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Este miércoles se conocerá el fallo por el crimen de Diego Cagliero

Escrito por el febrero 14, 2023


Un jurado popular decidirá si los dos policías son culpables o inocentes. En la última jornada de testimoniales, quedó expuesta la estrategia del policía Sergio Montenegro para responsabilizar solo al oficial Rodrigo Constatt

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero

Desde la apertura del juicio por el homicidio de Diego Cagliero, pero con mayor intensidad en las últimas tres audiencias, el defensor oficial Fernando Lagares se viene desempeñando con la sutileza de un elefante en el bazar. Con imperturbable tozudez intentó rebatir —sin exhibir conocimientos científicos compatibles— las pericias que indican que su representado, el subinspector Sergio Montenegro, fue quien hirió de gravedad al joven Mauro Tedesco.

La estrategia de Lagares —poco usual en un juicio por “gatillo fácil” donde los policías hacen causa común por lo general— apunta a que se le adjudique al otro imputado, el oficial Rodrigo Constatt, no sólo el homicidio de Diego Cagliero —hecho ya probado— sino también las heridas graves sufridas por Mauro Tedesco.

“¿Considera posible que un proyectil calibre 9 milímetros pueda herir a una persona y al mismo tiempo matar a otra”, fue la pregunta del millón que le hizo Lagares a una sorprendida perito de Gendarmería, Balbina de Jesús Cristaldo, quien le respondió: “No lo sé”.

Por supuesto, lo que intentaba introducir como hipótesis era que el disparo que daba en las dos víctimas era uno de los realizados por Constatt.

Los peritajes corroboran que uno de los diez proyectiles que partieron del arma reglamentaria de Constatt, fue el que se encontró en el cuerpo de Diego. De eso no quedan dudas, como tampoco que uno de los tres disparos que hizo el subinspector Sergio Montenegro, fue el que hirió en el bajo vientre a Tedesco, quien estuvo internado varios días en terapia intensiva.

Las vainas servidas halladas en la escena del crimen eran 14 y los peritajes determinaron que el disparo restante fue hecho por la oficial de policía Micaela Fretes. Al principio se creía que ese proyectil había salido del arma del policía Martín Juárez, según lo declarado en el juicio por Rosa Sofía Herrera, su compañera en el móvil durante la persecución de los ocho chicos que iban en la camioneta Ducato. Los únicos que dispararon fueron los policías, es otra de las certezas.

El perito oficial Mauro Gómez Foresta, del Instituto de Ciencias Forenses de Lomas de Zamora, fue quien señaló en una pantalla, con un puntero láser, el proyectil que produjo la muerte de Diego Cagliero. Las marcas impresas en el proyectil indican, sin lugar a dudas, que el disparo salió de la pistola reglamentaria Bersa Thunder 9 milímetros que empuñaba Constatt.

La alférez Balbina de Jesús Cristaldo, de la División Balística del Laboratorio de Criminalística de la Gendarmería, corroboró lo dicho por Foresta y precisó, además, que fue Sergio Montenegro el que hirió a Mauro Tedesco.

Los peritajes incluyeron también a las armas “plantadas” por policías en la escena del crimen. Se confirmó que el revólver calibre 32 tenía sus cartuchos intactos porque nunca fue usada. Por supuesto, tampoco lo fue la pistola de aire comprimido.

Una de las preguntas urticantes, por su insistencia con el único fin de confundir a los jurados populares, fue hecha por el defensor Lagares. Quiso saber si, a simple vista, por su similitud con un arma de fuego, la pistola de aire comprimido puede dar lugar a confusión y llevar a pensar a los policías que era un elemento de temer. Lo que no tuvo en cuenta el defensor oficial es que si alguien empuña una pistola de aire comprimido y sabe lo que tiene, mal puede estar convencido de amedrentar a oficiales expertos armados con 9 milímetros.

Patricia Paniagua, médica legista de la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de Gendarmería, mostró una foto en la que aparece el cuerpo de Diego Cagliero dentro de la camioneta. Al mismo tiempo, recordó que la autopsia determinó que un proyectil calibre 9 milímetros entró a su cuerpo por el hombro, le atravesó una vértebra causándole la muerte en el acto. La bala fue encontrada en el cuerpo de la víctima. Los indicios revelan que estaba inclinado, en un claro gesto defensivo.

Las pericias fueron complementadas con un análisis interdisciplinario encabezado por la alférez Cristaldo y la perito de parte Silvia Bufalini. Sobre ellas dos cargó con sus preguntas el abogado defensor Lagares. Quería saber si en el trabajo interdisciplinario se habían tomado en cuenta las declaraciones de los siete jóvenes que sobrevivieron al ataque policial.

Su persistencia estuvo dirigida a si se basaron en las indagatorias —cuando no se tiene que jurar decir verdad— o en las testimoniales, donde sí deben comprometerse a no mentir.

Cristaldo y con más contundencia Bufalini, recalcaron que la posición en la que iban los jóvenes dentro del furgón de la Ducato fueron establecidas por una serie de indicios contundentes, fortalecidos por la autopsia, la planimetría, la trayectoria de las balas y la distancia estimada desde la cual se hicieron los disparos, entre otros detalles.

“Las declaraciones son datos subjetivos que hay que analizar sobre la base de los indicios objetivos que fueron tomados en cuenta”, recalcó Bufalini. Tras la respuesta, Lagares optó por llamarse a silencio.

Maltrato a las víctimas

El defensor oficial también se mostró muy duro cuando le tocó hacer preguntas a algunos de los sobrevivientes. Ya lo había hecho cuando dio su testimonio el sanjuanino Rodrigo García, quien lloró al recordar el trato recibido por los policías, que le quebraron algunos dientes.

Lagares lo repitió cuando dio su testimonio Ángel Bramajo, el joven que sigue con prisión domiciliaria, imputado por el presunto “robo en poblado y en banda” al supermercado de Martín Coronado que dio origen a la persecución policial.

“Ese día asesinaron a Diego”, fue lo primero que dijo Ángel Bramajo al declarar en el juicio, cuando le preguntaron qué recordaba sobre lo ocurrido el domingo 19 de mayo de 2019. Luego contó que el supervisor de la empresa AYSA, donde trabajaba, le prestó la camioneta Ducato para que asistiera con los otros siete jóvenes al velatorio de Pablo, un amigo en común.

Sobre el episodio en el supermercado dijo que él no bajó de la camioneta y que cuando se enteró de que se habían llevado mercadería sin pagar, se enojó con sus amigos. “Me enojé porque estaba usando la camioneta de mi trabajo, yo siempre cuidé mi trabajo”, dijo.

Sobre la persecución, recordó el ruido de las balas pegando “en las chapas” de la Ducato y los gritos de Mauro Tedesco cuando lo hirieron. Como no veía a Diego cuando lo bajaron de la camioneta, preguntó por él: “Entonces recibí una patada en la boca y me dijeron: ‘Cerrá el orto, la concha de tu madre”.

El defensor oficial Fernando Lagares, sobre la base de lo dicho antes por Ángel, le preguntó “por qué si dice haber tenido miedo (por las balas) en vez de frenar la camioneta, decidió acelerar”.

“Tuve miedo y aceleré, si yo frenaba nos mataban a todos”, fue su contundente respuesta.

Etapa final del juicio

Este miércoles, desde las 9, la Fiscalía, los querellantes y los abogados defensores, ofrecerán sus alegatos finales ante los 12 jurados populares que tendrán a su cargo la decisión de dar el veredicto en el juicio que comenzó el lunes 6 de febrero. Luego de los alegatos, los jurados populares se reunirán a solas para decidir su fallo. El veredicto tiene que ser unánime, porque así lo establece la metodología de los juicios por jurados populares.


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