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Crónicas del juicio -día 23- La sangre como testigo

Escrito por el abril 24, 2021


Se desarrolló otra impactante audiencia en el juicio por los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo. El testigo Daniel Humberto Tejeda declaró que fue obligado a limpiar helicópteros llenos de sangre Además, contó que vio a detenidos y detenidas en el Ingenio Santa Lucía, cuando estuvo destinado en Tucumán y describió a una de ellas: “Era una señora bastante gorda, encapuchada, y había dos o tres personas más”, dijo. (Por La Retaguardia/El Diario del Juicio*) 


✍️ Redacción y cobertura del juicio: Diego Adur

✍️ Textuales: Mónica Mexicano 
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Fotos: Capturas de pantalla transmisión de La Retaguardia

El juicio que se está desarrollando los lunes a la mañana e investiga los Vuelos de la Muerte realizados desde Campo de Mayo nos ayuda a entender y comprobar cómo se llevaba a cabo esa siniestra operatoria para desaparecer personas. En la audiencia 23 prestaron declaración testimonial Daniel Alberto Ramírez, Mario Armando Ávila y Daniel Humberto Tejeda, todos ellos ex conscriptos destinados al Batallón de Aviación 601 del Ejército en Campo de Mayo.
Desde el momento en que el juez Walter Venditti le toma juramento, el testigo Tejeda demostraba que la suya va a ser, sin dudas, una declaración importante. El presidente del TOF N°2 de San Martín nombra a los imputados de la causa, y el ex conscripto los recuerda: “Conditi recuerdo que estaba en el Batallón. Y si mal no recuerdo Omar Riveros era jefe, pero de todo Campo de Mayo, estaba en Comando de Institutos Militares, era General. Luis del Valle Arce era el jefe de Batallón, era Teniente coronel. Malacalza era Mayor, era el segundo jefe del Batallón. Lance creo que era Capitán y Conditi no me acuerdo si era Teniente primero o Capitán, eso no recuerdo bien”, define el testigo, irónicamente recordando bastante bien. 
A medida que va narrando su historia, Tejeda se prende un cigarrillo. Lo seguirá haciendo a lo largo de su declaración testimonial. “No tengo inconveniente en decir la verdad, el único —inconveniente— es que después quedo bastante traumado, paso varios meses con algunas cosas que usted me va a preguntar que vuelven otra vez a mi cabeza. Pero en cuanto a lo que yo sé voy a declarar la verdad”, asegura. Venditti toma nota y ofrece al testigo asistencia psicológica para después de la declaración.
La sangre

En el Batallón, Tejeda cumplía funciones de artillero y debía preparar los helicópteros para el combate. También había ocasiones en las que le ordenaban retirar los asientos para que el helicóptero realizara tareas sanitarias, de auxilio de tropas. O al menos eso le decían:
—Fiscal Marcelo García Berro: Usted manifestó que el hecho de recordar algunos episodios o situaciones le generaban algún tipo de trauma o alguna carga pesada, lamentablemente yo le tengo que pedir que los mencione.
—Daniel Humberto Tejeda: Bien. Esto no fue siempre. Me tocó, si mal no recuerdo, dos o tres veces y no el mismo día. Con otro compañero me tocó preparar un helicóptero para que se hiciera un sanitario —larga el aire, Tejeda. Toma fuerza para lo que va a decir—. Bueno, se preparaba el helicóptero de un día para otro y tipo entre las 5 y las 6 de la mañana ese helicóptero se ponía en marcha y por ahí uno escuchaba detonaciones, o sea tiros. El helicóptero salía del playón y llegaba casi hasta el final de la pista. Ahí había un tipo de monte y de ahí salía un Carrier y el helicóptero se ponía de costado. Lo que no puedo asegurar, porque no lo vi, es qué es lo que se cargaba. Vuelta del helicóptero después de un tiempo, había que limpiarlo porque… —vuelve a exhalar y respira profundo— había sangre en el piso. Había sangre en el piso —repite abrumado.
 
—MGB: ¿Usted cómo lo supo esto? 
—DHT: No es que lo supe, eso lo viví yo, porque yo lo preparé con otros compañeros soldados, y a la vuelta lo limpiamos con otros compañeros soldados. 
—MGB: ¿Recuerda quiénes eran esos compañeros?
—DHT: No.
—MGB: Le hago una pregunta, en el lugar que usted describió, ¿de ese lugar salía el Carrier? 
—DHT: Sí, de una especie de monte, muchos árboles, y de ahí atrás salía el Carrier.
—MGB: Y el Carrier se acercaba a donde estaba el helicóptero, ¿es así?
—DHTT: Exactamente.
—MGB: ¿Puede recordar aproximadamente cuánto tiempo estaban en vuelo los helicópteros?
—DHT: Tres o cuatro horas aproximadamente.
—MGB: ¿Tiene idea por algún comentario que haya escuchado, o por algún registro que usted haya podido tener u observar alguna documentación, el destino a donde iban?
—DHT: Documentación, no. Hay una sala de vuelo que llevaba toda la hoja de ruta. Ahora, por comentarios de haber escuchado, pero esto no lo puedo asegurar, iban hasta la Bahía de Samborombón.
Luego, el fiscal quiso conocer si Tejeda sabía qué llevaba el Carrier que salía de la zona arbolada e iba al encuentro del helicóptero: “Personas detenidas”, fue tajante el testigo y explicó que lo supo a través del comentario de suboficiales. Los escuchó hablando al respecto y “después me tuve que retirar”. Esos comentarios que escuchó hablaban sobre “que en esa parte del monte, una zona de muchos árboles a la que uno no podía ir, había gente detenida”.
“Era bastante sangre”

De anteojos grandes, nariz prominente, casi calvo y barba desprolija, Tejeda continua su relato sobre el aspecto más escalofriante que había mencionado hasta ahora. Cuando ese helicóptero regresó, después de aquellas tres o cuatro horas de vuelo, le indicaron que lo limpiara. Muy acongojado, el testigo describe: “la sangre estaba en el piso del helicóptero y no era una mancha, eran poco más que manchas. No se había secado y era bastante sangre”. Durante esa tarea, se acercó a los soldados una persona de civil que les preguntó qué era lo que estaban haciendo, a lo que Tejeda respondió que lo estaban limpiando. “¿Y qué es?”, quiso saber el civil. Tejeda se dio cuenta que lo mejor era hacerse el desentendido y solo respondió: “No sé, lo tengo que limpiar”, y esa persona le advirtió que “hacía bien en no saber lo que era”. 
Helicópteros y aviones

En 1976, la práctica de los vuelos de la muerte no era realizada de manera exclusiva con aviones. Uno de los aspectos fundamentales que surge del juicio es que en Campo de Mayo también se utilizaron helicópteros: “El Batallón tenía Helicópteros Bell, monoturbina, y después uno o dos helicópteros Bell biturbina; y en la parte de aviones estaba el Twin Otter, que es un avión biturbo hélice y la avioneta Cessna”, refiere Tejeda y agrega que aún no había llegado el Fiat G—222, conocido por los colimbas como Herculito. “El avión Fiat es como un Hércules, pero más chico, es un avión biturbina, dos motores. El Twin Otter es mucho más antiguo de lo que era el Fiat, que se usaba para transporte de materiales, hasta donde yo sé, y transporte de personas, de tropas. El Twin Otter, (se utilizaba) para traslado de personas, ya que es un avión mucho más chico, y por ahí se hacían prácticas de lanzamiento de… paracaidistas”, describe Tejeda y con esa pausa antes de la última palabra da a entender otras posibilidades más involuntarias que arrojarse con paracaídas. 
Luego, el fiscal quiere saber si lo que ocurría con el helicóptero y el Carrier, la carga de personas en las aeronaves, sucedía también con el avión Twin Otter. “Sí, señor. El Twin Otter recuerdo verlo una vez, el helicóptero tres veces”.
Personas detenidas en el Ingenio Santa Lucía

Tejeda sigue fumando. Las rondas de preguntas continúan adelante. Es el turno del abogado defensor Eduardo San Emeterio, que es quien más pregunta entre los defensores. Comienza su interrogatorio pidiendo detalles de la velocidad de los aviones y detalles técnicos de los helicópteros. San Emeterio quiere instalar la teoría de que la sangre del helicóptero que había visto y limpiado Tejeda podría ser de algún militar herido “en combate”. “No doctor, porque ese helicóptero elevó y se puso al costado de la pista. Es donde entró el Carrier. Lo que no puedo asegurar, porque no lo vi, desde la distancia en la que estaba no podía ver qué es lo que cargaron en el helicóptero. El helicóptero emprendió vuelo y después, cuando volvió, nosotros tuvimos que limpiar la sangre”, explica el testigo. 
El abogado defensor reacciona: “No quiero inducir la respuesta suya, por supuesto, pero esa sangre pudo haber sido de personal militar, de personal civil, como de cualquier personal”. Lo que  San Emeterio obvia es que si bien el testigo no puede asegurar a quién pertenecían los charcos de sangre que tuvo que limpiar en el helicóptero ante la atenta mirada de una persona vestida de civil, ya había dicho que antes de que la aeronave emprendiera vuelo había escuchado los disparos, presuntos fusilamientos, que trataron de ser ahogados por el ruido de la hélice encendida. 
De todos modos, la oposición del fiscal y del abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Ciro Annicchiarico, es suficiente para que la pregunta quede sin efecto.  
El cuestionario del abogado defensor continúa, y permite recabar más información de la que él mismo hubiese querido:
—Eduardo San Emeterio: ¿Usted vio a gente detenida, en algún lugar, en algún momento?
—Daniel Humberto Tejeda: Acá en Campo de Mayo no, en Tucumán sí. 
—ESE: ¿En la zona de operaciones de Tucumán? 
—DHT: Donde vi esas personas, si mal no recuerdo, fue en el ingenio Santa Lucía. Si mal no recuerdo, pero fue dentro de un ingenio.
San Emeterio no quiere saber nada más. Se despide de manera extraña: “Lo felicito por haber estado en Tucumán”. El que retoma  es el abogado querellante.
—Pablo Llonto: ¿Puede describir a esa persona, por favor?
—DHT: Sí, doctor. Sí. Hay cosas que a uno no se le borran de la mente —dice Tejeda, al borde del llanto—. Era una señora bastante gorda, encapuchada. Si mal no recuerdo había 2 o 3 personas más, masculinas. Un femenino sí, estoy seguro doctor —confirma, y ya no aguanta las lágrimas.
Llonto le agradece el dato y pide precisiones sobre dónde las había visto y en qué condiciones: “No sé si era una habitación o una sala. Estaban encapuchadas y sentadas en el suelo, con las manos hacia atrás en la espalda. Fueron cinco minutos que estuve ahí y después me retiré”, aporta. Luego, tras la insistencia de Annicchiarico por conocer más detalles, responde que no logró ver más porque “fue desde afuera, por una puerta, nunca entré a esa sala o pieza”.
La memoria como restitución de la verdad
Por último, el fiscal interroga al testigo por una serie de nombres de personas que actuaron en el Batallón como mecánicos y pilotos. A la gran mayoría Tejeda los conocía o los había escuchado nombrar. A otros no. García Berro quiere saber si eran pilotos de helicópteros, de aviones o de ambos. El testigo responde todo lo que puede y sabe. 
Fue una declaración importantísima para reconstruir muchos de los hechos investigados en este juicio, que no solo sirven de entender cómo se desarrolló la cruel tarea de desaparecer personas a través de los vuelos de la muerte, sino también para saber quiénes fueron los responsables. Con cada audiencia ambas cosas parecen estar cada vez más cerca. 

*Este diario del juicio por los Vuelos de la Muerte de Campo de Mayo, es una herramienta de difusión llevada adelante por  La Retaguardia medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores/as independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://vueloscampodemayo.blogspot.com/


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