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Vidas y muertes de ayer y de hoy en otro 24 de marzo multitudinario

Escrito por el marzo 25, 2017


En otra jornada callejera memorable, incalculables centenares de miles de personas colmaron los alrededores del Congreso hasta la Plaza de Mayo. Para qué ensayar un número preciso si para algunos funcionarios hay cifras más importantes por discutir. Sin dudas, los embates políticos del gobierno de Macri contra la construcción de Memoria, Verdad y Justicia, impulsaron a más gente que nunca a sumarse a alguno de los tres actos políticos, a todos, o a ninguno, pero a estar en la calle. (Fotografías de Agustina Salinas y Texto de Fernando Tebele para La Retaguardia)


“Estoy contento”, respondió Carlos Lordkipanidse, el Sueco, cuando le preguntamos, en la apertura de la radio abierta que realizó la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) en el acto del Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVyJ), de qué manera vivía un 24 de marzo alguien como él, que sobrevivió a la ESMA. Seguramente, en esa respuesta que puede sonar quizá contradictoria, que alguien que sufrió las peores torturas que se puedan imaginar (y las peores de las que ni podemos pensar como posibles) pueda estar contento cuando recordamos el golpe de Estado de 1976, esté la diferencia entre ser o no ser un militante político. 
A poco metros, como parte de la numerosa columna de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), están Miriam y Flavia, la mamá y la hermana de Álvaro Nicolás Soriano, el joven asesinado a plena luz del día por una bala policial hace pocos meses. Lloran. No pueden contener la angustia. Apenas hablan. Flavia, la hermana, ensaya una disculpa innecesaria por haber rechazado una entrevista que le pedimos un día, sin saber que apenas horas antes había enterrado a su hermano; nosotros deberíamos disculparnos. María del Carmen Verdú le explica diferencias entre prensa alternativa y tradicional. Entre dejar pasar primicias por estar al lado de las familias y respetar sus tiempos, o estar cerca solo para tener la primicia. Es la primera vez que van a una marcha de 24 de marzo; tal vez sea la primera marcha a la que asisten en sus vidas. Todavía no son militantes políticas, apenas si pueden ser ahora familiares desconsoladas que aún no sienten que caminar con otros pueda mitigar ese dolor incontenible. Pero están ahí, como el Sueco y demasiados más, encarnando el linkeo siempre necesario entre el ayer y el hoy, entre el Terrorismo de Estado que persiguió, torturó y desapareció a aquellos jóvenes idealistas y formados políticamente, con este Estado que de manera sistemática persigue a estos jóvenes que no han tenido ocasión de ser formados más que por la pobreza estructural en la que crecieron.

El gobierno de Macri indigna tanto con su discurso negacionista y relanzador de la teoría de los dos demonios, que pocos recuerdan que este día en que marchamos estuvo a punto de no ser feriado. La obsesión por instalar una cifra menor a la simbólica de los 30.000 solo puede entenderse como parte de una estrategia para cargar contra la historia, contra los organismos de derechos humanos, englobándolos en un hebedebonafinismo totalizador que los simplifique ubicándolos dentro del kirchnerismo, para así poder seguir jugando ese River-Boca que tanto conviene solo a los grandes, con Clarín como punta de lanza informativa (cuándo no), titulando su crónica desacertada de los actos de ayer: “Un kirchnerismo dividido convirtió el 24 de marzo en un acto anti-Macri” En la minimización de uno de los dos actos más importantes (el tercero, el de Hebe desde el micro escenario junto a Aníbal Fernández, merecería otra nota), se encarna ese duelo polarizador que se adivina como la posible trampa del poder para las próximas décadas.
Cerca de las 19, mientras todavía entran a la Plaza los partidos políticos de izquierda en el final de la marcha, desde el escenario leen un documento consensuado. Antes de eso, nombran su ausencia, que ya se había notado en la previa, en las arduas negociaciones entre los dos actos más numerosos en la puja por la Plaza de Mayo. En la imagen de Cachito Fukman, en la del primer 24 de marzo sin él, también puede retomarse el linkeo inicial. El Sueco no puede más, lo llora, lo extraña a su hermano del alma. A las familiares de Soriano todavía hay que explicarles a quién se perdieron de conocer. 

En todo caso, lo que quedó demostrado ayer, una vez más, por si hiciera falta (evidemente sigue siendo necesario demostrarlo), es que la construcción de Memoria Verdad y Justicia no le pertenece a ningún partido político en particular, más allá del intento de Macri y Cristina por convertirse en el nuevo SúperClásico. Ya con un Estado menos proclive a impulsar las causas judiciales para condenar a los genocidas y con una propaganda oficial que, tras el formato “democrático” al estilo A Dos Voces, deja asomar una condena generalizada que diluye el Terrorismo de Estado dentro de una Guerra Sucia, la defensa de los derechos humanos vuelve a estar en manos de los organismos, de la movilización popular. La defensa de los derechos humanos de ayer, porque la de los pibes como Soriano, Luciano Arruga, Daniel Solano o hasta el mismo Jorge Julio López, nunca tuvieron impulso estatal más que para desaparecerlos y asesinarlos. No hay reconciliación con los genocidas de ayer. La historia suele caer por su propio peso, como Milani. Con los que asesinan hoy con armas del Estado la cosa está más complicada. Todavía estamos lejos de romper el consenso social que carga las balas. Para buena parte de la población hay un solo demonio y son los pibes pobres de los barrios. Habrá que ver si somos capaces de evitar otro genocidio.


  

 

  

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