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¿Alguien quiere pensar en los niños?

Escrito por el junio 1, 2022


El Gobierno nacional implementará la extensión horaria de la jornada escolar en educación primaria. Será luego de las vacaciones de invierno. La situación de infraestructura en las escuelas de todo el país en general es crítica. La educación rural tiene particularidades que no están contempladas. Anabel Comesaña, directora rural, habló con La Retaguardia acerca de esta decisión. Por su parte, la docente y legisladora porteña, Amanda Martín, recordó antecedentes de otros cambios que iban a llevarse a cabo en educación y no fueron cumplidos.

Entrevistas y redacción: Pedro Ramírez Otero
Edición: Diego Adur
Ilustración: Marilina Contreras/La Retaguardia

Hace apenas unos minutos salió el sol en Roque Pérez, una localidad bonaerense de unos 10 mil habitantes. Es el momento en que la gente arranca a trabajar. No hay un horario fijo, sino que es el sol quien indica cuándo comienza la jornada laboral. Cortan al mediodía, por supuesto. Y a la tarde retoman las actividades. Las familias con niños y niñas acomodaron sus horarios para que, como todos los días, puedan tomar la combi de las 9:30. Así, después de un viaje de unos 70 kilómetros por ese camino de tierra destrozado por la inundación de la semana anterior, llegarán a la escuela Paraje de Tronconi. 

En este colegio que en 2019 fue noticia —sólo para unos pocos medios no comerciales— porque fumigaron con agrotóxicos en el campo aledaño en pleno horario escolar, el edificio es compartido. Primaria y secundaria funcionan en el mismo establecimiento. Acomodan los horarios “como pueden” y se reparten las aulas. En el distrito, las tres secundarias rurales comparten edificio con primarias. La problemática de infraestructura, ya sea por cuestiones edilicias o espacios compartidos, se da en todo el país. Esto, sumado a la precarización laboral docente, son las principales dudas —o desafíos— que surgen en la comunidad educativa desde que el Gobierno nacional anunció la extensión horaria para educación primaria. 

Anabel Comesaña es directora de la escuela secundaria que funciona en el edificio. Inevitablemente está al tanto de todo lo que pasa en el nivel primario, porque tienen que estar en constante articulación. Comesaña reconoce que no es una mala idea la extensión horaria, entre otras cosas porque “los chicos del campo van a la escuela con ganas” y es el lugar de encuentro con sus amigos y amigas. En general, cuenta, sólo faltan cuando se rompe una combi, que sucede más seguido de lo que quisieran, porque no hay vehículo que aguante más de 150 kilómetros diarios en caminos de tierra muchas veces destrozados por las lluvias. “No están dadas las condiciones escolar y salarialmente. Una maestra primaria por lo general tiene doble cargo, sale de su escuela primaria en el campo y se va a otra”, explica acerca de la idea de agregar una hora más al comienzo y al final de la jornada escolar. Esos espacios compartidos entre ambos niveles, por ejemplo, se complicarían con una extensión: las aulas no son suficientes y deberían compartir el comedor. “No es para largarlo y hacerlo a la ligera. Entendemos que lo hacen por una cuestión de propaganda política”, plantea. 

Los y las docentes de escuelas primarias también manifiestan un fuerte rechazo a esta medida. Uno de los principales conflictos de la educación a nivel nacional es el bajo salario docente. La hora extra que pagarían cuando se aplique la extensión, después del receso invernal de este año, no alcanzaría para cubrir las necesidades básicas y menos aún justificaría que dejen un cargo en otra escuela. “En muchos casos ese salario docente es el que sostiene la familia y se ven obligados a trabajar en doble cargo. Ojalá todos pudiéramos trabajar un solo cargo y que nos alcance para vivir dignamente”, dice la directora. Además, marca cuáles son los puntos principales que considera “para empezar a pensar en una extensión horaria”. Insiste en que lo mejor sería no aplicarla tan pronto como está planeado, sino comenzar a armar una planificación que incluya inversiones y diálogo con las comunidades educativas: “Infraestructura escolar, capacitación docente, salarios mucho más redituables que hagan que el docente trabaje un solo cargo y pueda abocarse 100% a ese solo cargo”, sostiene como cuestiones indispensables.

El “anuncio improvisado” del Ministerio de Educación

A unos 140 kilómetros de la escuela Paraje de Tronconi está la Ciudad de Buenos Aires, una de las jurisdicciones en la que no impactará mucho esta modificación, porque la mayoría de las escuelas primarias tienen jornada completa. En el caos de la Ciudad, “a las corridas” como ritmo de vida casi normal para quienes la habitan, Amanda Martín, docente y legisladora porteña, abandona una reunión para atender el teléfono. Como si tuviera a mano los informes del Ministerio de Educación de los últimos años, empieza a contar los antecedentes de propuestas que se intentaron llevar a cabo y fallaron, comenzando por la Ley de Educación de 2006. Ésta implicaba avanzar en jornadas completas o extendidas en un 50, 60% en todo el país. “Hoy está en 14%. No se ha avanzado con los recursos, con los profesionales, con la estructura y con la infraestructura necesaria para poder tener jornadas completas”, explica. Después de ese “fracaso”, el Consejo Federal de Educación (CFE) presenta esta iniciativa de la que todavía no hay mucha información acerca de cómo se aplicará. Martín es tajante con su postura: “Una hora antes, una hora después, con todas las dificultades que implica, sin recursos y presupuesto, no va a implicar de por sí una mejora educativa”. 

La medida de extensión horaria que anunció el ministro Jaime Perczyk apunta a extender las jornadas en primaria para buscar luego implementar la jornada completa. El relevamiento anual que realizó el Ministerio de Educación de la Nación en 2019, mostró que a nivel país el 7,3% de los y las estudiantes asiste a jornada completa (8 horas de clase), mientras que el 6,8% hace jornada extendida (más de 4 horas pero menos de 8). Acerca de esto, la legisladora por el Frente de Izquierda sostiene que es indispensable invertir y generar un plan de construcción de escuelas, que debería llevarse a cabo antes que cualquier modificación horaria. “En la Provincia de Buenos Aires tenés hacinamiento directamente. Hay muchos distritos que están atravesando esa situación y otras provincias y jurisdicciones también”, dice. El proyecto de Perczyk parecía que iba a aplicarse a largo plazo y que cada jurisdicción iba a adaptarse. Después anunciaron que se llevará adelante tras las vacaciones de invierno. El Consejo Federal de Educación se reunió y las autoridades de las veinticuatro jurisdicciones del país acordaron avanzar en la propuesta, que además contemplaría realizar reformas edilicias e invertir unos 18 mil millones de pesos para mejorar los salarios docentes. Acerca de esto no hubo más información y en las escuelas sólo se perciben dudas. Al respecto, Martín responde qué es lo que sucede siempre que hay dificultades: “En general son las escuelas las que terminan resolviendo los problemas que los gobiernos no resuelven”. Como la directora rural, también sostiene que este anuncio “bastante improvisado del Ministerio de Educación nacional” está relacionado con la disputa que se ha generado entre las diferentes jurisdicciones y gobiernos “a ver quién presenta cosas y programas educativos”. Cuando esto sucede, suele quedar evidenciada la falta de diagnóstico y sobre todo de recursos: “Son más bien anuncios al aire corridos por esta agenda de reformas educativas que no hacen ni atienden a los verdaderos problemas que genera la crisis educativa”, apunta Martín. 


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