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Alfredo Arrillaga

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La querella y la fiscalía coincidieron en pedir prisión perpetua para el exgeneral Alfredo Arrillaga, como autor mediato de homicidio con alevosía en el caso de José Alejandro Díaz, en el marco del primer juicio por la represión contra los y las militantes del MTP, tras el intento de toma del RIM 3 de La Tablada en 1989. La querella fue mucho más allá que el fiscal, lo consideró coautor del hecho y pidió además cárcel común y una serie de “reparaciones”, entre las que resaltó el pedido para que el Estado financie la realización de un audiovisual que desande el camino cultural que llevó a la demonización de quienes en realidad sufrieron “un crimen de Estado dentro del estado de derecho”. Tras las intervenciones de Pablo Llonto y Liliana Mazea, parte del equipo de abogados/as que actuaron en este juicio, fue el turno de Ernesto “Coco” Lombardi. La larga lista de “38 afirmaciones, hechos totalmente acreditados” que presentó Lombardi comenzó con la acción inicial: un grupo del Movimiento Todos por la Patria ingresó a La Tablada con la convicción de impedir nuevos alzamientos militares. Indicó que “entre esos militantes ingresó Jose Alejandro Díaz, de 29 años”. Ante cada afirmación, el abogado querellante repasaba qué testimonios habían sido fundamentales para llegar a las conclusiones; en este caso, quienes lo habían visto en el cuartel o podían asegurar que allí estuvo: los entonces Daniel Salas, Daniel Humberto Valenti y Alejandro Gentile; el militar José Almada; los sobrevivientes Miguel Ángel Aguirre, Sergio Manuel Paz, Carlos Néstor Rodríguez, Joaquín Ramos, Roberto Felicetti, Carlos Motto y José Moreyra; y los periodistas Pablo Waisberg y Felipe Celesia, entre otros. Luego fue el turno de un dato clave que permitiría identificar a Díaz en las fotos y filmaciones que se conservan de aquel 23 de.enero de 1989: “fue herido en la cabeza, por lo que tenía una vincha que le cubría la herida”. Así se lo ve saliendo por una ventana de la guardia de prevención después del feroz ataque contra el edificio. “Se realizó un cerco que la sometió a un fuego desproporcionado”, definió Lombardi. Junto con él, en la guardia, se encontraban otros 10 militantes del MTP, 3 soldados y 3 desertores. “Desde un primer momento las fuerzas de Arrillga supieron que había conscriptos y desertores allí. La orden era no dejar a ningún militante del MTP con vida”, indicó la décima placa presentada por Lombardi. Previamente había explicado que el 23 de enero de 1989, aproximadamente a las 7:50, Arrillaga fue designado como Comandante de la recuperación. El plan criminal fue expuesto en la propia acción: “las personas dentro de la guardia, impedidos a salir por las balas, se encontraban condenados a morir en su interior por el fuego”. En tanto que “algunos fortuitamente lograron hacer ceder un barrote y escaparon, no corrieron la misma suerte los heridos, quienes murieron allí calcinados”. Este juicio oral y público permitió demostrar los pasos finales de la tragedia vivida por José Díaz e Iván Ruíz: “los soldados y desertores que logran escapar de la guardia se identifican con Naselli (primer uniformado con el que entran en contacto) y señalan como atacantes a Ivan y José”. Allí es cuando “Naselli ordena detener a Díaz y Ruiz, y el sargento Stegman los lleva con Varando”. “Ivan y José son sometidos a interrogatorio bajo tortura en los fondos del cuartel, por Varando, entre otros”, y luego “son trasladados al puesto de comando de Arrillaga, donde son torturados y sacados del cuartel dentro de un Ford Falcon blanco”. Esa fue la última vez que se los vio con vida. “Díaz y Ruiz fueron asesinados y sus cuerpos posteriormente desaparecidos”, afirmó Lombardi, que también consideró probadas por los testimonios las desapariciones de Samojedny y Provenzano, lo que seguramente derivará en nuevas causas que lleguen a instancia oral y pública más adelante. Parte del silencio que cayó sobre esta causa se debió a las operaciones orquestadas para ocultar la verdad. “Arrillaga desde el mismísimo 24 de enero de 1989 generó una amplia operación de encubrimiento”, explicó la querella. El exgeneral “alteró las circunstancias de la muerte de Esquivel creando una falsa coartada”, que cayó durante el juicio cuando el ambulanciero César Ariel Quiroga admitió que había sido obligado a mentir 30 años atrás, en el juzgado de Morón a cargo de Gerardo Larrambebere y con el joven secretario Alberto Nisman tomando las declaraciones falsas.El viernes pasado, en el segundo día de alegato de la querella tras un cuarto intermedio, Lombardi ocupó otras dos horas para terminar su intervención pidiendo prisión perpetua para Arrillaga.Parte importante de esa etapa final la ocupó el pedido de cárcel común, ya que el genocida, que fue condenado en cinco causas en Mar del Plata (en tres tiene perpetua), goza del beneficio de la prisión domiciliaria. “Démosle una oportunidad para que pueda arrepentirse. Mandémoslo a un lugar con todo lo que él requiera para tratarse si en algún momento tiene un problema, pero que también tenga la oportunidad de arrepentirse. Porque a esta edad, cuando realmente tenga tiempo de pensar y darse cuenta de que la sociedad lo ha condenado y mandado tras las rejas, tiene la oportunidad de decir: ‘y bueno… si total, esta medalla no es una medalla, es algo realmente muy triste, les voy a decir a las víctimas dónde escondí el cuerpo’”, sugirió en su fundamentación.En cuanto al pedido de condena sin que esté el cuerpo de la víctima, en este caso Díaz, Lombardi citó jurisprudencia en causas por crímenes de lesa humanidad ocurridas durante el genocidio, en las que se arribó a condenas habiéndose considerado que estaban probados los asesinatos, aun cuando los cuerpos estuvieran desaparecidos. Muchas de esas sentencias ya se encuentran reafirmadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación.  DESCARGAR Lombardi recordó algunas de las situaciones que se vivieron en el juicio, que dan cuenta del muy buen estado de salud del imputado. “Arrillaga tiene autonomía, tiene autovalidez, tiene excelente respuesta al strees, y tiene atención y concentración.

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazzea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial. (Por El Diario del Juicio*)Liliana Mazzea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazzea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazzea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después

En un alegato está reunido todo lo que pasó en un juicio. Si se trata del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada eso no es poca cosa. Entonces no sorprende que el alegato haya durado tantas horas y que no se llegara al final. Aquí un informe de la primera parte, que fue realizada por Pablo Llonto y Liliana Mazea, una de las abogadas históricas de esta causa. Llonto se refirió a documentos de la SIDE que avalan los asesinatos y las desapariciones. Mañana miércoles será un día de doble alegato, porque terminará la querella y realizará el suyo la fiscalía. El Diario del Juicio realizará una transmisión radial.Liliana Mazea fuma a cuatro manos. No hay cuarto intermedio en la que no se la vea detrás del humo. Durante todo el debate estuvo tomando notas y comparando lo que se escuchaba con declaraciones anteriores, metiendo la mano cada tanto en una bolsa con bizcochitos. Puede adivinarse la ansiedad de 30 años en esta abogada militante que fue una de las que estuvo acompañando a los y las militantes de La Tablada desde el primer momento, cuando no era fácil estar.Mazea habló una media hora. Utilizó su tiempo para responder (y refutar) diversos pedidos de la defensa, como los ya clásicos pedidos genocidas de nulidades y prescripciones que los diferentes tribunales terminan rechazando en la sentencia. Sobre el cierre, su voz se entrecortó. La emoción se apoderó de su cuerpo encorvado hacia el micrófono de la sala. “Querría, atento a la edad mía, pasarles a mis queridos colegas la bandera que enarbolaron las víctimas desde hace tanto tiempo pidiendo justicia. Y agradezco mucho a ellos que sigan entonces pidiendo justicia… Perdón —se interrumpió tomando aire para poder seguir—. Quisiera entonces acompañarlos con este verso de Pablo Neruda, que es muy largo pero que dice: ‘Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Muchas gracias”. El muchas gracias casi no se oyó, inundado en lágrimas. Se la dejó difícil a Ernesto Coco Lombardi, un abogado recibido después que su hija Susana, que siempre está sentada a su lado. Lombardi era intendente de Moreno cuando ocurrieron los hechos de La Tablada. Hoy es parte del equipo de Pablo Llonto que lleva adelante querellas en causas de lesa humanidad y en otras de violaciones a los derechos humanos, como esta. “Primero, señores jueces, permítanme, creo que en nombre de todos los abogados de esta querella, especialmente en nombre de mi hija y mío, vamos a tomar esa bandera, la vamos a enarbolar bien alto, y no dejaremos nunca de militar por la humanidad y por el respeto de los derechos humanos, haciendo de la historia de esta causa, que es la que acaba de hablar, también, una bandera de lucha, de sacrificio, ad honorem, por todos aquellos injustamente humillados. Gracias… La tomamos”. Pocos momentos en el juicio tendrán tanto valor simbólico y emotivo como ese pase de bandera en una causa de camino tan sinuoso como ha sido el de la justicia para los y las militantes que sufrieron en La Tablada las peores formas del terror implacable del Estado.  DESCARGAR Los documentos de la SIDE Si el alegato actúa como ordenador de las pruebas, por lo tanto es difícil que entregue novedades, esta vez fue la excepción. Casi al final de la jornada, Pablo Llonto sorprendió al hacer mención a un documento de la AFI (Agencia Federal de Informaciones, por aquel entonces SIDE) sobre La Tablada. Esos documentos reservados fueron pedidos durante el debate. Hace algunas semanas, el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunció que habían llegado las carpetas y que quedaban a disposición de las partes. Allí saltó la novedad. Después de saludar que la AFI entregue información sobre crímenes políticos, fue al detalle. “Con el valor A1 (fuente completamente confiable y confirmada por otras fuentes) y PPM (por propios medios, no por los medios de comunicación), está el nombre de José Maradona Díaz y al lado tiene un número 2. Ese número 2 quiere decir: abatido. O sea que ya lo sabían a través de la SIDE, a los pocos días. Luego dice que hubo 27 abatidos y 4 NN, que no sabemos a quiénes se refieren. Más tarde, el 2 de febrero de 1989, colocan entre los abatidos a Francisco Provenzano”. Esa fue la gran novedad de la jornada. Antes de Mazea, durante 25 minutos, Llonto realizó la primera parte del alegato. Ante la mirada atenta de Carmen Lareu (la madre de Claudia, que murió en La Tablada) y de Nora Cortiñas, comenzó abriendo un trípode especial desde donde partir. “Las tres vías que nos enseñaron las madres, algunas de ellas aquí presentes, fueron: Memoria, Verdad y Justicia. Con esas tres vías venimos a este alegato. Esas tres consignas no son solo para recordar en estos días especiales de marzo, sino que son consignas para aplicar. Pedimos que se apliquen porque creemos en la Vía Argentina que ha recorrido gran parte de las sentencias en el resto del mundo también, para intentar pelear por ese Nunca Más, y que no vuelvan a ocurrir esas graves violaciones a los derechos humanos en la Argentina y en el mundo”. Situó claramente el comienzo de la búsqueda de justicia en el mismo día de los hechos. “En el caso de La Tablada, aquellas tres consignas se empezaron a aplicar el 23 de enero de 1989. Desde aquel día se empezaron a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Las primeras denuncias fueron realizadas a las pocas horas. El 24 continuó, y también los días posteriores”, sostuvo el abogado, que se afirmó en que las denuncias iniciales están probadas tanto por los documentos que recientemente recibió el tribunal por parte de la AFI, como en el libro que publicaron Pablo Waisberg y Felipe Celesia, La Tablada A vencer o morir, que es prueba en la causa. “Se hicieron esas denuncias vía Uruguay, por comunicados, publicaciones periodísticas, a través de las primeras denuncias de los pocos sobrevivientes. Tiempo después se hicieron en la

En una nueva audiencia del juicio que busca saber qué pasó con José Díaz, uno de los cuatro desaparecidos de La Tablada, le tocó el turno de hablar al responsable de tanta barbarie. El ex General Arrillaga amplió su declaración, envuelto en la férrea voluntad de negar lo innegable y sostener la impunidad que lo acompañó 30 años. Antes de comenzar, el tribunal le consultó si podíamos registrar su testimonio en formato audiovisual, en vivo, a lo que Arrillaga se negó. (Por El Diario del Juicio*) Foto: Arrillaga declarando frente al mapa de La Tablada (Gustavo Molfino)

En una nueva audiencia del juicio que busca saber qué pasó con José Díaz, uno de los cuatro desaparecidos de La Tablada, le tocó el turno de hablar al responsable de tanta barbarie. El ex General Arrillaga amplió su declaración, envuelto en la férrea voluntad de negar lo innegable y sostener la impunidad que lo acompañó 30 años. Antes de comenzar, el tribunal le consultó si podíamos registrar su testimonio en formato audiovisual, en vivo, a lo que Arrillaga se negó. Foto: Arrillaga declarando frente al mapa de La Tablada (Gustavo Molfino) “No voy a aceptar preguntas”, fue lo primero que dijo ante la consulta del tribunal. Y a partir de allí desplegó, durante casi dos horas, argumentos que han sido rebatidos por numerosas pruebas durante este ejemplar proceso llevado a cabo por el TOCF4 de San Martín. La principal estrategia esgrimida por Arrillaga (y que permite anticipar cuál será la línea argumental del alegato de la defensa) fue intentar relativizar su responsabilidad en los hechos a partir del descontrol represivo que se vivió durante la “recuperación militar” del cuartel. “El combate de La Tablada se caracterizó por una gran desprolijidad”, indicó. Entre los factores que incidieron para que esto sucediera mencionó “la sorpresa ganada por los terroristas al iniciar el ataque”, “el accionar desprolijo de la policía”, “que esto sucedió durante la licencia del Ejército y coincidiendo con el cambio de guardia en la unidad”, “el poder de fuego de los terroristas, que se apoderaron de elementos, y que tenían armamento más moderno que el del Ejército”, y “los refuerzos heterogéneos que llegaban al cuartel, para reforzar el cerco”.Otro de los puntos centrales con los que intentó limitar su responsabilidad en los hechos, fue sostener que  carecían de comunicaciones durante la recuperación. “Llegamos al punto crítico de la falta total de comunicaciones que impedía una conducción centralizada”, alegó. E insistió en la idea de que esto “le impedia al comandante conocer lo que estaba pasando del otro lado del cuartel” que provocó según Arrillaga “la falla de la conducción centralizada”. Haciendo cosas raras Sin dudas, lo que más dolió de la exposición del genocida Arrillaga fue la liviandad con que se refirió a la represión desatada en La Tablada. El discurso de impunidad de los militares genocidas volvió a escucharse en boca de este exgeneral ya condenado cinco veces por delitos de lesa humanidad en Mar del Plata. Sin más, quiso explicar “el termino aniquilar para el Ejército”, que tendría dos posibilidades: “anilquilamiento físico del adversario o quebrar su voluntad de lucha”. Según Arrillaga, que intentó convencer al tribunal de que solo sucedió esto último: “lo que sucedió, fue la rendición de La Tablada”, pero son numerosos los testimonios (y el alegato posterior de la querella así lo demostró) que dan cuenta de que el plan fue de exterminio.Para reforzar su idea, y dejando ver su línea de pensamiento, indicó: “acá no hubo fusilamientos ni cosas raras”. Sin embargo, en su envalentonado discurso, volvió a demostrar de qué fueron capaces las fuerzas represivas y cuál era su desprecio por la vida humana. “El 23 también se consideró el ataque nocturno al Casino de Suboficiales, pensado que el fuego obligaría a las personas allí presentes, o a las alimañas, a salir. Pero la oscuridad no permitiría distinguir a terroristas de rehenes, y se desiste de esta idea”.En su último intento de defensa, Arrillaga quiso arrastrar consigo a Raúl Alfonsín. Por eso se refirió a la visita del entonces presidente al lugar de los hechos. En su recorrida “observa a los detenidos, cómo se les da apoyo medico, a uno se le coloca suero por la deshidratación de más de 30 horas de combate, observa el trato que si bien es duro es correcto”, indicó Arrillaga. Y agregó, para intentar sostener esta línea argumental: “me queda una inquietud de pensar que si mi proceder hubiera sido errado respecto a los detenidos, y ante una novedad que afectara a ellos, el señor presidente caracterizado por ser el defensor de la democracia y el protector de los derechos humanos, hubiera reaccionado ante un acto perjudicatorio a los detenidos, y hubiera aplicado el máximo rigor de inmediato ante la ley”. Una argumentación que en lugar de salvarlo a él, hunde un poco más la figura pública de Alfonsin: los testimonios de los sobrevivientes, que lo escucharon ingresar al lugar donde estaban detenidos, encapuchados y maniatados, y su discurso posterior por cadena nacional (al que el exgeneral también citó) son el punto más oscuro en la trayectoria del “padre de la democracia”. Arrillaga ingresa para declarar. De fondo en la imágen de tv, los tres jueces: Rodríguez Egger, Mancini y De Korvez.(Foto: Gustavo Molfino) Reivindicando el exterminio  Si bien no fue un discurso de defensa política de lo actuado, la sistemática negación de los hechos y el intento por criminalizar a las víctimas, demostró el carácter reivindicativo de su discurso ante el accionar criminal perpetrado 30 años atrás. A la vez que, muy atento a sostener las pistas falsas que sembró en el pasado, intentaba reforzar una historia que ha quedado en este juicio totalmente desacreditada.Comenzó por relatar cada muerte de los efectivos del ejército, pero sin nombrar a Esquivel, a quien indicaron durante todo este tiempo como la última persona que vio con vida a José Díaz e Iván Ruíz, dos de los desaparecidos en La Tablada. En este juicio, fueron numerosos los testimonios que demuestran que Esquivel murió mucho antes de que fueran detenidos los militantes del MTP. O casualidad, Esquivel estuvo ausente del listado de bajas que presentó Arrillaga.“A la mañana se intima la rendición, se ve que salen los terroristas a un lugar abierto para tener la posibilidad de ser filmados” aclaró Arrillaga, con una frialdad que duele. sin negar ni ratificar que haya sido él quien realizó la intimación, como han sostenido todos los sobrevivientes. “Cuento unos 13 y una mujer herida, que va a fallecer luego, desconozco el lugar, pero será luego recogida por la Policia bonaerense en

El primer juicio por los desaparecidos de La Tablada está en la recta final. Este viernes 15 de marzo, empiezan los alegatos y será el turno de la querella. Dialogamos con Pablo Llonto, uno de los abogados, que adelantó que pedirán pena a prisión perpetua y de cumplimiento efectivo para el ex general Alfredo Arrillaga, por ser coautor del homicidio y desaparición de José Díaz. Arrillaga goza actualmente del beneficio de prisión domiciliaria por condenas en delitos de lesa humanidad. La transmisión de los alegatos podrá seguirse en El Diario del Juicio y en el Facebook Justicia para los Desaparecidos de La Tablada. Foto: algunos de los integrantes del MTP caídos, desaparecidos y fusilados en La Tablada. (Foto: en  De Nicaragua a La Tablada. Una historia del Movimeinto Todos por la Patria de Hugo Montero)  —Diario del Juicio: ¿Cómo se preparan para mañana?—Pablo Llonto: Se llega a un momento bastante esperado, el tramo final del juicio oral contra el ex general Alfredo Arrillaga, que ya está condenado por delitos de lesa humanidad cometidos en los años ’76/’77. Mañana empieza a responder, rumbo a una sentencia que va a ser el 12 de abril, por las violaciones a los derechos humanos cometidas cuando los militantes del MTP ya se habían rendido, después de la toma del Regimiento de Infantería N°3 en La Tablada, el 23 de enero del 1989. Lo que se está determinando es la responsabilidad penal: para nosotros es coautor de homicidio por la desaparición y asesinato de José Díaz, militante que el día 23 de enero se había rendido, se lo ve en las imágenes de televisión cuando levanta los brazos, se rinde y se lo llevan. Y después nunca más aparece su cuerpo. Es uno de los al menos cuatro casos probados de desaparición y asesinato junto a Carlos Samojedny, Francisco Pancho Provenzano e Iván Ruíz.  —DDJ: ¿Cuáles son los puntos centrales que les permiten identificar a Alfredo Arrillaga como coautor de homicidio y desaparición de José Díaz? —PL: En este juicio la prueba ha sido muy fuerte. Y además tuvo dos sorpresas: dos testigos militares, que eran de la defensa, se le dieron vuelta. Es decir, dos testigos que declararon que cuando habían sido citados a testimoniar en el año 89 y 90, a dar explicaciones en el juzgado de Morón, habían sido presionados por el ejército para decir algo contrario a la realidad. Lo que habían declarado, falseando a la realidad, era lo que servía a la versión oficial que el ejército había elaborado: José Díaz e Iván Ruiz, otro militante también rendido que se lo ve en la tele entregarse con los brazos en alto, habían sido detenidos, luego se habían fugado, y en la fuga habían matado a un militar. Todo esto se declaró en el ’89 y en el ’90. Pero dos de los testigos que declararon en aquel momento vinieron a este juicio, y solos, ahí, en el medio de la declaración, uno de ellos se quebró llorando y dijo: “yo llevo hace treinta años una mochila encima, y quiero decirles señores jueces que yo fui obligado a mentir, a mí me prepararon la declaración, yo nunca vi eso que me hicieron declarar en el ’89“. Eso fue un impacto altísimo. Con esa prueba, más la prueba que ya teníamos, que consta más que nada de testimonios de otros sobrevivientes de La Tablada, videos, audios, fotografías, es clara la responsabilidad de Alfredo Arrillaga. Acá fue decisivo el testimonio del fotógrafo Longoni, que es quien sacó la secuencia de ocho fotos, algunas de ellas ya muy famosas, de los militantes del MTP levantando los brazos y siendo llevado por oficiales del ejército hacia un costado. Estas fotos dan fé claramente de que se habían entregado, estaban semidesnudos, con los brazos en alto, arrodillados en el piso y cómo después son llevados hasta el puesto de comando donde estaba Arrillaga y otro militar de inteligencia llamado Jorge Varando, que tenía que estar en este juicio pero lamentablemente el año pasado se murió y eso nos impide seguir con el juicio.  —DDJ: Si hay algo importante en este juicio es que se ha generado nueva prueba para seguir investigando…  —PL: Sí, mucho. La parte que estamos llevando adelante ahora es el juicio oral por el caso de José Díaz. En instrucción, en el Juzgado Federal de Morón, continúa la investigación por las desapariciones de Iván Ruiz, Carlos Samojedny y Pancho Provenzano y otras violaciones a los derechos humanos que ocurrieron allí, como torturas a otros sobrevivientes. También se tiene que investigar la responsabilidad del juzgado de Morón, que en aquel momento actuó en connivencia con el ejército. El juez está vivo, se llama Gerardo Larrambebere, y también cometió delitos en su accionar. El secretario, que en aquel momento era Alberto Nisman, que no va a poder ser juzgado porque se suicidó. Pero aparecieron en este juicio oral testimonios de estos mismos suboficiales del ejército que se dieron vuelta, que contaron también cómo Nisman, secretario del juzgado, fue partícipe de toda esta maniobra para preparar declaraciones, para meterlas en el expediente cuando eran totalmente falsas. Fueron algunas sorpresas y otras evidencias claras que ya teníamos pero que se reforzaron en este juicio oral y van a ir a parar todas al Juzgado Federal de Morón, para que avance y continúe con la investigación no solo contra Arrillaga, sino que acá hay que investigar a otros responsables, como Roberto Edgardo Gordillo, oficial de inteligencia de la Brigada X de La Plata, que fue a interrogar a los sobrevivientes, obviamente en interrogatorios con métodos de la dictadura. —DDJ: Hubo un momento en una de las últimas audiencias donde le preguntaste a Sergio Fernández, testigo militar, para qué se entregaban prisioneros a inteligencia —PL: Sí. En realidad la respuesta era obvia pero había que hacerla. Y Fernández dijo que para obtener información, interrogarlos, etc. Osea que confirma que primero pasaron por las manos de inteligencia. Con otro detalle: inteligencia no actúo como puede actuar legalmente una estructura de inteligencia, que no tiene que torturar para

Se realizó este mediodía la 14ª audiencia del primer juicio por los desaparecidos de La Tablada. Se esperaba la declaración del único imputado en esta causa, el General Alfredo Arrillaga, pero sobre el final de la audiencia adujo sentirse mal, por lo que postergó su testimonio para el 15/3, día en el que también se realizará el alegato de la querella. Sí dieron testimonio 2 militares: Sergio Fernández y Daniel Alfredo Suárez. Foto: Iván Ruiz adelante, José Díaz en el centro. Camino a ser desaparecidos (Télam) —Hoy no. No me siento bien para declarar —dijo Arrillaga esta tarde, alrededor de las 14, cuando la expectativa estaba puesta en su decisión de declarar antes de los alegatos de las partes. En realidad se lo notó igual que siempre: activo, muy atento a los dos testimonios militares del día. Incluso sugirió un par cosas al oído de su abogado defensor. Hasta sonrió relajado cuando el oficial Sergio Fernández se hizo cargo de haber sido él quien supuestamente intimó a la rendición de los y las militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), contrariando en soledad los testimonios de los ocho sobrevivientes que declararon en este juicio, que aseguraron haber reconocido la voz de Arrillaga como la de quién los intimó a la rendición. La jornada era esperada centralmente por el anuncio de que iba a hablar el único imputado en esta causa. No es habitual que los acusados en causas de violaciones a los derechos humanos den testimonio. Por lo general, los altos mandos toman el derecho de las últimas palabras antes de la sentencia, y enarbolan allí una defensa política del genocidio al tiempo que denostan el proceso de Memoria, Verdad y Justicia que ha ido determinando sus responsabilidades criminales. Sin embargo, luego de que el presidente del tribunal, Matías Mancini, anunciara las fechas de los alegatos y la lectura del veredicto, le volvió a preguntar al defensor Hernán Silva si iba a declarar Arrillaga. —Habíamos entendido que hoy eran las testimoniales y que habría una fecha más para que declarara mi defendido —dijo Silva. —Habíamos dicho que hoy terminaban los testimonios y pasábamos a los alegatos. En todo caso le propongo que hagamos un cuarto intermedio de una hora y volvemos, para que pueda preparar su declaración, que supongo que ya la habrán ido preparando —respondió Mancini. En ese intervalo se definió la suerte de la jornada. No hubo testimonio del genocida, que ya recibió condenas por causas de lesa humanidad en Mar del Plata. Cuando el defensor comentó informalmente la negativa de su defendido a hablar hoy, el tribunal insistió en la conveniencia de terminar con las testimoniales; ese fue el momento en el que, súbitamente, Arrillaga anunció que no se sentía bien. Su declaración, entonces, será el viernes 15. Ese mismo día, luego de otro cuarto intermedio, será el alegato de la querella a cargo de Pablo Llonto, Ernesto Lombardi y Liliana Mazzea, a quienes acompaña siempre muy atenta Susana Lombardi. El Diario del Juicio transmitirá los alegatos y la sentencia en vivo. Las comunicaciones La defensa sugirió varias veces, con el acompañamiento de varios testigos, que los militares no contaban con comunicaciones radioeléctricas. La intención de esa afirmación parecería ser desacreditar el testimonio de José Almada, a carga de las comunicaciones de la Brigada X de La Plata, que vio cómo Ruiz y Díaz fueron sacados del cuartel en un Ford Falcon blanco, tras haber sido torturados. Hoy declaró Daniel Alfredo Suárez. Su nombre resonó en la sala durante la declaración de Almada. Cuando el defensor le preguntó si estaba solo o con quién estaba, Almada citó varios apellidos, uno de ello fue Suárez, que también revistaba en esa unidad y en el área de comunicación. Si bien no vio lo mismo que Almada “estaba tras un montículo de tierra que me impedía ver”, Suárez confirmó que hubo comunicación radial entre las fuerzas militares, y sostuvo que estuvo junto a Almada un tramo de aquella jornada.  El abogado defensor intentó, una vez más infructuosamente, revalidar la hipótesis oficial sobre la ausencia de comunicaciones también con el testigo Fernández, que, para desgracia del general, estaba orgulloso de sus equipos de comunicaciones:  —¿Comunicaciones radiales tuvieron todo el tiempo? ¿O en algunos momentos sí y otros momentos no? -consultó el defensor tratando de orientar la respuesta. —Yo tenía buenas comunicaciones radioeléctricas. Era una de las pocas cosas buenas que tenía la compañía, la cantidad de equipos civiles que se habían comprado en algún momento anterior a mi gestión. Con esas comunicaciones yo podía controlar toda mi organización y podía enlazar con elementos que me apoyaban, Regimiento 3, Regimiento 7,el equipo de sanidad, y con el puesto comando del general Arrillaga. Varias veces me pidió cuestiones operativas, muévanse más acá o venganme a vera través del equipo de radio. —¿Equipos propios de su compañía? —Propios de la compañía. La única manera de tener a todos los elementos en contacto era proporcionando equipos handys a cada uno de ellos para poder mantener una red funcionando hasta el último momento gracias a Dios.  No sólo tenían comunicaciones; hoy, Fernández, le agradeció a Dios que funcionaran bien hasta el último momento.  “Sí, lo juro” Hace varias jornadas que el defensor venía mostrando una carta. Preguntó a varios testigos si no estaban al mando de Sergio Fernández. En aquel momento no se alcanzaban a entender esas consultas; pero este mediodía, cuando Fernández se sentó en el sillón de los testigos, la estrategia comenzó a quedar más clara. El por entonces Mayor, que llegó a ser luego de Tablada Jefe del II Cuerpo del Ejército, le puso tono militar a sus primeras palabras. Cuando le preguntaron si juraba o prometía decir la verdad, respondió con tono marcial “Sí, lo juro”. A la pregunta de si tenía algún impedimento de decir verdad, preguntó: “No sé si haber combatido contra algunas personas que están acá me inhabilita”. Le dijeron que no. —¿Estaba el General Arrillaga cuando se realizó la intimación a la rendición? —quiso saber el

En el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron ayer 3 testigos. El aporte mayor vino quizá del menos esperado: Walter Gualberto Cruz, un enfermero general que hace 3 años se retiró del Ejército. Declaró por primera vez ante la justicia y aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Esquivel, a quien la teoría oficial daba muerto por Ruiz y Díaz antes de la supuesta fuga. Como ya está más que claro, ambos fueron desaparecidos por las fuerzas que comandaba el General Arrillaga. Cruz describió ayer cómo Esquivel murió a su lado por fuego cruzado. También fueron testigos un militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar; y otro que intentó eludir sus propias responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que sonó poco convincente. Foto: Arrillaga cada vez más preocupado (El Diario del Juicio)—¿El Capitán Cabrera es un personaje? —preguntó el abogado querellante Ernesto Coco Lombardi al militar retirado Julio Ruarte.—Sí, Cabrera es un personaje.—Esquivel murió en esa circunstancia? —intentó precisar el juez Rodríguez Eggers.—Para mí sí. Esquivel murió como está ahí —dijo Ruarte señalando su libro.—¿Y cómo construyó el relato de Cabrera? —preguntó Lombardi.—Con varios testimonios. Uno de un tal Galeano,  Galesi, no recuerdo bien, y seguramente le pregunté al Sargento Cruz. Ese intercambio, que podría interpretarse incluso como un intercambio literario, fue central en la jornada de ayer. Julio Ruarte, es un militar retirado, autor del libro La Tablada: Un ataque para recordar.Su testimonio había sido solicitado porque en su informe, más tarde publicado como libro, se describe la muerte del sargento Ricardo Esquivel. Su motivación, según expresó varias veces, fue saber qué pasó con Ricardo Rolón, uno de los militares caídos durante el combate y “rendirle un homenaje a mi amigo y camarada”. El informe Ruarte fue escrito entre 1990/1991, y en 2003 el autor ya contaba con una edición para publicar. Sin embargo, en ese entonces, el ejército rechazó su publicación: “Me mandaron una nota que no era conveniente para la imagen de la fuerza, que podía traer problemas al autor” declaró. La querella solicitó que el testigo aporte esa respuesta oficial de la Secretaría General del Ejército, una prueba más del encubrimiento, que además suena amenazante: “la voy a buscar. Tuve varias mudanzas en el medio”, dijo Ruarte, que publicó el informe finalmente en 2016 luego de retirarse un año antes.Develar los minutos finales del sargento Esquivel es una de las claves de este juicio. Casi sin saberlo, el militar, en su búsqueda personal por saber qué pasó con su amigo Rolón, aportó un dato revelador: cómo fue la muerte de Esquivel. Al ubicar en el lugar a Walter Gualberto Cruz, permitió que se escuchara su relato, por primera vez, luego de 30 años. Otro testimonio que fulminó la versión oficial. La palabra de Cruz Walter Gualberto Cruz tiene todo el aspecto de un laburante común y corriente. Sin embargo, fue militar hasta hace casi 3 años. Morocho y petiso, tiene la palabra simple y segura a mano. Es la primera vez que declarara en la justicia por los hechos de La Tablada. Su aporte es esencial; seguramente por eso, justicia encubridora mediante, nunca estuvo ante un tribunal hasta ayer. Así relató la muerte de Esquivel. “En un momento quedé sólo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 mm., calibre del FAL, sin orificio de salida”.En el relato oficial de los hechos, las huellas de Ruiz y Díaz llegaban hasta el oficial Esquivel, quien fue señalado como la última persona que vio con vida a los militantes del MTP, apenas antes de su propia muerte. Esquivel obviamente nunca estuvo para dar su versión. De alguna manera era el testigo perfecto para la versión militar/judicial; no había chance de contradicción alguna. Pero la cadena de mentiras se rompió en la 3ª audiencia, cuando el exmilitar César Ariel Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel ni haber tenido contacto con guerrilleros del MTP.  En aquella misma jornada ya histórica de diciembre pasado, otro exmilitar, José Almada, se ubicó como testigo ocular de la caída de Esquivel.“Estuve en las inmediaciones de la Compañía B cuando explota parte del primer piso, por lo que tuve que asistir a varios soldados”, relató Cruz. “Luego apareció Esquivel, que bajó de un vehículo en el cual estábamos haciendo las evacuaciones de los heridos”. En su detallado testimonio, Cruz indicó que “a viva voz pedí un vehículo para movilizarlo, como tardaba me puse a arrastrarlo, era un hombre fortachón, me costó mucho y a duras penas pude subirlo al blindado. Esa fue la última vez que lo vi, pero ya sabía que era inevitable su deceso, estaba agonizando”, agregó. Además, sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato que sirviera de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, en la sala del TOFC 4, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor para explicar la muerte de Esquivel. En la parte de legales del Edificio Libertador en Azopardo 250. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía en qué circunstancias había muerto.

El lunes de la semana pasada, por iniciativa del Tribunal Nº4 de San Martín, se realizó una visita ocular al lugar de los hechos, que hoy es mitad supermercado, mitad abandono. Durante la inspección judicial, de la que solo participaron las partes, el General Alfredo Arrillaga les habló a los gendarmes que estaban en el lugar como el abuelito que cuenta sus mejores anécdotas. La arenga fue interrumpida por el presidente del Tribunal, Matías Mancini, y registrada por el querellante Daniel Díaz, el hijo de José Maradona Díaz. El Diario del Juicio accedió al video, de alto contenido de impunidad genocida. Foto: InfobaeVideos: El Diario del Juicio El escenario donde se sucedían los relatos aún no había sido visitado. Se escuchaban reiteradas referencias a lugares ocupados, bombardeados, incendiados. De habitaciones de aquel cuartel donde, en plena democracia, se instauró de facto la metodología  de la violación a los derechos humanos. Había un mapa de La Tablada en la sala del TOCF4 de San Martín donde los testigos referenciaban sus relatos. Y al cabo del tiempo, terminamos todos y todas con una idea del lugar, y de cómo y dónde se dieron los sucesos.Pero aún el tribunal no había visitado el cuartel, y creyó sanamente oportuno realizarlo ahora, en medio del juicio que investiga el asesinato y desaparición de José Díaz, uno de los 4 militantes del MTP que aún permanecen desaparecidos. La defensa, querella y la fiscalía pudieron entonces recorrer el predio, que con el paso del tiempo se ha modificado profundamente. Hoy pertenece a la Constructora San José;  hay en un gran sector un supermercado, pero algunos de los lugares donde se sucedieron los hechos reflejan las huellas de su pasado.Como querellante, Daniel Díaz pudo ser parte del grupo que visitó La Tablada. Este joven nacido en Nicaragua pudo recorrer por primera vez aquel lugar casi mítico donde se vio por última vez con vida a su padre. Esas filmaciones que en el tribunal lo mostraron rendido ante militares, fueron las imágenes que aparecieron en su mente durante el recorrido. En diálogo posterior con El Diario del Juicio, Díaz contó que sintió: “Fue algo muy fuerte, se visitó la Compañía A, la B, el comedor. El casino de suboficiales todavía está en pie. Y en el lugar del que salió mi padre cuando estaba en llamas, que está filmado, ahora hay un supermercado Easy, y tengo entendido que son ahora los dueños del predio. En la compañía A encontré huellas de tiros, vidrios destruidos, impactos de cañonazos”, indicó Daniel, relatando tanto las huellas de la represión como las suyas.Pero el dolor no fue sólo por lo pasado allí, sino por lo que sucedió en este 2019: en medio del recorrido, cuando se encontraban en lo que en 1989 era la planta alta de la Mayoría, desde donde el entonces Mayor Fernández Cutiellos, máxima autoridad militar en el cuartel, hirió a la mayoría de los integrantes del MTP destinados a la Guardia de Prevención, Arrillaga comenzó a relatar su versión de los hechos a un grupo de gendarmes que, con visible atención, recibieron de primera mano su apología del Terrorismo de Estado: “Atacan la compañía comando y los rechazan. Había un oficial y dos suboficiales y logran armar un grupo de 15. Ahí los rechazan a los terroristas”. Tan aberrante fue su accionar que el juez Matías Mancini, que preside el tribunal, debió llamarle la atención y le puso freno a su desbocada perorata, mientra le explicaba que tiene el derecho a declarar en cualquier momento del juicio, pero que eso no era una declaración. Quizás parte de sus dichos puedan escucharse en el tribunal cuando declare el próximo 6 de marzo, según anunció su defensor, lo que sería poco habitual, ya que en los juicios por crímenes de lesa humanidad, los jefes suelen hacer uso del derecho a las últimas palabras, pero no declaran en el juicio, cosa que sí haría Arrillaga. Ya han pasado por el juicio otros reivindicadores de las violaciones a los derechos humanos perpetradas en La Tablada, y que no son muy diferentes que los relatos que pudieron leerse en los medios tradicionales de comunicación con motivo de los 30; reivindicaciones que hasta pudieron verse en la participación de funcionarios públicos en los “homenajes” militares realizados tanto en Pigûe como en La Tablada.“Arrillaga realizó instrucciones a la gente de Gendarmería, le prestaron una silla para que diera su discurso, habló de los compañeros del MTP diciéndoles terroristas”, contó Daniel a El Diario del Juicio. “Me llamó la atención cómo es escuchado todavía y cómo goza de impunidad, cómo es visto por la gente que lo rodea todavía con el esplendor de general. Me sentía impotente de no poder gritar, son cosas que tenemos que soportar y también que contar, para que se sepa cómo sigue funcionando el sistema”.Arrillaga ya está condenado a prisión perpetua por crímenes ocurridos en Mar del Plata durante el genocidio. Sin embargo, cumple la pena en su casa. Según el último informe de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, de los 862 genocidas condenados, 641 están en sus casas con prisión domiciliaria. Arrillaga es uno de ellos. Llega todos los días especialmente para el juicio, y cuando la audiencia se acerca al final, saca su teléfono celular y avisa: “estamos terminando”, como quién hace referencia a una reunión de trabajo.Se acerca el fin del juicio, donde los alegatos de las partes retomarán muchos de los giros inesperados que se han dado en este juicio, donde la mentira de la versión oficial de los hechos ha quedado al desnudo. Pero también reaparecerán las viejas acusaciones, la tergiversación de lo que pasó y la apología del accionar criminal de los militares. Parte de lo fundamental de estos meses en el TOCF4 de San Martín ha sido justamente esta oportunidad de volver a discutir una historia que muchos querían olvidar. Gracias al valiente testimonio de los militantes del MTP que sobrevivieron, hoy la sociedad sabe mucho más de

En la 12ª audiencia del juicio por los desaparecidos de La Tablada se esperaba solamente el testimonio de Rosario Alicia Sotero Lago, una de las peritos que participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 como parte del Cuerpo Médico Forense. Que fuera una audiencia corta en cantidad de testigos habilitó a que las partes hicieran peticiones al tribunal que hizo lugar a incorporar como nueva prueba el librodel militar Julio Ruarte, La Tablada: Un ataque para recordar. El informe relata la muerte del sargento Esquivel y niega la versión oficial acerca de Ruiz y Díaz. Ruarte será testigo la semana próxima, el 21 de febrero. Pero la principal novedad fue que apareció en el expediente una prueba de que los soldados fueron acompañados a declarar en la instruccion de esta causa por un abogado militar, como contó el testigo clave de este juicio, César Ariel Quiroga, aunque el Ejército lo niega aún hoy. Quiroga tiene razón Uno de los testimonios más reveladores en lo que va del juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz fue el de el exmilitar César Ariel Quiroga que, en la tercera audiencia, denunció que lo obligaron a firmar una declaración falsa para crear la versión oficial sobre José Díaz e Iván Ruiz. Quiroga no estaba solo en su declaración en 1989: Marcelo González Roberts, por entonces auditor del ejército, le ordenó firmar y hacerlo “por la institución” a la que ambos pertenecían: el Ejército; más específicamente, el Comando de la X Brigada Mecanizada de La Plata.En la 12ª audiencia, el nombre de Marcelo González Roberts volvió desde la boca de Hernán Silva, defensor del general Alfredo Arrillaga, que solicitó al tribunal incorporar documentación provista por el archivo histórico del ejército, referente al comando de la Brigada Mecanizada X que, según presentó la defensa, informaba que “No hay registro de que se le haya indicado -a González Roberts- funciones en la  investigación de la Tablada”. En un claro intento por rebatir uno de los testimonios fundamentales que hace caer como un mazo de naipes la versión oficial, la defensa de Arrillaga se equivocó una vez más. Al momento de dar respuesta a cada una de las peticiones, el Tribunal, en la voz del presidente Matías Mancini, sorprendió al informar que el paso de Marcelo González Roberts por el Juzgado N° 1 de Morón, en 1990, estaba documentado en la foja 177 de la causa a cargo del juez Gerardo Larrambebere, como se observa en la foto que acompaña esta nota. No hay que probar su paso. Aunque 30 años más tarde el ejército lo siga negando, un auditor acompañaba a los soldados a declarar. Un dato más que confirma la veracidad de lo dicho por Quiroga en la tercera audiencia.El hecho pasa por un momento inadvertido. Repasemos: 30 años después de los delitos cometidos por el ejército, el defensor del único imputado en el primer juicio por los desaparecidos de La Tablada le pidió al ejército que informe sobre el desarrollo de Marcelo González Roberts, señalado por Quiroga como quien le ordenó firmar una declaración falsa en 1990 para crear la versión oficial y construir a José Díaz e Iván Ruiz como prófugos, cuando se trataba de desaparecidos. El ejército, 30 años después, dice, siempre según la defensa de Arrillaga, que no hay registro de su intervención en la investigación de los hechos de La Tablada. 30 años después el encubrimiento intenta su último manotazo de ahogado. 30 años después, Marcelo González Roberts sigue siendo parte de la misma institución por la que le pidió a Quiroga que firmara una declaración falsa. La misma institución que le devuelve gentilezas e intenta protegerlo. González Roberts es actualmente Coronel  y se desempeña como “asesor jurídico” del Estado Mayor Conjunto. Ya sabemos cómo asesora en la justicia. Restos carbonizados La única testigo de la 12ª audiencia fue Rosario Alicia Sotero Lago, integrante del Cuerpo Médico Forense desde 1990. Participó del reconocimiento de restos NN entre 1999 y 2000 donde se confirmó que pertenecían a 6 militantes del MTP. Su testimonio vino a complementar el de Luis Fonderbider, director ejecutivo del EAAF, que declaró la jornada pasada. Sotero Lago fue más precisa que el director ejecutivo del EAAF en su definición sobre cómo estaban los restos. “Carbonizados” repitió dos veces en su declaración, despejando las dudas que la sola referencia al “agente térmico” realizada por Fonderbider en la audiencia anterior pudiera dejar. “No recuerdo haber trabajado con cuerpos íntegros, sólo con restos carbonizados”, dijo. El testimonio de Sotero Lago volvió a narrar en forma de declaración judicial la violencia que emanaba de esos restos. Ya lo dijeron los testigos de este juicio: el intento fue de aniquilamiento.  Una defensa poco estratégica En la audiencia de la semana próxima escucharemos también el testimonio del ex teniemte coronel Jorge José Etchezarreta, solicitado por la defensa de Arrillaga al tribunal. La defensa sostiene, ya muy avanzado el juicio, que no fue Arrillaga quien intimó a la rendición a los y las militantes del MTP. En cambio, afirma, fue Etchazarreta quien lo habría hecho, y, se supone, escucharemos sus palabras en la próxima jornada. El defensor contó que lo contactaron durante uno de los dos actos oficiales en los que el Ejército Argentino recordó los hechos a 30 años, el ultimo 23 de enero, tratando como héroes a aquellos militares que violaron los derechos humanos, como se está demostrando en este juicio. Parece una jugada poco inteligente de la defensa del exgeneral. Varios testimonios hasta acá no sólo escucharon a Alfredo Arrillaga y luego reconocieron su voz en el juicio que se les realizó en 1989 (Felicetti, Paz, Aguirre, Ramos, entre otros), sino que también lo vieron (Moreira, Luis Alberto Diaz, Motto). Por si no alcanzara, en el procesamiento de Arrillaga  que desemboca finalmente en este juicio, el juez Germán Castelli pone entre los considerandos que fue Arrillaga quien intimó a la rendición de los militantes del MTP.La versión oficial se desmorona. José Díaz e Iván Ruiz no fueron trasladados por