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La Retaguardia

Juicio Cagliero -día 5- “Sentía que me moría”

Por LR oficial en Derechos Humanos, gatillo fácil, Juicio Cagliero, represión estatal, Violencia institucional

La frase es de Mauro Tedesco, herido de bala en el abdomen el mismo día en que fue asesinado Diego Cagliero, baleados los dos por policías bonaerenses. En el juicio oral contra dos de los efectivos de la fuerza, declaró también Rodrigo García, uno de los seis jóvenes que acompañaban a Diego y a Mauro. “Me arruinaron la vida”, afirmó al definir en cuatro palabras el impacto que tuvo en él lo que les tocó vivir.

Redacción: Carlos Rodríguez
Edición: Pedro Ramírez Otero


Los dos jóvenes declararon en la quinta audiencia testimonial del juicio por jurados que se realiza en los Tribunales de San Martín, para juzgar a los policías Rodrigo Constatt y Sergio Montenegro, autores de los disparos que el 19 de mayo de 2019 mataron a Diego Cagliero e hirieron de gravedad a Mauro Tedesco.
El primero en ingresar a la sala de audiencias fue Rodrigo García. Con los nervios lógicos de tener que recordar lo sucedido, Rodrigo, que vive en San Juan y es albañil, relató el momento en que fueron detenidos: “Los policías me ponían los pies en la cabeza como si fuera un animal, después me cargaron en una camioneta acusándome de que teníamos armas, que éramos un grupo armado que íbamos a robar”. Aclaró una vez más en el juicio, que los ocho jóvenes venían del velatorio de Pablo, un amigo común. “Era mi primo, más que primo, era mi hermano”, dijo Rodrigo.

El domingo 19 de mayo estaba en Buenos Aires porque había venido dos días antes al sepelio de Pablo, quien falleció por un ataque de asma.

Dijo que tuvo que juntar el dinero necesario para poder viajar. En el velorio de Pablo conoció a Diego Cagliero y al resto de los chicos con los que después del sepelio decidieron ir a la plaza del barrio Los Altos de Podestá a comer un asado en honor a su primo. Rodrigo precisó que sólo conocía a Ángel Bramajo, porque él había viajado a San Juan con Pablo, su primo.


“Vamos a despedir a Pablo como a Pablo le hubiera gustado”, fue la propuesta de Ángel que convenció a Rodrigo. Cuando fueron al supermercado de Martín Coronado, Rodrigo se quedó con Ángel en la cabina de la camioneta en la que se movilizaban.

Los otros seis chicos entraron al comercio y luego salieron discutiendo con el dueño y uno de los empleados de seguridad. Cuando Ángel se enteró de que se habían ido sin pagar algunas mercaderías, los retó a todos: “Boludos, dejen de joder, es la tráfic de mi laburo”. Ángel era quien había pedido prestada la Ducato de la empresa AYSA.

Rodrigo hizo pausas para tomar agua y tratar de tranquilizarse.

Luego recordó el momento en que Ángel, quien iba al volante, trató de esquivar a un móvil policial en la avenida Márquez. Segundos después empiezan los disparos, más de 15, según señaló Rodrigo. “Me tiro hacia la falda de Ángel para cubrirme. Era como que tiraban piedras a la chapa. Uno de los chicos (Mauro) estaba herido, se agarraba la panza pidiendo ayuda enchastrado en sangre, mientras atrás mío veo a Diego recostado sobre los asientos ya sin vida”, relató.

Cuando bajaron de la camioneta “los policías nos empezaron a amenazar”. Le dijeron “quédate quieto o te mato, tirate al piso”. Además, contó llorando: “Me patearon, me esposaron, me quebraron dientes, me rompieron la boca”.

Rodrigo aclaró, ante una pregunta de la abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Agustina Lloret, que “jamás” en su vida usó armas de fuego. “Nadie disparó, nunca vi que alguno de los chicos tuviera un arma de fuego”, sostuvo, confirmando lo que ha quedado demostrado en todas las pericias incorporadas a la causa.

Luego declaró Alicia Dominga Montenegro, tía de Rodrigo, madre del chico fallecido por asma. Confirmó todo lo dicho por su sobrino. La testigo dijo que su hijo era también amigo personal de Diego Cagliero y de Ángel Bramajo, otro de los jóvenes que iba en la camioneta.

Lo que dijo Mauro

Mauro Tedesco fue herido en el abdomen y su vida estuvo en peligro, según confirmó antes en la audiencia un médico del Hospital Bocalandro, donde fue intervenido quirúrgicamente y estuvo internado cuatro días en terapia intensiva.

Ante los jurados, Mauro recordó lo que sintió al recibir el balazo: “Le dije a Emanuel (Albelo) que le diga a mis hijos que los amo, sentía que me moría”.

Sobre la balacera, afirmó que se escucharon “rafagazos de bala, balas que entraban por todos lados de la camioneta”. Y continuó el relato: “Siento un disparo en el cuerpo, entonces le pido Ángel que frene que me sentía herido de bala”. El disparo impactó en la zona de la ingle.

Aunque estaba chorreando sangre, se bajó de la camioneta como pudo y se tiró al piso por orden de los policías. “Les pedí que no me hagan nada porque estaba herido, luego vi a Emanuel y me desmayé”, dijo. Recuperó el conocimiento en la ambulancia, pero fue solo por un instante. Volvió a despertar dos o tres días después. Allí se enteró que lo habían operado de una herida grave. Todavía hoy sufre las secuelas: una hernia en el estómago que le impide conseguir trabajo ya que no supera el examen preocupacional.
Ante una pregunta sobre qué más recuerda de ese 19 de mayo de 2019, respondió: “Que me mataron a un amigo”.

Las armas “plantadas”

En la quinta audiencia testimonial también declaró el perito de Gendarmería Fernando Martín Báez, quien en 2019 trabajaba en el Departamento Fisicoquímico Instrumental de la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de la fuerza.

Báez tuvo a su cargo las pericias con la técnica de microscopio de barrido electrónico sobre las muestras de adhesivo de carbono tomadas por la Gendarmería de las manos de siete de las víctimas.

Dijo que encontró huellas positivas en tres, pero aclaró: “Si yo disparo y voy y le pongo esposas a una persona es posible que le transfiera las partículas” de pólvora por el contacto directo a través de las manos. En el juicio, varias pericias dejaron en claro que las únicas armas accionadas fueron las de, al menos, tres policías, entre ellos los imputados Constatt y Montenegro.

También declaró como testigo Paola Noelia Figueroa, médica forense en la Morgue Judicial de Lomas de Zamora. La testigo estuvo a cargo de la autopsia que se le practicó a Diego Cagliero.

Por videoconferencia, la médica legista dijo que en el cuerpo de Diego halló un solo orificio de arma de fuego, en la cara posterior del hombro izquierdo. El proyectil tuvo “una trayectoria de abajo hacia arriba, de izquierda a derecha, de atrás hacia adelante”. El proyectil quedó alojado en “los músculos paravertebrales” y en su recorrido “atravesó la columna y cortó la médula espinal causándole la muerte a Diego en el acto”.

Los dos policías acusados están siendo juzgados por un jurado popular, bajo la supervisión del presidente del Tribunal Oral Criminal 1 de San Martín, Marcelo Machado. La fiscal que lleva adelante la acusación es María Fernanda Billone. La parte querellante está a cargo de los abogados de la familia de Cagliero, Fernando Sicilia, Iván Koffman y Emiliano Montini, y de abogados del CELS, que representan a Emanuel Albelo y Alfonso Roldán, dos de las víctimas del delito de “homicidio agravado en grado de tentativa”, del que también son imputados los policías Constatt y Montenegro.