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Juicio Cagliero -día 4- “En la camioneta no había armas”

Escrito por el febrero 11, 2023


Eso declaró Carlos Damián Villanueva, uno de los jóvenes que iba en la Ducato. Las 14 vainas servidas halladas por los peritos de Gendarmería en el lugar donde fue asesinado Diego Cagliero, eran “calibre 9 milímetros”, compatibles con el calibre del arma reglamentaria que utiliza la Policía bonaerense. Así lo aseguraron los peritos gendarmes que declararon en el juicio por jurados populares en el que dos policías están siendo juzgados por el “homicidio agravado” de Diego y el “homicidio agravado en grado de tentativa” de los siete amigos que lo acompañaban.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero


El médico que constató el fallecimiento de Diego Cagliero sostuvo que en la parte trasera de la camioneta Ducato en la que iban los jóvenes, sólo vio “instrumentos musicales”. No había ningún arma en poder de las víctimas. Todo confirma que las armas halladas fueron “plantadas” por policías no identificados por el momento, que actuaron luego de que el médico se retirara y antes que llegaran los peritos de Gendarmería.

La inexistencia de armas en poder de las víctimas fue corroborada por los peritos, que dijeron que todos los disparos fueron realizados “desde el exterior” del vehículo.

En la cuarta audiencia del juicio, se ratificó además que el revólver Bersa Taurus que según las defensas fue hallado junto al cuerpo de Diego, no fue disparado. Tampoco lo fue, por supuesto, la pistola réplica de aire comprimido que alguien dejó detrás del asiento de la camioneta, con el trasnochado propósito de que pudiera ser considerada un arma capaz de competir con las 9 milímetros de los policías.

La cuarta audiencia

El primer testigo fue el subalférez de Gendarmería, Daniel Torres, quien el 19 de mayo de 2019, cuando ocurrió el hecho, era integrante del Departamento de Criminalística de Gendarmería, con sede en Campo de Mayo. Torres participó en la recolección de indicios en la escena del crimen y dio una explicación simple de las técnicas utilizadas, para la mejor comprensión de los jurados populares.

Torres precisó que en la camioneta tipo furgón, en la que iban las víctimas, pudo constatar la presencia de 11 orificios de bala producto de disparos realizados desde el exterior del vehículo. El perito recordó que la camioneta Ducato sólo tiene ventanas en la parte delantera, donde están los asientos del conductor y el acompañante.

Aunque no lo dijo el experto, es propicio recordar que Diego iba en la parte de atrás del furgón. Si hubiera sido cierto que tenía un arma, mal podría haberla usado estando en un sitio desde el cual se tiene una visión muy lejana del afuera.

Torres precisó que fueron 14 las vainas servidas calibre 9 milímetros encontradas en la escena. Once de ellas son de balas que impactaron en la camioneta; una más en la parte delantera de un vehículo policial que participó en el operativo y otras dos no dieron en un blanco que pueda ser determinado.

Es importante la confirmación de que fue un disparo “propia fuerza” el que impactó sobre la parte delantera del patrullero en el que iba el oficial Diego Reinaldo Torres, quien declaró en la segunda audiencia del juicio. El policía fue el que dijo que le cruzó el vehículo a la Ducato durante la persecución. Relató también que escuchó “dos tandas de disparos”, ahora confirmado por los peritos que fueron hechos por sus propios compañeros.

El perito gendarme Daniel Torres también inspeccionó el interior de la camioneta Ducato, cuando todavía estaba allí el cuerpo de Diego. Junto a la víctima halló la pistola de aire comprimido y bajo el asiento el revólver Bersa calibre 32 con dos “balas intactas” porque no fue utilizado. Las armas no fueron vistas por el médico que constató el fallecimiento de Diego Cagliero.

Para confirmar que esas armas no fueron usadas, el perito de Gendarmería señaló que tampoco encontró vainas servidas en el interior del rodado. Dijo textualmente: “No se utilizó un arma de fuego que eyecte vainas”. Recalcó que las únicas armas compatibles con las vainas encontradas, eran las que portaba “el personal policial”.

Luego declararon los peritos gendarmes Jacinto Javier Díaz y Pablo Enrique Di Bez, quienes coincidieron con lo dicho antes por su colega Torres. Díaz dijo que hubo “dos momentos de disparos”, dato que coincide con las “dos tandas” de balazos que dijo haber escuchado el oficial de policía Diego Reinaldo Torres.

Díaz explicó al jurado que “cada arma es única” y al ser disparada deja huellas que permiten determinar de manera fehaciente desde que arma fueron realizadas. Di Bez confirmó que hubo 14 disparos. En la acusación se afirma que está probado que 10 balas partieron de la 9 milímetros del oficial Rodrigo Constatt (una provocó la muerte de Diego) y otras 3 del arma del subinspector Sergio Montenegro (una hirió a Mauro Tedesco). De las otras dos balas, se sabe que una habría sido disparada por el policía Martín Juárez.

Otro dato clave

En la cuarta audiencia declaró José Vidal Oros, el médico del SAME de Tres de Febrero. Declaró que a las 14.05 del domingo 19 de mayo de 2019 constató el fallecimiento de Diego Cagliero. Cuando subió a la parte trasera de la camioneta, donde estaba el cuerpo, lo único que vio fueron “instrumentos musicales”. No recordaba haber visto armas en la escena del crimen. El médico llegó al lugar mucho antes que los peritos de Gendarmería, que sí encontraron las armas que habían sido “plantadas” por policías para tratar de instalar la falsa teoría del “enfrentamiento”. Un video mostrado en el juicio, revela que antes del peritaje subieron a la parte trasera de la camioneta tres policías de uniforme y uno de civil. Ellos son los sospechosos de haber “plantado” el arma. También dio su testimonio la médica Cecilia Sforza, quien era residente de Cirugía del Hospital Bocalandro, donde fue internado Mauro Tedesco. Dijo que el joven ingresó con un disparo en la zona púbica que le había atravesado la vejiga. Por tal motivo, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente y permaneció en terapia intensiva durante cinco días. Los datos fueron avalados luego por Abel Carlos Olives, abogado del Hospital Bocalandro.

El último testigo fue Carlos Damián Villanueva, uno de los amigos de Diego Cagliero. El joven dijo que él ocupaba en la camioneta el asiento del acompañante. Relató que todos se habían reunido luego de asistir al sepelio de Pablo, un amigo en común. Contó que en el supermercado de Martín Coronado “algunos fueron a buscar hamburguesas y otros fuimos por la bebida”. Cuando estaba por ir a la caja un empleado del comercio le dijo que se levantara el buzo para ver si se estaba llevando algo y él demostró que no tenía nada. Luego se produjo la discusión entre algunos de sus amigos y los responsables del supermercado que les pedían la devolución de mercaderías que se llevaban sin pagar. “Los chicos les devolvieron las cosas y nos fuimos”, dijo.

Reconoció que con el conductor de la camioneta, Ángel Bramajo, se molestaron por lo que pasó en el supermercado. “Estábamos enojados con los chicos por lo que había pasado, les decíamos: ‘Ché, ¿cómo van hacer esas cosas?’”, contó.

Cuando estaban llegando a la estación de servicio de avenida Márquez y Campo de Mayo, Damián vio que los cruzaba un patrullero. “Un oficial saca una escopeta, nos hace señas para que nos bajemos, que no hagamos nada”, relató. Agregó que él se tuvo que agachar “abajo, donde van los pies” al escuchar los disparos que sonaban “como si fueran piedrazos”.

Más tarde les preguntaron “de quién eran las armas”, pero aseguró ante los jurados que “en la camioneta no había armas”. Mientras Mauro Tedesco gritaba de dolor por la bala que lo había herido “a nosotros nos pusieron esposas, nos dejaron tirados y después nos subieron a unos patrulleros y nos llevaron a la comisaría. Ahí vino Gendarmería a hacernos una pericia de pólvora”.

“Rodrigo (García) no tenía armas, Diego jamás disparó y ni tenía armas”, dijo el testigo ante una pregunta de Agustina Lloret, abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), querellante en el juicio en representación Emanuel Albelo y Alfonso Roldán, dos de los chicos que salvaron su vida de milagro.

Como cierre, Damián Villanueva enumeró los problemas derivados del episodio que le tocó vivir: “Perdí mi trabajo, me separé un año y medio, no podía dormir, pensaba siempre en eso, no me podía sacar de la cabeza lo que había pasado”.


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