El recorrido del horror: los Centros Clandestinos en viviendas de la CABA
Por LR oficial en CABA, Derechos Humanos, Lesa Humanidad, Nacionales, Orletti, Virrey Ceballos
Algunos permanecen prácticamente intactos y son Sitios de Memoria, otros no existen más o no están señalizados. Entrevistas a Osvaldo López del Sitio de Memoria Virrey Cevallos y a Emilio y Gabriel, del sitio de Memoria Automotores Orletti. (Por Paulo Giacobbe para La Retaguardia)
Foto: Virrey Cevallos
“En realidad los tipos ya tuvieron impunidad, pasaron 40 años. Los tipos hicieron su vida, se casaron, tuvieron hijos, los hijos estudiaron, se recibieron. La vivieron. Estamos discutiendo que jubilación van a pasar”, reflexionó Osvaldo López sobre los represores que actuaron en el ex Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio (ex CCDTyE) Virrey Cevallos. Osvaldo estuvo secuestrado en ese lugar y actualmente es coordinador del Sitio de memoria. A fines del año pasado se realizó el juicio por los crímenes de Lesa Humanidad cometidos en ese centro clandestino. Solo tres acusados. Dos condenas y una absolución fue el resultado. “Estamos discutiendo qué jubilación van a pasar. Van a ser procesados, van a estar con arresto domiciliario, van a estar presos, no van a estar presos. Eso se está discutiendo hoy. Cuando la justicia llega tan tarde deja de ser justicia y aparte el poder judicial se mueve en función del poder político. El macrismo hizo varios intentos de frenar los juicios, no pudo por la presión social, el 2×1 es un ejemplo de eso. Buscó otros caminos de impunidad, la entró por la vía judicial, entonces ahora hay fallos con absoluciones y hay más arrestos domiciliarios que antes. Es un camino de impunidad con el compromiso que tiene el macrismo, esa clase social, con los militares que hicieron el trabajo sucio para ellos. El fallo de Cevallos está atado a eso. Hay una absolución, una condena y un arresto domiciliario”.
Osvaldo López rescató otras connotaciones que van más allá de la sentencia: “lo que se conoce durante ese proceso en cuanto a la verdad, la difusión que tiene el espacio, la difusión social y con los chicos de la escuela sobre lo que fue el Terrorismo de estado, la reparación de muchos de los secuestrados que pasaron por acá y dejan de ser los demonizados, los condenados, un montón de efectos que suman, pero estamos a cuarenta años, es una pincelada de manteca”.
La vida engaña dos veces
Virrey Cevallos tiene la particularidad de haber sido un centro clandestino de la Fuerza Aérea que funcionó en una casa, en el barrio de Monserrat. Durante el juicio se mencionó otro centro clandestino de la Fuerza Aérea que también funcionó en una casa, pero en el barrio de Caballito. “Fuerza Aérea actuó en zona oeste fundamentalmente, fuera de eso aparecen Virrey Cevallos y Franklin (en Caballito, a la altura del 900 de esa calle), sospechamos que hay más. Sabemos que hubo gente secuestrada en SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea) en Riobamba y Viamonte, yo fui a hacer un reconocimiento del lugar y hay celdas en el sótano. Sabemos que RIBA (Regional de Inteligencia de Buenos Aires) y la patota de acá tenían un lugar de tortura en la ESMA, incluso estaban un tiempo secuestrados en la ESMA y después se los llevaba Fuerza Aérea de nuevo”, relató Osvaldo, marcando las conexiones operativas entre las distintas fuerzas represivas y la diferencia con otros centros clandestinos: “son casas, están enclavadas urbanamente. No son como las unidades militares”.
La historia de Cevallos es intrincada. Andrés Visca la había donado al Estado, junto con otras propiedades, para construir una maternidad. Se crea la“Comisión Legado Andrés Visca” de la Policía Federal y el inmueble es rematado. Los hermanos Río compran la propiedad y se la alquilan a alguien de la Fuerza Área que lo utiliza como centro clandestino. La agrupación barrial independiente Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad será clave para denunciar el lugar y recuperarlo como Sitio de Memoria. Organizando escraches y marchas al lugar, que estaba en venta y seguramente sería demolido, es que en 2004 se logra su recuperación.
Osvaldo razonó que los vecinos linderos sabían lo que pasaba: “Los vecinos sabían, imposible que los vecinos pared de por medio no supieran. Si los que estaban secuestrados acá escuchaban las voces de los vecinos. Cuando vinimos nosotros también había miedo. Con el tiempo recién empezaron a hablar los vecinos, ellos vieron los vehículos que usaban, vieron las patentes.”
Hasta que un día, uno de esos vecinos le dijo a Osvaldo: “si quiere saber más de esto, vaya a la casa de Viamonte y Riobamba”.
Y así llegan a SIFA. Que “fue el archivo, la misma función del 601 del ejército que está en la otra cuadra, pero de Fuerza Aérea. Tenían celdas abajo, sospechamos que tenían gente de paso, y que llevaban a ver los archivos. Estos hechos hacen que el Terrorismo de estado no sea un hecho del pasado, todavía tiene consecuencias que llegan hasta hoy, no hablemos de las económicas, sociales y demás. Consecuencias en particular que están ahí. En la piel de hoy”, analizó Osvaldo López.
Algunos de los vecinos, entonces, tenían bastantes datos. No todos declararon en sede judicial, aunque se acercaron al espacio y dieron información importante. Para muchos vecinos, los más cercanos, todavía sigue siendo La Casa del terror.“Entonces tiene una distancia por el significado que ellos le dieron a esto, les cuesta venir. Pero es imposible que no supieran el funcionamiento, el movimiento. A medida que te alejas, la otra cuadra ya se sabe menos, se sospecha. Después se va diluyendo en la distancia el conocimiento sobre esta casa”.
Osvaldo calculó que el centro clandestino de la calle Franklin funcionó poco tiempo: “Calculamos que seis meses, porque la pareja que secuestran y el que se escapa fue al poco tiempo que alquilaron la casa. La abandonaron por esa fuga y fue seis meses después que alquilaron la casa y funcionó al mismo tiempo que Cevallos. Yo creo que eran casas operativas, ellos necesitaban una distribución de lugares, si vos hacías un secuestro en la Ciudad no podías ir a Morón, torturarlo allá y sacarle información para después hacer de nuevo un secuestro en la Ciudad. Entonces necesitaban estas casas distribuidas para llevarlo a la casa más cerca,así si tenían que salir a operar de nuevo tenían un radio abarcativo grande”.
Los dueños de la casa en Caballito, la cual alquilan a la Fuerza Aérea para que la utilicen como Centro Clandestino, eran los mismos dueños de Cevallos. La familia Río.
¿Otras casas además de Franklin y Cevallos?
Osvaldo López dijo que no pudieron hacer un seguimiento de las propiedades de Visca. “Sospechamos que como el 75% de los bienes de Visca pasó a una comisión es probable que otra casa de los Visca haya pasado a igual funcionamiento. Vimos una lista de propiedades pero había muchos terrenos y no pudimos seguir esa línea de investigación. Sospechamos que puede haber otra propiedad que haya pasado a la comisión policial y haya tenido fin parecido”, explicó Osvaldo, para agregar otro dato a recordar: “Hay 259 testimonios de gente que estuvo secuestrada en la Ciudad y no sabe dónde estuvo. Y que no es ninguno de los que están, o sea que hay un montón de centros clandestinos de la Ciudad que no se conocen”.
En Cevallos, por ejemplo, recibieron denuncias de un centro clandestino en la calle Tacuarí, en San Telmo: “Un galpón grande que era una dependencia del ejército, hay declaraciones de vecinos y de un colimba, que lo llevaron una vez como destino a Tacuarí y lo entraron a un galpón y en el galpón había tabiques en el suelo, y que había funcionado como centro clandestino”, contó Osvaldo.
A los centros clandestinos que se conocen, los que están señalizados y los que no, hay que sumarles las comisarías. En Capital y Provincia: “En Capital casi todas las comisarías están denunciadas porque eran lugares de paso y que tenían como depósito las Fuerzas Armadas. Fuerza Aérea en zona oeste es muy claro, las comisarías de Castelar, Morón, la de Paso del Rey, todas tuvieron gente secuestrada que manejaba Fuerza Aérea, la policía hacia la custodia, les daba de comer, en Castelar ni siquiera les daban de comer, les traían de Morón la comida. La gente que estaba en la comisaría no dependía del comisario, dependía de Fuerza Aérea. Cuando se habla de un plan sistemático es algo organizado en los estamentos más altos de la jerarquía de las fuerzas armadas, bajado piramidalmente, hasta el último orejón del tarro, pero fue una estructura, un sistema. Por eso peleamos para que se reconozca la implicancia directa de todas las unidades de inteligencia de todas las unidades militares, porque era a través de inteligencia que se organizaba la represión. Era inteligencia que decidía vida y muerte de los secuestrados”
Automotores Cortell
Automotores Orletti perfectamente podría llamarse Automotores Cortell, ya que eso decía el cartel de letras desgastadas. Santiago Cortell, el propietario de la finca, se lo había alquilado al grupo de tareas de Aníbal Gordon y fue utilizado por la SIDE como el centro clandestino del Plan Cóndor. Orletti, ubicado en Venancio Flores al 3500, en el barrio de Floresta, de cara a las vías, tuvo su antecesor en la calle Bacacay, a pocas cuadras. “Es una casa que no existe más”, dijo Emilio, trabajador en el área de Comunicación del Sitio de Memoria Automotores Orletti, haciendo referencia al inmueble de la calle Bacacay, “funcionaba como Orletti, conducido por la patota de la SIDE, de la Triple A. La fecha de funcionamiento es tentativa, pero fue previo a Orletti y como le quedaba chica la casa tuvieron que alquilar Orletti. Todavía no fue verificado por la justicia pero se cree que los secuestrados que estaban al comienzo en Orletti venían de Bacacay, que hubo un traslado”, contó Emilio. Esos centros clandestinos estaban a pocas cuadras de distancia. Gabriel, también trabajador del Sitio de Memoria Automotores Orletti, marcó una diferencia característica: “A partir de la casa de la calle Bacacay, lo que se nota es un incremento de aparición de cadáveres aparecidos en la zona muy grande. Empiezan a aparecer por la zona cadáveres acribillados, que es la metodología que utilizaba la Tripe A, que es distinta a la que van a usar después, donde los cuerpos desaparecen. No aparecen acribillados. El mecanismo del terror es distinto. Ese es uno de los cambios que hay de la calle Bacacay hasta el centro clandestino”.
Orletti tiene una planta baja donde funcionaba el taller mecánico y un primer piso que era una vivienda. En relación al dueño del inmueble, Gabriel opinó que fue cómplice del grupo de tareas: “El dueño fue Santiago Cortell y falleció de causas naturales hace poco tiempo. Nosotros entendemos que fue cómplice civil de la dictadura, no solamente por alquilar la casa sino por los vínculos con la patota que no quedaron demostrados en sede judicial. Él quedó exonerado con el contrato de alquiler del lugar pero los vecinos lo veían acá. Cuando alquila el lugar, se dedica a poner una inmobiliaria y una mesa de dinero. Había un contrato de alquiler pero tenemos conocimiento que el centro clandestino comienza a funcionar en mayo del ’76, para eso tuvieron que hacer una construcción, unos muros que conformaban la celda, por lo menos tuvieron que tener acceso un mes antes. Eso te habla que esas cosas estuvieron habladas”.
El contrato de alquiler estaba hecho con nombre falso y los garantes eran integrantes del mismo grupo de tareas. Ya en democracia, en el mismo lugar va a funcionar un taller clandestino de costura: “después le vuelve a pasar en la década del ’90 con el taller clandestino de costura. Este edificio tiene esa historia trágica de ser dos veces lugar de encierro. El taller clandestino se cierra en el 2007 o 2008. Muy clara la actitud de Cortell si se quiere respecto de los derechos humanos”, dijo Gabriel sobre el uso que tenía la finca al ser alquilada.
Cuando deja de funcionar como centro clandestino de exterminio y antes de ser taller clandestino de costura, el dueño va a vivir a ese lugar con su familia. La recuperación del lugar como Sitio de Memoria implica la participación de sobrevivientes y el escrache. “Una de las personas que llevaba estos reclamos era Pipi Burgos, que falleció. Se ponía enfrente del taller y lo escrachaba. Se hicieron montones de movilizaciones y se pintaba la persiana. Fue una lucha de muchos años hasta que se logra la recuperación. Ya había un andamiaje jurídico de cómo se procedía en la recuperación y se conformó una mesa de trabajo”, resumió Gabriel.
Orletti, como la calle Franklin, deja de funcionar después de una fuga. El relato de dos personas desnudas corriendo será comentado por los vecinos de Floresta, que ya habían visto otras cosas extrañas en esa casa: “Vecinos que no viven más en el barrio comentan que no se podía pasar, o que había reflectores, que había algo de los militares, que no se hablaba mucho. A gente que era chica en esa época los padres les decían no pasen por ahí, si tenían que pasar por acá se daban la vuelta. Hay unos pibes que cuentan que venían a jugar a la pelota acá al lado, donde está la escuela, era un descampado y recuerdan que el lugar les daba miedo. Se decía que pasaban cosas acá”, relató Emilio, que además recuerda una pintada que había en la esquina denunciando el funcionamiento de un centro clandestino.
Después de la fuga, se cree que los represores trasladaron rápidamente a algunos de los secuestrados a otro centro clandestino en la calle Teniente General Gregorio Pomar, en Pompeya.
Próximos pasos
“Nosotros hicimos la lista de todos los represores que estuvieron en Cevallos”, dijo Osvaldo López, “porque una vez determinado que esto dependía de Fuerza Aérea, se piden los legajos, se piden las fotografías. Tenemos a 26 identificados. Estamos tratando de agregar elementos para que se eleven a juicio oral”. Entre los que no fueron imputados está Leston: “reconocido acá, pero hizo un acuerdo en el Juzgado de Servini de Cubría. Dio información para encontrar chicos secuestrados por esta patota, a cambio de impunidad y él está reconocido en Cevallos. Dio información de los chicos que se había apropiado la patota de RIBA y él sabía, a cambio de impunidad. Hay unos cuantos”. Y subrayó que los genocidas siguieron en actividades durante la democracia hasta pasar a retiro. En cuanto a los dueños de las propiedades fue contundente: “Sabían para qué lo alquilaban. Los tipos zafan, los sentaron ahí y tenían contrato de alquiler”. Cevallos fue preparado como centro clandestino realizando una plataforma para habilitar el garage y comunicar todos los pisos, porque eran viviendas independientes. “Una persona que alquila por lo general no puede hacer” esas reformas sin el consentimiento del dueño. La casa de la calle Franklin también fue modificada, pero de manera más rudimentaria: un boquete para pasar a los secuestrados del garage a la vivienda. “Se vendió varias veces y ahora hay una pareja viviendo ahí, joven”, informó Osvaldo sobre Franklin, “hay un pedido que hicimos y está en la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura para la señalización de Franklin y SIFA. El edificio de SIFA era del estado, Planeamiento, después se lo pasó a Seguridad Aeroportuaria, tuvieron un sereno un montón de años, y entonces ahora se lo pasaron a Museos de la Ciudad. Nosotros estamos reclamando eso, que por lo menos una parte sea Espacio de memoria. Porque si bien no tenemos ningún testimonio directo, las evidencias están ahí, hay celdas, era de inteligencia, hay imputados, esos son reclamos de este año”, concluyó Osvaldo López.