es una causa residual, por si aparece algún testigo o no. Y después, cuando termina el juicio, el tribunal dice: un caso más que queda impune en la provincia de Río Negro”, contó.
Por último, reflexionó: “La única muerte es no tener memoria y lo que tenemos es esperanza y rebeldía, porque la esperanza quieta es cobardía”.