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La Retaguardia

El crimen de Marcelo Montenegro: «Hacé algo por mí»

Por LR oficial en CABA, gatillo fácil, Justicia, represión estatal, Violencia institucional

Comenzó el juicio a tres policías de la Comisaría 48 acusados del asesinato de Marcelo “El Pela” Montenegro, de 21 años de edad. La familia está patrocinada por la Asociación Civil Miguel Bru (que lleva adelante la madre del joven desparecido en La Plata). Rosa, la madre de Marcelo, exige que los asesinos “no sean más policías, que no hagan más a nadie estas cosas y que vayan presos”. (Por Paulo Giacobbe para La Retaguardia)

Foto: El día del comienzo del juicio, madres y familiares de distintos pibes asesinados por las fuerzas de seguridad. (Juan Cicale)

“Yo fui y lo reconocí a mi hijo en la morgue y la cara que tenía decía: ‘Hacé algo por mí’. Cuando yo le veo la cara era como que estuviese hablando; yo antes decía ¿cómo puede ser que los muertos hablan, como dicen ahí en la tele? Pero es cierto, los muertos te demuestran y yo lo miraba ahí y me daba cuenta de que algo estaba pasando”, describe Rosa, la madre de Marcelo Montenegro. “Una conoce a su hijo”, y repite que le decía: ‘Hacé algo por mí’. Dos veces tuvo que reconocer a su hijo hasta que se lo entregaron. “Cuando vengo a mi casa, mi hija era chiquita, un año y medio tenía, y se sienta al frente de la foto de mi hijo y me dice “Ma, a Pela mató yuta ¡Pum!”, dije: gracias, Señor. Me estaba mostrando lo que había pasado”. Ahí se da cuenta de que tiene que salir a la calle a buscar la verdad, a investigar qué pasó realmente.
Varios abogados van a rechazar representarla porque del otro lado está la policía. Ella va sufrir una serie de hostigamientos y amenazas. Finalmente, será la Asociación Civil Miguel Bru quien tome el caso. Desde La Asociación Miguel Bru cuentan que Marcelo tenía “21 años. Hacía changas, trabajaba en la panadería del barrio y también como ayudante de albañil. Todos los días saludaba a sus vecinos de la Villa 15. Le encantaba jugar en la canchita. Pero un tiro impactó contra el auto en el que viajaba la noche del 7 de julio de 2012 y alcanzó para arrebatarle la vida”.
“Eso que hicieron con mi hijo, cómo falleció, cómo lo dejaron, con el tiro. Con lo que lo tiraron en el piso, todo eso, para mí no se hace porque yo doy mi vida por mis hijos. No se hace, por más que vivas en la villa. Yo trabajo desde los 14 años y siempre para mi hijo, y nadie merece morir como si fuese un perro”, explica Rosa lo que debería ser obvio: el respeto por la vida.
Los policías acusados del asesinato son Emmanuel Alejandro Díaz, Mario Nicolás Medina y Diego Marcelo Calderón. Y desde la Bru cuentan lo ocurrido y la versión policial que Rosa desenmarañó: “Marcelo iba en un auto junto a un amigo cuando los policías Díaz, Medina y Calderón comenzaron a perseguirlos. En la intersección de la Avenida Piedrabuena y Saraza (Lugano), el auto en el que viajaban los jóvenes chocó contra un paredón. Según declararon los vecinos, los efectivos comenzaron a disparar, una de esas balas atravesó el baúl, el asiento trasero del auto e impactó en el tórax de Marcelo. La versión policial se puso en marcha de inmediato: los tres policías argumentaron que persiguieron el auto por no acatar la voz de alto, y que desde el auto les dispararon; sin embargo, no hay ninguna prueba de ello. El automóvil policial no fue alcanzado por impacto alguno y mucho menos sus tripulantes. Lo llamativo es que el registro del sistema de radio de los patrulleros dio cuenta de que el tiroteo fue avisado por los policías después del choque del Renault Twingo que manejaba Marcelo. Un policía de la misma Comisaría 48 dijo que encontró a 300 metros un arma, que luego quedó demostrado que ni siquiera es apta para disparar. La autopsia determinó que Montenegro tenía una herida de proyectil sobre los labios que no concuerda con la dirección de los tiros disparados durante la persecución.”

Los maltratos

Rosa dice que los vecinos y un hermano le decían que vaya para la comisaría porque algo le había pasado a su hijo. Ahí mismo comenzó el maltrato: “Cuando voy a la comisaría, digo: yo quiero saber qué le pasó a mi hijo. Me dicen: ‘No, señora, siéntese ahí y espere que ahora la vamos a atender’. Después había dos chicas que decían no sé cuántas cosas, que yo me quedé dura. Yo decía ‘¿qué pasó? ¿qué pasó?’, no entendía nada. Me agarró una crisis de nervios y yo dije: ‘quiero saber qué pasó con mi hijo’, y me dijeron que me iban a tomar una declaración. Y después decían ‘acá no hay ningún muerto’, después tomaron la declaración y cuando viene la ambulancia me llevaron a la cocina. Pero nunca me hablaron nada. Y empezaron a pasar cosas que era algo raro, no podía creer que no decían nada o le dispararon o pasó esto, pero nada, nada, nunca nada”. El juicio comenzó el 28 de Marzo a las 9:45 de la mañana en el Tribunal Oral y Criminal número 30, en Paraguay 1536. Continúa hoy, el 6, 11 y 18 de abril.
Desde la página de la Asociación Miguel Bru contaron que en la primera audiencia se pudieron escuchar las modulaciones de radiofrecuencia y a los primeros testigos: “los primeros en dar testimonio fueron dos de cinco testigos, todos policías, que declararon que ese día no presenciaron ningún tiroteo. Los otros tres no declararon porque la Policía de la Ciudad no pudo notificarlos”.
Mientras tanto, después de tanto, Rosa sigue rezando por justicia: “Yo sé que es difícil, pero no es imposible. Yo confío en Dios, que Dios va a sacar todo a la luz, yo lo único que deseo, es que le pido tanto a Dios, que Dios haga justicia. Yo lo único que deseo es que ellos no sean mas policías, que no hagan más a nadie estas cosas y que vayan presos, no sé el tiempo, no sé cuánto, pero que ahí adentro reflexionen un poco, que no tienen que sacar la vida a nadie. Dios no los va a dejar tranquilos a esos tres, cuando quieran mentir, cuando quieran hablar cosas que no son, no lo va a permitir Dios”.