Habló el exmilitar Omar Barbieri: “El Ejército tiene que saber dónde están los cementerios clandestinos”
Por LR oficial en Derechos Humanos, Justicia, Lesa Humanidad, Omar Barbieri, pablo llonto
El viernes pasado, el TOFC N°4 a cargo de Vesubio III amplió en medio del juicio las imputaciones de 1 militar y 6 penitenciarios. En el caso del Coronel (R) David Cabrera Rojo, lo hizo centralmente a partir de la declaración del exmilitar Omar Barbieri. El programa radial Oral Y Público sostuvo con él un extenso diálogo. Barbieri interpeló allí a actuales y antiguos jefes del Ejército y ante la pregunta de por qué habló recién ahora, dijo que declaró en el “momento justo” para hacer justicia. “Tenemos que terminar con este horror. Pero con la gente presa y sabiendo donde están todos los cementerios clandestinos que faltan descubrir”, sentenció. (Por La Retaguardia)
🎤 Entrevista: Fernando Tebele
✍️ Redacción: Gabriela López Suárez
💻 Edición: Fernando Tebele
📷 Capturas de pantalla de La Retaguardia
A partir de la publicación de una entrevista que brindó a Página 12, Omar Barbieri fue convocado por el juez Daniel Rafecas, quien tiene a cargo la instrucción de la causa “Primer Cuerpo del Ejército”. Barbieri dio testimonio hace algunas semanas en el tramo III del juicio por los crímenes del clandestino de detención, tortura y exterminio conocido Vesubio. “Y si tengo que ser un Julio López seré un Julio López, no tengo problema. Yo solo hablo del punto de vista de sanear, porque este rompecabezas del horror hay que terminar de armarlo”, dice el exmilitar, trayendo la figura del querellante y testigo que fue desaparecido por segunda vez durante el primer juicio celebrado luego de la derogación de las leyes de impunidad, en el que se condenó al genocida Miguel Etchecolatz. A 15 años del hecho, nada se sabe de qué pasó con López.
Luego de la decisión que tomó el viernes el TOFC N°4, ampliando las imputaciones contra David Cabrera Rojo, se desprende que el tribunal presidido por la jueza Gabriela López Iñiguez, junto a Daniel Obligado y Néstor Costabel, tomó por cierta la declaración testimonial del exmilitar Omar Barbieri. Por la tarde de ese mismo día, luego de alegar en Puente 12 II, el abogado querellante Pablo Llonto, durante su participación en la transmisión de La Retaguardia resaltó “el impacto de esta declaración del exmilitar Barbieri, quien evidentemente estaba diciendo la verdad. En principio el tribunal oral en principio le está creyendo; está diciendo: esto es razonable. Después valorará su testimonio. Esto es importante porque es la primera decisión de la justicia sobre su testimonio. Ahora el juez Rafecas tendrá también que valorarla”.
Barbieri quiere hablar. Él buscó a La Retaguardia para ponerse a disposición. De fondo, en la pared que llega a través de la videoconferencia en la que se realizó esta entrevista, resaltan una ilustración con los rostros de Cristina Fernández, María Eva Duarte, Néstor Kirchner y Juan Domingo Perón. Todos y todas sonríen en el trazo de quien realizó la obra. También hay una foto en la que resalta la figura de Kirchner. Lo acompañan Barbieri y Armando Cabrera, quien actualmente preside la Cámara de diputados/as en Formosa.
—La Retaguardia: Es la primera vez que charlamos con un exmilitar. Aquí tenemos la costumbre de escuchar voces de sobrevivientes, de familiares de víctimas del genocidio y te quiero ser absolutamente franco: es muy raro estar charlando con un exmilitar. Porque uno tiene la sensación de que si eras militar en esa época, participaste del genocidio y esa es la primera pregunta. ¿Se podía ser militar en esa época y no haber participado del genocidio? ¿No participaste en nada?
—Omar Barbieri: Nada, absolutamente nada. Lo aclaro, lo pongo claramente cuando llego al Regimiento 6 (Regimiento de Infantería Mecanizada 6 de Mercedes). Es más, en el ataque del 5 de octubre…
—La referencia es al ataque del 5 de octubre del ´75, vos estabas en el Regimiento de Formosa durante un intento de copamiento de Montoneros. ¿Estabas allí y no participaste?
—Mirá, quedé anonadado de todo lo que estaba viendo. No lo podía creer, lo tenía ahí enfrente… Pero bueno, refiriéndome al Regimiento 6, el Teniente Coronel Oscar Alcorta, me recibe a los abrazos y me dice: “Usted acá lo puede vengar al Teniente Mazaferro.” Mazaferro fue uno de los 12 muertos del ataque del 5 de octubre: 1Oficial, 1 Suboficial y 10 soldados. Pero yo era hijo de peronista, que había festejado la victoria del tío (Héctor) Cámpora, del General Perón, en la unidad básica, a los abrazos con mi papá. Después también vinieron las malas noticias: ya en el 76 me llegaban las noticias de compañeros desaparecidos; en el año 76, 77, los primeros hábeas corpus, ya había un alerta en la sociedad y ese alerta me llegó por mi papá. Después mi suegro, Osvaldo de María, un Mayor retirado, justamente por estar en contra del golpe de Lanusse, me dijo: “Qué lástima que venís a Mercedes, porque parece que en estas ciudades de Buenos Aires están haciendo cosas raras.” Y después la gran amistad con Horacio Ballester (uno de los fundadores del CEMIDA, Centro de Militares para la Democracia), que me encamina a tener una conducta clarísima porque es un maestro. Entonces yo fui alertado. Y cuando (Teniente Coronel Justo) Rojas Alcorta me dice eso, le dije que no tenía nada que vengar, que como católico la venganza no entraba en mis principios. Traté de salir por cualquier lado porque veía a donde me podía llevar. Y ahí me llevó a la sección Perros, me tuvo allá haciendo servicios en el 77, yo no salí del cuartel.
—¿Vos sentís que fue la única puerta que se te abrió para hacerte partícipe y a la que dijiste que no, o hubo otras ocasiones más en las que pudiste haber entrado en el engranaje genocida?
—No, ahí la voz cantante era Alcorta, era el jefe, una vez que me marcó y me llevó a la sección Perros seguramente le habrá dicho a todos. Porque yo después, cuando me encuentro de vuelta con Cabrera en marzo del 78, él vuelve al Regimiento y me dice: “¿Volvió a pensar Barbieri en eso de no querer vengar a su amigo Mazaferro?”. Y yo le dije “No, no, mi querido” y me dijo: “Eso le va a traer problemas en su carrera”. “Bueno —le digo—, qué le va a hacer.” Y yo no quería discutir por eso, porque a mí Ballester me dijo: “Mire mucho, observe mucho Omar, y hable poco.” Y yo creo que eso me salvó. Yo terminé yéndome de esa unidad sin ningún amigo. Después el Teniente Primero Bustos, un día de servicio, para marzo, me habla de que está compungido, que no siente, que no sabe porque se metió y me cuenta de los dos hechos en donde habían participado oficiales del Regimiento 6 de civil, con armas, es lo que yo declaro sobre Flores y sobre San Martín, Provincia de Buenos Aires. Yo, un Subteniente del 3º año, cuando quise ver, vi con la única herramienta que tenía que era el Casino de Oficiales. El bar en el Casino cerraba 12:00 o 12:30, era muy tarde, ahí se iban reuniendo los que iban saliendo o los que venían, no sé. Pero todos estaban de civil con armas largas. (Teniente Primero Darío) Sostaric llevaba siempre en su mano una peluca rubia ondulada. O el Teniente Primero (Luis Alberto) López con un bigote, cuando yo en la mañana lo había visto sin bigote: bigote postizo. Otros iban mal vestidos, con armas largas que no eran provisión del cuartel. Como también declara el Teniente General López que tenía un Falcón. O (Subteniente Martín) Sánchez Zinny, que tenía una escopeta con cañón de costado y culata recortada que tampoco era de la unidad. Yo lo vi.
—¿Y son muchos los integrantes del Ejército de tu franja etaria que tampoco participaron? Te pregunto esto porque en el imaginario tenemos instalado esto de que si eras militar en esa época participaste del genocidio.
—No, porque la unidad tenía que seguir andando, teníamos soldados. Yo declaro 13 oficiales y ese Regimiento tenía 26 o 28. Ellos veían a quien ponían, los seleccionaban. Cuando yo le dije eso a Alcorta dijo: “con este no puedo contar”. No era zonzo, para el mal era vivo. Además que estaban todos unidos ideológicamente. Videla era un dios. Ya lo dije como le decían, no lo quiero repetir, a Evita y a Perón, eran antiperonistas totalmente. Y hablaban de una democracia hitleriana. Hablaban de un Ejecutivo sintetizado, no de una democracia con Congreso. Hablaban de una corporación, de cosas raras, de Pierre Chateau-Jobert que con su libro Manifiesto Contrarrevolucionario, que era un libro que uno llegaba a esa unidad y se lo daban. Es decir, habla de los franceses en Argelia, de una revolución tomada, una locura impuesta en la Argentina.
—En tu declaración en el juicio Vesubio III te preguntaron específicamente bastante sobre Cabrera Rojo porque es uno de los imputados en el tramo actual del juicio. ¿Qué pudiste aportar en ese punto?
—Bueno, ahí empezamos. Yo voy por lo que me pasó en el 83. Cuando comienza la nota periodística con Ailín (Bullentini), ella me dice: “Pero cómo Omar, usted estuvo acá en el año 77, 78 y 79 en el Regimiento 6”, y ahí me involucra en un recuerdo y aparece la figura de Cabrera Rojo. Y se plantó. “Entonces usted lo conoce a Cabrera Rojo…”. Y hay causas que les digo a los camaradas, a los excamaradas, que no se fijen si es importante o no lo que vieron. Porque yo había cosas que consideraba que no eran importantes, como haberlo visto a Cabrera de civil irse de la unidad en mayo o en julio y no volver.
—Mayo-Junio del 77. ¿Lo viste salir a la noche del Regimiento claramente para lo que es un operativo?
—No, hasta mayo-junio salía para un operativo. Después de julio, se va del cuartel y no vuelve. Y un oficial de Penitenciaría, en el año ´85, es él quien primero declara, lo inmiscuye a David Cabrera Rojo como uno de los jefes del Vesubio en el 77, 78 y también jefe del grupo “Búsqueda” que dependía de la CRI que es el Centro Reunión Información. Es decir que era un grupo de búsqueda que dependía de la información que le daba la CRI. Yo voy sin saberlo, después me doy cuenta, por eso el fiscal (auxiliar) Agustín Vanella me introduce a destrabar la declaración del penitenciario. Es decir, yo digo que no estaba en el cuartel lo cual se anexa perfectamente a lo que dice el oficial de Penitenciaría. Entonces, él no estaba, se había ido. Yo lo vuelvo a ver a él en marzo del 78 en el Casino y tenemos esta charla de que se iba y de por qué no lo vengaba a Mazaferro, pero ya lo veo distinto, con el cabello extremadamente largo, tenía un rodete atrás y cuando se lo tiró tenía cabello ondulado. Y él me cuenta que estaba de comisión en la Brigada. Me imagino en la Brigada esa… Pero cuando nosotros hacemos el correlato uniendo cosas, nos damos cuenta de que si operaron en Flores, Capital Federal y San Andrés, Provincia de Buenos Aires, han sobrepasado los límites del Regimiento 6 que era hasta Virreyes, los límites de la Brigada que eran hasta la Gral. Paz, y llegan hasta el Primer Cuerpo de Ejército. Han operado directamente sobre Inteligencia del Cuerpo de Ejército, es un equipo de élite genocida, no es un grupo de tareas de un Regimiento que da vueltas por Mercedes. Esa táctica estaba pergeñada para eso, los tenían en Mercedes y los usaban para Buenos Aires. Y por eso faltan al Regimiento uno, dos o tres días. Todas las mañana en la formación del cuartel veía los que faltaban, cada día éramos menos. Y uno salía de un servicio y pasaba a otro porque estábamos reducidos en cantidad de gente.
—Y vos ahí no solo nombraste a Cabrera Rojo, nombraste casi una docena de oficiales que estaban en la misma condición de él. ¿Quiénes eran? ¿Quienes conformaban ese grupo, al menos de los que vos veías que no estaban en la fila de formación diaria?
—Bueno, en la parte de conducción estaban vestidos de civiles con armas el Teniente Coronel (Justo) Rojas Alcorta, el Mayor Fernández Bustos, el Mayor Santos Aurelio Muñoz, el Capitán Antonio Zampieri, el Teniente Primero odontólogo Sergio Sostaric, el Teniente Primero Serapio del Río, el Teniente Primero Alberto Bustos, el Teniente Primero Durán alias “Titi”, el Teniente Primero (Alberto) Luis López, el Teniente David Cabrera Rojo, el Teniente Sebastián Oriozabala, el Teniente Emilio Morelo y el Subteniente Martín Sánchez Zinny.
—Referías una relación con Horacio Ballester que arranca en el 77. Teniendo esa relación, incluso entiendo que tu suegro era parte del CEMIDA también. ¿Cómo aguantaste todos estos años sin contar hasta ahora?
—Horacio Ballester estuvo bien hasta el 2011, 2012 y no quería que yo hablara, me dijo que había que esperar, que tenía miedo de que me pasara algo. Hoy mismo, seguramente alguno quiera callar mi voz y no va a poder.
—Solemos hablar de pacto de silencio cuando hablamos de los militares que están enjuiciados y que en general no hablan o cuando hablan es para intentar deshacerse de los cargos, o en algunos casos, muchos casos también, para defender ideológicamente el genocidio. Pero por lo que vos contás debe haber muchos otros en tu situación que no hayan participado de nada y que vieron cosas. ¿Qué les dirías a ellos?
—Sí, sí, sí. Pero no sólo eso, con todo respeto: General Balza, usted hizo mucho por el Ejército, hizo mucho por un Ejército democrático, pero tiene que hablar amigo, tiene que hablar Balza; General Milani, lo convoco, amigo, peronista. Los peronistas, amén de poner los dedos en V y cantar la marcha, tenemos que dar testimonio, como decía el General. Y usted también sabe Milani. Los generales, los jefes del Estado Mayor, saben. Tenemos que terminar con este horror, tenemos que terminar con esto. Pero terminar con la gente presa y sabiendo donde están todos los cementerios clandestinos que faltan todavía descubrir. El Ejército tiene que saberlo, estoy seguro… si vos hubieras visto lo que yo estoy contando…. No era nada, yo era un perro. El resto lo tiene que saber. General Balza cuando usted era director de la Escuela de Artillería, usted iba a las reuniones del Comando de Institutos Militares, y usted sabe lo que los generales decían. Rivero, era de hablar Balza, era de hablar, usted sabe lo que decían Balza, hable; vamos Milani, anímense, no les tengan miedo, no le tenga miedo a esta gente atroz, a estos asesinos. Imagínese, David Cabrera tiene… aberraciones ha hecho. Yo cuando leía la imputación a ese hombre, digo: “¡por Dios! Pero esto, no un militar, ¡no lo puede hacer ni una bestia! Ni una bestia puede hacer una cosa así”. Porque además de matar, la gente que se salvó fue violada, fue ultrajada, fue humillada. ¿Dónde están los principios, pero de qué principios éticos me habla de un militar? ¡Por Dios! Como decía Ballester: “estos tipos no son militares Barbieri, nos están mintiendo”. Sí, no son militares, no los tratemos como militares, son milicos. No los podemos tratar como militares porque nosotros queremos un Ejército distinto y ahí le digo al General Cejas (Agustín Humberto, actual Jefe del Estado Mayor del Ejército): hablen. Porque también está el nuevo ejército, estamos creando un ejército también, es decir, fuerzas armadas tenemos que tener, grandes, chicas, como quieras, pero tenemos que tener.
—Igual los tres que nombraste no permanecieron en silencio justamente, por diferentes razones. Milani porque fue imputado en dos desapariciones, Balza porque fue testigo, viene de ser testigo hace algunas semanas, no aportó nada. Cejas ha hecho casi una defensa del ejército genocida en un acto hace bastante poco, también públicamente, no han guardado silencio. Más bien, diría todo lo contrario. Han de alguna manera u otra colaborado con sus palabras con esa trama de ocultamiento. Pero yo digo, aquellos como vos…
—(interrumpe) Pero un segundito, permiso, al Señor Cejas lo pusimos nosotros. No podemos cometer ese error. El señor Cejas es jefe del Estado Mayor General del Ejército del Gobierno Nacional y Popular de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, o del Ejército democrático; a veces le tienen miedo a nacional y popular, bueno vamos a hacerlo ejército democrático. Hoy el señor Cejas y el señor Paleo (General Juan Martín), jefe del Estado Mayor Conjunto, tienen que cortar lazos con el ejército de represión. Porque con esa que me viene a contar de que el señor Paleo se recibió en el ´83 y el señor Cejas se recibió en el ´84 y que ya no era el proceso, a mí no me cierra… Y con el ejército profesional tampoco, porque acá tenemos tres fuerzas armadas, una la que queremos que sean parte de la realidad social argentina y sean fuerzas armadas democráticas, ejército democrático; la otra, que quiere tener la vigencia de antaño y se rememora al proceso macrista y más allá; y la otra que habla del profesionalismo, esa del profesionalismo a mí no me cierra tampoco. Cuando el ejército fue profesional, fue usado. El ejército tiene que saber bien en dónde está. Tenemos que volver a la imagen del General Perón como militar. Al que le guste, al que no le guste bueno, que va a ser.
—El General Cejas, el jefe del Ejército encabezó por primera vez en los últimos años un acto de homenaje a los soldados que murieron en ese hecho que vos decías del 5 de octubre del ´75en un intento de copamiento de Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 29 y dijo “recordar a los fallecidos es parte de nuestra esencia y constituye un contrato social del estado y un compromiso con cada hombre y mujer que ingresa en las fuerzas armadas.” Nunca lo vimos en un acto de homenaje a las personas desaparecidas, nunca lo vimos en esa instancia y nunca lo vimos decir nada parecido. Por eso yo decía, lejos de guardar silencio incluso hasta están defendiendo banderas genocidas por decirlo de algún modo.
—¿Sabés cuantas veces fui al acto del 5 de octubre? Ninguna. Si yo estaba en ese acto, me iba. Y le hubiese dicho no, no es así. Le hubiese pedido permiso al gobernador Insfrán al cual conozco y tengo una amistad y yo estoy seguro que el poder político de Formosa tampoco debe haber estado de acuerdo. Pero, se fue de boca, bueno, es el jefe de Estado Mayor que tenemos.
—Mi referencia a estos tres jefes de ejército en diferentes momentos que vos nombraste mi pregunta iba a gente que había ocupado cargos más de suboficiales o de oficiales de rango un poco menor como es tu caso. Porque también, voluntaria o involuntariamente habrán visto cosas y sin embargo tampoco hablan.
—El tornillo se aprieta por arriba hermano, es el jefe del estado Mayor General del Ejército que tiene que decir: “Señores, no nos vamos a callar más. Los convoco, los invito…”. El mismo Ministro de Defensa, pero como no es camarada es el jefe del ejército el que tiene que decirlo. Ahora, yo te pregunto, investigación periodística: ¿quiénes fueron los oficiales e instructores del General Cejas y del General Paleo? ¿Dónde están los oficiales instructores? ¿Están presos? ¿Qué historia les vendieron? Yo en una reunión con un coronel antiguo del estado mayor en otro país estuve charlando 15 minutos sobre el ejército de ocupación; 15 minutos y me miró así, y yo digo o este está dormido o qué le pasa. Le digo: “amigo, ¿me entendés? Sí, sí me dice, sí sí, lo entiendo perfectamente pero yo soy un coronel antiguo y nunca me explicaron esto como me lo está explicando usted, tan real y verazmente. Y veo que no es mentira porque es coherente lo que usted me dice”. Y era coronel, ¿cómo se la vendieron? Porque a estos el general, el segundo del ejército el hijo del general Deimundo Piñeiro, el general Martín Deimundo Escobal creo que se llama, fue 3 años cadete de Sánchez Zinny. Y el cuarto año, Sánchez Zinny fue su jefe de compañía. Y hay una estrecha relación , entre este general y el genocida Sánchez Zinny ¿Qué inclinación tiene realmente este general? ¿Qué nos esconde? Yo creo que tendríamos que investigar muy bien los próximos ascensos. Ya, ver bien qué generales vamos a tener. Nosotros queremos generales que estén totalmente consustanciados con un gobierno nacional y popular.
—Yo insistía con esto de los militares de bajo rango que podrían aportar algún dato. Qué les dirías a ellos, a los integrantes del Ejército, a los soldados que como vos decís no tienen las manos manchadas con sangre, pero que tampoco aportan datos que serían significativos en los juicios, no sólo para condenar a los imputados, sino también para que las familias sepan algún dato más. ¿Cómo los invitarías a recorrer el camino que estás recorriendo vos?
—Decirles que he sido muy bien tratado por la Fiscalía, que ha tomado lo poco o lo mucho que yo he podido aportar y ha sido bastante productivo en su causa. Yo veo que hay muchos fiscales jóvenes con mucha sensibilidad. Que no vean al Poder Judicial como un enemigo sino como el único que puede destrabar toda esta historia de horror en el país. Y que hasta que la historia no se destrabe esto no se va a terminar. A ver, esta gente está dentro de una corporación. Porque yo en el año 89 me fui con una mano adelante y otra atrás, me fui a la vida civil sin nada, pedí la baja. Entonces no me pueden agarrar, soy un civil que declaro. Y a mí la que me va a determinar la verdad o no es la justicia, por eso declaré. Pero ellos están dentro de una corporación y ven que lamentablemente, ¿cuántos militares que tienen sentencia firme han sido destituidos dentro del Ejército? ¿Por qué no se cumple el artículo 20 inciso 6 “Ley para el personal militar 19.101” del año 1971? Sé que se está por modificar, esperemos porque desde el 71 está la ley del personal militar que dice que se deberá destituir como principal o accesoria por condena firme a personal militar que tenga condena firme de tribunales comunes o federales. ¿Cuántos se han destituido? ¿Vos sabés?
—El principal problema es lo que cuesta llegar a las condenas firmes.
—No, ya tienen. El Coronel Losito (Horacio, condenado por la Masacre de Margarita Belén) tiene condena firme y no ha sido destituido y sigue hablando pavadas en las radios de Corrientes y lo siguen reconociendo como un héroe de Malvinas pero aquí que me importa Malvinas estamos hablando de otro tema. El Coronel Losito en el año 2003 o en 2006, fue condecorado por el Ejército Argentino en plena democracia como agregado militar en Italia y ante las denuncias, Néstor (Kirchner) lo hizo venir. A los 90 días ya estaba procesado porque es el autor de la masacre de Margarita Belén. Yo no veo una reacción del poder político tampoco. ¿Qué hizo el Ministerio de Defensa? ¿Por qué no lo destituyó? Porque los tipos siguen teniendo fuerza. Sigue teniendo fuerza, el tipo va al Hospital Militar, le dicen: “Hola mi coronel, ¿Cómo le va mi coronel?”. ¿Que mi coronel? ¡Un carajo mi coronel!¡Genocida de mierda! Pero vení del forro del culo, ¡te destituyo! Te destituyo y hago pública la destitución. No la dejo metida en un cajoncito, la hago pública. Destitución pública a un genocida.
—¿Y por qué crees que no son destituidos?
—No sé, quizás porque nadie abrió la olla y ahora empezamos a hablar. Porque a lo mejor tenía que decirlo alguien de adentro y no lo decía y bueno, apareció Barbieri como podría haber aparecido Romero Sánchez. Ojo, yo soy uno más y no tengo problemas. Y si tengo que ser un Julio López seré un Julio López, no tengo problemas. Yo sólo hablo del punto de vista de sanear, porque este rompecabezas del horror hay que terminar de armarlo y guardarlo en un cajón para nunca más abrirlo. Pero primero la patada la tenemos que dar institucionalmente, tenemos que organizarnos, juntarnos y pedir por favor que se investigue si han sido destituidos y si no, que los destituyan. Nosotros no perdonamos y queremos justicia, es una barbaridad lo que ha pasado. Y decirle al Ejército: “Señores, esta gente no eran militares. ¡No son militares! Porque un militar no sale a la noche a matar, a secuestrar gente. No entra en una casa ilegalmente. No tortura.” ¡Eso no es un militar! Como decía mi querido profesor Horacio Ballester: fueron militares! Un militar es un señor ético, honesto, un funcionario público, un señor correcto. Miremos la educación de nuestros militares y ascendamos a generales que estén consustanciados con nuestros principios democráticos. Si no, vamos a vivir siempre con este problema y este rompecabezas del horror nunca se va armar.
—Te voy a pedir que lo vuelvas a contar para nuestra audiencia un hecho con archivos en el Regimiento de Infantería Mecanizada III de Tablada, en la Enfermería. Hace unas semanas hubo una reunión después de una juntada de miles de firmas que hizo entre otras organizaciones el Encuentro Militante Cachito Fukman pidiéndole al Presidente que abra los archivos. Tuvieron una reunión con Cristina Caamaño, que está a cargo de la AFI, y está esta historia que nos han contado de que los archivos están quemados y vos contás del año 83 que viste archivos, o sea, septiembre del 83, estábamos a días de las elecciones y a tres meses de que cambiara el gobierno y de que asumiera el Dr. Alfonsín. Y vos viste archivos allí, incluso reconociste alguna ficha que daba cuenta de gente que había pasado por el Vesubio. ¿Es así?
—Yo no me acuerdo los apellidos. A mí hay dos cosas que me sorprendieron tremendamente, primero el sello de “Final”, y después algo muy fuerte: que muchos tenían los ojos cerrados. No la foto de frente, era una foto medio hacia arriba. Lo cual sabemos lamentablemente lo que puede ser.
—¿Vos decís que eran fotos sacadas ya de los cuerpos sin vida? ¿Y todas las fichas que vos viste tenían foto además de los datos personales?
—Sí. Eran 6 de frente. Como yo tenía la linterna en la boca, era uno de esos escritorios grandes, antiguos y ahí había 6 filas por 3 de fondo. Todas eran hojas sueltas y tenían una piedra arriba.
—Pero vos después que viste eso contaste que te secuestraron, te golpearon.
—Yo tomé las fichas, me las metí adentro. Bien compactado, no se notaba. Y después tomé lo que sería el PON “Procedimientos Operativos Normales” sobre el Vesubio: estaba la organización, cómo era la guardia. Y agarré y me los metí adentro. Lo que pasa es que el Mayor Sánchez me lo sacó. Yo tardé un minuto, en el momento que cierro la puerta conté 60, habrán sido 5 segundos más por el cierre del candado. No podía estar más. Salí allá afuera, estaba el Mayor Sánchez, cuatro civiles y ahí el Mayor Sánchez me hizo entregar la pistola. Le di primero las planillas, mi pistola y lo que menos pensaba es que me iban a agarrar a piñas los 4 tipos. Que me defendí pero hasta cierto punto. Yo soy grandote, mido 1,90, pero eran 4 tipos.
—¿Y ahí además de sacarte las fichas que pasó?
—Empezamos a pelearnos. El Cabo de servicio gritaba y me seguían pegando hasta que en un momento no sé qué pasó y yo me desmayé. Y me levanto horas después en una habitación, con los pies y las manos engrillados, sentado en una silla, con uniforme de combate del Ejército argentino estaba, con mi tira de Teniente primero que arriba decía Barbieri, todo. Y ahí empieza un interrogatorio, querían saber a qué organización estaba ligado, quién era mi jefe, si tenía alguno en el cuartel, quién era de mi grupo, como estábamos integrados. Los tipos no entendían que me había mandado una patriada, porque fui solo, mismo ni Ballester supo en ese día. Yo sabía que eso lo podían tirar y eran elementos muy significativos para mí y para la causa que defendíamos. Entonces, me tuvo dos días, en un momento me dijo si había hecho algún curso en la Marina, porque eran irónicos. Increíble los hijos de puta me decían mi Teniente Primero para hacerme avergonzar de los grados que yo tenía. Me dice: “Mi teniente Primero, usted ¿hizo alguna vez un curso en la Marina?”. “No, no”. Ah, me dice, “¿Y usted fue alguna vez en submarino?” No, le digo. Y ahí había un tacho, me pararon y cada vez que me hacían las preguntas me bajaban para meterme la cabeza en el agua. Un horror, horrible y ahí yo me oriné. Dije todo en el interrogatorio y no pude decirles porque no había nada ahí… si decía le iba a mentir. Ahora, los que me están escuchando si estaban ahí les digo, no tenía nada para decirle. A usted Capitán Arana y al Capitán Avellaneda, que estuvieron ahí, no tenía nada para decirles. Después cuando los fui a encarar en el Regimiento se fueron a esconder. Yo salí el 17 de octubre. El 5 de septiembre me metieron adentro. Me acuerdo porque mi papá estaba preparando el 17 de octubre, ya estaban las elecciones. Y me fui a ver al Mayor Sánchez, lo encaré directamente y encima no tenía arma. Subió la escalera de la octava mayor, se metió en su despacho, cerró la puerta y gatilló la pistola. Siento que hace clac. Ah la puta, digo, si este hijo de puta me secuestró, acá me caga a tiros. Y me dije correte, correte de la puerta.
—Barbieri, te hago la pregunta que mucha gente que escuchó tu testimonio de Vesubio o que leyó las notas periodísticas, las entrevistas que hiciste hasta aquí sabiendo que íbamos a charlar hoy me dijeron: “Y… yo le preguntaría esto”. Yo coincido con que debo hacerte esta pregunta que es: Estamos en el 2021, vos te fuiste de la fuerza en el 83, pasaron casi 40 años, ¿por qué recién ahora? Sobre todo por esa formación ideológica que vos referís tener.
—Yo acabo de atestiguar en este juicio de Vesubio. Pero acá el problema fue el curso político que tomó el país. Fue la ley de mierda de Menem que retrasó todo, las condiciones no estaban dadas. Y si no díganme dónde está Julio López. Llegué justo. Cuando tenía que entrar, los fiscales se dieron cuenta, llegué justo: Vesubio. Voy a destrabar a un genocida que fue ejecutor. Porque nosotros estamos hoy en la etapa principal, los ideólogos ya se murieron, ahora están los ejecutores, estos son los que tiraron el gatillo contra tu papá y tu mamá. Son los genocidas activos. No llegué tarde. Y todavía hoy tengo dudas de cuál va a ser mi futuro. Vos lo sabés bien Fernando. Vos no vas a poner las manos en el fuego porque a mí no me vaya a pasar nada. ¿O vos las pondrías?
—No soy quién para darte seguridad. Pero sí creo que el Estado tiene que tomar todos los recaudos para que las personas que tienen datos para entregar puedan hacerlo sin pensar que alguien los va a secuestrar o a desaparecer como a López, a quien vos nombraste en esta charla.
—Cuando Ailín me dice que ella tenía dudas de que yo vaya a declarar. Bueno acá estoy, ya declaré. Hay mucha gente que está mirando qué va a pasar conmigo, como me va a tratar la institución. ¿Cómo me va a tratar el Ministerio de Defensa? ¿Me va a llamar algún día? Yo te voy a mandar el texto del legajo que estos miserables me ponen 40 días de arresto por falsear unas pruebas de los soldados y dice: período individual superior básico. Y el período individual superior básico termina el 14 y 15 de mayo. ¿Cuándo me sancionan? El 5 de septiembre. ¿Cuántos días pasaron para darse cuenta de que yo no hice nada? Pero con 40 días de arresto sabían que me cortaban la carrera para siempre, que me cortaban los pies para siempre. Y aun así no tuvieron las pelotas suficientes para que después de un año igual me hacen ir a Capitán, por los buenos antecedentes que tenía, pero de Mayor me iban a bajar. No solamente me secuestraron, me cagaron a piñas, me amenazaron de muerte como me amenazó Rojas Alcorta, que había sido mi jefe del Regimiento 6, sino que además me pusieron una sanción que es mentira y que el Ministerio de Defensa tiene que darse cuenta de que el período individual superior básico terminaba el 15 de mayo y que a mí me sancionaron el 5 de septiembre. Imposible, me sancionan para tenerme escondido, para que la cara se me deshinchara porque el doctor me daba pastillitas como loco. Esos tipos se pasaban por el culo el uniforme y la bandera argentina. Son unos miserables, asquerosos, que tienen que estar todos presos y destituidos.
—Quisiera que cuentes algo que no viste vos pero que sí te contaron que es la manera en la que te enterás de la existencia de personas secuestradas en centros clandestinos.
— Sí, la persona es el Teniente Primero Bustos, Alberto Bustos. En marzo del 77, cuando estábamos de servicio, me invitó a comer un asado solos en el Casino, en el quincho y me dijo: “Acá están pasando cosas raras, Barbieri. Espero que no se meta. No se meta. No va a poder tener todo esto encima. Usted es joven.” Y ahí me cuenta el hecho de Flores, en donde el subteniente Sánchez Zinny ,al ingresar a una casa a buscar a una señora, se va hasta el fondo, hay dos chicos y con una escopeta apuntaba a un chico y decía: “a ver a quien te mato a vos o a vos, a vos o a vos.”. El Teniente Sostaric lo llamó y él (Bustos) fue para allá y lo vio. Los chicos de unos 9, 10 años estaban tirados, y Sánchez dice: “¿Qué vamos a hacer? No, hay que matarlos, si no van a ser unos hijos de puta subversivos como los padres.” La madre ya estaba detenida. Y entonces lo agarró de la escopeta porque ya iba a tirar, lo corre y por el pasillo se lo lleva para adelante y lo tranquiliza. Otro hecho en junio dice él, fue el de la imprenta del barrio de San Andrés, Provincia de Buenos Aires. Quedó un hombre solo y lo tienen que llevar detenido. Durán le pide a él que lo acompañe y también va Morelo, de San Martín hasta La Tablada. Y pasando La Tablada, ingresan a unos edificios custodiados por gente de civil. Se bajaron Morelo y Durán y él quedó afuera. Y Durán le dijo a uno que estaba ahí, que se presentó como oficial de penitenciaría: “Tratalo bien che, tenelo acá al amigo que ya volvemos en un rato”. Y entonces lo llevó a las instalaciones que ellos tenían, evidentemente tenían varias casas. En una abrió y en un living comedor muy grande, una casa antigua, había gente engrillada de la pared, es decir agarrada del brazo. Y después también fue de ahí a otra casa, en donde habían celdas chicas y había gente ahí en celdas pequeñas y en todas me dice: “había un olor Barbieri”. Le digo ¿olor a qué? “Olor a horror, olor a muerte”.
—¿Quién fue el militar que te contó eso?
—:Teniente Primero Alberto Bustos.
—¿Y supiste algo de él, está vivo? ¿Dio testimonio?
—El teniente Primero Bustos, pienso que es él, hace unos años salió en el diario porque le fueron a entregar una orden para que fuera a atestiguar nada más. Y entendió mal, mirá cómo ha de tener la mente cargada este hombre. Pero la orden no era de captura, era para ir a atestiguar. Y leyó mal y dice que se puso el uniforme y dijo a mí no me van a llevar detenido por esto y se pegó un tiro en el pecho y se salvó. Así que me imagino que vivirá. Yo del resto de esa gente no vi más a nadie. No tengo contacto con nadie, no sé si vive o no. Yo antes de cerrar esto quiero pedirte mil disculpas, a vos y a tu audiencia, por haberme puesto un poco nervioso. No voy a entender y no voy a comprender nunca que me digan que han sido militares. No son militares, les mintieron. Deshonran el uniforme que han llevado, las tiras, los grados. Deshonran todo lo que ha sido un militar, porque un militar nunca hubiese reprimido en la forma que han hecho con nuestro pueblo. Son una vergüenza. Es una vergüenza que sigan tratándose de militares. Y tendrían que pedir la baja, se la vamos a dar.